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Revista Latitud 21
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Eduardo Albor

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#LibreDeAbusos

por Latitud21 Redacción 28 febrero, 2018

Quién, que se considere cinéfilo, no está familiarizado con la casa productora de películas THE WEINSTEIN COMPANY. Este estudio cinematográfico fue formado en 2005 por los hermanos Bob y Harvey Weinstein, después de que abandonaran el estudio Miramax Films, que produjo películas como Pulp Fiction (Tiempos violentos), Shakespeare Enamorado,  El Señor de los Anillos, El Aviador, El Discurso del Rey, Django Desencadenado, entre otras.

Harvey Weinstein era, a la industria del cine, lo que Ronaldo en el futbol, toda una celebridad, pero a raíz de las denuncias por abuso sexual que fueron publicadas en el New York Times en el otoño del año pasado, Harvey Weinstein se convirtió en el símbolo del antihéroe moderno. Actrices de la talle de Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie y Ashley Judd, por mencionar algunas, han finalmente dado el paso hacia adelante y denunciado los abusos de los que fueron víctimas por parte de este tipo verdaderamente enfermo, que abusaba de su poder en la industria de Hollywood para someter a muchas mujeres que aspiraban a hacerse un camino en la industria.

Y de ahí se inicia un movimiento en los Estados Unidos #MeToo, para animar a más mujeres a denunciar los abusos con el afán de evitar que se sigan sucediendo más víctimas, no solo en la industria del espectáculo sino en cualquier sitio.

Y #MeToo llegó a México. Hace unos días la actriz Karla Souza denunció haber sido víctima de abuso sexual de un director de películas con quien tuvo que trabajar y, días después, Stephanie Sigman, Paola Núñez y la clavadista olímpica Azul Almazán también revelaron haber sido víctimas de violencia sexual al inicio de su carrera.

No creo que a nadie sorprenda la cloaca que se ha destapado, pero sí sorprende el tiempo que se tardó en destaparla. Finalmente, la sociedad reacciona ante un cáncer que afecta y lastima, no solo por lo que ocurre sino principalmente por ignorar lo que ocurre. Y en medio de esta tormenta, me sorprendió muy favorablemente la noticia que se diera a conocer de que Televisa decidió cortar lazos laborales con Gustavo Loza, director de películas en las que había participado la actriz Karla Souza, tras una investigación preliminar que la llevó a concluir conducta inapropiada de dicho director. “Queremos manifestar nuestra solidaridad con Karla Souza y la mejor disposición para que el proceso de investigación legal surta debidas consecuencias. Televisa no tolerará conductas como la denunciada”.

Un gran ejemplo a seguir la postura de Televisa y la de la industria del espectáculo, de cero tolerancia ante el abuso sexual, que deberá de ser seguido e implementado en todas las industrias y en todas las empresas.

Latitud 21, una revista que promueve y reconoce el liderazgo empresarial en el Caribe mexicano, iniciará un movimiento para impulsar que las empresas implementen mecanismos confiables para evitar este tipo de abusos en sus centros de trabajo, así como facilidades para denunciarlos en caso de que ocurran y, por supuesto, políticas de cero tolerancia. #LibreDeAbusos. En nuestra próxima edición de aniversario, daremos a conocer esta campaña de Latitud 21, como parte de nuestras celebraciones de XV años. Finalmente, ¿no se supone que los XV años es la edad de las ilusiones.

Las prioridades nacionales del Verde

por Latitud21 Redacción 2 enero, 2018

Una hoja. Un pedazo de papel. Eso es todo lo que tenía en mano esa tarde del 15 de diciembre el hombre más influyente de la Cámara Baja, Emilio Gamboa Patrón, senador de la república por el estado de Yucatán y coordinador del grupo parlamentario del PRI en el Senado, traía en mano la agenda con los temas a tratar en la sesión del pleno ese día. Sabía que sería un día muy largo. El más largo de todo el periodo y posiblemente el más tormentoso.

Ese día era el último del periodo ordinario de otoño, que iniciara desde el 1 de septiembre y en agenda temas muy relevantes y polémicos por discutir y por votar: Ley de Seguridad Nacional, Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales y el controversial nombramiento del fiscal general, entre otros. Todas estas, leyes aprobadas ya por la Cámara de origen, el Congreso de la Unión y de gran trascendencia para la vida nacional. Y, por si fuera poco, el capricho del año del propietario del Partido Verde: la modificación al artículo 60.Bis de la Ley General de Vida Silvestre, que busca la extinción de los delfines bajo cuidado humano. Esa misma que en el pasado mes de abril, durante la última semana de sesiones del Congreso, fuera apoyada únicamente por los diputados del PRI como parte de una negociación política, pero rechazada por todos los diputados de los demás partidos.

Al igual que hiciera en la Cámara de Diputados en abril, el Partido Verde pidió se incluyera en la agenda esta impopular propuesta, precisamente el último día de sesiones. Tuvieron 105 días para la discusión y aprobación del artículo 60-bis de la Ley General de Vida Silvestre, que condena a extinción a los mamíferos marinos bajo cuidado humano, al prohibir por completo su reproducción. Una propuesta de ley que condena a todas las hembras de esta especie a vivir bajo control natal secula seculorem. Qué ironías, la Ley General de Vida Silvestre, promoviendo una disposición en contra de la vida, promoviendo la extinción de los delfines bajo cuidado humano. Una ley que busca modificar el curso de la naturaleza en estas especies, al suprimir el ciclo natural de toda especie que es nacer, crecer, reproducirse y morir. Una ley sin pies ni cabeza, como el partido que la propone y como su líder.

Y en el día 105, el último día de sesiones ordinarias de la Cámara Baja, el Partido Verde busca una vez más sorprender a los senadores, al conseguir incluirla en la lista del orden del día (a pesar del mismo senador Emilio Gamboa), junto con otras leyes mucho más importante y trascendentales. Pudiéramos decir que es negligencia el haberla dejado de última hora, pero sabemos que no es el caso. Pudiéramos decir entonces que es casualidad que esta pretendida reforma a la Ley General de Vida Silvestre se vuelva a discutir los últimos días del periodo ordinario de una Cámara, pero no, no es casualidad. No hay casualidad. La realidad es que el coordinador de este grupo parlamentario en el Senado, no hizo más que seguir las instrucciones de su patrón, muy a su pesar, pues sabe bien que el costo político excede de los posibles beneficios en campaña. Y el tiempo se le agota.

La mañana del 15 de diciembre, Emilio Gamboa acepta, no muy convencido y con razón. Sabe, presiente, que esta propuesta causará polémica y habrá de unir a todos los demás grupos parlamentarios en su contra en muy mal momento. Finalmente, será incluida en la agenda. Las sesiones del pleno iniciaron ese día a las 12 del día  y concluyeron, misma hora del día siguiente. 24 horas continuas de sesión. Una agenda larga y agotadora, pero de gran trascendencia nacional, por lo que no se puede tomar a la ligera. Hasta que le llega el momento a la ley extinción de delfines.

Esta ley alegan que tendrá efecto en 50 años, a decir de su promotor, al menos en su objetivo primario que es acabar con estos hermosos animales y los más tres mil empleos directos y otros 12 mil indirectos. Y aquí tienes al Senado de México y a sus integrantes, al menos los del PRI, al servicio de intereses oscuros de un senador con licencia, enemigo de México y de Quintana Roo, discutiendo una disposición con efecto en 50 años.

Y al final, la mano que mece la cuna, esa mano que sostenía un pedazo de papel con la agenda del Senado del 15 de diciembre, esa mano hace una señal y manda a llamar al líder del grupo parlamentario de seis senadores. Casi dos horas de discusión sin convencer. Es momento de terminar con este circo.

“Carlos, se te acabó el tiempo. Retirada decorosa o derrota vergonzosa. Tú escoge, pero el PRI no va a ir en contra de todos los demás partidos por apoyarte”, se escuchó decirle Emilio Gamboa a Carlos Puente. Y ahí va de nuevo este senador del Partido Verde, arrastrando los pies, más por humillación que por cansancio, a anunciar en tribuna una retirada decorosa de la ley extinción. Al menos, él y todos los presentes saben que no fue su idea, por lo que la humillación es más bien a su patrón. Por su cabeza solo pasa cómo explicarle más tarde lo ocurrido, cuando despierte el führer desde su penthouse de cuatro millones de dólares en Cancún. Seguramente  empezar a planear su venganza para ejecutar en la próxima sesión y ultima de esta Legislatura que empieza el 1 de febrero. Pero esa será ya parte de la tercera temporada de esta serie que bien podríamos titular: La pobre muñeca fea. Continuará en 2018.

¿El fin del paraíso?

por Latitud21 Redacción 30 noviembre, 2017

Siempre que digo que vivo en Cancún la gente me dice: “Qué afortunado vivir en un paraíso”. Y en efecto, así me siento, afortunado de vivir en este paraíso que desde hace más de 20 años es mi casa.

Y el estatus de paraíso se lo da no solo lo hermosa que es esta ciudad, sino las oportunidades que ofrece a todo aquel que se aventura a dejar su lugar de origen y venir a trabajar con tesón y honestidad, sabiendo que Cancún paga este esfuerzo con un múltiplo mayor que muchas otras ciudades de México.

Sin embargo, en este momento, nuestro paraíso enfrenta su mayor amenaza.

Y es que me genera una enorme inquietud encontrar en Cancún lo que a cualquier empresario o inversionista asusta más que nada, la anarquía.

Cancún ya no es, desafortunadamente, un sitio donde yo me atrevería a recomendar invertir en este momento. Independientemente de que las regulaciones federales, estatales y municipales pueden ser de por sí un camino más tortuoso que el que llevara Jesús al Gólgota, o el que tuviera que recorrer el pueblo de Israel para encontrar la tierra prometida en el éxodo, cuando te consideras victorioso para llevar a realización tu inversión con todas las de la ley descubres que es insuficiente.

Vemos claros ejemplos con proyectos como Tajamar, donde muchos inversionistas confiaron en Fonatur y Fonatur confió en la ley, pero finalmente un grupo de individuos con intereses oscuros y ajenos al bien común se opusieron sin mayor sustento ni fundamento que la supuesta defensa de un manglar inexistente, para poner en jaque miles de millones de pesos en inversión y, por supuesto, otras miles de fuentes de trabajo que tanto necesita nuestro país.

Y ahora vemos otro caso con el proyecto del hotel Grand Solaris, un grupo hotelero mexicano con presencia por más de 25 años en Cancún y en Los Cabos y que, con todas las de la ley, adquiere un inmueble con vocación inmobiliaria para invertir en un desarrollo hotelero que ofertará cientos o miles de fuentes de empleos durante su construcción y, posteriormente, su operación. Sin embargo, y a pesar de contar con todas las autorizaciones requeridas, quieren injustificadamente frenar su construcción, sin razón ni sustento.

Esto no puede ocurrir. Esto no debe de ocurrir. Esto puede ser el principio del fin de nuestro paraíso, secuestrado por pseudoambientalistas que viven de la amenaza y del chantaje. El proyecto hotelero Grand Solaris debe de realizarse si ya cuenta con los permisos y autorizaciones que su desarrollo demanda, porque nada puede ni debe de ir por encima de la ley.

Desde esta columna de una revista que destaca y promueve al emprendedor, me adhiero a la causa de defender las inversiones legítimas y luchar por mantener el estatus de paraíso a esta gran ciudad llamada Cancún. Nuestras autoridades realizan enormes esfuerzos para promover el destino y las inversiones, pero todo esto será infructuoso si no cumplen lo que han jurado al asumir sus encargos, y que es “cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución y las leyes que de ella emanen”. Nuestras leyes son la base de nuestra sociedad y se deben de respetar, le guste o disguste a quien sea. De lo contrario, caemos en la anarquía.

Mis mejores deseos para todos ustedes en esta Navidad son que el niño Jesús llegue a sus hogares a iluminar sus corazones y llenarlos de su amor, para hacer de esta tierra nuestro paraíso. Así sea.

Un sueño de 500 años

por Latitud21 Redacción 1 noviembre, 2017

El pasado 21 de octubre el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, anunciaba que se había optado por aplicar el artículo 155 de la Constitución, previsto para el supuesto de que una comunidad no cumpla con sus obligaciones o las leyes, y que convocaría a elecciones en Cataluña antes de seis meses, esto con el fin de restaurar el orden constitucional, asegurar la neutralidad institucional, garantizar los servicios y la actividad económica y preservar los derechos de los ciudadanos de esta región de Cataluña. Finalmente, Rajoy solo hace lo que juró cuando asumió el cargo, cumplir y hacer cumplir la Constitución española, que no fue redactada por él pero que está obligado a cumplir.

Dos días antes, el 19 de octubre pero del año de 1469, hace ya 548 años, se celebraba en la misma España, en el palacio de los Viveros de Valladolid, un hecho de trascendencia histórica, la boda de Isabel y Fernando, la primera princesa de Asturias y el segundo príncipe de Aragón. Años más tarde, cuando en 1474 muere el hermano de Isabel, Enrique II, esta sería entronizada como reina de Castilla y de León en base a los Tratados de Guisando que la nombraban la sucesora al trono, mientras que cinco años después, en 1479, Fernando asumía el trono a la muerte de su padre, el rey Juan II de Aragón, y se convertiría en el rey de Aragón, Sicilia, Cataluña, Valencia, Baleares y Cerdeña, hasta su muerte en 1516.

Este fue el inicio de un sueño de los posteriormente conocidos como los ‘Reyes católicos’, el de unir los diferentes reinos hispánicos bajo una sola corona y dar así nacimiento a una gran nación que hoy conocemos como España, y que en los siguientes tres siglos sería la más poderosa del mundo.

A pesar de que este sueño no lo llegan a ver consolidado en vida ni la reina Isabel, quien muere en 1504, ni el rey Fernando, quien fallece en 1516, pudiéramos decir que se realiza con la coronación de Carlos I de España el 14 de marzo de 1516, cuando por primera vez en la historia la misma persona ostenta la corona de los reinos de Castilla, León, Navarra y Aragón.

Esto se cuenta en pocas líneas, pero llegar a la realización de este sueño se logró no por plebiscito, sino a base de luchas y guerras en donde las minorías o la nobleza buscaban mantener sus prerrogativas, por lo que se tuvieron que superar muchas guerras civiles y rebeliones para conseguir y mantener esa unidad.

Hoy, 501 años después de la coronación de Carlos I de España (también conocido como Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico), vemos cómo los intereses de otro Carlos, el presidente de la comunidad de Cataluña, Carlos Puigdemont, pone en riesgo las bases económicas, sociales y políticas de una gran nación como lo es España. Pensar que la independencia se consigue por plebiscito me resulta de lo más ingenuo que he escuchado. Cualquier separación o independencia se consigue con sangre y sudor. La nuestra, la mexicana, se llevó 11 años y la sangre de cientos de miles de mexicanos. Los cuatro años de guerra civil en los Estados Unidos en el siglo XIX, cuando los estados confederados buscaban separase de la Unión Americana, costaron la vida de más de 700 mil personas, para finalmente frustrar el intento y mantener unido lo que hoy es los Estados Unidos de América.

No existe una independencia por plebiscito. Qué ingenuo Carlos Puigdemont y sus seguidores. Pero al menos, qué bueno que esto ocurre en el siglo XXI, porque si esto hubiera ocurrido en el reinado de Fernando e Isabel, sería juzgado por traición y con la vida pagaría el precio de poner en riesgo la estabilidad de una nación.

Deseamos que los catalanes se convenzan de que en la unión está la fuerza y  que el sueño de Fernando e Isabel, por el que tanto lucharon ellos y muchos otros, se conserve por unos 500 años más. Sea.

19 de septiembre, fecha que todos recordaremos

por Latitud21 Redacción 2 octubre, 2017

Todos los que vivimos el 19 de septiembre de 1985 recordamos dónde estábamos en el momento del temblor ese jueves a las 7:17 am. El devastador sismo, de 8.1 grados en la escala de Richter, dejó más de 10 mil muertos según cifras oficiales y muchos millones de mexicanos marcados de por vida.

Este martes 19 de septiembre, las noticias de las televisoras nacionales recordaban el aniversario de tan tristemente célebre evento y anunciaban que se realizarían simulacros. Esa mañana desayunaba en mi casa por primera vez en más de 10 días, pues previamente estuve visitando algunas de las islas del Caribe que fueron severamente afectadas por el huracán Irma y en donde Dolphin Discovery tiene (o tenía) delfinarios.

Esa mañana del 19 de septiembre desayunaba con las noticias y con enorme preocupación también, seguía la trayectoria del huracán María, que el día anterior había devastado las islas de Dominica y Martinique y se enfilaba de lleno hacia Puerto Rico, con muy pesimista pronóstico.

Pero no fueron esas noticias las culpables de llegar tarde a mi oficina esa mañana. No fue un temblor, ni tampoco un huracán lo que me retuvo en mi casa frente al televisor por un rato más. Más bien fue Donald Trump, quien llegaba a las Naciones Unidas a dar un discurso en el marco de la 72ava Asamblea General de este organismo.

Ante el foro más internacional del mundo, la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de EU se estrenaba en un discurso de grandes expectativas por ser el primero que daba. Por 41 minutos, el señor Trump expresó su punto de vista del mundo y del papel de este organismo ante los acontecimientos del planeta. Como era de esperarse, y a pesar de que en los últimos 30 días esta nación fue severamente afectada en Texas por el huracán Harvey y en Florida por Irma, Mr. Trump evitó hablar del cambio climático y del Convenio de París, del que meses antes había anunciado su retiro. No lo culpo, 41 minutos es poco tiempo para hablar de tantos temas y supongo además que el cambio climático era un asunto muy incómodo para ser discutido en ese momento y ante este foro.

La relevancia del discurso de Trump ante la ONU es básicamente una: que es el comandante en jefe de las fuerzas armadas más poderosas, lo que lo convierte a su vez en el hombre más poderoso del mundo. Al igual que Mr. Trump fue limitado en el tiempo de su discurso, yo lo estoy en espacio en esta editorial, por lo que me limitaré a opinar en dos de los temas tratados por el presidente en este discurso: Corea del Norte y la ONU.

Empezaré diciendo que en esta ocasión, coincido con su postura acerca del Rocket Man (el hombre cohete), como sarcásticamente apoda Trump a Kim Jong-Un, un hombre muy peligroso, insano y enfermo, con una visión del mundo totalmente irreal e irresponsable. La ONU, esta organización nacida de la Segunda Guerra Mundial, es posiblemente una de las principales responsable de que ese personaje esté poniendo en jaque la paz mundial.  Esa es la opinión de Trump y en esto también coincido con él.

Trump dijo el 19 de septiembre, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, que “el hombre cohete está en una misión suicida para él y para su régimen… Los Estados Unidos tienen gran fortaleza y paciencia, pero si se viera forzado a defenderse, o a sus aliados, no tendremos más opción que destruir totalmente Corea del Norte. . . Los Estados Unidos estamos listos, disponibles y capaces de tomar acción militar, lo que esperamos no sea necesario si el resto del mundo nos apoya en nuestro esfuerzo por contener el régimen de Pyongyang”.

Tres días después, en el mismo foro, la respuesta de Corea del Norte no se hizo esperar. El ministro de Asuntos Exteriores de ese país, Ri Yong Ho, dijo que “…disparar sus cohetes (nucleares) en territorio continental de los Estados Unidos era algo inevitable después de que Donald Trump llamara al líder de Pyongyang ‘hombre cohete’. La respuesta de Trump a esta amenaza llega horas después vía Twitter, “Acabo de escuchar al ministro del exterior de Corea del Norte hablar en la ONU. Si es eco de los pensamientos del pequeño ‘hombre cohete’, no estarán por aquí por mucho más tiempo”.

Del momento que escribo este editorial, el 24 de septiembre, al día que sale impreso, el 1 de octubre o cuando ustedes lean esto, muchos más dimes y diretes se habrán cruzado y posiblemente más que palabras.

El 19 de septiembre será siempre recordado en México por los temblores de 1985 y 2017, pero esta fecha también será recordada por el día en que el presidente de EU anunciara la destrucción de una nación, pues desafortunadamente no tendrá otra opción más que cumplir su amenaza. Esperar sensatez de Kim Jong-Un es casi utópico. Esperemos solamente que las acciones militares de EU sean rápidas y precisas para acotar los daños lo más posible a Corea del Norte. Los tambores de guerra suenan en lo que García Márquez llamaría “crónica de una guerra anunciada”. Y todo inició un 19 de septiembre.

Pobre de México…

por Latitud21 Redacción 31 agosto, 2017

“. . . tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, frase que por cien años hemos escuchado y que coloquialmente se atribuía a Porfirio Díaz, aunque en realidad es de Nemesio García Naranjo, un intelectual y periodista regiomontano que se encargó de ponerla en sus crónicas en labios del dictador mexicano, sabiendo que así sería más fácil inmortalizarla.

Qué tan cierta, tan profunda y tan actual es esta sentencia centenaria. Porque lo que sí es una realidad es que, al final, ni el tiempo ni los cambios de tendencias ideológicas políticas podrán lograr que se rompa esta relación que surgió para prevalecer por una circunstancia o tragedia meramente geográfica.

La relación comercial que sostienen México y Estados Unidos es una bendición y una tragedia. Algo pudieran alegar ambos países a su favor y es que no es culpa de nadie, lo es del destino. Es simplemente una bendición geográfica y una tragedia ideológica. Pero como dirían los gringos: It is what it is.

Pues bien, el pasado 16 de agosto iniciaron las tan anunciadas rondas de negociaciones entre Mexico, Estados Unidos y Canadá para la revisión de términos y condiciones del Tratado de Libre Comercio (TLC), lo que abre un nuevo capítulo en las relaciones entre los Estados Unidos y su vecino incómodo del sur.

La relación bilateral con Estados Unidos es la de mayor profundidad para México y también para los Estados Unidos. La población hispana de origen mexicano en la Unión Americana llegó en 2015 a los 34.6 millones de personas, de acuerdo con un análisis del Pew Research Center, basado en la Encuesta sobre la Comunidad de la Oficina Nacional del Censo de los Estados Unidos. Solo en el área metropolitana de Los Ángeles, en el estado de California, viven más de 21 millones de personas, de las que una tercera parte son mexicanos, lo que la hace la zona metropolitana más habitada por connacionales después de la zona metropolitana de la Ciudad de México. Se estima que en los Estados Unidos viven más de 35 millones de descendientes aztecas, de un estimado de 330 millones, por lo que más de 10% de su población es mexicana. Los flujos de inversión extranjera directa de México a Estados Unidos se han incrementado de 1999 a 2014 hasta los 17 mil millones de dólares.

En enero de este año el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con México y Canadá, en tanto que el presidente Enrique Peña Nieto y el premier canadiense, Justin Trudeau, acordaron sumar esfuerzos para continuar impulsando la integración económica de América del Norte.

En este contexto y circunstancias, resulta que la renegociación puede y tiene que ser positiva para las tres partes y representa una oportunidad, porque México está preparado para alcanzar acuerdos que permitan asegurar que el libre comercio lo siga siendo, es decir, sin la aplicación de aranceles o compensaciones, e incrementar un intercambio de mercancías que apuntale el desarrollo de sus socios, genere mayor inversión y ofrezca mejores empleos para el bienestar de sus poblaciones.

Por supuesto que la apertura a renegociar el TLC será el reto más importante en materia comercial para México en lo que va de este siglo y tiene que ser la mejor oportunidad para conseguir condiciones justas en esta relación comercial. Estados Unidos llega a la negociación con una estrategia llamada BULLING, que consiste en empujar y empujar al enemigo, como hace un toro, (bull) hasta conseguir acorralar a la presa. La gran ventaja que tiene México sobre los Estados Unidos es haber heredado y aprendido de los españoles una disciplina que se llama toreo, donde el matador enfrenta al toro con gran valor, destreza e inteligencia, esquivando los embates de este rudo pero torpe animal, hasta el momento en el que se le clava la estaca, de frente y con precisión.

¡Suerte matador!, que en esta faena seremos tolerantes con la violencia animal.

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