Rosario Marín es la única migrante mexicana que ha sido tesorera de Estados Unidos; con tenacidad, audacia y una misión clara en la vida, forjó una carrera de liderazgo y ahora viaja por el mundo compartiendo sus experiencias
Apocas semanas de cumplir sus 15 años, una adolescente de Iztapalapa, uno de los barrios más populares de la Ciudad de México, llegó a Estados Unidos; aprovechando una oportunidad laboral que le dieron a su padre, Rosario Marín viajó con su familia, como millones de latinos inmigrantes; pero ella hizo la diferencia.
En un país que sentía ajeno, con una cultura muy distinta a la que la cobijó en su niñez y sin saber ni una sola palabra de inglés, echó mano de su casta de mujer mexicana y de los que ella considera los más grandes regalos que tuvo en la vida: la fe -por parte de su madre- y la disciplina -inculcada por su padre- y pronto se adaptó al nuevo escenario que tenía ante sí, viéndolo como un gran reto y aprovechando todas las oportunidades que encontró a su paso.
No fue nada fácil, pero le ayudó que es muy persistente; estudió y trabajó al mismo tiempo para costear la universidad; laboró en un banco y luego ocupó varios cargos públicos, incluyendo dos veces alcaldesa de Huntington Park (1994-1999) y funcionaria con los gobernadores Pete Wilson y Arnold Schwarzenegger, hasta que logró escribir su nombre en la historia como la primera mujer nacida fuera de Estados Unidos en ser la tesorera de ese país, bajo el mandato de George Bush Jr, en 2001.
Hasta ahora, el mérito sólo es de ella, pero viaja por el mundo ofreciendo charlas en las que narra sus experiencias, con el único fin de inspirar a hombres y mujeres a que encuentren la fortaleza para alcanzar todos sus objetivos. “Si yo pude alcanzar muchos logros, tú también puedes”, expresa con gran convicción.
Su vida cambió al nacer su hijo Erick, con síndrome de Down, y aunque reconoce que su familia vivió momentos difíciles en los primeros años, para ella marcó un parteaguas, porque le ayudó a encontrar su misión en la vida: dejar un mundo mejor del que encontró, a través de un férreo activismo.
Aprovechamos su más reciente estancia en el Caribe Mexicano, para charlar con ella en la comodidad del hotel Royal Uno All Inclusive Resort & Spa, donde nos habló de sus vivencias y su filosofía.
LA ENTREVISTA
¿Cuál fue la clave para superar los retos que se te plantearon a tu llegada a un país, lejos de tu tierra y tus amigos?
La formación que yo tuve me ayudó mucho a enfrentar los retos y obstáculos que me encontré. Los mejores regalos que me dieron son por parte de mi padre, la cultura del trabajo y la puntualidad; y mi madre me dio la fe, en Dios y en mí misma, que son dos cosas diferentes, porque muchas veces puedes ver las oportunidades, pero crees que no puedes; mi madre me dijo ‘sí puedes, pero debes tener fe en ti’.
La vida te va a poner a veces situaciones muy difíciles, yo las he vivido; tú no tienes control de todo lo que te está sucediendo, pero sí de tu actitud ante ello; y una de dos, o aprendes a nadar o te ahogas, eso es decisión tuya. Esas cosas fueron las que me ayudaron en los momentos difíciles.
A veces me preguntan ¿cómo se llega a ser tesorera de Estados Unidos? y yo les puedo hablar de mi carrera, hice esto, aquello y el otro, pasé por aquí y allá; pero considero que la gente lo que debe saber es en qué crees, cuáles son tus valores, cuando te suceden las cosas, cómo te levantas y qué te sostiene, porque a veces la vida te tumba, terminas tirada en el suelo, ensangrentada, y órale, a levantarse y a seguir la lucha. Es creer en Dios y en ti mismo.
¿Qué fue lo que más te pesó dejar atrás cuando tu vida cambió a los 14 años?
Dejar a mi familia, a mi abuelita, mis primos, mis amigos de secundaria; tenía 14 años apenas. Yo no era consciente de las carencias materiales que tenía mi familia en realidad. Tuvimos muchas carencias, pero nunca nos faltó el cariño, sobre todo de mi madre y de mi abuela, que me ayudó a salir adelante en momentos de angustia.
Y esa tenacidad valió la pena, porque llegaste a ser la primera y hasta ahora la única mujer nacida fuera de Estados Unidos que llegó a tesorera. ¿Cómo fue ese caminar?
Lo más importante es que hay que reconocer oportunidades, agarrarlas, abrazarlas y no soltarlas. Yo veía una oportunidad y la aprovechaba. Tuve la gran fortuna de tener mucha gente a mi alrededor que me ayudaba, me impulsaba y me daba oportunidades.
Entré a trabajar a un banco -City National Bank- como asistente de recepcionista y en seis años ya era asistente de la presidencia del banco, durante el día, porque en la noche estudiaba. No tuve ningún tipo de apoyo o facilidad para estudiar en la universidad.
Pero me fueron dando otras oportunidades cada vez más; una vez cometí un pequeño error de mecanografía en una carta que me habían dictado, y el jefe me dijo ‘si no te puedo confiar cosas tan pequeñas, ¿cómo te puedo confiar cosas importantes? Yo espero más de ti’. Y lo entendí. Me enseñó una lección que me ha durado toda mi vida. Después de eso tengo el máximo cuidado, para que todo lo que salga de mí, salga excelente. Ese mismo discurso yo lo doy todo el tiempo a las miles de personas que han trabajado conmigo: no espero perfección, pero sí excelencia.
¿Cómo recibiste la encomienda en el mandato de George Bush Jr?
No hay aplicación para ser tesorera de Estados Unidos; es una designación directa del presidente; en este caso, de George Bush Jr.
Como antecedente, fui vocera de su campaña, de forma voluntaria, porque consideré que si fue buen gobernador para la comunidad latina, desde la Presidencia también haría un excelente papel. Yo era una republicana inmigrante, alcaldesa de una ciudad meramente inmigrante y mexicana. Un bicho rarísimo en la política de ese país, pero anduve por todo Estados Unidos haciendo campaña a su favor, y cuando llegó a ser presidente, me hablaron de la Casa Blanca, para decirme que él quería saber si yo estaría dispuesta a ser considerada para ser tesorera de Estados Unidos. ¡Nunca me lo imaginé!
¿Cuánta gente tuviste bajo tu cargo?
Como tesorera, 14 mil.
¿Cuáles eran tus funciones en esa encomienda?
Por ley, estaba escrito que mi trabajo era la producción y la protección del dinero de Estados Unidos; aparte estaba encargada de los bonos y la impresora del gobierno federal.
Además, era parte del departamento ejecutivo del Departamento del Tesoro; todos los subdirectores y subsecretarios tenemos esa parte ejecutiva, así que hay reuniones con el secretario del Tesoro.
En ese entonces, en 2001, tuvimos el problema del 9/11 (los ataques terroristas); veníamos con una recesión, se temía una doble recesión, pero la política del presidente provocó que no se generara eso.
Mi trabajo era ir a vender la política económica del presidente en todo el país; como tesorero tienes un megáfono tremendo, y puedes ir y decir por qué necesitamos el apoyo, que todo mundo vaya a comprar, porque en ese entonces nadie quería ir a comprar ni trabajar en edificios, había psicosis.
ACTIVISMO Y POLÍTICA
¿Cómo saltaste del activismo a la política?
A raíz del nacimiento de mi hijo Erick, formé la organización “Fuerza”, para ayudar a las familias latinas que tienen hijos con síndrome de Down. Hoy, Erick tiene 37 años y pronto vamos a tener nuestra misa anual número 36 en Huntington Park, donde vivo, ahí hacemos una misa cada año para todas las familias que tienen hijos con alguna discapacidad, antes era solo para los que tenían síndrome de Down, pero ahora ya cualquier discapacidad.
Buscando apoyos me invitaron a mesas directivas locales y eso me llevó a ir a testificar enfrente de la Asamblea y del Senado de California; soy muy persistente y propositiva, así que tenía éxito en lidiar con asambleístas y senadores; un día de la oficina del gobernador Pete Wilson, me propusieron ser directora de Asuntos Legislativos para el Departamento de Servicios de Desarrollo de California; al principio yo no quería, pero después de rezar, entendí que era una gran oportunidad y acepté. Fui a las entrevistas y cuando me quedé, cambiamos muchas leyes, en beneficio de la comunidad. Esa ha sido mi vida y mi razón de existencia, y va a seguir siendo.
Te iniciaste en el activismo por tu hijo, y eso también abrió nuevos caminos en tu carrera…
Mi vida hubiera sido muy diferente si Erick no hubiera nacido; incluso, quizá yo no hubiera sido la tesorera de Estados Unidos, sino la banquera y estaría quizá de millonaria en alguna ciudad, pero Erick, viene a esclarecer cuál es mi misión en este mundo, que es dejar un mundo mejor para personas como él y sus familias. Y cuando yo descubro esa misión, algo se cristaliza en mi vida, me doy cuenta de que la misión de todas las personas es la misma: dejar el mundo mejor de lo que lo encontraste; cada quien lo hace a su manera, desde sus trincheras. Por ejemplo, de un empresario, que todas las familias que dependen de su negocio tengan algo que comer y mejorar sus condiciones de vida; los medios, a enseñar algo y aportar a la sociedad. La misión de mi padre, por ejemplo, quien fue conserje de edificios, fue que con el fruto de su labor puso un techo y un plato de comida para su familia. ¿Qué hice yo como tesorera de Estados Unidos cuando ejecuté mi labor? puse techo y comida para mis hijos y les di la mejor educación que pude.
Entonces la misión que tenemos la debemos cumplir siempre, en cada momento, porque no vamos a esperar a tener 50 o 70 años para hacerlo, porque no sabemos si llegaremos a esa edad.
¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje?
Si la pandemia nos enseñó algo, es que no hay mañana, que la vida se puede terminar hoy, por eso tenemos que hacer el trabajo lo mejor que podamos, hoy, no hay mañana.
Eso lo aprendí también con Erick. La vida me cambió para siempre en un momento, mi vida se transformó de una forma que jamás me hubiese imaginado, al principio con mucho dolor, con muchísima angustia, los primeros cinco años de su vida fueron muy difíciles, con muchos problemas, enfrentó la muerte seis veces, llegaban los paramédicos a cada rato porque se quedaba paralizado.
Pero la fe de mi madre me ayudó en los momentos más oscuros, mi madre siempre me decía que no importa qué tan larga o tan negra sea la noche, al terminar vendrá un nuevo día y con él volverás a brillar.
Y eso lo compruebo, literalmente, de una manera bella cuando vengo a Cancún, me despierto a las 4:30 am, cuando está más oscuro, porque ya está próxima a salir el alba, y contemplo cuando empieza a salir el sol, y yo creo que no hay mejor amanecer que el de Cancún, porque existe una sinfonía de colores; empieza negro, luego el azul fuerte, luego verde, anaranjado, rosa y luego sale el sol esplendorosamente rojo con una aureola dorada. Siempre me hace recordar a mi madre. Eso sólo me ha sucedido en Cancún.
Dejaste a un lado el servicio público y pasaste a ser conferencista, ¿cómo ha sido esta experiencia?
En realidad fue algo que me propusieron, no lo pedí ni lo busqué. Me invitaron a ser oradora hace casi 20 años, pero después aún trabajé en el gobierno de Schwarzenegger, pero soy conferencista full time desde hace 12 años.
Mi propósito es que la gente vea todo lo que yo he pasado y hasta dónde he llegado, y decirles ‘si yo pude, ustedes también’. Inspirar grandeza, que tú puedes, que tú tienes todo; siempre habrá momentos difíciles en tu vida, como los he tenido, pero hay que salir adelante, sí se puede.
Especialmente después de la pandemia, yo hablo mucho de resiliencia, que es la capacidad de afrontar la adversidad, y todos la tenemos, a veces está muy escondida, pero la podemos sacar.
CONSTRUIR PUENTES
¿Cómo percibes la política exterior y la relación de la actual administración de México con Estado Unidos?
Bueno, en toda la historia de la relación de México y Estados Unidos siempre ha habido momentos de diferencia, pero yo siempre me he considerado una mujer que siempre trata de construir puentes. En todas las posiciones que he tenido, ciertamente porque nací en México y vivo en Estados Unidos, mi trabajo ha sido siempre crear puentes, desde las ciudades hermanas, cuando estuve con la asociación de gobernadores fronterizos y con el presidente Bush.
Ha habido momentos que tal vez pudiéramos pensar, ‘híjole, se hubiera manejado de una manera distinta’, pero todos los presidentes han tenido sus cosas; ha habido momentos históricos de diferencias, en los que las relaciones podrían ser mejores, pero mi trabajo siempre ha sido crear estos puentes, crear un ambiente donde existan las discusiones, tal vez incluso los desacuerdos, pero de una forma amistosa.
No podemos olvidar que mucha sangre mexicana corre por las venas de Estados Unidos y mucha sangre norteamericana corre por las venas de México. Hay ciudades enteras, literalmente, donde viven muchos americanos aquí, y no podemos olvidar eso.
Entonces, muy lejos de echarle gasolina a una situación, yo le voy a echar agua, y si yo puedo de alguna forma con mi contribución hacer que las cosas vayan mejor, entre México y Estados Unidos, yo lo voy a hacer, siempre.
Interesantemente vemos que la empresa privada es la que avanza independientemente de la situación política y diplomática que pudiera existir, porque las empresas van a continuar, los presidentes estarán seis años aquí y cuatro o tal vez ocho allá, pero las empresas han estado aquí y allá por 200 años.
Sí sería más fácil para las empresas que tuviéramos un ambiente de cooperación todo el tiempo, pero a veces no se puede.
Pero yo he hablado con muchos empresarios en México y en Estados Unidos, y me han comentado que esas relaciones incluso a veces se fortalecen más cuando hay situaciones diplomáticas un poco diferentes; y así lo veo ahorita: el comercio entre ambos países está sólido y está creciendo, independientemente de las cosas que se dicen y que al rato se olvidan, para bien de las dos economías.