Me temo que a pesar de todo lo que se lee y se escucha cotidianamente acerca del turismo en México, muy poco saben o muy poco les interesa a nuestros gobiernos este fenómeno, especialmente al gobierno federal.
La asignación de presupuestos, por ejemplo, es totalmente incongruente con la supuesta prioridad que en el discurso se le pretende otorgar a la actividad turística.
El departamento de Migración, como ejemplo, carece de personal suficiente para atender las largas filas de turistas que tenemos en aeropuertos como Cancún, con el consecuente mal servicio, mala imagen y pésima percepción de nuestros visitantes; lo hemos repetido hasta el cansancio en todo tipo de foros y oportunidades, pero parece que simplemente no les interesa. Los delegados hacen su mejor esfuerzo y ponen todo su empeño, pero simplemente no tienen ni presupuesto, ni autonomía para resolver las demandas de los destinos turísticos.
Aduana es un caso similar: insuficiente personal, pocos equipos, lamentable clima laboral, causado por larguísimas horas de trabajo de funcionarios que aunque quieran ya no pueden sonreír.
Policía Federal rebasada por las mismas razones; sabemos de fidedigna fuente que en Quintana Roo se requiere por lo menos el doble del personal actual para poder cubrir eficiente y efectivamente las necesidades de seguridad y vigilancia, pero en los escritorios y despachos de la Ciudad de México esto importa poco, o nada.
Pero no todo es presupuesto o falta de personal, existen también múltiples barreras y obstáculos administrativos, legales o burocráticos que dificultan el desarrollo del turismo. Ejemplos hay muchos, veamos unos cuantos: barreras para las importaciones temporales que hacen tortuosa la organización de convenciones, congresos y exposiciones; leyes confusas y discrecionales, en materia de transporte, favoritismo a sindicatos que impiden la libre competencia; tramitología absurda y complicada tanto para abrir como para operar empresas.
Y si vemos el fenómeno desde el punto de vista legislativo, pues también nos quedan mucho a deber por años los congresistas. No existen estímulos fiscales para el desarrollo de la actividad turística, no existen leyes de fomento ni esquemas que alienten a emprendedores o que faciliten las inversiones para el turismo, por el contrario, abundan las barreras.
Si analizamos a estados o municipios, si bien existe una mayor cercanía y conocimiento de la problemática local, hay también miopía y falta de sensibilidad. Basta ver para ejemplo la absurda, incongruente, insensible y recaudatoria iniciativa reciente del gobernador de Baja California Sur, para imponer un impuesto a los turistas que arriben a los destinos turísticos de esa entidad. Solo por el hecho de ser turistas, de llegar al estado a gastar su dinero y generar empleos se les cobrará un impuesto especial, producto de la creatividad e inteligencia de este gobernador, su equipo y sus aliados los legisladores. Pareciera que el mensaje es que NO queremos más turistas. Ya solo les hace falta colgar un cartel en Los Cabos que diga No trespassing. Si ya con los taxistas, los problemas de transporte y las invasiones a terrenos en ese destino tenían suficiente, pues ahora un nuevo impuesto…
Y qué decir de aquel impuesto local que de manera ilegal, inconstitucional y arbitraria se inventó el genio de Greg Sánchez en Cancún, que denominó impuesto al turismo y que hasta hoy nos obliga a pagar el 10 por ciento sobre todos los pagos y contribuciones municipales, una suerte de anatocismo municipal, que las administraciones subsecuentes se han negado a eliminar toda vez que significa jugosa recaudación. ¿Y dónde está la prioridad del turismo?
Me pregunto dónde está la prioridad y dónde los deseos de competitividad cuando Cozumel sigue siendo una isla secuestrada por el monopolio taxista…
Del Impuesto al Hospedaje, de su aplicación, del manejo de los fideicomisos de Promoción y su transparencia, mejor ni hablamos, eso se lo dejo Al Buen Entendedor…
Sin embargo, a pesar de barreras y obstáculos, a pesar de la miopía, a pesar de que a los gobiernos no les interesa el turismo, a pesar de las leyes absurdas y de la tozudez recaudatoria con ese único propósito, el turismo es una realidad y un éxito en México y muy particularmente en destinos como Cancún, la Riviera Maya, Puerto Vallarta y Los Cabos, entre otros.
El turismo es un éxito y siempre es una buena noticia, porque tenemos empresarios dinámicos, entusiastas y valientes; porque tenemos una hotelería de vanguardia; porque tenemos parques temáticos que son orgullo de México; porque tenemos muy competitivos centros de convenciones Privados, centros comerciales modernos y atractivos y una gastronomía de las mejores del mundo con restaurantes y restauranteros creativos e innovadores. Nos va bien en el turismo, porque México es hermoso; porque tenemos una riqueza paisajística, histórica y cultural inigualables y sin duda también por nuestra afamada Hospitalidad Mexicana. Nos va bien también gracias a las economías del mundo y particularmente a la de Estados Unidos, y no porque los gobernadores vayan a las ferias turísticas. No le debemos a Roberto Borge y sus viajes un solo turista ni un solo vuelo a Cancún.
Si México recibe alrededor de 30 millones de turistas al año, si solo entre Cancún y Riviera Maya reciben más de 10 millones, si Cozumel es el número uno en barcos de crucero, entre otros logros, se pueden imaginar mis ocho lectores cómo nos iría si no hubiera barreras. ¿Cómo nos iría si por el contrario hubiera un poco de fomento al turismo?
Ojalá algún día se enteren que el turismo es la Gran Alternativa de Desarrollo Económico.
Y sin embargo, se mueve
- Al buen entendedor
- Presidente de la AMATUR
- Presidente del centro de atención de salud mental y prevención de adicciones "Vital"
- sgrubiera@acticonsultores.com