Inicia 2018 y seguramente muchos de nosotros hemos pensado y repensado más de una vez nuestros propósitos para este nuevo año, y es que esta siempre es una buena época para considerar cambiar nuestros hábitos y mejorar la forma en que nos conducimos en nuestras acciones.
Reflexionamos aquello que hemos hecho bien, aquello que ha funcionado, aquello que debemos seguir haciendo, que nos llena de satisfacciones, pero también miramos hacia atrás y debemos evaluar aquellas cosas que no hemos hecho bien y los retos que tenemos por delante.
Y uno de ellos, como sector turístico, es el cuidado y protección de nuestros arrecifes. El Reporte de Salud del Arrecife Mesoamericano, producido por la organización Haelthy Reefs for Healthy People en 2015 (y cuyo nuevo informe verá la luz en este mes de enero 2018), nos da una realidad escalofriante: alrededor del 75% de los arrecifes de coral de nuestras costas se encuentran en condiciones de malas a regulares.
Y a pesar de que México ha hecho su tarea de proteger estos ecosistemas, a través de los decretos de Áreas Naturales Protegidas (incluyendo la Reserva de la Biosfera del Caribe Mexicano), y eso asegura en parte su conservación a mediano y largo plazo, la realidad es que nuestros arrecifes, que son clave en la regulación costera, la protección contra tormentas, la captura de carbono y el desarrollo de especies que posteriormente servirán para la pesca comercial, entre otros, requieren una intervención urgente, si es que queremos mantenerlos por muchos años más y seguir recibiendo sus beneficios.
Hace unos meses participé en una reunión (el Foro Latinoamericano de Inversión de Impacto) donde escuché decir que la sustentabilidad en el mundo estaba ya pasada de moda como concepto; es decir, que las grandes empresas y destinos competitivos ven esto no como un valor agregado, sino como un must que hay que tener. Y los expositores decían que las empresas y destinos que quisieran liderar el mundo en el futuro deberían trabajar en temas de restauración de ecosistemas, porque muchos de los daños a los mismos ya estaban hechos y era tiempo de devolver a estos un poco de lo mucho que nos han dado.
Por ello, este 2018, que además se celebra a nivel mundial como el ‘Año Internacional de los Arrecifes de Coral’, mi propósito es que en Quintana Roo y su sector turístico logremos trabajar juntos por la restauración de los arrecifes de coral y los ecosistemas que los sustentan.
¿Se imaginan que pudiéramos presumir, al cierre de 2018, que hemos logrado mejorar, en conjunto, las condiciones de uno de los ecosistemas más importantes y bellos del planeta, y del cual somos guardianes?
¿Complejo? No. Metodologías y herramientas para hacerlo existen y ya se ha hecho en otros sitios del mundo. ¿Posible? Claro, solo hace falta voluntad, unir esfuerzos, lograr compromisos reales y comunicar adecuadamente las expectativas y resultados.
Espero que este propósito, que pongo sobre estas líneas, podamos hacerlo realidad juntos.
Que tengan un excelente 2018.