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Revista Latitud 21
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Marcos Constandse Madrazo

Ingeniero de profesión, Marcos Constandse Madrazo, además de ser uno de los pioneros en el Caribe Mexicano e impulsor de conceptos únicos para la atracción del turismo, es un escritor que comparte su filosofía de vida, fragmentos de la historia y crecimiento de este destino. Una de sus obras es “Ecología y Espiritualidad”, en la que aporta su interesante visión y propuestas para avanzar en el desarrollo económico de la región, privilegiando acciones que moderen y regulen el consumo, para reducir la huella ecológica, a fin de preservar lo más valioso de la humanidad y que está bajo profunda amenaza: el medio ambiente.
Hoy más que nunca este tema cobra relevancia, por lo que en cada edición de Latitud 21 incluiremos fragmentos de esta publicación. Búscalo completo en nuestra web: www.l21.mx.

Capítulo VII • Evolución

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 marzo, 2022

 

 

Existe la creencia generalizada de que en el principio era el paraíso, pero esto es un gran error. No, en el principio era el infierno, una mezcla de energía, gases, partículas, ebullición y fuego. Ha sido la evolución, la «espiritualización de la materia», lo que ha ido generando en la Tierra el único paraíso que nosotros conocemos: el actual.

La evolución es a veces mal comprendida, sobre todo cuando se trata de nuestro planeta. El inicio pudiera parecer un punto de partida estéril, sin embargo, ha sido maravilloso y fecundo. Con el Big Bang (una gran explosión de energía) se fue formando todo lo que conocemos actualmente como Universo, en un proceso llamado evolución; la evolución es cambio, y cambiar es irse convirtiendo en otra cosa. La evolución en la Tierra ha sido un proceso de cambio que ha llevado a la materia inerte a organizarse en ese milagro que llamamos vida.

Este proceso de cambio NO se ha detenido en la Tierra, aunque algunas personas piensen lo contrario. Todo cambia, segundo a segundo, inexorablemente. Así la vida ha evolucionado hasta producir el pensamiento en un proceso todavía no identificado. La creación del ser humano con espíritu presente, con pensamientos e ideas propias, con capacidad creativa y de autodeterminación es todavía un misterio. Pero la vida NO viene de la muerte, sino de la vida, y la idea, o el concepto, no viene de la nada, pues de la nada, nada surge. La idea viene de la idea; el espíritu del espíritu. No puede haber un comienzo de la nada, no se ha dado la comprobación empírica ni tampoco científica. Las principales cualidades que distinguen al ser humano, es decir la razón, el libre albedrío, los sentimientos y la creatividad, tienen un origen considerado divino por todas las tradiciones espirituales.

En la tierra, el cambio ha sido al azar, en todas direcciones siempre, hacia adelante, aunque con una trayectoria desconcertante; por ejemplo, los dinosaurios, que fueron los seres con poderes físicos más extraordinarios que ha habido sobre el planeta, no sobrevivieron a los cambios naturales. Surgieron, se desarrollaron y se extinguieron. La misma suerte han corrido infinidad de especies y ecosistemas. Esto es obra de la selección natural, que es la herramienta de la que se vale la evolución para depurar las especies, para perfeccionar los niveles de organización de la materia viva, desde los organismos unicelulares, surgidos en los caldos de cultivo iniciales de la vida, hasta el ser humano, único ser creado con capacidad consciente de transformar su mundo.

La Tierra no fue siempre como es ahora. No existía ni agua, ni atmósfera respirable. La materia era una confusión hirviente de compuestos inorgánicos, de estados sólidos, líquidos y gaseosos, de energías internas y externas. Con el tiempo, todo ello se fue mezclando hasta dar origen a las primeras proteínas y los primeros organismos unicelulares. Así comenzó el ciclo de la vida.

Lo importante es comprender que los seres humanos somos el primer ser vivo en el planeta con conciencia y capacidad de autodeterminación. Podemos transformar o alterar lo que hemos llamado procesos naturales, los cuales están estrechamente ligados a los procesos humanos. La nueva conciencia “nos dice» que no podemos separar unos de otros. Las tradiciones espirituales y la ciencia nos alertan para que no vayamos a cometer el error de destruir nuestro hogar, porque al destruirlo nos destruiremos nosotros. No somos tontos, pero sí egoístas y un poco ciegos. Al anteponer nuestro bienestar y cerrar los ojos al bienestar de los demás, podemos ser fuente de todo mal, inclusive de nuestra propia destrucción.

Lo acertado no es conservar lo natural, sino desarrollarlo, perfeccionarlo, depurarlo, limpiarlo, protegerlo, hacerlo mejor; pero todo ello ¿para quién?, ¿para la naturaleza misma?, ¿para los minerales?, ¿para los vegetales?, ¿para los animales? Por supuesto que no, sino para el ser humano, en una visión antropocéntrica pero consciente de que, para lograrlo, la prioridad es conservar las características de la biosfera terrestre que le permiten existir.

Esta nueva conciencia ecológica la hemos adquirido por la vía dura, por el camino de la experiencia, y hemos tenido ya la capacidad de recrear fuerzas tan maravillosas como la energía atómica; la cual, pacíficamente usada, será la salvación de la humanidad, pero con fines bélicos significará su destrucción total.

Los historiadores dicen que la invención del estribo cambió la historia, porque gracias a ello se ganaron las batallas. Podremos imaginar lo que significa el manejo de la fuerza atómica. El que la usa puede ganar, pero puede destruirse.

Ahora hay un enemigo más peligroso que la bomba, y es el individuo. Cada uno de nosotros, como seres, tenemos capacidad de autodeterminación y cada día, cada minuto, podemos hacer algo a nuestro favor o en nuestra contra. Así es como participamos en ese proceso de evolución. En la medida en que controlemos nuestro egoísmo y seamos solidarios, podremos hacer evolucionar nuestro entorno ecológico y económico en una forma positiva, equilibrada, compensada. Esa deberá ser la conciencia de la nueva era. Ecología y economía integradas, al servicio del ser humano, protegiéndose la una con la otra y pensando que contamos para el futuro con los problemas del presente, pero también con la conciencia, el conocimiento y la tecnología del futuro.

Notas al margen

Evolucionar: Desarrollo de las cosas y los organismos por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro.

Desarrollar: Acrecentar, incrementar una cosa del orden físico, intelectual o moral.

Inerte: Sin vida.

Inanimada: Que no tiene alma.

Divino: Perteneciente a Dios.

Azar: Casualidad, caso fortuito.

Probabilidad. Sin propósito determinado, sin objetivo ni designio definido.

Egoísmo: Inmoderado y excesivo amor que uno tiene de sí mismo y que lo hace atender desmedidamente su propio interés, sin cuidarse del de los demás.

Egoísta: Que tiene egoísmo.

Estribo. Cada una de las dos piezas que cuelgan de una correa a los lados de la silla del caballo y sirven para que el jinete coloque los pies.

Capítulo VI • Ecologistas

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 febrero, 2022

 

 

Acusar a las personas de tener una actitud equivocada, un juicio lineal y reduccionista, es y ha sido siempre un gran error. La clasificación en lo humano siempre es genérica y la determinación de buenos y malos es, como la de justos y pecadores, siempre muy subjetiva. Sin embargo, hemos de autocalificarnos para analizarnos y autodeterminarnos, porque debemos ser personas actuantes en nuestro medio físico, político, moral y ético.

La ecología es una ciencia interdisciplinaria, pues está relacionada con la química, la física, la biología, la hidrología, la sociología, la psicología, la economía, la meteorología, etcétera. Simple y sencillamente, para analizar cada problema aislado, cada unidad de gestión ambiental (sitio con características geográficas, de flora y fauna particulares) se requiere un equipo interdisciplinario. Cualquier determinación aislada es parcial y equivocada en principio.

Los equipos interdisciplinarios de investigación son muy costosos, y sus estudios requieren largos periodos de tiempo, por lo que prácticamente sólo en el primer mundo es posible patrocinarlos.

Así pues, se comprende bien la enorme complejidad que implican el análisis, estudio y dictaminación de un problema ecológico concreto y profundo. De este grado de dificultad real surgen las conductas diversas de los diferentes grupos ecologistas del mundo. Hoy existen ya tres generaciones de ecologistas, a saber:

1.-Primera generación: los fanáticos. Son las personas que por ignorancia le temen al cambio y a la creatividad. Anteponen la naturaleza al ser humano y prefieren una humanidad ignorante, sin trabajo, empobrecida, enferma de hambre y desempleo. Su naturaleza los empuja a ser enemigos de toda creatividad y desarrollo.

2.-Segunda generación: los conscientes. Son la mayoría de la población. Básicamente contemplan y analizan el problema, se concientizan, se preocupan, demandan mayor información y oportunidades de participación, desean un equilibrio entre desarrollo, bienestar, y medio ambiente y no quieren ya más destrucción. En este gran sector de la población estriba el enorme potencial de la conciencia ecológica del futuro. 

3.- Tercera generación: los actuantes. Son los que tienen fe en la humanidad, los que aceptan el precio del cambio y vencen el temor que provoca, porque creen en el desarrollo sustentable. Han cobrado plena conciencia y responsabilidad de su medio ambiente, pero jerarquizan lo humano, por espiritual, sobre lo natural. Saben que el ser humano y la biosfera forman un todo integrado, que no solo debe respetarse, sino perfeccionarse. Tienen conciencia social y saben de la dignidad que la creatividad y el trabajo otorgan. 

La segunda generación, ese gran grupo que forma la conciencia colectiva, contempla atento y observador la lucha entre los que quieren, por temor, que nada cambie (sin importarles que falte empleo o que sobren la pobreza y el hambre) y los que producen el cambio con mayor o menor conciencia. Ese grupo es el que emitirá el juicio final, tanto aquí como en el resto del mundo.

Amar al prójimo como a uno mismo significa amar al ser humano más que al árbol o a la piedra; pero cuidado, porque maltratar a la naturaleza, romper el equilibrio ecológico, alterar la biosfera sin ton ni son, puede ser fatal para la humanidad. Debemos respetar la naturaleza si deseamos amar al hombre, y tener la certeza de que la solución es el desarrollo sustentable. No destruir, sino regenerar lo que ha sido mal hecho por incompetencia, preservar y desarrollar el equilibrio.

Hoy, todavía no cambio la sonrisa de un bebé por el canto de un pájaro; simplemente los quiero juntos.

Notas al margen

Ecología:

1) Ciencia que estudia las relaciones existentes entre los seres vivientes y el medio ambiente en el que viven.

2) Parte de la sociología, que estudia la relación entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social.

Sociología. Ciencia que trata de las condiciones de existencia y desenvolvimiento de las sociedades humanas.

Economía: Ciencia que trata de la producción y distribución de la riqueza.

Ciencia: Conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas.

Subjetivo. Perteneciente o relativo al sujeto. Relativo a nuestro modo de pensar o de sentir y no al objeto en sí mismo.

Sujeto: Persona innominada. El espíritu humano considerado en oposición al mundo externo, en cualquiera de las relaciones de sensibilidad o conocimiento y también en oposición a sí mismo como término de conciencia.

Interdisciplinario: Dícese de los estudios u otras actividades que se realizan mediante la cooperación de varias disciplinas.

Fanático: Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento, creencias u opiniones religiosas. 

Preocupado o apasionado ciegamente por una cosa.

Capítulo V • Niveles de conciencia

por ahernandez@latitud21.com.mx 3 enero, 2022

 

Uno de los grandes errores de la sociedad moderna es la tendencia a atribuir valor a los seres humanos de acuerdo con sus niveles de consumo. Este comportamiento ha provocado graves conflictos sociales y tuvo tal fuerza que engendró la teoría marxista-leninista de la lucha de clases en el afán de dar a cada quien «según sus necesidades», en vez de «según sus capacidades», como lo pretende el liberalismo económico.

Hoy por hoy, desde el punto de vista de producción y consumo, los  grupos sociales o naciones democráticas y capitalistas son las que han logrado los mejores índices de desarrollo económico. Los sistemas son republicanos, monárquicos, parlamentarios, etc., pero su característica fundamental estriba en el respeto a la libertad individual. Los países de hombres libres y amparados por un estado de derecho son los que mayores logros materiales han alcanzado. Ese estado de derecho se ha visto respaldado por sistemas democráticos. La diversidad en producción y consumo propician también una diversidad en investigación y estudio, y, por lo tanto, un mayor desarrollo tecnológico. Un país desarrollado invierte más en investigación que uno subdesarrollado en educación. Ahora bien, ¿esa diferencia de capacidad productiva, y por ende educativa, los hace superiores?

Si partimos del imperativo ético que nos dice «todos los seres humanos somos fin y no medio», sabremos que los valores más profundos están mucho más ligados a nuestra conciencia del otro, que a la prosperidad económica, de producción y desarrollo. Aunque también es cierto que en la pobreza es muy difícil que haya justicia social. Así pues, en un marco de equilibrio entre conciencia y desarrollo es como más fácilmente puede darse la igualdad de derechos ante la ley, el reconocimiento de los derechos humanos y la justicia social, partiendo de que el ser humano vale más por lo que piensa de los otros, y lo que hace al respecto, que del bien por lo que tiene.

Desde ese ángulo, existe una corriente de pensamiento: la psicología transpersonal, que establece niveles jerárquicos de conciencia, partiendo de un ser humano que se integra de cuerpo, alma y espíritu:

CAUSAL

SUTIL

PSÍQUICO

RACIONAL

RELIGIOSO

MÁGICO

MÍTICO

ARCAICO

De tal forma que en su desarrollo, cada ser humano ha de pasar por todas esos niveles de conciencia.

Cuando un pueblo, como una persona, se encuentra enfrascado en una lucha económica de sobrevivencia, es muy difícil que pueda ir desarrollando su conciencia, pues para todos nosotros lo fundamental es sobrevivir, y ya después aparecen los demás factores.

Esta es una de las razones por las cuales los países del tercer mundo actuamos como lo hicieron los del primer mundo en su momento: tratamos de generar riqueza a través de los recursos naturales. Nunca ha habido ríos más contaminados que el Támesis durante el florecimiento del imperio inglés o el Missisipi antes de iniciar su proceso de reversión, que cuesta miles de millones de dólares.

Hoy se nos pide que hagamos lo que ellos no hicieron ayer. Ahora la cuestión es ¿debemos hacerlo o no?

No debemos verlo como una exigencia exterior, sino interior, de la conciencia. Hoy ya sabemos la enorme interdependencia que existe entre los humanos y la biosfera en su totalidad, de la cual formamos parte.

Y este es un problema, no económico, sino de niveles de conciencia. El agricultor que para sobrevivir tala, roza y quema cuatro hectáreas de selva al año, está ante un problema de sobrevivencia, no de conciencia, y menos de conciencia ecológica. Por milenios la madre tierra ha dado sustento a sus antepasados como lo hace hoy con su familia y con él mismo. Es un problema de niveles de conciencia, de solidaridad y de justicia social: ecología frente a sobrevivencia.

Si el desarrollo económico genera educación y ésta eleva los niveles de conciencia, entonces hemos de pedir a las naciones desarrolladas que impulsen la generación de fuentes de trabajo, para que las personas que sobreviven de la naturaleza tengan opciones más equilibradas de subsistencia.

Pero nuestra petición debe ir más allá, pues hoy se sabe que la gran contaminación no viene de la tala de selvas, sino de la enorme, gigantesca y anónima producción industrial. Y ya sabemos que el 10% de los países (que corresponde a los desarrollados) consumen el 80% de la producción mundial de petróleo, que es de 75 millones de barriles diarios.

De esta manera nos damos cuenta de que debemos valorar más al ser humano por lo que es que por lo que tiene y deberemos interpelar a quienes produzcan más energía para que paguen el precio de lo que aporta en contaminación.

Hoy todos sabemos que a los costos comúnmente aceptados hay que agregar el costo ambiental. Lo que cuesta resanar la naturaleza del daño que le hacemos con la producción y el consumo, sabemos que tenemos y tendremos las tecnologías del futuro para hacerlo. Sólo queda una pregunta por resolver, ¿quién pagará la factura?

Notas al Margen

Conciencia: Darse cuenta.

Diferenciación del bien y el mal.

Capítulo IV • El imperativo ético

por ahernandez@latitud21.com.mx 3 enero, 2022

 

¿En dónde podemos encontrar una norma que nos ayude a hacer lo correcto? ¿En dónde estará la guía conductora que en estos tiempos de tanta confusión nos permita actuar correcta, adecuada y razonablemente?

Si se pudiera simplificar la evolución humana cabría decir que trata del proceso que ha transformado al ser humano de bestia en hombre.

La evolución humana, histórica y social, ha marcado una dirección muy clara, desde las primeras tribus hasta la compleja relación de naciones y ahora en la globalidad: los derechos humanos.

El imperativo ético dice:

El ser humano es fin, nunca medio.

Todos somos iguales ante la ley.

El otro es como yo.

Yo soy nosotros.

El imperativo ético no es una obligación etérea o abstracta. Nos obliga a unos para con los otros, a la justicia, al bien compartido, a la bondad, a la belleza y a la verdad.

Este imperativo es connatural en el ser humano. 

Viene como mandato desde la creación, y los humanos desde siempre lo sabemos válido para todos los creyentes en la creación. Es un designio que nace con ella, implicado ya en el big bang, y es el impulsor de la humanidad, manifiesto en todas las tradiciones espirituales y corrientes humanísticas de la historia

Independientemente de la creencia individual o tradición espiritual de cada uno, ya es universal el reconocimiento de los derechos humanos. Las Naciones Unidas han decretado y tratan de universalizar su valor. El primer derecho humano que todos reconocemos es el derecho a que se respete nuestra propia vida y la de los demás. Es un derecho plasmado en las leyes, las tradiciones y las religiones.

Toda la vida en nuestro planeta depende de la energía captada del sol y de los procesos de transferencia energética que se dan en la biosfera, como son el ciclo del agua, el ciclo del nitrógeno, la fotosíntesis, etcétera.

Podremos concluir con absoluta certeza que nuestra vida como especie humana depende de que no alteremos el medio ambiente más allá de ciertos límites que, sea sin alarmismos histéricos, se encuentran mucho más próximos de lo que la mayoría cree.

Si el imperativo ético, la evolución y el humanismo nos marcan el respeto a la vida como una norma básica, es fácil deducir que el respeto y el cuidado de la biosfera que soporta y permite la vida, son también un imperativo indiscutible.

De esta forma nos podemos dar cuenta de cómo evolución, humanismo, ecología y economía se mezclan hasta fundirse en un todo indivisible. Si omitimos uno de los factores mencionados, inevitablemente tendremos una visión parcial del problema, que nos haría caer en una concepción reduccionista del mundo.

En un mundo globalizado como lo es el nuestro, un error de visión puede significar una gran responsabilidad moral en un sentido o en el otro, ya que nos puede conducir a cometer errores de graves consecuencias humanas, para el presente y para el futuro. Tengo la esperanza de que este libro arroje un poco de luz sobre un tema de tanta complejidad y responsabilidad.

Notas al Margen 

Imperativo: Que impera o manda.

Ética: Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre.

Imperativo ético: Mandato que obliga al ser humano.

Evolución: Desarrollo de las cosas o de los organismos por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro.

Big bang; Gran explosión energética, ocurrida hace aproximadamente 14 000 millones de años, de la cual surge el universo.

Biosfera: Conjunto de los medios donde se desarrollan los seres vivos.

El conjunto que forman los seres vivos con el medio en que se desarrollan.

Fotosíntesis: Combinación química producida en los vegetales por la acción de la luz y especialmente la formación de hidratos de carbono.

Energía: Eficacia, poder, virtud para obrar.

Causa capaz de transformarse en trabajo mecánico.

Ecología: Ciencia que estudia las relaciones existentes entre los seres vivientes y el medio ambiente en el que viven.

Economía: Administración recta y prudente de los bienes.

Riqueza pública, conjunto de ejercicios y de intereses económicos.

Ahorro de trabajo, tiempo y dinero.

Ciencia que trata de la producción y distribución de la riqueza.

Capítulo III • Los obstáculos

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2021

¿Cuáles son las causas de que las cosas no estén bien? ¿en qué no lo están?, ¿cuáles son las limitaciones de nuestra visión del mundo que nos impiden actuar correctamente? Todos sabemos que algo (mucho o poco) anda mal, que el mundo no está bien orientado, que la justicia, antigüedad clásica, griega y la bondad, la belleza y la verdad, se nos esconden, y nos cuesta trabajo comprender por qué. En medio de un mundo sorprendente de realizaciones maravillosas -podemos llegar a la Luna-, no solucionamos los problemas entre nosotros y vemos cotidianamente cómo imperan la ignorancia, el dolor, la inseguridad, las guerras, así como los contrastes de riqueza-pobreza, poder-impotencia, etcétera. Si la mayoría deseamos mayor justicia, libertad y bienestar, ¿qué nos lo impide?, ¿cuáles son los obstáculos?

El principal obstáculo es la visión mecanicista y materialista que tenemos del mundo. Y esta visión tiene su origen en grandes pensadores que exploraron el mundo en su totalidad después del Renacimiento.

Si comprendemos que somos lo que pensamos, más nuestra esencia espiritual, nos daremos cuenta de que una visión del mundo mecanicista y materialista nos induce a actuar como en un universo mecánico, como máquinas que consumen y producen.

No deseo negar el enorme fruto de la visión cientificista, mecánica, reduccionista, positivista, materialista, empirista y unilateral que impregna a la sociedad en la economía, la política, la educación, la cultura y el arte, etcétera.

Esta visión desarrolló la enorme tecnología que ahora podremos y debemos utilizar como herramienta y no como fin de la humanidad.

De la enorme lista de pensadores con estas características destacan siete por haber establecido paradigmas que actualmente ejercen una gran influencia en el pensamiento humano.

Las ideas esenciales de estos pensadores pueden resumirse de la siguiente manera:

* Francis Bacon: La naturaleza no está viva, es simplemente materia inanimada en movimiento.

* René Descartes: Todo en el universo es mecánico, toda la naturaleza es inanimada, carente de alma muerta, sin vida.

* Isaac Newton: Para comprender mejor la vida hay que reducirla a sus partes (reduccionismo).

* Carl Marx: Todo se reduce a factores de producción y consumo, así como a la relación entre capital y trabajo.

* Jean-Jacques Rousseau: El ser humano es bueno por naturaleza.

* Habermas: No hay ética, moral o justicia, hay sólo acuerdos de «voluntad general».

* Luhman: No hay necesidad de conciencia, las soluciones se encuentran en la «sociología sistémica».

La combinación de estos paradigmas ha generado una sociedad que no cree en la unidad alma-cuerpo, o, lo que es peor, en la existencia del alma. El cuerpo humano y el planeta se conciben como máquinas, que pueden estudiarse separando el todo en sus partes.

Estos paradigmas dejaron fuera de la ciencia el estudio de la conciencia, a la cual no se le reconoció más realidad que la de sus determinaciones neurofisiológicas, y por eso se limitaron los estudios a la memoria, la percepción y el lenguaje, entre otros. Hasta llegar a Skinner, para quien somos sólo respuesta a determinados estímulos. La visión materialista del mundo se posesionó de la humanidad.

A finales del siglo XX surgieron una serie de científicos, pensadores intuitivos y filósofos que anuncian una nueva visión del mundo. El análisis de la ciencia y el pensamiento de occidente y de oriente están planteando nuevos paradigmas, según los cuales el dualismo cartesiano (que afirma la existencia de dos tipos de sustancias: mental y material) es una ilusión. Por ejemplo, para el físico David Bohr, mente y materia forman parte de lo que él llamó flujo universal, que se describe en su teoría del orden implicado.

Por su parte, Hazel Henderson habla de tres caminos en la época actual:

1.- Zona de ruptura: Es en donde la sociedad y su visión obsoleta del mundo se están desestructurando. Incluye cultura, política y valores tradicionales. Esta es también una zona de guerra que sucede entre ideologías, conflictos culturales y religiones, como en las vidas personales que se despersonalizan.

2.- Zona de bifurcación: Es una zona de tensión y de crisis, de incertidumbre y de oportunidad que origina avances y retrocesos en la vida de cada uno de nosotros.

3.- Zona de formación: En esta zona está surgiendo «la nueva conciencia» del poder y responsabilidad humana. Un diálogo que intenta ser horizontal entre pobres y ricos y en la zona de desarrollo de los nuevos paradigmas.

Nos encontramos, pues, ante una época de cambios planetarios, en todas las dimensiones y campos del ser humano, en sí mismo, en la política, la economía, la cultura y en general en lo que conocemos como civilización.

Estamos ante una nueva visión del mundo, en la que la concepción dual y sus paradigmas, después de rendir su fruto positivo para la humanidad, y de los enormes precios que ésta ha pagado, cede su lugar a una visión integrada de la realidad, un mundo en donde el pensamiento lo ha creado todo, un mundo de unidad, que abarca la totalidad, integrada por partes estrechamente relacionadas entre sí.

Así pues, venciendo los obstáculos podremos avanzar con más fuerza en la integración de ecología y espiritualidad, y así formar nuestra nueva visión del mundo.

Notas al margen 

* Renacimiento: Época que comienza a mediados del siglo XV, en que se despertó en occidente un vivo entusiasmo por el estudio de la antigüedad clásica, griega y latina.

* Paradigma: Modelo o esquema de pensamiento.

Capítulo II • Esclarecimientos

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2021

 

 

La intención de este capítulo es establecer claramente la relación que existe en el universo entre el humano y su biosfera, lo cual da significado al título de este libro.

Es fundamental comprender que en la biosfera el que se da cuenta de la relación, de la interdependencia, no es el agua, ni la piedra, ni el árbol, ni el pez, ni el coral, ni el ave, ni el reptil, ni el mamífero marino, ni el cuadrúpedo, ni el bípedo primate, sino el ser humano. Somos los humanos los que, al darnos cuenta de dicha relación, quedamos -o deberíamos quedar– expuestos a que nuestra conciencia, personal o colectiva, nos remuerda cuando no actuemos en consecuencia. El desarrollo de esta conciencia es imperativo en todo aquel que ya se haya dado cuenta de «la relación».

Es un error creer que la naturaleza se subordina al ser humano, o viceversa. Aquélla depende de éste, tanto como éste de aquélla. Lo que diferencia al ser humano de la naturaleza es el espíritu, el mismo que permite establecer una relación entre ecología y espiritualidad. Ya se dijo que existe una interdependencia, y ya nos dimos cuenta de que, hasta ahora, el fin de la creación es lo humano.

También nos hemos dado cuenta de que el ser humano sabe que si continúa explotando irresponsablemente la naturaleza puede provocar que esa interdependencia se desequilibre, lo cual acarreará una serie de cambios en la biosfera que pondrían en peligro la existencia misma de la especie humana. Es fundamental, pues, hacer un uso racional de los recursos naturales, que no altere el equilibrio ecológico, pero que permita el desarrollo de la humanidad. Esta forma de desarrollo la hemos llamado sustentable, porque se puede sustentar con razones. Cualquier acción del ser humano sobre la naturaleza la altera. Lo importante es establecer el análisis racional de esa alteración, de acuerdo con la relación costo-beneficio.

El miedo a la muerte paraliza y la parálisis mata. Esa es la gran paradoja del temor. Si la humanidad, por temor de no alterar el equilibrio de su medio natural, no lo tocara, simple y sencillamente perecería casi de inmediato e involucionaría a su condición de primate. El ser humano vive de la producción, aprovechamiento, distribución y uso de la energía que llega del sol y de la que contiene su biosfera. Para producir y distribuir alimentos para 6 000 millones de habitantes, el ser humano tiene que tocar, alterar, investigar, usar, aprovechar, explotar, usufructuar los recursos “naturales» que existen en el mundo. Esta realidad la tienen que admitir hasta los ecologistas más radicales, porque sin alimentos ni siquiera ellos podrían vivir.

Para el ser humano, la alimentación no es más que un primer paso de supervivencia; resuelve la parte animal, aunque no la espiritual. En esta última se encentra la autodeterminación, la creatividad, el espíritu inquisidor, el sentido de libertad, el uso de razón, la capacidad cuantitativa y cualitativa, el deseo, la cultura, el conocimiento, la conciencia de sí mismo y fundamentalmente imperativo, ético, que es la conciencia del otro.

El ser humano no es un animal creado para vivir eternamente en equilibrio con su entorno, sujeto a leyes naturales (lluvias, sequías, enfriamientos, etc.) que determinen su existencia, sino que él mismo la determina (siempre y cuando no haya catástrofes naturales).

Este hecho concreto es lo que lo convierte en fin y no en medio. Ningún ser humano puede ser medio de un fin que no sea lo humano mismo. Esto es el imperativo ético, y ésta es la única explicación de la creación y de su herramienta, la evolución.

Queda claro entonces que lo natural es medio de lo espiritual, mientras que lo espiritual es en sí mismo.

Pero también, hoy por hoy, nos corresponde desarrollar la conciencia de que la conservación de ese medio debe ser fin, pues de él dependemos. Sólo de esta forma podremos lograr lo que hemos dado en llamar desarrollo económico sustentable.

El ser humano es primero, pero debe estar consciente de que su libertad, en relación con el uso de la naturaleza, no puede degenerar en libertinaje, sino que tiene que ser racional y equilibrada, de modo que le permita sostener las condiciones propias de su supervivencia.

Notas al margen 

Relación: Conexión, correspondiente de una cosa con otra. 

Dependencia: Subordinación a un poder mayor. Relación de origen o conexión.

Interdependencia: Dependencia recíproca.

Raciona: Perteneciente o relativo a la razón.

Arreglado a ella.

Dotado de razón.

Explotar: Utilizar en provecho propio, por lo general de un modo abusivo, las cualidades de una persona, de un suceso o de una circunstancia cualquiera.

Sustentable: Que se puede sustentar con razones.

Sustentar: Proveer a uno del alimento necesario.

Conservar una cosa en su ser o estado.

Sostener una cosa para que no se caiga o se tuerza. 

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