- Eduardo Albor
- ealbor@latitud21.com.mx
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El pasado 11 de septiembre se cumplieron 20 años del atentado terrorista en Nueva York, en las entonces conocidas como Torres Gemelas. Para los que tenemos al menos 30 años, recordamos ese día y dónde estábamos cuando supimos de la noticia. Yo en lo particular, me encontraba desde temprano en la oficina, cuando me enteré a las 8:30 a.m., pues esa mañana salía precisamente en un vuelo a Nueva York. Recuerdo cuando me llamó mi mujer -que estaba en una junta en la escuela de mis hijas-, para preguntarme si ya sabía de lo ocurrido en Nueva York, preocupada, pues sabía que horas después volaba a esa ciudad, vuelo que por supuesto no se hizo, pues por primera vez en la historia de la aviación, se cerraron todos los aeropuertos de Estados Unidos y se restringieron los vuelos en el espacio aéreo de ese país.
El recuerdo de lo ocurrido ese día nos lleva a reflexionar de lo que es capaz el ser humano y cómo el dolor y la tragedia pueden unir a toda una nación y a muchas naciones inclusive, para ayudar a los damnificados y más indefensos. Cuántas escenas siguieron a dicha tragedia, donde presenciamos actos de heroísmo en el proceso de rescate de gente que quedó bajo los escombros de un edificio de 110 pisos que colapsó en unos cuantos segundos. Y también nos lleva a reflexionar que el odio, el rencor y la venganza no sólo no alivian a quien los procura, sino que los convierte en víctimas y sacan lo más bajo de nuestra esencia humana.
A la tragedia del 9/11 siguieron otras, como la guerra en Afganistán y en Irak, en un mundo polarizado por creencias e intereses que sólo hacen dividirnos y desgastarnos. Es una lástima ver que tenemos que vivir una tragedia para unirnos, por la sencilla razón de que necesitamos el uno del otro para salir de esa tragedia y, una vez fuera y en prosperidad, nos separamos para quitarle al otro lo que tiene, hasta de nuevo vivir una tragedia que nos una.
Haciendo una parodia de lo anterior y en el aniversario 200 del nacimiento de una nación que celebramos el pasado 27 de septiembre, veo hoy más que nunca a un México dividido en varios Méxicos: El México de los conservadores, el México de los adversarios, el México de los fifís, el México de los ninis, el México de los pobres, el México de los ricos, el México de la prensa chayotera, el México de las clases sociales, el México de mexicanos contra mexicanos. El México de un mexicano que busca dividir para vencer. Hoy, más que nunca, necesitamos unidad, necesitamos un líder que nos una y realice su papel de presidente de TODOS los mexicanos, un presidente sin adversarios, un presidente que nos una en la adversidad, pero también en la prosperidad. Y si no es él, pues seremos cada uno de nosotros, porque nuestro honor y nuestro amor por México es más grande que el rencor del más miserable. Viva México y vivan todos los mexicanos, unidos por esta tierra que nos vio nacer y que nos verá vivir cada día y morir por ella y por todos los que en ella nacieron. Celebremos el nacimiento de esta gran nación y luchemos por su unidad siempre, en la tragedia, pero sobre todo, en la prosperidad. Porque el mal busca dividir para vencer, pero unidos, el bien siempre vence al mal.
- Carta del Presidente
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