Parece insólito que con una ancestral historia, Quintana Roo cumpla su 40 aniversario. Tiene su por qué. Su lejanía con el centro de la ciudad no fue propicia para su desarrollo, aunado al conflicto armado de los mayas, vinculado con la Guerra de Castas, -movimiento social que los nativos iniciaron en 1847 contra la población de blancos (criollos y mestizos)- y a su condición natural meteorológica. Su raquítica población le impidió por décadas constituirse como entidad federativa. Todavía en los años 50 no alcanzaba los 80 mil para elevarse a la categoría de estado de acuerdo con el Artículo 73 de la Constitución Mexicana.
Quintana Roo fue un territorio, diríamos, ni siquiera despreciado, sencillamente inexistente para el centro del país, lo que marcó gran parte de su historia.
Fue un territorio preso de piratas ante su abandono, también de indígenas rebeldes en defensa de su identidad y de conquistadores. De hecho, Quintana Roo fue el primer territorio autorizado por los reyes de España para ser conquistado tras el descubrimiento de la Península de Yucatán y tras varias expediciones. (Fue en octubre del año 1527 cuando anclaron los primeros conquistadores europeos al mando de Francisco de Montejo a solo dos kilómetros de Xel-Há).
En la década de los 30 incluso se le negó el derecho de existir, y se adicionó a la malagueña a los estados de Yucatán y Campeche.
Fue el Banco de México el que le confirió otra suerte y determinó su nueva vocación: el turismo, ante su magnificencia natural. Fue por encargo del presidente Gustavo Díaz Ordaz en lo que se denominó el Plan Nacional de Turismo en 1968. Con una lógica financiera se concibió este plan. Se encontró en la industria turística una fuente para el crecimiento del Producto Interno Nacional, para el equilibrio en la balanza de pagos ante la onerosa deuda externa del país, para la atracción de inversiones, para la generación de empleos, para el desarrollo económico regional.
Quintana Roo reunió todas las condiciones para ser declarado como el territorio donde se desarrollaría el primer centro integralmente planeado: Cancún. Para su consecución se creó Infratur –ahora Fonatur-, y empezó a reescribir su historia…
Sin embargo, aun como prioridad de inversión del Plan Nacional de Turismo, careció de su condición de estado. Eso lo consiguió hasta 1974, un 8 de octubre, a iniciativa del entonces presidente de México Luis Echeverría, y luego de la aprobación del Congreso de la Unión. Así nació Quintana Roo como estado libre, soberano y el más joven de la nación.
Y no se puede negar. Quintana Roo se convirtió en el gran milagro económico de México, si acaso repetible en muy pocas latitudes. Se convirtió en una potencia turística mundial, en epicentro del desarrollo económico regional y en el estado con una de las más generosas contribuciones financieras al país: el 40% en materia de divisas -7.5 mmdd al cierre de 2013-, el 1.49 del PIB, y se da el lujo de tener el 66% de sus pobladores económicamente activos (suman ya 1, 529,877, de acuerdo con la Conapo de México).
Hace 40 años Quintana Roo empezó a construir otra historia, una historia de éxito económico, social y natural que presume en todo el planeta: su mar turquesa, su blanca arena, la cueva subacuática más grande del mundo, el cenote más hondo, la segunda barrera arrecifal más espectacular a nivel internacional, la mayor reserva de la biosfera y la más extensa área protegida de humedales.
Pero como su misma historia, Quintana Roo tiene sus contrastes, también sociales y económicos, su Norte de éxito, su Sur adormilado. Pero hoy es su cumpleaños y no quiero ser aguafiestas.
Feliz cumpleaños Quintana Roo.