Hemos dicho en muy diversas ocasiones en este y otros espacios que aún nos falta mucho para ser competitivos turísticamente.
Si bien es verdad que tuvimos buenos números al cierre de 2013 y que nuestros destinos turísticos en el Caribe mexicano son líderes en recepción de turistas en todo México y América Latina, también es cierto que México en general tiene aún muchos retos que afrontar como destino de clase mundial y una amplia gama de oportunidades que aprovechar.
Hemos dicho también y es trillado ya el hecho de que México tiene demasía de recursos naturales, atractivos turísticos, historia y cultura para compartir, así como infraestructura que le permite competir en las grandes ligas del turismo mundial; sin embargo, hemos descendido en el ranking internacional en cuanto a llegada de turistas, y lo más importante es que no estamos entre los primeros en cuanto a niveles de gasto y derrama de nuestros visitantes, porque en cierta manera no somos lo competitivos que podríamos y deberíamos ser.
Dos asignaturas saltan a la vista claramente, y así lo confirman muy diversos análisis: por una parte una mayor competencia internacional, cada día más agresiva y competitiva, y, por otra, la ausencia de políticas públicas adecuadas.
En cuanto a la competencia, digamos que debemos reconocer el surgimiento de destinos como Malasia que ha reportado un crecimiento del 140 por ciento en la última década, así como China que sigue creciendo de manera galopante cada año y por supuesto destinos como India o Brasil.
La competencia, como hemos apuntado en alguna ocasión y así lo manifiesto en diversas presentaciones, no solo es regional sino global y los viajeros del mundo se decantan por ofertas exóticas, sublimes y vanguardistas en todo el mundo. Para los destinos del Caribe la competencia la representan no solo 75 islas de la región y barcos de crucero, sino cientos de sofisticados destinos de sol y playa en todo el mundo, y para los destinos culturales de ciudad y patrimonio histórico el reto es aún mayor frente a cientos y miles de estrategias vanguardistas que se despliegan por todo el orbe.
Cotidianamente vemos sofisticadas ofertas en Internet acompañadas de imágenes imperdibles, de alojamientos de ensueño, gastronomía exquisita y ofertas cada vez más acabadas, más sorprendentes e irresistibles.
No estamos solos en el mundo y no basta con buenas ofertas en precio, la creatividad y la imaginación en el desarrollo de productos turísticos de vanguardia es condición sine qua non para lograr colocarnos en la góndola de las preferencias de viajeros cada vez más exigentes.
Es claro que podemos seguir apostando por el turismo masivo y el viajero conformista de escasos recursos, pero México podría atraer a los más exigentes y extravagantes viajeros del mundo si somos capaces de enriquecer, sublimar, el producto, lo que implica la visión conjunta del sector público y privado.
La competencia global es un reto que no se puede perder de vista pensando solo en las cifras alegres y haciendo las cosas de siempre; si queremos un turismo diferente tenemos que hacer cosas diferentes. Hay quien ya lo hace, pero falta mucho en todo el país.
En lo que se refiere a las políticas públicas, pareciera que no se han tomado mucho en cuenta las tendencias en materia de impacto y planeación urbana.
Hace tiempo que venimos diciendo, consultores, académicos y analistas del turismo en todo el mundo, que hay una tendencia creciente de paseantes que valoran cada vez más la sustentabilidad, que viajan con mayor frecuencia pero por periodos más cortos en el afán de conocer más países y regiones del mundo.
Esta tendencia creciente obliga a los destinos y sus gestores a desarrollar políticas públicas más adecuadas en términos de la planificación urbana de las ciudades y de todo el destino, no únicamente de las llamadas zonas hoteleras.
Otro dato relevante a considerar es la tendencia digital. El uso de herramientas digitales es una consideración fundamental en la nueva era de los destinos turísticos; sin embargo, se sigue invirtiendo mucho en marketing y promoción tradicional y muy poco en las nuevas estrategias electrónicas que son ya de uso común para cualquier mortal.
Los destinos van adecuando poco a poco sus estrategias de promoción, incorporando redes sociales y tecnología digital, pero los usuarios y los viajeros del mundo en consecuencia van a una velocidad increíble que no es congruente con lo que hacen los destinos. Las empresas turísticas sí van invirtiendo y se van adaptando a la tecnología, pero no los destinos y sus oficinas de promoción en lo general.
Hoy para los turistas lo que cuenta es la percepción que tienen del destino y sus atractivos, y va perdiendo relevancia la imagen oficial del mismo, eso cada vez cuenta menos. Los viajeros jóvenes por ejemplo no viajan por la marca institucional del destino, ni por la promoción oficial del ente de turismo local, sino por la aventura, los atractivos reales in situ y por la experiencia contada por otros viajeros en las redes sociales.
Habría que preguntar a todos los jóvenes que asisten a alocados festivales de música en sitios como Playa del Carmen o Tulum si acuden por la promoción institucional o por la experiencia sublime contada por otros; por la magia de la experiencia local, más que por las ofertas y paquetes que afanosamente diseñan los mercadólogos y vendedores. El producto, la experiencia y las redes sociales hoy le ganan a la promoción oficial.
Así que mientras no se resuelvan estas y muchas cosas y las secretarías de Turismo sigan siendo solo interlocutores de medio nivel sin presupuesto y sin prerrogativas, estaremos muy lejos aún de estar entre los destinos turísticos de clase mundial como se pretende.
Hagamos bien la tarea…