Capítulo XXXIV • Errores ecologistas

por ahernandez@latitud21.com.mx

 

 

Como hemos visto en los capítulos anteriores, para el año 2050 habrá 10 mil millones de habitantes en el planeta, y como los combustibles fósiles, que aportan hoy el 92% de la energía mundial, tienden a agotarse no nos queda más que buscar nuevas fuentes energéticas, o bien, aceptar un holocausto inimaginable de miles de millones de seres humanos: NO HAY OTRA ALTERNATIVA. Es por ello importante identificar los errores ecologistas y no seguir cometiéndolos. Los siete principales son los siguientes:

1.       La fuente de energía artificial más limpia, desde el punto de vista de producción, son las plantas geotérmicas e hidroeléctricas en sus diversas modalidades. Hoy los ecologistas de primera generación se enfrentan apasionadamente a cada posibilidad de hacer una represa, tanto con fines hidroeléctricos como de riego. Es cierto que las represas destruyen la ecología de su lago y alteran el medio ambiente; sin embargo, para que su análisis sea válido, la visión ecologista debe ser de mediano y largo plazo, pues de otra forma, el precio ecológico puede ser desastroso. Las plantas hidroeléctricas son baratas y limpias, y sus costos de operación son de los más bajos. Las  represas tienen una larga vida y son muy eficientes, además de que también ayudan a la agricultura y tienen otros fines en la mayoría de los casos. Cada caso debe ser profundamente analizado y no rechazado por principio, pues esas actitudes pueden acarrear precios futuros incalculables.

2.         Se ha generalizado el temor por las plantas atómicas que, salvo por sus desperdicios y    riesgos,   son limpias. Como la industria generadora de energía atómica está en declive y desanimada por tantas presiones, ha dejado de formar tecnología moderna e informar a los consumidores de los verdaderos riesgos.

Por otro lado, por acuerdos injustos, la tecnología atómica de punta se ha vuelto exclusiva de los países desarrollados; los demás países tienen que pagar la tecnología obsoleta a precios exorbitantes. La energía atómica es la única que puede garantizar precios a largo plazo. Tiene sus riesgos y debemos ser cautelosos, pero nada será más dramático que la falta de energía para movilizar poblaciones inmensas. Podremos perecer por contaminación radioactiva, pero también por sobrecalentamiento del planeta y, sobre todo, de hambre y miseria.

3.-     La única forma de generar energía sin levantar, hasta ahora, oleadas de protestas es, sin  embargo, la más contaminante: la termoeléctrica. Para producir energía consume carbón, petróleo o gas, cuyas emisiones a la atmósfera son extremadamente contaminantes. Pero a las termoeléctricas nadie las critica, por lo tanto, son las que están prevaleciendo, aunque su construcción, operación y mantenimiento sean caros. Además, como estas plantas consumen millones de barriles de petróleo diario, aceleran el agotamiento de las reservas mundiales de este combustible. Pero no hay alternativa y por eso se están construyendo a un ritmo vertiginoso.

4.      Los ecologistas de primera generación -que no entienden de razones, ni de economía, pues actúan por miedo-hoy presionan para que se implementen lo que llaman fuentes alternativas, como la energía solar y la del viento (eólica). Claro está, aparentemente son magníficas, pues aprovechan energías potenciales. Sin embargo, hasta hoy no se ha producido por esos métodos energía a gran escala, simplemente porque no es costeable. Eso quiere decir que si la producimos masivamente, el mundo tendría que pagarla más caro y todos, aun los más pobres, nos empobreceríamos más.

5.      Los ecologistas no se dan cuenta de que no se debe atacar la producción, sino los consumos excedentes y los desperdicios. Esto no sólo no lo perciben los ecologistas, tampoco los consumidores en general, porque nadie tiene la conciencia ecológica suficientemente arraigada como para empezar a hacer un esfuerzo personal en el consumo energético, que afecta toda nuestra vida cotidiana.

6.        El precio del petróleo se mantiene artificialmente bajo porque no se basa en consideraciones económicas sino políticas y porque no se le carga el costo ecológico. Ambas medidas son equivocadas. De esa forma hay una permanente negociación de precios que tiende a mantener una economía estándar, pero que estimula el consumo del petróleo e inhibe la inversión en el estudio de nuevas fuentes energéticas, incluyendo la atómica. Mientras los interesados en la ecología no nos demos cuenta de la complejidad del tema, de sus implicaciones económicas y sociales, derrocharemos una enorme energía peleando por causas perdidas.

7.    Los ecologistas de la primera generación toman banderas locales y equivocadas, pues para disimular su temor y satisfacer su ego luchan contra todo concepto de desarrollo indiscriminadamente, sin darse cuenta de que sin desarrollo no hay fuentes de trabajo, y sin trabajo no hay dignidad humana y crece la devastación ecológica. Por ejemplo, luchan contra la industria hotelera, porque desmonta, sin importarles que no contamina; con esta actitud lo único que consiguen es entorpecer la creación de fuentes de trabajo y de bienestar social. Pelear contra el desarrollo nada más por consigna es negar la realidad de que el mundo requiere generar empleo y riqueza para las naciones. En la pobreza, la miseria y el hambre, sólo se generan círculos viciosos de devastación ecológica y moral.

La realidad económica no es generada por nadie en particular. Somos procesadores, productores y consumidores de energía por «naturaleza», y debemos hacerlo correctamente porque la razón y nuestros valores (dictados por el espíritu humano y expresado en la evolución) nos lo indican; el temor que proviene del instinto de sobrevivencia es una emoción primaria y como tal la debemos superar con la razón y la conciencia de la realidad.

Requerimos una visión global que nos permita actuar no sólo con honestidad sino con congruencia. Para eso tenemos que desarrollar una conciencia universal, que se expresa con la verdad, la belleza y la justicia.

Nota al margen

Planta geotérmica. Planta que genera energía, utilizando la presión de vapor generada en fuentes de calor de la tierra.