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Ecos del Tianguis

por Latitud21 Redacción 1 junio, 2016

 

El Tianguis Turístico de México en Guadalajara sin duda fue un acierto. Hermosa y bien preparada ciudad para recibir eventos de esta magnitud, con suficiente y calificada oferta hotelera y un Centro de Convenciones, una gran expo a la altura. Honestamente creo que deberían dejar al Tianguis en Guadalajara, mientras no haya sedes con instalaciones dignas para albergarlo.

En Cancún hay conectividad de primer mundo y la mejor hotelería de México por mucho, pero no hay instalaciones adecuadas. Cuando se realizó en este centro turístico del Caribe se llevó a cabo en unas bodegas y la logística fue tan mala que daba, como decimos los mexicanos, “pena ajena”… aunque bueno, en este caso era propia.

Puebla y Mérida tienen enormes y bien equipados Centros de Convenciones y Exposiciones, pero carecen de hotelería suficiente y de transportación pública para albergar grandes eventos.

En fin, si no quisieran inventar y experimentar cada año deberían dejarlo en una sola sede con capacidad demostrada, y en este caso Guadalajara cumplió a cabalidad. De Acapulco mejor ni hablamos.

De logística y protocolo, la verdad es que ya resulta penoso estar siempre quejándonos y aparecer como que nada nos gusta, pero no puedo entender cómo se siguen cometiendo los mismos errores, y al parecer la crítica constructiva no les importa en lo más mínimo. El día inaugural del tianguis sigue siendo un desastre que cuesta muchísimo dinero a propios y extraños y resulta inevitablemente en un día perdido. No importan los mayoristas, los clientes, el tiempo de espera y las grandes inversiones en montaje, decoración y alojamientos, parece que lo único que importa es agradar al Sr. Presidente de la República, y honestamente me sigo preguntando: ¿Cuál es el propósito de ello?

El primer día del tianguis, día de negocios perdido, no es un día para el turismo ni para los negocios, es sin más “el día del presidente”… Es verdaderamente vergonzoso.

Por si fuera poco, los anuncios que se hacen tampoco están a la altura de los que México como potencia turística merece y necesita, ni tampoco del enorme gasto que los empresarios realizan para estar ahí con entusiasmo desde el primer día.

Supondría inocentemente quien esto escribe, que aprovechando que queremos mover a México y que en el Tianguis Turístico están los empresarios e inversionistas más importantes del país en la materia, se podrían anunciar iniciativas de fomento a la inversión para el negocio turístico, o el lanzamiento de proyectos de infraestructura de gran envergadura, o mejoras sustanciales en los esquemas y presupuestos de promoción institucional, que tanta falta hacen; podrían impulsarse también proyectos de mejora en los sistemas de internación al país, inversiones en Migración y Aduana o grandes adelantos en tecnología y mejora regulatoria en beneficio de la industria turística, entre muchos otros. Pero no, resulta que se anunció desafortunadamente un simple, llano y escueto programa de Turismo Social, que es lo que menos se necesita turísticamente en el país.

¿Será que el Señor Presidente no tiene asesores y todo se le ocurre a él solito? Todo hace suponer que sí…

Turismo Social o de beneficio para que todos viajen por México ya lo hacen muchas empresas con seriedad y algunas también con gran sentido de responsabilidad social.

Diversas agencias de viajes en línea y centros de reservaciones, los llamados call centers, ya cuentan con esquemas de pagos a meses sin intereses y la posibilidad de efectuar pagos en tiendas de conveniencia, entre otras bondades para hacer asequibles y accesibles los viajes a todos los públicos.

Empresas como Experiencias Xcaret atiende desde hace años a grupos de escolares de instituciones públicas y cuenta con programas educativos para todas las edades.

Magnicharter se especializa desde hace años en el turismo nacional con precios y paquetes para todos los sectores del gran público mexicano, y desde luego no se puede dejar de mencionar a las líneas aéreas de bajo costo que han proliferado y acercado los viajes a toda la gente.

En suma, la industria turística mexicana no necesita un programa de Turismo Social y mucho menos se espera que sea ese el gran anuncio, la gran apuesta del gobierno mexicano para impulsar a este sector.

Hay incontables segmentos por los cuales apostar, y muchísimas oportunidades de desarrollo para consolidar a México como una verdadera potencia turística y crecer no solo en número de llegadas sino en derrama económica y niveles de gasto de nuestros turistas.

Lo que me preocupa de estos anuncios y que comparto con mis ocho lectores, es constatar que siguen sin darse cuenta de qué se trata el turismo, la verdad no se enteran…

 

 

 

 

 

 

Once años sin obra pública

por Latitud21 Redacción 29 abril, 2016

Al ser Quintana Roo el estado número uno del país en recepción de turistas, siendo en teoría el más competitivo de todo México en esta materia y con destinos líderes en toda Latinoamérica como Cancún y la Riviera Maya, resulta inadmisible que por más de una década no hubo inversión en obra pública ni desarrollo de infraestructura acorde a la magnitud e importancia del crecimiento que hemos tenido en turismo, es decir que crecimos a pesar de….

Pueden contarse con los dedos de una mano las “grandes” obras de infraestructura que se generaron en estos dos destinos turísticos en casi 11 años, entre ellas algunos puentes y pasos a desnivel, mal diseñados por cierto y con fallas técnicas que saltan a la vista, incluido uno que se construyó al revés.

Parece como de sueño y casi una locura pensar en que deberíamos tener uno o varios puentes que atravesaran la laguna Nichupté y que conectaran el centro de Cancún con la zona de playas, o un monorriel elevado en la Zona Hotelera como en Miami; casi ilógico pensar en una gran autopista de cuatro carriles desde Cancún hasta Chetumal o un tren que conectara al norte con el sur, que le inyectara además de movilidad y comunicación al estado, desarrollo a la zona sur tan necesitada.

Soñar con un gran centro de convenciones y exposiciones para atraer cientos de congresos, ferias y convenciones al año, moderno, bien ubicado y beneficiario de alta tecnología es también una utopía. Ciudades como Puebla o Mérida ya cuentan con uno así de primer nivel, nosotros no.

Hospitales públicos de última generación que permitan no solo una atención digna al ciudadano sino la posibilidad de atraer turismo médico es también una ilusión.

Ciclovías en nuestras ciudades y carreteras, centros deportivos modernos y funcionales y casas de la cultura bien equipadas, modernas y en buen estado están también ausentes en Quintana Roo, con muy honrosas excepciones, pero aún sin estar a la altura de nuestros sueños.

Sistema de drenaje insuficiente y en algunos sectores inexistente, provocando inundaciones y caos en temporada de lluvias, contaminación del manto freático y riesgos de salud se suman también al largo inventario de nuestras carencias.

Irónico que carezcamos de semejante infraestructura ante la supuesta derrama millonaria en dólares que nos significa el turismo, y que por el contrario haya una deuda pública oficial de más de 26 mil millones de pesos, siendo el estado con la mayor deuda per cápita en el país.

Es necesario soñar con ese escenario de primer mundo, hoy utópico, que deberíamos tener, pero además de soñar trabajar y proponer para alcanzarlo.

El turismo no dejará de crecer en todo el mundo y seguirá siendo una de las industrias más dinámicas del orbe, en ese sentido hay razones para creer que podemos seguir recibiendo en los próximos años enormes flujos de turismo y que este siga siendo una gran oportunidad para mejorar la calidad de vida de la población; ello implica pensar, entre otras cosas, en el desarrollo de infraestructura del más alto nivel.

Es claro que no basta con soñarlo, hay que trabajar en planificación, con visión de largo plazo, en nuevos y mejores Planes Maestros de Desarrollo, y para ello se requiere además de recursos, compromiso, transparencia y rendición de cuentas.

Estamos frente al reto.

¿Será posible?…

El paradigma de las calles peatonales

por Latitud21 Redacción 31 marzo, 2016

Crear calles peatonales y espacios públicos significa revalorar el placer de caminar…

Durante varias décadas en México y otros países de Latinoamérica se le ha concedido una prioridad indebida al automóvil, y en consecuencia, al tiempo que se crean más y más espacios para los autos y sus aparcamientos, se redujeron y limitaron los espacios públicos para los caminantes, se eliminaron parques y jardines, se redujeron las aceras y el transeúnte no solo pasó a segundo plano sino que arriesga la vida en las calles a lo largo de los años.

Este alejamiento del espacio público y del valor de caminar ha fomentado por otra parte una cultura de respeto y prioridad al automóvil, al punto que todo el mundo quiere dejar el auto prácticamente en la puerta, si es posible, del sitio al que acude. Así, la gente se estaciona en doble fila, las señoras recogen a sus querubines al salir de la escuela entorpeciendo el tránsito y creando un caos de clase mundial a diario, y las personas se han vuelto perezosas.

Hay ciudades que fueron pensadas para tener andadores, paseos y callejuelas para caminar, espacios públicos para el disfrute del ciudadano. Otras en cambio fueron desprovistas de estos espacios y eventualmente al paso de las décadas se encuentran frente a la oportunidad y el reto de “crear”calles peatonales y es entonces cuando se enfrentan al enorme paradigma: Oh, exclama la gente, y dónde voy a dejar el automóvil…

Ante las propuestas de diversa índole para crear este tipo de espacios públicos que pueden ser además productos turísticos sustentables que generen ofertas, flujos de turismo, derrama económica y generación de empleos, hay en la contraparte mil y un argumentos para decir que “no se puede”.  Es muy fácil decir, aquí no se puede por el tránsito, por los vecinos, por el calor, por el frío, por el gobierno, por la densidad, por la gravedad y hasta por mis pistolas.  El reto está en buscar como Sí…

Alguna vez propuse ideas de este tipo en la ciudad de Palenque, Chiapas, en un intento por aumentar la estancia promedio de los turistas en esa ciudad, y lo primero que me dijeron fue “aquí no se puede”. Claro, ¿adivináis por qué mis ocho lectores? Pues porque allá habitaban entonces 165 mil personas.  Me pregunté, y les pregunté, ¿Cómo lo harán en Roma, Italia, ¡¡si allá viven tres millones más los turistas!! y la zona del histórico y monumental Coliseo es peatonal todos los fines de semana.

¿Y qué me dicen de la Zona Rosa, en la querida Ciudad de México? Hay varias calles peatonales ¡y ahí viven millones!

Para no ir más lejos, porque ejemplos hay muchísimos, tenemos dos muy cercanos: uno, el Andador San Cristóbal, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Ninguno de los vecinos quería en un inicio el proyecto, por el viejo paradigma de dónde iban a meter el automóvil; luego cuando se logró el proyecto de peatonización, la zona se convirtió en turística a más no poder y las rentas pasaron de la noche a la mañana de trescientos a ochocientos, entonces los vecinos de las calles aledañas preguntaban con afán, ¿y para cuándo harán peatonal nuestra calle?…

Y el más cercano ejemplo como ya todos adivinan es ni más ni menos que la famosa Quinta Avenida en Playa del Carmen, Riviera Maya; me tocó ser parte del proceso, lo viví de cerca. Recuerdo que al principio cuando la gente se resistía a la idea se les dijo que la 5ª sería peatonal solo los domingos (aquí esbozo una sonrisa al teclear esto); luego los sábados (me río con mayor entusiasmo) y finalmente cuando ni cuenta se dieron era peatonal todos los días. Ahora tengo que detener la escritura unos momentos porque ya me ganó la risa…

La plusvalía aumentó, los vecinos rentaron sus propiedades, las rentas pasaron de cinco mil a treinta mil, pero dólares, y la Quinta no ha parado de crecer.

Hubo que romper paradigmas, pero no fue fácil. Hoy la 5ª Avenida de Playa como la conocemos es un producto turístico que nadie se quiere perder, que le aporta una noche más de estancia al destino, que hace salir a los turistas de los hoteles y que es también, por qué no, un espacio público digno de más de dos kilómetros y medio de largo para los ciudadanos y que la gente camina con alegría, dejando el auto en un extremo para buscar su restaurante favorito y regresar por sus pasos nuevamente.

En Cancún estamos frente al reto de crear una o varias calles o andadores peatonales pensando primero en que sean un espacio público para los cancunenses y luego, en consecuencia, un producto digno de atraer turistas. Hemos sugerido la avenida Nader y trabajamos ya en propuestas para ofrecer a los vecinos y comerciantes de esa calle y esa zona; es un trabajo duro y representa todo un reto, el mayor de ellos a vencer es el de los que sin escuchar lo primero que dicen es “aquí no se puede”…

Se sorprenderán, los que estén dispuestos a romper paradigmas y escuchar, lo que se puede hacer y lo que puede incrementar la plusvalía; estoy seguro que al final será un éxito, la idea es pensar que “Sí se puede”.

 

 

 

 

 

 

La corrupción no nos permite crecer ni soñar

por Latitud21 Redacción 1 marzo, 2016

 

Como ya se ha dicho y escrito tan trilladamente, nuestro querido México lo tiene todo, una riqueza inconmensurable. En este hermoso país hay volcanes nevados, ríos, valles y lagunas que podrían inspirar al mejor pintor; atardeceres rojos casi indescriptibles y qué decir de sus playas, lo mismo en el Mar Caribe con un azul turquesa que en las obscuras olas del océano Pacífico; pero tenemos también ciudades y pueblos coloniales, encantadores pueblos mágicos, con historia, arqueología, cultura, gastronomía y arte culinario reconocidos mundialmente.

En turismo somos en teoría una potencia que, según el discurso oficial, regresó al Top Ten, es decir que estamos entre los 10 primeros receptores de turismo del mundo. Personalmente no me creo el cuento de que mágicamente pasamos en un año del 15 al 10, pero allá ellos y sus cifras maquilladas. Sin embargo, no deja de ser un gran dato. Tenemos un Cancún y una Riviera Maya orgullo entre los destinos turísticos de toda América, sin dejar de lado a Los Cabos y Puerto Vallarta.

Resulta que también producimos petróleo, y aunque esté a raquíticos 20 dólares el barril sigue siendo fuente de riqueza para la nación. Hay oro, plata, minerales, extensos y envidiables litorales, enormes tierras para cultivos y un clima envidiable la mayor parte del tiempo.

A pesar de esa inconmensurable pléyade de atractivos y riquezas, y de todo nuestro potencial de crecimiento, México, aunque con una economía estable, sigue obstaculizado y detenido ante las recurrentes crisis económicas que sin lugar a dudas obedecen a la corrupción, ese tremendo lastre que no nos permite crecer ni soñar con otros horizontes.

México es un país corrupto con cifras escandalosas, con leyes hechas a modo para favorecer la discrecionalidad, la extorsión, el engaño, y lamentablemente la corrupción forma parte de nuestra cultura. No estaba tan equivocado Enrique Peña Nieto cuando así lo afirmó, aunque ese no debería ser un pretexto para no erradicarla.

Es corrupto el que me lee, que le da su “mordida” al oficial de tránsito, el que tiene un “diablito” instalado en su casa para pagar menos energía eléctrica, el que fomenta dádivas en pequeña escala y el que se beneficia de los grandes y jugosos contratos.

México no crece porque hay corrupción, extorsión y tráfico de influencias en todos los ámbitos y en todos los niveles. Funcionarios y políticos se benefician en lo personal, y llegar al puesto por lo tanto es como llegar al botín, y casi no existe mexicano que no sueñe o ambicione con llegar a semejantes alturas.

Gobernadores, diputados, senadores, jueces, agentes del Ministerio Público, alcaldes, secretarios, directores, policías y hasta burócratas de poca monta se benefician del sistema creado y diseñado no para robar sino para extorsionar; y que  no se alarme nadie, no estoy descubriendo el hilo negro, esto es vox populi, lo que ocurre es que los políticos y funcionarios públicos corruptos, que son la mayoría, son cínicos, descarados y tienen piel de elefante.

Extranjeros se suman también al escenario. Grandes inversiones de capital del exterior se llevan a cabo al amparo de la corrupción y el tráfico de influencias.

Una vez le preguntaron al exalcalde de Medellín, Colombia, quien hizo una tremenda transformación positiva en esa ciudad, durante una de sus conferencias por México, cómo había hecho para lograr tan impresionante obra, y su respuesta fue clara y contundente:

“Pues realmente fue fácil, con el impuesto predial, el chiste está en no robárselo”…

 

México es un país muy rico tremendamente pobre…

 

Una solución sería participar en política, pero es casi imposible; el sistema está diseñado para que los ciudadanos no puedan acceder y la maquinaria se perfecciona cada vez que hay un ligero asomo de democracia o de participación ciudadana. Las candidaturas realmente ciudadanas son una falacia, y quienes lograron algo como “El Bronco”, hoy gobernador, no son realmente ciudadanos.

Pero no está todo perdido, querido lector, hay un antídoto contra la corrupción, se llama Transparencia y la podemos construir.

En Quintana Roo estamos haciendo historia, al participar como Ciudadanos Organizados en la construcción de una Ley que debidamente homologada con la Ley General deberá promulgarse en los primeros días de mayo y será el primer gran paso, la primera piedra de un enorme edificio que nos permita algún día erradicar el mayor lastre de nuestro querido México, la corrupción.

 

La Importancia de la Transparencia

por Redacción 2 febrero, 2016

Está claro que lo contrario de la transparencia es la opacidad, sin embargo; ese concepto podría resultar confuso y no permite comprender con total claridad que en verdad, la falta de transparencia significa corrupción.

A los funcionarios se les exige, o cuando menos se espera que rindan cuentas, pero eso tampoco evitaría actos de corrupción, ya que podrían hacer rendimiento solo de aquello que les convenga mostrar.

Lo que verdaderamente evidenciaría la corrupción es la transparencia.

Si los contratos de diversa índole que firma el gobierno fueran públicos y estuvieran a la vista, sería mucho más difícil atestiguar actos de corrupción; si los planes, programas y presupuestos estuvieran a la vista de todos, habría  sin duda un mayor compromiso para su cumplimiento, y sin lugar a dudas si los proyectos de gran envergadura se hicieran públicos desde que se conciben, no quedaría lugar para las especulaciones, para ejemplo el Proyecto Tajamar, antes Malecón Cancún.

¿Habrá quien inocentemente piense que Tajamar fue diseñado para sacar a pasear al perro?

Pero como en este país lo público no es tan público, las grandes concesiones son privadas y se hacen en secreto, además de que los proyectos se mantienen bajo el más grande sigilo, simplemente se da lugar a que cada quien interprete a su manera y de acuerdo a su idiosincrasia favoreciendo los entornos de la sospecha y la especulación.

En tales circunstancias, lo que en verdad debemos promover es la cultura de la transparencia y avanzar decididamente en la construcción de un entorno legal que así lo permita.

La Ley General de Transparencia y Acceso a la Información promulgada por el Gobierno Federal en mayo de 2015, obliga a las entidades federativas a homologar sus correspondientes leyes estatales antes de mayo de 2016, de tal manera que muy pronto debemos contar en Quintana Roo con dicha Ley. Lo interesante, y de alguna manera histórico, es que somos los ciudadanos quienes hemos participado organizadamente en el diseño de la misma con la venia de nuestros congresistas locales, a quienes reconozco públicamente su voluntad para hacerlo.

Este será un primer gran paso en materia de transparencia y nuestra Ley será la primera piedra del edificio que nos permita algún día erradicar la corrupción, quizá el más grande y lamentable mal de este país.

Quizá no lo vean mis ojos, pero estoy seguro que el día que no haya corrupción, México podría llegar a ser una gran potencia mundial.  Por ahora  la tarea es fomentar la transparencia y el reto no solo es del sector público, sino también del privado…Al buen entendedor…

 

 

Cancún de cara al 2016

por Latitud21 Redacción 1 enero, 2016

 

Era un soñador, un jovenzuelo, un emprendedor sin duda cuando llegué a Cancún y conocí a otros similares, otros soñadores que como yo fuimos consolidando aquello que anhelábamos  y también  aquello que cada uno era capaz de convertir en realidad.

Tres décadas después seguimos aquí soñando, emprendiendo y compartiendo ilusiones con otros, compartiendo el sueño conjunto de un mejor Cancún.

Cancún es una tierra de soñadores, de emprendedores, de locos, de entusiastas, de líderes que marcan pauta, y como en toda tierra de éxito lamentablemente también hay oportunistas, explotadores, abusivos y ladrones.

Pero Cancún da para todos y para todo; lo mismo te codeas con los más emblemáticos y honestos que con los más corruptos e irresistiblemente populares entre la ecléctica nueva sociedad.

Y así como me etiqueta y soslaya alguna parte de la clase política por mis irreverentes y francos escritos, mi crítica frontal y consistente, me cabe también la dicha de que mis ocho lectores y alguno que otro aventurado me estimulen continuamente a seguir denunciando aquello que de suyo no es justo, que molesta, que incomoda y, sobre todo, que constituye una oportunidad de mejorar, aunque ello no forme parte de la ideología de quienes estando en la oportunidad de hacerlo no lo hacen, en una suerte egocéntrica de mal gobierno.

Comienza 2016 y con él una nueva oportunidad de soñar con un mejor Cancún. De entrada será un interesante año por el proceso electoral que dará inicio muy probablemente en febrero con la designación de candidatos, no antes, y que nos pondrá nuevamente ante la luz de nuevas promesas, de renovadas esperanzas, y la oportunidad de volver a soñar.

Tendrán nuevamente la oportunidad los suspirantes, no solo de prometer sino de cumplir y con ello cambiar el estado de las cosas, hay muchísimo por hacer.

En lo turístico, cuesta trabajo pensar que continúe la bonanza con el mismo ritmo de crecimiento. El casi inexplicable crecimiento de dos dígitos en las cifras de turistas en los últimos tres años de manera sostenida, porque no se debe a la promoción, de eso no tengo la menor duda, y aunque existen diversos factores como la economía en diversas partes del mundo, la situación del peso frente al dólar, el posicionamiento de la marca Cancún, la aparición de nuevos segmentos y tendencias de viaje en todo el mundo, entre otros, no se acaba de explicar del todo el crecimiento del fenómeno turístico, que no es exclusivo de Cancún por cierto. Algunos analistas de este fenómeno saben a qué me refiero, otros más simplistas pensarán que es absurdo no reconocer que se debe a la promoción. Cada quien su verdad.

Lo cierto es que diversos factores políticos, sociales y económicos en diversas latitudes podrían hacernos pensar que 2016 podría ser un buen año con buenas expectativas, pero no tan dinámico y exitoso como el que concluyó.

Es por lo tanto tiempo de consolidar, de continuar en el camino de la diversificación de mercados, de apostar fuerte por la calidad y el desarrollo de nuevas tecnologías, de mantener los logros y de vislumbrar escenarios más cualitativos que cuantitativos.

Es momento de preguntarnos nuevamente no cuántos turistas queremos, sino cuánto queremos que gasten.

Es tiempo de analizar hasta dónde queremos crecer, sin que ello implique depredación, afectación a nuestros maravillosos entornos y deterioro del tejido social.

Es la hora de trazar nuevas metas y de plantear nuevos equilibrios en donde el turismo signifique en verdad mejor calidad de vida para todos.

Empresarios, emprendedores, gobernantes, políticos suspirantes, académicos, sociedad, pensemos qué Cancún queremos para el 2016 y los años siguientes, pensemos qué legado queremos para nuestros nietos y trabajemos por ello.

Candidatos, están frente a una gran oportunidad, no la desperdicien, la historia los juzgará.

Por hoy, Felicidades a todos, que Dios bendiga a mis ocho lectores, a mis amigos y a mis críticos, y que el 2016 nos depare a todos éxito y sobre todo salud.

 

Hasta pronto…

 

 

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