Capitulo XVIII • Historia

por ahernandez@latitud21.com.mx

 

Para tener una visión global, es fundamental conocer y comprender un poco de la historia del ser humano. Durante milenios, el ser humano evolucionó como un primate y como tal sobrevivía o se alimentaba de los frutos de la naturaleza que encontraba en su camino nómada, pues, como cualquier animal, se movía por sus instintos y emigraba conforme sus necesidades alimentarias y su reacción ante los depredadores de su especie. Su relación con la naturaleza era inmediata, automática e instintiva y, como cualquier clan de primates, tenía sus reglas de sobrevivencia establecidas.

En su evolución, el Homo sapiens sapiens, o sea el hombre ya estructurado como el actual, hace dos grandes descubrimientos, en fechas no precisadas totalmente (quizá entre 500 mil y 50 000 años a. C): el fuego y las herramientas para auxiliarse en su lucha de sobrevivencia.

Posteriormente descubre la agricultura, hecho de enorme trascendencia, pues le permite ya no tener que estar emigrando constantemente, ya que puede producir y almacenar, y, gracias a ello, fundar asentamientos permanentes.

Luego, debido a esa forma de vida, empieza a escribir y a contar, a medir la tierra y a distribuir el agua. Por eso mismo es a las orillas de los ríos Tigris, Éufrates, Nilo, Indo, etc., donde se empiezan a formar las primeras ciudades.

Las ciudades han sido el gran paso para la humanización de la especie. Mientras fuera un trashumante que competía con otros animales para sobrevivir, no podría evolucionar. La agricultura le permitió asentarse y progresar; posteriormente, por medio de la escritura pudo narrar y comunicar sus relaciones interpersonales. Es el nacimiento de la historia. El ser humano y el lenguaje escrito establecen la conciencia del pasado en la humanidad. Se considera que hace 15 000 años se inició este proceso de lo humano.

Por siglos y milenios, la humanidad se fue desarrollando y los países se basaban en su capacidad productiva de la tierra, su riqueza, su bienestar, sus ejércitos, sus gobiernos. Todo estaba basado en la capacidad del pueblo para hacer producir la tierra, lo cual se lograba por medios naturales, pues en esas épocas no había ni semillas especializadas, ni fertilizantes. Es claro que ya practicaban la selección para mejorar las especies. También fueron descubriendo diversos procesos de cultivo y sobre todo de riego. Ya fertilizaban la tierra con sustancias naturales, como el estiércol de los animales, a los cuales también empezaron a domesticar masivamente. Se formaban imperios que se expandían en mayor o menor grado, dependiendo de su capacidad de producir alimentos, de hacer producir a sus conquistados y de la fuerza y organización de sus ejércitos.

Esas sociedades patriarcales y agrícolas, aunque con una actividad artesanal y tecnológica creciente, perduraron prácticamente hasta el siglo XV d. C., en que se inició el Renacimiento. Ya en el año 500 a. C. había surgido ese pueblo fantástico que fueron los griegos, con toda su carga de filosofía e inteligencia, y después también floreció ese otro imperio impresionante de los romanos, con su dominio de la racionalidad, el derecho y la fuerza organizada. La invasión de los bárbaros a Europa en el 500 d. C. sumió a Occidente en el Medioevo, época oscura y dividida, y aunque la cultura siguió floreciendo en el Islam, en China y en la India, no fue sino con el Renacimiento que Occidente se reincorporó a su proceso civilizatorio y de desarrollo.

Pero el cambio más dramático en lo que concierne a ecología y espiritualidad se da con tres revoluciones: la industrial, la tecnológica y la cibernética, hace respectivamente 200, 100 y 50 años. La revolución tecnológica y el desarrollo de la medicina provocan lo que llamamos explosión demográfica y en 100 años pasamos de 1 000 millones a 6000 millones de habitantes. Con estas revoluciones, desde el Renacimiento a la fecha, se transforma totalmente la sociedad patriarcal y agrícola, para convertirse en una sociedad tecnócrata y materialista.

Es una inmensa explosión, maravillosa y peligrosa, a la vez, un big bang de la inteligencia humana que se lanza en 500 años al descubrimiento de un universo infinito y de posibilidades indescriptibles.

Pero ¿en dónde quedó esa relación entre el hombre y la naturaleza? En Estados Unidos, por ejemplo, 70% de la población en 1900 era rural y productora del campo.

Cambió la situación a tal grado que hoy sólo el 2% trabaja la tierra, produce alimentos para 260 millones de habitantes y tiene además una enorme capacidad de exportar. El cambio se dio en forma dramática; en tres generaciones todo se volvió diferente.

El medio ambiente ha quedado relegado, dividido, como un campo para los especialistas. Nadie prácticamente trabaja el campo, nadie se familiariza con la naturaleza, los ciclos productivos nos son desconocidos, hacemos lo mismo las cuatro estaciones del año, actuamos como si nuestra sobrevivencia no dependiera de un mundo natural sino artificial, no sabemos cómo se produce lo que consumimos, pero seguimos siendo consumidores de los productos de la tierra. Esa sigue siendo la base de nuestra sobrevivencia. Si lo perdemos de vista, si rompemos sus ciclos productivos, seremos culpables de los desastres que nos acarree nuestra ignorancia.

Notas al margen 

Historia. Hechos o manifestaciones de la actividad humana de cualquier clase. La antropología, la arqueología y la historia narran los hechos de la evolución del hombre desde que es hombre.

Instinto. Estímulo interior que determina a los animales a una acción dirigida a su conservación o reproducción.

Impulso o movimiento del espíritu santo, hablando de inspiraciones sobrenaturales.

Marcos Constandse Madrazo
Ingeniero de profesión, Marcos Constandse Madrazo, además de ser uno de los pioneros en el Caribe Mexicano e impulsor de conceptos únicos para la atracción del turismo, es un escritor que comparte su filosofía de vida, fragmentos de la historia y crecimiento de este destino. Una de sus obras es “Ecología y Espiritualidad”, en la que aporta su interesante visión y propuestas para avanzar en el desarrollo económico de la región, privilegiando acciones que moderen y regulen el consumo, para reducir la huella ecológica, a fin de preservar lo más valioso de la humanidad y que está bajo profunda amenaza: el medio ambiente. Hoy más que nunca este tema cobra relevancia, por lo que en cada edición de Latitud 21 incluiremos fragmentos de esta publicación. Búscalo completo en nuestra web: www.l21.mx.