En julio compartí con ustedes un análisis sobre el futuro de nuestro continente, tomando en cuenta los resultados de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, evento que reunió a representantes de la región y en donde el gobierno de Joe Biden trató de revivir un mecanismo que había estado dormido por años y que en éste 2022 se convirtió en la plataforma perfecta para retomar el debate sobre los grandes retos que nos presenta el Hemisferio Occidental. Desde la Cumbre han pasado sucesos interesantes en América Latina –la llegada de Gustavo Petro en Colombia, la revocación a la nueva Constitución en Chile promovida por el presidente Boric, el intento de atentando en contra de la vicepresidenta Kirchner en Argentina, la caída del trumpista Mauricio Claver como presidente del BID y el muy probable regreso de Lula como presidente de Brasil-; creo que es un buen momento para hacer un nuevo corte de caja y un ejercicio de prospectiva sobre el futuro de la relaciones continentales y sobre todo dónde debiera jugar México.
Nuestra región enfrenta estragos continuos causados por el Covid-19. Fuimos de los más afectados no solo desde el punto de vista de salud pública, sino también, los efectos devastadores de nuestras economías, falta de empleo, cierres y despidos masivos e inflación alta, que en la mayoría de los casos alcanza los dos dígitos.
El segundo gran reto es la gobernabilidad. Estamos viendo fenómenos interesantísimos. Empiezo por Colombia. Gustavo Petro, un exguerrillero, exalcalde y político de izquierda cimbró al status quo con su arribo a la Casa del Nariño, la casa presidencial de Colombia. Petro ha prometido acabar con el pasado neoliberal y busca un replanteamiento total en la lucha contra el narcotráfico y en su relación con Estados Unidos. Busca ser un líder de la izquierda latinoamericana y para eso aprovechó su más reciente viaje a NY durante la apertura del periodo de sesiones de Naciones Unidas para reunirse con varios jefes de estados y asociaciones de negocios. Pero tiene un país muy dividido y un Congreso que no lo dejará hacer los cambios que plantea así de fácil.
El caso de Chile es también interesante. El joven presidente Boric, exlíder estudiantil de 36 años, acaba de sufrir un duro revés después de que los chilenos votaron en contra de una nueva Constitución sumamente liberal, que a final del día fue desafiada no sólo por el status quo que logró vencer en las pasadas elecciones, sino por muchos grupos que lo apoyaron para llegar a la Presidencia. Boric es astuto, tendrá que mostrar tenacidad para promover una renovada discusión en torno a una nueva Constitución.
El tercer reto es el futuro mismo. La elección en Brasil este mes será clave, ya que es muy probable el retorno del antaño líder de izquierda y presidente dos veces, Luis Inacio Lula da Silva. Lula es un gigante para muchos y alguien que pudiera llegar a colocar el último eslabón para ver una izquierda consolidada en América Latina. Algunos seguimos alertando sobre el costo del populismo rampante que alimenta a las bases pero que deja de atender los grandes retos socioeconómicos y políticos que enfrentamos como región. México tiene un importante rol que jugar en toda esta ecuación. Nuestra realidad está en el norte con Estados Unidos y Canadá, pero seguiremos siendo el gran puente que puede unir el desarrollo hacia el sur. Ahí debiera jugar nuestro país.
- Reporte Washington
- CEO de Global Nexus
- Analista y Consultor Internacional
- X:@rubenolmosr