Capítulo XXVIII • Primero, tercero y quinto mundos

por ahernandez@latitud21.com.mx

 

La división actual entre países del primer mundo y del tercer mundo es arbitraria y simplista, pues se reduce a clasificar a los países en pobres y ricos. Pero para nuestro objetivo yo propongo ampliar la clasificación a tres categorías, agregando la de quinto mundo, categoría a la que pertenecerían aquellos países (la mayoría) cuyo ingreso per cápita diario estuviera entre uno y tres dólares, o sea, menos de 1 100 dólares al año. Quinto mundo. En muchos de estos países hay gobiernos tiránicos y dictatoriales, y el promedio escolar es mínimo.

Las riquezas se concentran en menos del 5% de la población, generalmente relacionada con las fuerzas políticas que controlan el país. El pueblo carece de seguridad social y no se respetan los derechos humanos. La economía se basa en procesos ancestrales de cultivos de la tierra y de producción de materias primas, por lo regular en manos de extranjeros. El consumo de energía per cápita es bajísimo, dependen totalmente de tecnologías extranjeras (en un 95% de países del primer mundo) y tienen deudas impagables con la banca mundial e internacional. Las personas preparadas se integran a la élite o emigran. No hay una clase media que consuma y estimule la producción interna, no hay ningún tipo de investigación científica; el poco profesorado es deficiente por la baja paga que reciben y por la emigración y fuga de cerebros. Carecen de planes de desarrollo económicos, sociales o urbanos y de producción, y la población crece desmesuradamente generando graves problemas; por ejemplo, en treinta años, la población de viejos se multiplicará y no dispondrá de servicios médicos ni de seguridad social. Sus realidades sociales, políticas, económicas y ecológicas les dan poca esperanza para las próximas 10 generaciones y nadie es capaz de predecir su futuro. No pueden ni tienen posibilidad de integrar planes ecológicos ni de corto, mediano o largo plazo, porque ningún ser humano es capaz de sacrificar a sus propios hijos por la salud del planeta. Su analfabetismo llega a ser hasta de un 95%.

Tercer mundo. Estos países, cuya población total es de dos mil millones de habitantes, tienen ingresos per cápita que oscilan entre 1 200 y 12 000 dólares anuales. Se caracterizan porque sus estructuras y políticas económicas, sociales y ecológicas están en permanente transición, a veces avanzando, a veces retrocediendo. Padecen una enorme dependencia económica y tecnológica del exterior, aunque algunos son autosuficientes en materia de alimentos. Sus exportaciones son básicamente de materia prima o de productos maquilados. Sus estructuras políticas tratan de ser modernas y generalmente tienen pseudodemocracias que son más bien partidocracias. Sus legislaciones son obsoletas y confusas, difíciles de interpretar y aplicar. Su dependencia tecnológica es total y gastan un mínimo en investigación (por lo regular obsoleta) comparado con los países que hacen investigación formal. Cuentan con sistemas educativos estructurados: la mayoría de los niños van a la escuela, pero reciben una educación torpe y obsoleta, casi siempre en instalaciones pésimas y con profesores mal pagados. En todas esas naciones la corrupción es muy alta y con frecuencia organizada en torno a las fuerzas políticas. Cuentan con una mayor o menor clase media, que se prepara y estudia en niveles superiores. Hay periodos de bienestar económico que animan y fomentan su desarrollo y otros de desastre o crisis económica, como hoy se le conoce, que lo frenan. En la actualidad, en estos países hay una tendencia hacia la modernidad de sus sistemas políticos (hacia la democracia) y económicos (hacia el libre mercado), y sociedades liberales que van superando los paradigmas del subdesarrollo. Todas han padecido desastrosos aumentos demográficos que han mantenido a la mitad de la población en la pobreza y a una cuarta parte en la miseria, creando sociedades de grandes contrastes económicos y sociales, con una incontenible migración del campo a las ciudades, cuyo resultado es metrópolis gigantescas e incontrolables, en donde la inseguridad y la sobrepoblación son problemas diarios. Tienen una deuda y una dependencia tecnológica muy grandes con el primer mundo. En fin, están en proceso de desarrollo, y sus posibilidades de progresar dependen en gran medida de que logren estabilizar sus poblaciones. Su analfabetismo es en promedio de un 50%.

Primer mundo. Estos países tienen ingresos per cápita de 12 000 a 36 000 dólares anuales, y sistemas políticos totalmente establecidos; a la fecha, todas son democracias, republicanas o parlamentarias. Sus leyes son claras y sus sistemas judiciales han superado en un 95% los mecanismos de corrupción. Sus economías han establecido los ciclos de producción y consumo que les permiten a las empresas y al gobierno mantenerse en la competencia de las diversas áreas tecnológicas; son dueños del 98% de las actuales patentes del mundo. Sus sistemas sociales están totalmente estructurados y se basan en una gran clase media que tiene un ingreso del orden de los 24 000 dólares anuales y que abarca el 90% de sus poblaciones, un 8% tiene ingresos de 12 000 dólares anuales o menos y el 2% restante corresponde a una élite que está por encima de la alta clase media. Todos estos países, donde viven mil millones de personas (el 17% de la población mundial), practican el libre comercio y juntos poseen el 85% del capital mundial circulante. Tienen cubierta la educación básica en 97% de su población, la secundaria en 70% y su índice de analfabetismo varía entre menos de 1 y 5%. Sus sistemas políticos, económicos y sociales son estables. Son los causantes de las lluvias ácidas, productores del 85% de la polución del aire, el 95% de la contaminación radiológica, el 70% de la contaminación del agua y consumen también el 85% de la energía del mundo.

La proporción en cuanto a producción y consumo per cápita de los países del primero, tercero y quinto mundos es, respectivamente, de 90, 9 y 1%. Estas diferencias abismales provocan contrastes y problemas enormes de migración y de inconformidad social que con la globalización del mundo está tomando caminos imprevistos. Hay un nuevo mundo que ya no mantiene aisladas estas diferencias, sino que las confronta y que requiere una nueva visión del mundo para enfrentarlas.