Al turismo no se le ha tomado en serio, ni en congruencia con los alcances socioeconómicos –comprobados- que ha generado en México. Primero, como instrumento para contrarrestar el déficit comercial en la balanza de pagos, como medio para el ingreso de las casi dos terceras partes de divisas, equivalente al nueve por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y como eje rector en el desarrollo de entidades y en la generación de fuentes de empleo (2.4 millones).
Y en ese sentido me permito remitirme al caso Cancún. El proyecto Cancún no fue concebido como un proyecto turístico, sino como un proyecto económico que hizo el Banco de México para apoyar el problema de la balanza de pagos que entonces era deficitaria en México. La mejor manera de captar divisas era trayendo turismo, de acuerdo con la recomendación del Banco de México al presidente Gustavo Díaz Ordaz. Y esto ha sido más que evidente. De hecho, Cancún se convirtió en un ejemplo internacional de cómo el turismo puede contribuir a acabar con la pobreza, dar empleo y provocar el desarrollo.
Sin embargo, desde el origen de la Secretaría de Turismo, en 1974, jamás se concretó una política de Estado, una política que trascendiera más allá de un sexenio, como lo han reconocido todos sus titulares. No ha habido un planteamiento serio para conjugar esfuerzos entre los diferentes niveles de gobierno y el sector privado. Ha habido pocos avances en materia de reformas estructurales tendentes a impulsar la industria y a repetir el milagro y el éxito socioeconómico originado por los Centros Integralmente Planeados: Cancún, Los Cabos, Ixtapa, Loreto, Huatulco.
No se ha entendido que la industria turística ha ayudado a amortiguar la desfavorable escena económica en muchos capítulos de la historia de México. Tampoco ha habido partidas presupuestales congruentes con la rentabilidad del sector. Y ahora muchas de las propuestas de la reforma hacendaria anunciadas parecen desalentar aún más a la industria.
Ante este panorama, sin embargo, hay optimismo, pues el tema del turismo como prioridad nacional está anotado en la agenda del presidente de México, Enrique Peña Nieto. También alentadora ha sido la designación de Claudia Ruiz Massieu como titular de la Sectur: sabe del cabildeo para involucrar a otras secretarías elementales en el juego turístico, y tiene el peso para hablarse al tú por tú con los jugadores económicos. Hoy el turismo está en su cancha para trascender más allá de otro sexenio…
[editor]mariana-orea[/editor]