En una constante de idas y venidas de temas relacionados con el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), se tensan los acuerdos sobre el futuro inmediato de esta monumental construcción.
De acuerdo a Javier Jimenez Espriú – postulado por AMLO para ocupar la Secretaría de Comunicaciones y Transportes-, el NAIM es viable por su proximidad con la capital, aun cuando solo se tiene el 31% de avance, ya se cuenta con un financiamiento del 75% de inversión total y del faltante se cubriría con los ingresos del Aeropuerto Actual.
En cuanto a temas de sustentabilidad, el NAIM se convertiría en un aeropuerto con una huella de carbono neutra, con los materiales de construcción, el tratamiento de aguas, ahorro de energía, paneles solares y reciclados de desechos; se busca la certificación LEED Platino.
Pero… sí, hay un pero, el costo está por las nubes: en 2014 presupuestaban 169 mil millones, a la fecha, sumando el retraso de casi 4 años en la obra y los costos de mantenimiento, la cifra casi se ha duplicado, ronda los 300 mil millones. Le sumamos en contra el impacto ambiental en la zona, que comprende la transformación del fondo fangoso del Lago Nabor Carrillo, el desabasto de agua potable, el aumento de gases de efecto invernadero, el daño a las aves migratorias de la zona y el efecto conocido como Isla de Calor al cambiar zonas ecológicas por una mega construcción.