Grupo Editorial Latitud 21 comienza 2017 con una historia de éxito, con una historia de emprendimiento, con una historia empresarial muy peculiar, cuyo nacimiento se da en medio de devastador evento, el huracán Wilma. Sin dudas, un parteaguas para la fundación del grupo del empresario tabasqueño Juan Celso Graniel, y para el Caribe mexicano, en ambos casos, para reinventarse, para renovarse.
Detrás de ese evento, Juan Celso Graniel cocinó una receta que de ningún modo tuvo como ingrediente la resignación. Su visión fue evolutiva, y a fuego lento. Tuvo interés en desarrollar un producto honesto que le derivó en uno de los grupos restauranteros con mayor crecimiento en la zona en los últimos años. De un modesto y pintoresco restaurante de mariscos en Playa del Carmen, Grupo Bovinos cocinó 11 en Quintana Roo, incluyendo dos de tradición que tras deficientes administraciones rescató de la ignominia (Flamingos y El Timón de Cancún).
Sin embargo, la carta de Grupo Bovinos ha ido más allá de la latitud 21. Ha ido a la latitud 25 (Monterrey), a la latitud 17 (Tabasco) y próximamente a la latitud 29 (Texas), con la firma Premium de su portafolio de marcas, Bovino´s, para hablarse de tú por tú con los de símil naturaleza.
Sus inversiones a inyectar en los próximos siete años se cifran alrededor de los casi 40 mdp, pero más allá de cifras Grupo Bovinos tiene una ambiciosa tarea dentro de la aún incipiente industria agropecuaria de Quintana Roo a través de específicos proyectos tendentes a fomentar la sustentabilidad, y desde luego el autoconsumo propio de su cadena de restaurantes. Él, como otros restauranteros y hoteleros, han sumado voluntades para propiciar el desarrollo de otra industria con una posibilidad infinita y como un área de oportunidad. Pues sí, agricultura y turismo están condenados a entenderse y a trabajarse junto con pegado.
Sí, Wilma fue el parteaguas para alzar al vuelo a la visión empresarial de Juan Celso Graniel. Sí, Wilma fue el parteaguas de la industria hotelera de Cancún para renovarse. Sí, Wilma fue el parteaguas para alzar, increíblemente, en horas lo que dejó la fuerza de su devastación. Pero lo que Wilma no ha logrado es ser el parteaguas de las tres instancias de gobierno para renovar un guion de conciencia, de diálogo y de acciones inmediatas para evitar continúe la erosión de las playas del Caribe mexicano. Es un nuevo año, 2017, el Año de Sustentabilidad, lo ha declarado la Organización Mundial del Turismo. Pero sin la sustentabilidad de las playas el Caribe mexicano no tendrá razón de ser, y nuestra historia terminará con “el colorín colorado, el paraíso se habrá acabado”… Así que un deseo que se debe cumplir en 2017 son acciones concretas, inmediatas, para ganar lo perdido, para resguardar lo ganado, y entonces tomar del parteaguas Wilma una responsabilidad honesta del paraíso que tanto nos ha regalado… ¿O acaso 11 años, más otros tantos tras Gilberto, no son ya suficiente espera? En ambos eventos ha reinado la coincidencia que sin más contratiempos que el tiempo, las cloacas burocráticas y la nada inyección de recursos financieros siempre han salido a flote. Ciframos esperanzas en 2017… El año de la sustentabilidad, el año del Caribe mexicano. Un compromiso signado por México en el apartado de Acciones Inmediatas dentro de los acuerdos de la COP 13, en materia de restauración a corto plazo, (Diciembre, Cancún, 2016). Que así sea.
¡Feliz nuevo año!