Me gusta esta palabra, ya que puede tener connotación positiva o negativa a selección del usuario o del oyente en su caso. Sin embargo, cuando se aplica a la política de un país el sentimiento generalizado es atribuirle una connotación de inseguridad. Últimamente así nos hemos sentido debido a las acciones y decisiones que están tomando los diferentes actores del nuevo gobierno entrante.
La economía de un país crece gracias a las inversiones que se hagan en el mismo, sin importar su tamaño ya que se invierte en función al riesgo o capacidad. El pequeño empresario al abrir un negocio está invirtiendo en su país; sin embargo, cuando hay incertidumbre los inversionistas se vuelven cautos. Esa cautela eventualmente disminuye y restringe las decisiones de inversión, emprendimiento, consumo o comportamiento de un corto a mediano plazo.
México, dentro de los grandes males que nos aquejan, también ha tenido crecimiento, inversión y creación. Desacelerar esta sinergia es muy fácil, por lo que hay que poner atención a los mercados.
Poner atención a los mercados es eliminar la incertidumbre del proceso creativo de construcción de un gobierno entrante, y esto se logra con solo un pequeño ajuste en la forma que se presenta la información; cualquier tipo de inversionista, emprendedor o consumidor está preparado para afrontar riesgos si, y solo si, sabemos a dónde vamos.
Saber el camino, por muy empinado, pedregoso o accidentado que este sea, nos permite decidir si queremos recorrerlo, qué debemos llevar en la maleta, el tipo de calzado o transporte que podremos usar. Informar la ruta previa detallando los puntos importantes terminará con tanta especulación. Comunicar asertivamente no es solo informar el “qué” si no el “cómo”. Si se logra esta comunicación la especulación será mucho menor y la inversión automáticamente crecerá, son inversamente proporcionales.
Otro punto que debemos trabajar y que hoy por hoy me tiene con un sentimiento general de tristeza, es el continuo uso de un lenguaje que provoca separación; tenemos un solo gobierno, somos un solo pueblo, dentro de este país como en cualquier otro hay diferencias culturales en función a la distribución geográfica. Los yucatecos son diferentes a los norteños, pero aunque comemos cosas distintas y usamos palabras propias de cada región, todos somos mexicanos.
Existen diferencias académicas, los que terminaron una carrera y los que no, pero un ingeniero es igual de mexicano que un técnico. Y claro, también existen diferencias basadas en el éxito económico, pero alguien con recursos económicos es, nuevamente, tan mexicano como el que no los tiene.
Como buenos mexicanos ingeniosos tenemos términos que señalan todas estas diferencias: ‘regios’, ’chilangos’, ‘sabiondo’, ‘zopenco’, ‘fresa’, ‘fifí’, y todos las usamos como parte de nuestro lenguaje cotidiano, pero no nuestro presidente… El presidente de un país debe ser un líder capaz de manejar un lenguaje que unifique, inspire y nos señale el camino a seguir, un líder capaz de llevarte a transitar los caminos pedregosos.
Así que cierro esta reflexión solicitándole a MI presidente que demuestre su liderazgo unificando e informando sobre el camino nuevo que está trazando; pusimos en sus manos nuestro país, cansados de un gobierno que no veía por todos.
Señor presidente, estamos expectantes de su liderazgo, queremos acompañarlo en su ruta de transformación. Sí, llévenos, pero hágalo con cariño por su gente, TODA, y recordando que debe avisarnos antes qué debemos llevar en la mochila.