Psicólogo
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El desarrollo humano es un enfoque que busca ampliar y potenciar las capacidades y libertades de las personas para que puedan vivir mucho mejor. Se centra en el crecimiento integral de las personas, no solo en el progreso económico, sino en la capacidad de elegir, participar y prosperar consigo mismo.
Es la vida quien te da la oportunidad de escribir, corregir y mejorar tu historia todos los días.
Vamos a potenciar las habilidades, recursos y oportunidades que permiten a una persona realizar elecciones que considera valiosas (por ejemplo, acceder a educación, salud, empleo digno, participación cívica, seguridad, vivienda adecuada).
Trabajaremos en el grado de libertad real que una persona tiene para tomar decisiones sobre su propia vida, en lugar de verse limitada por circunstancias externas e impactos de su historia que quizás incluso él no recuerde pero que están en su inconsciente y eso detiene su crecimiento.
– En lugar de mirar únicamente la riqueza generada (hay personas que han logrado dinero, pero no su plenitud) se evalúa cómo ese crecimiento se traduce en:
– Educación y aprendizaje continuo.
– Salud y bienestar físico y mental.
– Participación y agenda social (poder tomar decisiones, influir en comunidades).
– Seguridad y protección social.
– Oportunidades para la movilidad y la realización personal.
¿Por qué es relevante?
Porque indudablemente existe o se genera más productividad sostenible, trabajadores con buena salud, habilidades actualizadas y propósito en su labor suelen rendir más y con mayor compromiso.
Innovación: al promover el aprendizaje a lo largo de la vida, las organizaciones se mantienen competitivas en entornos cambiantes.
Retención y talento: invertir en desarrollo humano reduce rotación, aumenta la satisfacción y fortalece la marca empleadora.
Reputación y responsabilidad social: las instituciones que priorizan el desarrollo humano demuestran compromiso con el bien común, lo que mejora la confianza de clientes, socios y sus comunidades.
Equidad y diversidad: oportunidades equitativas de desarrollo reducen brechas de género, origen y nivel socioeconómico.
Participación y ciudadanía corporativa: colaboradores potenciados aportan ideas, participan en decisiones y fortalecen la productividad.
Clima organizacional positivo: entornos que favorecen el aprendizaje y el cuidado mutuo reducen conflictos y fortalecen la cohesión.
Salud y bienestar: Programas de salud ocupacional, manejo del estrés, ergonomía y apoyo a salud mental.
Políticas de equilibrio entre vida laboral y personal (flexibilidad, permisos, descanso adecuado).
Las empresas se miden por el valor de su herramienta humana… Hagamos que esa herramienta sea la mejor.
EmpléateDavid Asencio
Psicólogo
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La influencia es una chispa que puede encender una llama de cambio y forjar una gran hoguera. Por eso digo que no todos los días se nos presenta la posibilidad de tocar una vida, de abrir una puerta hacia un sueño, de despertar una confianza adormecida. Y cuando esa posibilidad llega, debe llegar con una promesa: la promesa de servir, de elevar, de hacer del mundo un lugar más justo y más humano.
En mi caso solo tengo la intención de que al convivir con una persona quiero que sea agradable y positivo… una necedad o simpleza que provoque una risa, un chiste que logre la carcajada.
Pero influir no debe ser manipular; es acompañar. Es reconocer que cada palabra, cada ejemplo, cada acto digno tiene el poder de sembrar algo que florezca en el tiempo.
Impulsar a otros no significa convertirlos en copias de nosotros mismos, (eso debería ser un delito) a las personas debemos darles el impulso y las herramientas para que descubran su propio camino, pero sobre todo para que tomen conciencia de su existir.
Influir con ética es sostener con honestidad la mirada de quien confía en nosotros, es decir la verdad con humildad y permitir que la verdad de los demás también encuentre su espacio.
Nuestra verdad ni siquiera debe incomodar la verdad del de enfrente.
La verdadera influencia nace del servicio desinteresado: de interesarse por el bienestar ajeno, de escuchar con paciencia, de celebrar los avances de quienes nos rodean y, cuando sea necesario, señalar con cariño el rumbo que se puede mejorar. (Y esto, si la persona así lo desea).
Es asumir la responsabilidad de nuestras palabras y acciones, porque sabemos que cada decisión tiene consecuencias, visibles o invisibles, un impacto que atraviesa tiempos y generaciones.
Quien influye con integridad entiende que no está por encima, sino entre. Entre ideas y emociones, entre dudas y certezas, entre el miedo y la valentía. Y en ese “entre” nace la grandeza: la capacidad de guiar sin dominar, de alentar sin imponer, de construir puentes donde antes había muros.
Que nuestra influencia sea una brújula que apunte hacia la verdad, la empatía y el respeto. Que cada gesto, por pequeño que parezca, contenga la semilla de un futuro más pleno para alguien más. Porque cuando elegimos influir con propósito, también elegimos vivir con propósito: ser ejemplo, mentor, compañero, aliado.
Hoy, asume la responsabilidad con orgullo humilde: reconoce el poder que tienes, cuida de él, y úsalo para inspirar a otros a descubrir su propio poder. Si cada uno de nosotros decide influir con integridad, el cambio deja de parecer imposible y se convierte en una nueva realidad que construimos juntos.
Antes de influir en los demás deseo influir en mi persona para ser mejor que ayer… y hacer de esto una disciplina diaria.
El mejor trabajo que puedes hacer es el trabajo que haces contigo mismo”, es una frase que traigo tatuada en el alma… En un mundo lleno de responsabilidades y distracciones, el verdadero progreso nace de la disciplina interior.
1. Autoconocimiento: el primer paso
Identifica tus valores: ¿Qué es lo que realmente importa? La claridad valora.
Define tus metas: Específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con tiempo (SMART).
Reconoce tus límites: Aceptar debilidades permite planificar mejoras realistas. Este paso es de extrema importancia hazlo con valentía.
¿Qué hábitos te acercan a tus objetivos y cuáles te alejan?
¿Qué te gustaría hacer, pero tienes miedo de intentar?
2. Disciplina y hábitos: construir desde adentro
Rutina diaria: Empieza con 15–30 minutos de acción enfocada.
Rituales de inicio y cierre: Señales claras que marcan el comienzo y el fin del trabajo personal.
Registro de progreso: Anotar logros y obstáculos facilita el aprendizaje.
Hábitos recomendados
Lectura diaria (15–30 minutos)
Ejercicio físico 3–4 veces por semana
Aprender una habilidad nueva (idioma, programación, arte)
Práctica de gratitud o journaling, pintura, yoga etc se trata de hacer cosas diferentes.
3. Salud mental y emocional
Gestión del estrés: Técnicas de respiración, meditación breve, pausas activas.
Autocompasión: Tratarte con la misma gentileza con la que tratarías a un amigo. ¡Enamórate de ti!
Límites sanos: Saber decir no para proteger tu tiempo y energía.
Consejos prácticos
Haz una “pausa consciente” de 2 minutos ante una presión.
Escribe una carta de perdón: a ti mismo por errores pasados.
Dedica un momento de reflexión diaria sobre lo aprendido.
4. Aprendizaje continuo
Curiosidad como motor: Cuestiona todo. Aprender por curiosidad mantiene la motivación.
Pequeños avances sostenibles: Paso a pasito. El progreso gradual supera a la perfección.
Feedback personal: Evalúa lo aprendido y ajusta el rumbo.
Plan de 28 días
Semana 1: Identidad y metas SMART.
Semana 2: Hábitos de hábito y rutina.
Semana 3: Gestión emocional y límites.
Semana 4: Proyecto de desarrollo personal.
El “trabajo contigo mismo” no es una tarea de un día, sino un compromiso continuo. Cada acción que tomas para mejorar tu bienestar, tus habilidades y tu claridad de propósito es un avance hacia una vida más significativa. Invierte en ti mismo y verás cómo el resto de tus esfuerzos, relaciones y metas se alinean de forma más natural.
Preguntas para empezar hoy
¿Qué valor esencial quieres que guíe tus acciones este mes?
¿Qué hábito simple puedes empezar mañana que tenga un impacto positivo en tu vida?
¿Qué proyecto personal te gustaría completar en los próximos 60 días?
Tú eres el único productor de la mejor película que es tu propia historia…
En el camino hacia tus metas y sueños, la clave no solo está en lo que haces, sino en cómo piensas. La verdadera fuerza reside en tener pensamientos claros, enfocados en objetivos reales y alcanzables. ¡Piensa en grande! Pero antes, detente un momento y observa tus pensamientos. ¿Qué tipo de ideas rondan tu mente? ¿Qué límites te estás colocando sin siquiera darte cuenta?
Existen dos tipos de pensamientos que pueden estar frenando tu avance: los pensamientos limitantes y los pensamientos límites.
Los pensamientos limitantes son esas voces internas que nacen de experiencias pasadas, de heridas o fracasos que te marcaron. Son esas ideas que gritan ¡no puedo! ¡No soy suficiente! ¡Eso es inalcanzable para mí! Y, por más que intentes, esas creencias se convierten en muros invisibles que bloquean tu progreso. Pero recuerda, esas ideas son solo historias que tú mismo te has contado y que puedes reescribir. La verdadera transformación empieza en tu mente.
Por otro lado, están los pensamientos límites relacionados con la cultura, las tradiciones o las creencias sociales que te enseñaron y que, quizás, nunca has cuestionado. Cosas como “nunca podrás salir de esa condición”, “eso no es para ti”, o “eso solo sucede en otros países”. Son fronteras que tú mismo aceptas sin haberlas explorado realmente. Es momento de abrir los ojos y desafiar esas barreras mentales.
Muchas veces, la diferencia entre quienes viven en pobreza y quienes alcanzan la riqueza no está en el dinero, sino en la forma de pensar. Hay quienes, sin tener mucho, se sienten ricos, seguros y abundantes. Piensan en grande, actúan con confianza y se mueven con la convicción de que merecen lo mejor. En cambio, otros, aún con recursos, se sienten pobres, limitados y atrapados en una mentalidad de escasez. La riqueza verdadera comienza en la mente.
Tú tienes el poder de decidir qué pensamientos albergas. La actitud que tomes ante cada situación, cada reto, cada oportunidad, está determinada por tus pensamientos. Si crees que puedes, buscarás maneras. Si crees que no puedes, solo encontrarás excusas.
Así que te desafío hoy a cuestionar tus pensamientos, a detectar esas creencias que te limitan y a reemplazarlas por ideas que te impulsen hacia adelante. Piensa en grande, sueña en grande, actúa en grande. La diferencia entre quienes logran sus sueños y quienes se quedan en el intento está en la fe y en la mentalidad.
Porque recuerda: todo empieza en la mente. Y si puedes cambiar tus pensamientos, puedes cambiar tu vida.
¡Haz de tus pensamientos tus mejores aliados y el universo te abrirá puertas que ni imaginabas!
En mis tiempos bastaba una mirada dura de mi madre o de mi abuela y con eso era suficiente para ponerme quieto…
Jamás se podía participar en conversaciones de adultos.
Jamás se podía no dar los buenos días o las buenas tardes cuando llegas a un lugar y hay personas.
Y era un delito de infierno total si te atrevías a levantarle la mano a tus padres.
En la actualidad, la crianza y la educación de los hijos enfrentan desafíos únicos, marcados por avances tecnológicos, cambios sociales y una mayor diversidad cultural. Sin embargo, uno de los valores fundamentales que sigue siendo esencial en la formación de una persona íntegra es el respeto.
El respeto no sólo implica tratar a los demás con cortesía, sino también entender y valorar las diferencias, escuchar activamente y demostrar empatía. Para enseñarles a los hijos sobre respeto en estos nuevos tiempos, es importante adoptar un enfoque que combine la comunicación efectiva, el ejemplo y la empatía.
Siempre el ejemplo será la mejor forma de enseñar.
Primero, los padres y educadores deben ser modelos a seguir. Los niños aprenden mucho observando cómo los adultos interactúan con el mundo y con las personas a su alrededor.
Mostrar respeto en nuestras acciones diarias, incluso en situaciones difíciles, les enseña que esa actitud es valiosa y necesaria.
¿Cómo le dices que no mienta, si tú lo haces?
Segundo, la comunicación abierta y honesta es clave. Escuchar a los hijos, entender sus pensamientos y sentimientos, y explicarles por qué el respeto es importante, ayuda a que internalicen estos valores. ¡Ten claro que hoy tienen más información que la que tuvimos nosotros!
Es fundamental fomentar un ambiente en el que puedan expresar sus opiniones sin miedo a ser juzgados.
Tercero, en estos tiempos digitales, también es crucial enseñarles sobre el respeto en el uso de las redes sociales y las plataformas virtuales. Respetar la privacidad, ser amables en los comentarios y entender las consecuencias de nuestras palabras en línea son aspectos que debemos abordar desde pequeños. ¡Esto es nuevo hasta para nosotros!
Por último, la empatía y la comprensión son pilares fundamentales. Enseñarles a ponerse en el lugar del otro, a valorar las diferencias culturales y aceptar las distintas opiniones, contribuye a construir una sociedad más respetuosa y tolerante. ¿Qué haces o qué aplicas para que tu hijo aporte y ayude a los demás?
Educar en respeto en los tiempos actuales requiere paciencia, ejemplo y una comunicación sincera. Sólo así lograremos formar niños y niñas que valoren y practiquen el respeto en todos los ámbitos de su vida, creando un mundo más justo y armonioso para todos.
Nos vemos en la próxima.
A veces, la vida nos sorprende con pruebas que parecen imposibles de entender. Nos enfrentamos a momentos difíciles, situaciones que nos duelen y nos dejan confundidos. Es en esos instantes cuando más nos cuesta confiar, cuando sentimos que todo se desmorona y que tal vez no hay un propósito en medio del caos. Aquí ayuda respirar profundo varias veces y tratar de observar sin hacer juicios o análisis, solo dejar que fluya, vivir la experiencia.
Y quiero que sepas que, incluso en esas circunstancias, hay un plan mayor que nuestro entendimiento. Cada prueba, cada dolor, cada dificultad, tienen un significado profundo. Son como semillas que plantamos en nuestro camino, aunque no las veamos crecer en ese momento. Todo lo que nos sucede, por duro que sea, es una oportunidad para aprender, para fortalecernos y para prepararnos para algo mucho mejor que aún está por venir. Y no sé si logre transmitir lo que deseo, pero sé que es así…
Es importante recordar que la vida no nos da nada sin motivo. Todo lo que enfrentamos, por difícil que parezca, nos acerca más a nuestro crecimiento, a nuestra transformación y a nuestra felicidad verdadera. La confianza en ese plan universal es como un refugio en medio de la tormenta. Nos da esperanza, nos llena de valor y nos ayuda a entender que no estamos solos, que cada paso que damos tiene un propósito. Y aquí es importante y un gran ejercicio de valentía poder observarnos y determinar nuestra responsabilidad dentro de lo que nos esta sucediendo.
Como dijo el filósofo Viktor Frankl: “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y nuestro poder de elegir.”
Debemos tener fe en que la vida siempre busca nuestro bien, aunque no siempre podamos verlo en el momento. La paciencia y la confianza son nuestras mejores aliadas. Porque al final, cada experiencia dolorosa, cada dificultad, se convierte en un peldaño que nos lleva hacia algo mucho mejor, hacia la felicidad auténtica y la realización plena.
Ponte en silencio, camina descalzo sobre la hierba, conéctate con la tierra y analiza tus emociones, sácale jugo a eso que estás viviendo y siempre vas a encontrar que la enseñanza está dentro de ti.
Confiemos en ese plan universal. Vamos a creer que todo sucede por una razón y que, incluso en los momentos más oscuros, hay una luz que nos guía. Solo así podremos atravesar las tormentas con esperanza, con amor y con la certeza de que lo mejor aún está por venir. Nunca olvides que el miedo es la carencia de fe.
Y recordemos siempre que las circunstancias de la vida, es la vida quien nos las pone, pero el cómo decidamos vivir esas circunstancias, esa sí es nuestra decisión; se llama libre albedrío.
Mi máxima para 2025 ¡ALTO! Empecemos de nuevo.
