Bajo el liderazgo y visión de Guido Willis, Wayan cumple 30 años de ofrecer mucho más que moda: es identidad y un sueño que sigue creciendo
Desde su nacimiento en Cancún, Wayan ha sido un referente en moda y decoración con un estilo natural y étnico que ha conquistado tanto a turistas como a locales. Con 30 años de historia, la marca ha evolucionado sin perder su esencia y ahora mira hacia un futuro de expansión nacional e internacional.
La empresa, que inició con un concepto enfocado en lo natural y artesanal, ha logrado fidelizar a su clientela con una experiencia de compra inmersiva.
El diseño de cada tienda está pensado para transportar a los clientes a un ambiente único, con decoración, aromas y música cuidadosamente seleccionada.
Platicamos con Guido Willis, su fundador, quien nos comparte su inspiración, su filosofía empresarial y su visión del futuro de la marca y de Cancún como ciudad.
Nos comentó que el espíritu de Wayan ha sido siempre la evolución sin perder su esencia, que la marca ha realizado ajustes en su imagen con el paso de los años, incluyendo una evolución en su logotipo y en su línea de productos, manteniendo siempre su identidad natural y étnica.
Con una combinación de tradición e innovación, Wayan se proyecta hacia un futuro prometedor, llevando su esencia más allá de las fronteras y dejando una huella en cada cliente que forma parte de su historia.
LA ENTREVISTA
Este mes cumplen 30 años, ¡felicidades! Cuéntanos sobre los inicios y evolución.
Sí, el 6 de marzo de 1995 abrimos la primera tienda. Ha sido un camino largo y apasionante.
Creo que los comerciantes nacemos comerciantes. Desde niño me gustaba comprar y vender en la escuela. Ya en la preparatoria, un amigo fabricaba ropa y empecé a venderla. Luego, cuando decidió dedicarse a otra cosa, me enseñó todo el proceso: desde la compra de telas hasta la confección. Así empecé a vender por mi cuenta.
¡Desde tan joven! ¿De qué año hablamos?
Aproximadamente de 1981 o 1982. Ahí fue cuando me metí de lleno en el mundo textil. Luego trabajé con amigos cuyos padres tenían fábricas de ropa. Posteriormente, abrí una oficina en la Ciudad de México y empecé a fabricar y vender. Mientras estudiaba Administración, monté una pequeña fábrica con un socio. En dos años ya teníamos casi 40 máquinas y una mesa de corte, pero luego nos separamos.
¿Y qué hiciste después de esa primera experiencia empresarial?
Me contrataron como director de marca para una empresa que vendía a tiendas departamentales. Ahí descubrí mi pasión por el marketing y la creación de marcas. Cuando terminé la carrera, dejé ese trabajo, me titulé y decidí que no quería seguir viviendo en la Ciudad de México. Surgió una oportunidad en Miami y me fui.
Allá trabajé en el restaurante de un tío hasta que el huracán Andrew, en 1992, nos obligó a cerrar. Ahí me quedé sin rumbo claro por un tiempo, así que decidí viajar. Fui a Argentina, luego a Brasil, donde mi papá había vivido muchos años. Me encantó Río de Janeiro y me quedé casi un año. Allí descubrí los pareos, que serían clave en mi negocio.
¿Los pareos fueron el inicio de Wayan?
Así es, empecé importando trajes de baño, artesanías y bolsas, pero los pareos fueron el producto estrella. En Brasil vendían muchísimos, pero en Cancún no había casi nada. Recordé que de niño había pasado veranos aquí, porque mi abuelo trabajó en la ciudad. Me pareció el lugar ideal para establecerme y emprendí vendiendo pareos al mayoreo.
¿Cómo evolucionó el negocio hasta lo que es hoy?
Al año de estar en Cancún, en 1994, fui a Bali y me enamoré del lugar. Bali tiene una cultura milenaria y una tradición artesanal increíble; es un lugar hermoso, donde la familia es la base, hay muchos valores. Allí conocí a artesanos y empecé a seleccionar productos para vender en México. Así fue naciendo el concepto de Wayan.
Me di cuenta de que podía fusionar diseños tradicionales con materiales locales. Así, pasamos de vender exclusivamente decoración a incluir ropa, especialmente de lino y algodón, que son ideales para el clima de Cancún. Además, hemos ampliado nuestra oferta para incluir accesorios como sombreros, bolsos y bisutería, además de piezas de decoración: lámparas, cuadros y artículos decorativos.
Al principio vendía como mayorista, pero en 1995 abrí un kiosco en Plaza Flamingo. Fue un éxito, pero generaba tanto movimiento que causó algunos inconvenientes con otros locatarios y me reubicaron. Finalmente, el dueño de la plaza me rentó un local y ahí conceptualicé lo que hoy es Wayan: un espacio con decoración natural, colores tierra, texturas orgánicas y el techo siempre tiene que ser un cielo.
¿Y de dónde viene el nombre?
Wayan es un nombre propio en Bali, que se da al primogénito, ya sea hombre o mujer. Me encantó porque representa el inicio, algo nuevo. Así que diseñé un logo
tipo con un estilo étnico y arranqué con bisutería y pareos.
¿Cómo ha crecido Wayan desde esa primera tienda y cuántos empleos generan?
Actualmente tenemos 27 tiendas en Cancún (tanto en el centro como en zona hotelera y el aeropuerto), Playa del Carmen, Cozumel y Mérida. También contamos con una franquicia en Ciudad de Panamá. A lo largo de los años hemos abierto y cerrado muchas tiendas, porque nos adaptamos a las necesidades del mercado.
Directamente son más de 200 colaboradores. Indirectamente, muchas más, considerando a los artesanos y proveedores. Creemos en el talento local y apostamos por formar equipos sólidos y comprometidos.
La mayor parte de la producción se hace en Indonesia, India y China. En México fabricamos algunas cosas, principalmente en la Ciudad de México, y en ocasiones en Mérida y Cancún.
¿Cómo describirías la esencia de Wayan?
Wayan no es solo una tienda, es una experiencia. Desde la decoración hasta la música, todo está pensado para transportar al cliente a un ambiente especial. La atmósfera de nuestras tiendas es única y es parte de lo que nos ha permitido generar una clientela fiel. Es un espacio donde la gente se siente cómoda, donde encuentra productos que conectan con su estilo de vida.
¿Cómo ha sido la evolución de la marca con el tiempo?
Siempre estamos actualizándonos. Aunque mantenemos nuestra esencia natural y étnica, nos adaptamos a las tendencias. En el noveno año de la marca hicimos una modificación al logo, incorporando una máscara que representa nuestro concepto. Hoy seguimos evolucionando, tanto en diseños como en tecnología. Por ejemplo, estamos fortaleciendo nuestra presencia en línea con una tienda digital y un nuevo software para programas de lealtad y tarjetas de regalo.
¿Quiénes son los principales clientes?
Aunque mucha gente piensa que nuestro público principal son los turistas, en realidad tenemos una gran base de clientes locales en Cancún, Playa del Carmen y hasta en Mérida. La mayor parte de nuestros clientes son adultos entre 30 y 60 años que buscan prendas de calidad y un estilo único. La ropa de dama es lo que más vendemos, aunque también tenemos una buena selección para caballeros.
¿Cuál ha sido la clave de esta consolidación y éxito en estas tres décadas?
La autenticidad. Nos hemos enfocado en ofrecer productos con una identidad propia, combinando la artesanía con un estilo bohemio, natural, con materiales nobles. Queremos que la gente entre a una tienda Wayan y sienta la atmósfera especial que creamos, desde la decoración hasta la música.
Y también algo clave es la experiencia de compra. No es sólo la prenda o el accesorio, sino el sentimiento de pertenecer a algo especial. Nos esforzamos en mantener la calidad, actualizar los diseños sin perder la esencia y ofrecer un servicio cercano y personalizado.
Háblanos del compromiso con la comunidad
Más allá de los negocios, nuestro compromiso con la comunidad es una prioridad. Aunque la pandemia afectó las iniciativas altruistas en las que participábamos, hemos retomado esfuerzos colaborando con Ciudadanos por la Transparencia y tenemos planes de crear una asociación de ayuda. Sin duda, para dar, primero hay que estar fuerte. Pero definitivamente está en nuestra visión participar activamente.
En estos años, ¿cuáles han sido los principales retos que han enfrentado?
Muchos. Wilma nos dejó en ceros, la pandemia fue otro golpe durísimo. Pero si algo hemos aprendido es a adaptarnos y encontrar soluciones.
¿Cuál es el siguiente paso para Wayan?
Queremos seguir creciendo y profesionalizando nuestros procesos para expandirnos a nivel nacional e internacional. La clave ha sido la adaptación constante, mejorar la calidad y mantenernos actualizados con las tendencias. La moda es un negocio dinámico y hay que innovar siempre.
¿Cómo ves el futuro de Cancún y su industria?
Cancún tiene un potencial enorme. A pesar de los retos, el destino sigue atrayendo inversión y creciendo. El mundo puede cambiar, pero aquí en Cancún el mar sigue siendo azul y la arena sigue siendo blanca; tenemos un clima fabuloso y una ciudad hermosa, donde las grandes inversiones no paran. Sin embargo, es cierto que hay muchos retos, sobre todo en movilidad y seguridad, así como la necesidad de un desarrollo urbano ordenado, pero no tengo duda de que la ciudad seguirá evolucionando y creciendo.
Los que llevamos tantos años aquí debemos tener una visión firme, mucho valor y un gran compromiso con nuestra gente y nuestra sociedad. Eso está en nuestro ADN y seguirá guiando nuestro caminar en Wayan.
¡Impresionante historia! ¿Un mensaje final?
El éxito de Wayan se debe a mucho trabajo, disciplina y la pasión por lo que hacemos. Siempre hay que escuchar, aprender y evolucionar.
Wayan es una marca nacida en Cancún que seguramente se expandirá a nivel nacional e internacional. Siempre estamos en constante actualización.