Todo incluido, todas las cadenas, todos los ingresos

por Latitud21 Redacción

Cuando Cancún vio “la primera luz” allá en 1970, quienes invirtieron para que floreciera fueron principalmente empresarios mexicanos y cadenas hoteleras, desde Diego de la Peña hasta firmas como Presidente, Krystal, Aristos, Palace, Camino Real, Fiesta Americana, por el lado nacional, y por el lado americano Hyatt, Hilton, Sheraton; todos disfrutaron del auge de este destino al igual que sus trabajadores y los negocios externos que prestaban servicio a sus huéspedes.

Vino la segunda oleada, y llegaron las inversiones españolas, Meliá, Oasis, Iberostar, Riu, Barceló, y con ellos o muy cerca de ese momento el All Inclusive, bien visto en ese momento como una opción más… Hoy parece que no hay más alternativas.

Primero mutaron cadenas mexicanas como Palace, Omni, Calinda, Real Resorts; poco a poco los hoteles con Plan Europeo empezaron a desaparecer, llegó Grand Velas, El Dorado, no había forma de competir. Algunos se resistieron pero sucumbieron, Camino Real se fue, Hyatt Cancún Caribe dijo adiós, Sheraton ya no existe, Villas Plaza, Hilton cedieron ante la ola del All Inclusive.

Y entonces aparecieron los Oasis, Barceló, Iberostar y Meliá. Las cadenas americanas prácticamente desaparecieron. Pero bien dice el dicho: “si no puedes con el enemigo, únetele”, y fue Hyatt la que tomó la iniciativa, se alió con un experto en All Inclusive como Real Resorts, y surgió el consorcio Playa Resorts, Hyatt regreso de golpe, el The Royal, de Fernando García Zalvidea, lleva ahora la marca estadounidense como Hyatt Zilara.

Y la firma no quiere entrar solo en México, se ha expandido a los destinos de playa en donde han entendido que sin All Inclusive simplemente no se compite. Son propietarios del predio en donde algún día estuvo el Camino Real y luego Dreams, demolieron dos terceras partes del emblemático hotel y levantan una segunda torre de 11 pisos. Será el segundo Hyatt, éste con el nombre de Ziva.

Y para sorpresa de muchos un nuevo apostador, otra cadena de los Estados Unidos, convertirá parte de su oferta a All Inclusive, y es ni más ni menos que Marriott, el Todo Incluido permea prácticamente a todos los niveles y Marriott no será la excepción. Falta ver cómo lo hace, asociándose con alguna marca existente o comprando propiedades.

El crecimiento de Marriott en México está programado con 20 unidades nuevas para 2017, pero seguramente estaremos viendo a Marriot con su primer Todo Incluido aquí en Cancún o en Puerto Vallarta.

Las alianzas estratégicas

Está comprobado que la derrama económica en las ciudades turística en donde prolifera el All Inclusive se reduce a lo mínimo. Recientemente un esfuerzo de varios restaurantes de Cancún que se llamó “Don´t missing Cancún Dine out” (No te pierdas Cancún cena afuera) fracasó rotundamente; intentaron promover dentro de los hoteles All Inclusive la oferta culinaria de la ciudad, que por cierto es amplia y variada; sin embargo, no tuvo el éxito que esperaban. Realizaron un estudio que reveló la triste realidad del Todo Incluido, los turistas no salen del hotel para pagar por algo que ya pagaron.

El estudio fue revelador también en el sentido de que el 25% de los que visitan Cancún bajo el esquema Todo Incluido salen a cenar una vez durante su estancia. La segunda razón por la que los turistas no salen es porque no conocen la oferta, por lo que el nuevo esfuerzo se llamará Guía Gastronómica de Cancún, que se colocará en 10 mil habitaciones del segmento Todo Incluido.

¿Hasta dónde?

Los Todo Incluido han proliferado, son la respuesta de los destinos de playa al crecimiento de los cruceros, que manejan un esquema similar adaptándose a la circunstancia.

Uno de los legados de Fernando García Zalvidea fue el que no se instalara el home port en la Riviera Maya, sus argumentos: que los visitantes que llegaban solo bajaban un día, paseaban un rato y luego se volvían a ir; los argumentos fundamentales son que los hoteleros los consideran una competencia desleal debido a que no pagan impuestos como lo hace la hotelería tradicional, y con un home port la situación sería más grave debido a que les restaría asientos de avión para traer a los turistas que llenan los cuartos de hotel.

Estos argumentos son ºsin duda de mucho peso para su propio negocio (los hoteles), que ya lo vemos ha sido generoso, las ocupaciones son históricas, pero en dónde se queda el dinero de las ventas ¿En dónde comprarán los viajeros? ¿Cuánto dinero e impuestos realmente se quedan en México?

A estas alturas muchos deben pensar que habría una economía más distribuida si hubiera un home port, por lo menos los turistas que llegaran y desembarcaran gastarían poco o mucho fuera del barco y habría más dinero circulante, hoy toda la derrama se la quedan los hoteleros.

Se ha hablado de legislar, de poner candados, de usar esquemas mixtos, de que el All Inclusive considere una o dos noches en restaurantes de la ciudad, pero por ahora el All Inclusive es All for me.

Arturo Medina
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