Inversión que da frutos

por ahernandez@latitud21.com.mx

 

Citrus Patrimonial impulsa un modelo inédito en México: Un fideicomiso agrícola que abre el campo a pequeños y grandes inversionistas para integrarlos a una cadena de valor protagonizada por un diamante verde: el limón persa

Desde Tzucacab, en el cono sur de Yucatán, una región muy fértil en cítricos y visión empresarial, surge Citrus Patrimonial, el brazo de inversión de una comercializadora familiar que encontró, en plena pandemia, una oportunidad para reinventarse y expandirse, dando origen al único modelo en México de participación de inversionistas en la agroindustria mediante certificados. 

Rodrigo Castilla, vicepresidente del corporativo, explica que la empresa nació dedicada a exportar limón a Estados Unidos. Pero fue la crisis de 2020 la que impulsó un giro inesperado: abrir la puerta a la inversión como una alternativa con respaldo en tierra y producto real: el limón persa.

En poco más de un año lograron sumar a más de 1,700 inversionistas que entendieron muy bien de qué se trata esta alternativa para generar dinero en el campo, sólo aportando capital, sin involucrarse en la cosecha.

“Todo empezó con la pandemia, cuando muchos conocidos nos decían: ‘Tengo el dinero parado, prefiero meterlo con ustedes’, y ahí empezó todo”, explica Rodrigo.

La fórmula no fue improvisada. Tras estudiar modelos estadounidenses de levantamiento de capital mediante fideicomisos, la empresa desarrolló un esquema en el que el inversionista no adquiere acciones ni responsabilidades agrícolas. A través de un fideicomiso, Citrus entrega un bloque de tierra —propiedad de la empresa— para que los participantes accedan a certificados que representan mil metros cuadrados cada uno, con aproximadamente 30 árboles de limón persa, una variedad sin semilla, muy demandada en los mercados internacionales, sobre todo en Estados Unidos; incluso, el limón que cosechan en estas tierras llega hasta Japón.mocracia en el campo

Lo que hace único a este modelo es su enfoque accesible. Aquí no hay necesidad de millones ni de saber del campo. “Queremos democratizar el campo, que cualquier persona pueda poner a trabajar su dinero”, afirma Castilla.

Hay quienes adquieren un certificado y otros que compran decenas, pero el modelo es flexible y sin complicaciones.

En este esquema, el inversionista no asume riesgos de producción ni debe involucrarse en el trabajo agrícola. Citrus se encarga de todo: plantar, mantener, cosechar, empacar y exportar. La utilidad se reparte: el 65% va al inversionista y el 35% a Citrus por administración. “No somos socios, no tienes que venir a ver tus árboles; eres inversionista. Das tu dinero y sabes que alguien lo trabaja por ti. Aquí eres dueño de un certificado, de una porción de tierra productiva, y lo que genere tu tierra, por la venta del limón, eso te toca de ganancia”, detalla Castilla.

Todo está legalmente constituido y con un enfoque de transparencia que permite conocer, desde el primer día, cuánto produce tu terreno.

El primer proyecto, con 150 hectáreas, se vendió por completo en un año. El segundo, con otras 150 hectáreas, colocó las primeras 50 en apenas un mes. Actualmente administran 1,500 hectáreas, de las cuales 300 están abiertas a inversión al público mediante este fideicomiso.

Tierra fértil, futuro sembrado

Antes de tener plantaciones propias, Citrus operaba como comercializadora, trabajando directamente con agricultores y aprendiendo de los mejores. “Yo compraba limón, pero estaba muy metido en la producción. Me interesaba entender cómo producían, conocer todo”, recuerda Rodrigo, un apasionado del campo. 

Con la experiencia acumulada y los recursos suficientes, montaron su propia infraestructura, analizaron la creación del fideicomiso, pasaron a ser productores y establecieron un modelo de negocio sólido, invitando a más personas a invertir en el campo.

El ciclo es claro: se planta y se espera a que el árbol madure. Hablamos de 48 meses a partir de la compra del certificado hasta la entrega de utilidades. El primer año se destina a la siembra, y los siguientes tres, al crecimiento de los árboles hasta alcanzar su capacidad de producción. A partir de entonces, los cortes son mensuales y se estima que cada certificado, con 30 árboles de limón persa, puede producir unos 270 kilos al mes.

Al tratarse de un cultivo de exportación, los factores macroeconómicos benefician al inversionista: “Mientras más inflación hay, más ganas. Si el dólar sube, estás feliz. Todo se vende en dólares, y se traduce a ganancias en pesos”.

Un modelo con visión integral

Más allá del cultivo, la empresa ha ido cerrando el círculo de valor: producción, empacado y comercialización. Antes solo compraban y vendían limón. Ahora ya plantaron, están próximos a cosechar y la intención es controlar toda la cadena. Con su propia flotilla para no pagar transporte a terceros y, en un último momento, tener el contacto directo con todos los compradores. Por ahora, exportan y entregan en McAllen, donde un distribuidor se encarga de colocar el producto en supermercados.

En paralelo, ya han recibido propuestas para desarrollar otras líneas de negocio en parte de la tierra que no es apta para cultivo. “Four Seasons nos buscó para poner un mini resort en las montañitas. Pero eso es independiente, nada que ver con el fideicomiso, es aparte con mis socios. En Citrus Patrimonial nosotros seguimos concentrados en que la gente tenga una oportunidad clara y sin riesgos de invertir en algo real”.

El mensaje es directo: invertir en el campo ya no es exclusivo de grandes capitales. “Literal puedes estar en tu cama sin mover un dedo y sabes que alguien está cortando tus limones en Yucatán para venderlos en el extranjero y luego sólo recibes lo que te toca por esa venta”.

Con estas bases, el modelo llegó para quedarse. La confianza que han generado, sumada a la claridad de su propuesta y la estabilidad del producto, convierte a Citrus Patrimonial en un caso único en México: un proyecto agrícola, rentable, exportador y con visión de largo plazo. Una apuesta real que nace en tierra fértil y da frutos globales.