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Revista Latitud 21
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Iñaki Manero

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Bitácora de Viaje XXIII

por NellyG 1 junio, 2022

 

¡ Riiing Riiiiiing!

– ¿Hola?

– ¿Está Schmitt?

– No, aquí no vive ningún Schmitt.

– ¡Disculpe! Me he equivocado.

– No se reproche… ¡Nos hemos equivocado todos!

Chiste alemán, 1945.

 

Realmente no soy buen negociante. Mi fuerte no son los números ni los cálculos ventajosos o las proyecciones económicas. Si me descuido, algún vivales podría venderme la glorieta de la palma en Paseo de la Reforma con todo y que ya no hay palma (se les murió). Ya sé que mi pareja, mi familia, mis amigos y mi terapeuta me regañarán por subestimarme, pero, zapatero a tus zapatos. Quienes deciden arrostrar la posibilidad del fracaso y se lanzan a la aventura de los pesos y los centavos, como muchas cosas o casi todo en la naturaleza, automáticamente entran en el juego cósmico que Darwin adivinó; si no te adaptas, te extingues. O en palabras del inmortal Pipino Cuevas: “En el ring, o partes la madre o te la parten”.  Ni más, ni menos.  Por eso es muy importante saber cuándo y cómo invertir un dinero que nunca ves; todo está convertido en partículas electrónicas de información que cambia, en lugar de manos, de sistema. Y ya que andamos de dicharacheros, recordemos al inolvidable Kenny Rogers y su vaquerada The Gambler: You have to know when to fold `em, know when to hold `em. Know when to walk away, know when to run. Y una de las principales reglas de la inversión que gustan compartir quienes han pasado a la gloria de Forbes es (recítese como mantra)…

NO PONER TODOS LOS HUEVOS EN LA MISMA CANASTA.  Dirán los puristas de redes sociales que deje de escribir en mayúsculas, porque se interpreta que estoy gritando, pero nunca está de más resaltarlo, porque es una lección que tanto la administración privada como la pública en este país debemos aprender, y lamentablemente llega del lugar menos indicado, pero ahí está, en nuestra cara y para vergüenza de todos. Diversificar inversiones. Apostarle al caballo, al galgo, al coche y al boxeador. Pero, insisto, qué triste que la lección nos tenga que llegar del lugar más obscuro del corazón humano. Hoy en día, en nuestro sufrido y depredado cuerno de la abundancia, paradójicamente en un sistema que dice buscar el equilibrio y el bienestar a las clases más desprotegidas por medio de la transparencia, la honestidad, bla, bla, bla, esa abundancia provenga de quienes más se arriman al fogón gubernamental y reciben contratos por la vía directa o por esa OTRA clase de empresarios que han resultado desde hace décadas, por su creatividad y hazañas al hacer lo que no se debe y siempre salir beneficiados a pesar de dejar un camino de muerte y tristeza. A veces esas dos clases son uno y lo mismo. ¿Cultural? No sé. ¿Normalizado? Lamentablemente, sí.  Lo hemos convertido por resignación o asimilación en parte del esperable panorama que nos recibe desde que abrimos el ojo.  El segundo tipo será el que analicemos a vuelo de pájaro en esta Bitácora. Incluso desde el nombre con el que se conoce a este fenómeno social, inicia la ventaja que tiene sobre nosotros y explica el por qué no se ha hecho nada más que ocurrencias para neutralizarlo.

CRIMEN ORGANIZADO. El adjetivo revela la superioridad y sin elogios. Al contrario. Se entiende, jamás se justifica. Son criminales que no se tocan el corazón para ordenar asesinar a una persona entrando a su casa a las 3 de la mañana y quitarle la vida frente a su familia. Tal vez ejecutar a la familia completa. Son delincuentes que tienen todo un sistema call center en los centros penitenciarios en donde, por cierto, gobiernan, para hacer llamadas de extorsión, envolver, engañar, engatusar a sus víctimas; meterse en sus cabezas por medio del miedo y la intimidación psicológica para quitarles lo más posible sin importar dejar en la calle a quienes esquilman. Son cínicos que se adueñan de las plazas con un sistema de inteligencia que ya lo quisiera la Marina de los Estados Unidos. Detectan la apertura de cualquier negocio honesto y se “apersonan” para presentarse y sugerirle al dueño que están a sus órdenes para darles la protección que la policía no puede dar porque “las cosas están muy difíciles; hay gente muy mala por aquí, no le vaya a pasar algo a su negocio o a su familia”, y a continuación dan información sobre horarios y escuelas.  Estos parásitos (considerados víctimas por el gobierno federal) son los responsables indirectos de casi todos los cien mil homicidios dolosos que lleva en su cuenta la presente administración. Y digo directos porque los indirectos los podríamos encontrar en el retiro desde hace varios sexenios (fueron quienes les abrieron las puertas de México y les hicieron sentir como en casa) o en activo, disfrutando de la impunidad y cobijados por laberintos y vericuetos legales que hacen perderse al más orientado. Falta aclarar y que alguien nos explique cuándo comenzará y cómo comenzará a dar resultados la estrategia de los abrazos del bienestar. No puedo esperar. ¡Qué nervios! Será hasta la próxima Bitácora, a ver si para entonces.

Post scriptum: Los alemanes suelen ser tomados como seres insensibles al humorismo; nada más alejado de la realidad. En esa mirada aparentemente fría, se esconde una profunda sabiduría y una capacidad de análisis filosófico del corazón humano. En la búsqueda del Schmitt del chiste, aparece toda una generación avergonzada al dejarse seducir por un ser acomplejado y resentido. ¿Cuántas llamadas equivocadas haremos antes de que responda quien buscamos? Esperen, ya estoy consultando con la operadora…  Y nos conectamos con la necesaria numeralia en la próxima. Cambio y fuera.

Iñaki Manero.

 

Bitácora de Viaje XXII

por NellyG 9 mayo, 2022

 

En 1854 hubo un ligero ensayo del futuro. Tal vez las formas cambian, pero el fondo siempre es el mismo: poder. Motivaciones hay a montones. Pretextos, aún más. Mientras que tú o yo hacemos una vida más o menos cotidiana al levantarnos de la cama, ir al baño, limpiarnos los dientes, algunos rezarán, otros irán directamente al desayuno, otros directamente a conseguir, como dijera Sabina, mínima tregua en un bar: café con dos de azúcar y cruasán. Muchos caminarán al metro más cercano. Otros menos, mirarán con desgano su automóvil previendo la jornada rodante, más parecida a una multitud de lemmings entrando en pánico y lanzándose al vacío (otra alegoría y esta vez se la robé a Sting) que a un hecho sin consecuencias para nuestra integridad emocional y cardiovascular. En suma, una mañana normal entre semana para la sociedad godín. Decíamos antes de perderme en el detalle, mientras tú haces o intentas esto o aquello, quienes toman decisiones por nosotros, juegan al ajedrez y muchos sin tener una idea de cómo hacerlo, pero en este tablero imaginario, es seguro, tú y yo estamos representados y somos prescindibles. De donde salimos, pueden llegar cientos de miles, millones más. Somos los ciudadanos que nada más queremos llevar una vida razonablemente igual, sin sobresaltos y en paz.

Corte a… ¿Por qué 1853? Todo inicia con una península, que para desgracia de sus habitantes, está situada, como muchos otros enclaves, por ejemplo, Gibraltar, en una zona poderosamente estratégica de esta canica azul. Su nombre: Crimea, la antigua tierra de los tauros, antes conocidos como cimerios (lo siento, Conan no pertenece a ese universo). De Cimeria, es fácil la derivación a su moderno nombre. Si te preguntas por qué tanta lata con ese pedazo de tierra, Crimea está hecha, en sentido figurado, de lo que ansían los candidatos a gobernar al mundo. Un punto privilegiado de observación y una salida hacia el mar Negro con la posibilidad del viaje completo a través del Bósforo cruzando Estambul, de ahí al mar de Mármara, siguiendo nuestro tour hacia la Grecia mediterránea y desde el siglo XIX, cruzar ese prodigio llamado Canal de Suez hacia el Índico, al infinito y más allá. Quien podía controlar todos estos accesos, tenía el mundo a sus pies. Nada despreciable, ¿eh?

Imperios vienen, imperios van. Vanidad de vanidades, así habla el Eclesiastés. Pero en su momento, los candidatos a déspotas en la vecindad han tenido la masa de tierra en el radar para consolidar y consolidarse en la ilusión de eternizarse. En aquella mitad del siglo XIX, Crimea formaba parte –a la fuerza– del Imperio Otomano, que vivía los últimos estertores de su antigua grandeza y es que, habían pasado cientos de años cuando el sultán derribó en un hecho sin precedente, las murallas de la vieja Constantinopla y tocó a las puertas de Europa occidental cambiando la conformación del mapa político. Tiempo después, la Media Luna estaría en la mira de un zar inquieto. La Rusia imperial, heredera de aquella Rus creada en parte por los temibles hombres del norte (tú y yo les llamamos vikingos; ellos ni en cuenta) actualmente llamada Ucrania. El gran oso que acaparaba ya entonces dos continentes, quería más extensión y participar del pastel que se comía casi solo el león británico dejando algunas migajas al gallo francés (imágenes de mi infancia al ver la animación con que iniciaba la estupenda película “La Carga de la Brigada Ligera”, que ilustra de manera exquisitamente pinkfloydiana cómo la Revolución Industrial creó y derrumbó sociedades; caldo de cultivo para lo que pasó en aquel 1853). Siguiendo con la imagen más que didáctica, el oso baja a desplumar al guajolote (larga historia: en inglés, pavo se dice turkey porque los europeos pensaban que esta ave de corral americana, provenía de… ¡Turquía! Así es, como usted lo leyó). Perdón por los altos del camino, pero más de 20 años de trivias mañaneras han hecho su efecto conductual en un servidor. Espero sean considerados valiosos, así como, digamos, los tropiezos en una paella que valga la pena. Siguiendo con la fábula de animalitos, el bullying del gran úrsido sobre el indefenso plumífero es visto por el gallo y por, su majestad, el león. Éste decide finalmente levantarse, acomodarse un casco de Dragón de la Reina y bajar a medirse a mamporros con el grandulón. La Guerra de Crimea, por el alma del puerto de Sebastopol, fue la primera contienda moderna con la participación de potencias aliadas y ententes allanando el camino para lo que vendría unos sesenta años después en 1914. Armas nuevas, blindados a vapor, tecnología para lograr la eficiencia de la muerte. Otra vez, el pretexto era auxiliar al más débil. La realidad era que, como en todo buen western, este pueblo es muy pequeño para que nuestros egos quepan. Sigue la partida de ajedrez entre Vicky y Alejandro.

¿Era el expansionismo la única y verdadera razón para que el oso quisiera hacer un caldo de guajolote? Difícilmente; la rusia zarista, monárquica, absolutista y conservadora, veía con horror las nuevas democracias que surgían en la Europa occidental y temía que ese despertar que se venía dando desde la Ilustración contagiara a su pueblo y terminara estrepitosamente como terminaron los fastuosos Luises. Esa ya era pandemia; América estaba viviendo una nueva aventura caminando sola. Incluso Gran Bretaña abría la puerta a congresos elegidos por el mismo pueblo quitando poder a Su Majestad. Y no, eso no pasaría. Estaban muy lejos y Dios, ese dios ortodoxo, no lo permitiría. ¿Verdad que el tiempo es cíclico?

Si quieres saber qué pasó después y qué no hemos aprendido hoy y por qué el pan de dulce que normalmente sopeas en tu taza de café con leche te está saliendo tan caro que contemplas la posibilidad de bajar unos gramos sin esa bonita costumbre que ya afecta tu bolsillo, te agradeceré nos leas el mes entrante. Como dijo el clásico, “lo pausamos”. Y sí, el ejemplo poético de la mariposa que bate sus alas, te afecta en tu cotidianidad más de lo que crees, allá, del otro lado, en la cesta de pan del mundo.

Iñaki Manero.

 

 

 

    Bitácora de Viaje XXI

por NellyG 1 abril, 2022

                                               

            Estar desnudo es un enfoque de ser revolucionario; ir descalzo es mero populismo.

           – John Updike.

   – Bueno, con hambre hasta piedras. – Pensaba el reportero cuando vio la fila de más de veinte personas esperando el turno para comprar quién sabe qué, hecho con tortilla de maíz, salsa y algunas verduras que a la distancia parecían nopales y cilantro. La gastronomía mexicana, patrimonio de la humanidad según recuerdo, es la gran integradora social. La que hermana a ricos, medianos y pobres para convivir y tolerarse en una caravana impaciente seducida por olores y promesas de una recompensa imaginada por la historia cultural de otros momentos. El periodista llevaba de pie desde las dos de la mañana. A las cuatro salió de casa rumbo a una misión  con resultados inesperados. Como esos huevos de chocolate con juguete sorpresa hoy tan prohibidos por los norteamericanos. En la política nacional, cualquier encomienda, era la oportunidad, el resorte, el impulso, de escribir la historia sobre lo insólito, lo surrealista y ¿quién sabe? – alcanzar la de ocho para llenarle el ojo al jefe de información.  Oh, sí, la tlayuda; perfecta para engañar al hambre canija luego de horas concentrado en un recinto en donde ni refresco, ni galletitas, mucho menos café.  Recordaba la anécdota que se contaba del Ché, cuando en reunión del Ministerio de Industrias que presidió, el contenido de la cafetera solo alcanzaba para cinco tazas y eran más de diez los asistentes. Algunos, ya nerviosos porque, bueno, un cubano sin café no debería presumir ser cubano, comenzaron a mirar al doctor Guevara con ojos suplicantes para que inaugurara el reparto del obscuro brebaje. El barbón argentino, entendiendo y con esa sonrisa indescifrable  que antecedía a la palmada en el hombro o al balazo, les soltó un lapidario “si no hay para todos, no hay para nadie”, zanjando el tema y dejando claro algo más allá que la ocurrencia: su visión revolucionaria de dientes pa’fuera. En esas estaba el periodista cuando reparó en dos oficiales de la Guardia Nacional; esa extraña no policía militarizada sino milicia policiaca, quienes respetuosamente, eso sí, vigilaban el orden durante el evento con un ojo y con el otro esperaban la oportunidad para sumarse a la algarabía garnachera, a la sazón, el momento más feliz, por mucho, de invitados, reporteros, colados y acarreados esa mañana primaveral del 21 de marzo en Tecámac, Estado de México.

   Sí, en todo día inaugural se presentan, por nerviosismo o novatada, fallas que sirven de aprendizaje. Parafraseando a Parque Jurásico, para el lanzamiento de Disneylandia, algunos juegos no funcionaron, pero los célebres Piratas del Caribe no corrían libremente matando turistas, como los dinosaurios en la entretenida  historia de Crichton/Spielberg. Para el primer día de operaciones de un aeropuerto, una de las obras insignia de la presente administración, la impecabilidad del funcionamiento debería ir más allá del Ratón Mickey o de velocirraptores haciendo lo suyo por ahí asustando niños. Hablamos no solamente de prestigio internacional y por supuesto integridad de viajeros; se trata tristemente en prioridades de mantener la mano, seguir imponiendo agenda e irónicamente, la posesión de un balón que desde hace varias semanas ya la tenía alguien de su propia familia y una alberca de veintitantos metros de largo en Houston. Y… los tiempos políticos. Esos que deben cumplirse a rajatabla si quieres permanecer en la mente del electorado y preservar el ADN de tu partido circulando por muchos años. La gran escuela que mantuvo al PRI en el poder durante setenta años y todavía le alcanzó para regresar otros seis años más.  Y justamente, hablando de docencia en malabares –dicen que en política no hay coincidencias– parece como si el presidente hubiera querido reivindicar o acaso superar a su maestro realizando uno de los sueños truncados de Luis Echeverría (¿debo sentirme mal por acordarme otra vez de Parque Jurásico con una sonrisa malévola? ): hacer un aeropuerto ahí, justamente ahí, en los terrenos de la base aérea de Santa Lucía a principios de los años 70 por considerar que el Benito Juárez, en poco tiempo estaría pidiendo oxígeno. Sí, ya desde entonces. No es una idea nueva. Felipe Calderón, brincando el capítulo Atenco y proponiendo como segunda opción, además de la base militar construida en los 50, Tizayuca, Hidalgo. Ambos mandatarios abandonaron la posibilidad por costos, dificultad en cambios internacionales de aproximación aérea y por hallarse las dos locaciones en zonas muy importantes de explotación agroganadera.

   Apuntes mentales del reportero cuya aproximación para aterrizar frente a la señora de apellido Piña y sus más de cinco minutos de gloria internacional en fritangas similares y conexas se hacía presente a cada arremetida de esa conexión estómago, glándula salival, cerebro.  Pero, el trabajo intelectual antes que la salsa y el mordisco de masa azul.  ¿La señora Piña llegó por su propio pie y puso todo su tinglado en un recinto repleto de seguridad o el apellido resulta curiosamente coincidente con otro intento por desviar la atención de lo verdaderamente importante? ¿Nos debemos sorprender por alcances insospechados en la industria mexicana de la cortina de humo? Por supuesto que durante días se hablará de la puntada y de otros puestos a ras de suelo con tazas conmemorativas, gorras y -¡por supuesto! – el muñequito dientón de pelo blanco representando la imagen más familiar y querida del jefe del poder Ejecutivo. En segundo plano estará una obra inconclusa, entregada días antes de ese monumento a la egoteca disfrazado de consulta pública llamada “Revocación de Mandato”.  

   Pero interrumpimos las cavilaciones porque nuestro valiente reportero llegó finalmente a su destino. Sin chistar tomó el plato que la amable salvavidas de ocasión le tendía y se dio un respiro, como el que nos daremos hasta el mes entrante al comparar las posibilidades, realidades, futuro y perspectivas del AIFA. Sin el apasionamiento del hambre en proceso de fuga. 

   Por cierto, no eran tlayudas, gorditas o garnachas; se trataba de igualmente ricas doraditas con maíz azul, nopales, cilantro y salsa. Provecho.

              Iñaki Manero.

Bitácora de Viaje XX

por NellyG 1 marzo, 2022

UNA PRENSA LIBRE PUEDE SER BUENA O MALA, PERO SIN LIBERTAD, LA PRENSA NUNCA SERÁ OTRA COSA QUE MALA.

                                                              – Albert Camus

   El emisario regresó a punto del colapso, bañado en sudor, pálido; apenas su cansado cuerpo logró hincar la rodilla y mantener el equilibrio. Un prodigio de la resistencia humana, tomando en cuenta que llevaba tres noches sin dormir y había reventado igual número de caballos para ofrecer su información lo más rápido posible.  El tiempo apremiaba y se necesitaban datos preciosos y precisos que podrían hacer la diferencia entre el desastre y la permanencia del imperio.  Con la cabeza gacha, jaló aire un par de veces hasta que sus extenuados pulmones regresaran a una capacidad óptima para permitir el habla.  

-¿Y bien? – Preguntó el primer ministro. La cabeza del mensajero apuntaba hacia el suelo, pero de algún modo sentía la mirada del brazo derecho del monarca taladrándole el alma. Con esos ojos pequeños, porcinos, pozos negros, un abismo que prometía crueldad.  ¿De qué modo podrías ser el más cercano a Su Majestad sin haber perdido desde hace mucho cualquier apego por la vida ajena por cuidar la propia?

   – Mi señor…- La voz era débil, pastosa, insegura. – Las naves ya están en la costa. Varios han desembarcado… Las noticias no son buenas…

   – ¿Cuántos? ¡Habla! – Esta vez intervino el bajo profundo del emperador, que se había mantenido silente, obscurecido en la parte profunda del pasillo real, adonde no llegaba la breve luz de invierno que se colaba por el ventanal, sentado sobre el trono de roble y elevado más de un metro por la tarima. Nadie al nivel del monarca que solía dedicar un tiempo cada mañana a los asuntos que él consideraba importantes.

   – Alteza, perdón que sea el portavoz de tan ma…

   – Al punto, perro, que no tenemos tiempo que perder. Se te hizo una pregunta.- Bramó el ministro.

   –  Miles… Tal vez cientos de miles, mi señor. Nunca había visto un ejército de ese tamaño. – El resoplido que se escuchó del lóbrego espacio vital del rey, bien pudo haber pertenecido a un dragón agonizante. No era para menos; entre el dolor de gota que le enloquecía y la confirmación de sus peores temores sobre la sospecha de invasión que planeaba su hermano, ya no era ni la sombra de sus días de gloria. Con un gesto de su mano, dio por finalizada la entrevista con el mensajero. De rebote, el primer ministro con esa misma mirada le indicó a los dos tiesos guardias que esperaban pacientemente, atestiguando la escena. Como accionados por un resorte, tomaron al cansado noticiero de los brazos para sacarlo a rastras de la sala del trono.

   – Pero, pero…  ¿A dónde me llevan? – Preguntó angustiado.

   – ¿Acaso no lo sabes? –  Respondió uno de los soldados casi con un murmullo mientras se alejaban lo antes posible. – Vas al calabozo y tal vez mañana tus carnes serán picoteadas por los cuervos en el cadalso del patio.

   – ¿Por qué? ¿Qué hice de malo? – Su adrenalina producto del miedo casi podía olerse.

   – Porque has de saber, muchacho – dijo el más experimentado de los guardias – que Su Majestad solo espera buenas noticias de sus mensajeros. Al emperador, ni en pensamiento se le puede contrariar. ¿Por qué crees que el bufón real ha permanecido tanto tiempo a su servicio sin perder la cabeza? Qué lástima que nadie te instruyó antes de tomar el trabajo. Con suerte y solo te darán una paliza en público o te descoyunten, pero como están las cosas… – Los gritos, juran algunos cronistas, se pudieron escuchar rebotando por un buen rato en los muros de palacio.

   LA EMISIÓN DE LAS IDEAS POR LA PRENSA DEBE SER TAN LIBRE COMO ES LIBRE EN EL HOMBRE LA FACULTAD DE PENSAR.

     – Benito Juárez.

                                                   Iñaki Manero.

   –

BITÁCORA DE VIAJE XIX

por NellyG 1 febrero, 2022

                                               

   La Muerte Roja había devastado desde hace tiempo al país. Ninguna pestilencia había sido tan fatal, tan terrible…

…Pero el Príncipe Próspero era feliz e intrépido y sagaz. Cuando sus dominios fueron reducidos a la mitad, convocó ante su presencia a mil sanos y alegres amigos de entre los caballeros y damas de su corte para con ellos, retirarse a la profunda reclusión de uno de sus fortificados palacios…

                                    La Máscara de la Muerte Roja (extractos)

                                          – Edgar Allan Poe

   Comenzaban a llegar inquietantes reportes desde el centro de China, en Wuhan; una ciudad con 11 millones de habitantes luego de cierto brote de una enfermedad infecciosa respiratoria. Los primeros indicios apuntaban al mercado mayorista de mariscos del sur de China en esa urbe.  El 23 de enero de 2020, el gobierno del país decretó el confinamiento de la provincia de Hubei. Al momento de escribirte esto, se cumplen exactamente dos años y un día. Era motivo de interés para la OMS y aunque todavía no encendía alertas internacionales, ya se hablaba de la posibilidad de una rápida difusión a varios países gracias al aumento en las rutas aéreas y desde luego a esa globalización heredera de la competencia por hallar la ruta más rápida a la especiería entre las potencias europeas. Los despachos informativos daban a conocer los primeros países fuera del país asiático en presentar personas portadoras del enigmático nuevo jugador y los epidemiólogos hacían aproximaciones probabilísticas sobre cuándo llegaría a tal o cual lugar. A finales de febrero de 2020, ya era una realidad. Regresando al 23 de enero, China confirmaba la muerte de 18 personas. Francia revelaba entonces que su primer paciente había sido tratado desde el 27 de diciembre. Aún no había políticas públicas internacionales o criterios unificados sobre cómo ver, entender y tratar a este coronavirus; agente infeccioso de una familia estudiada y conocida; pariente de los rinovirus, los que nos producen resfriado común y lejano, pero pariente de los retrovirus, en cuya tristemente célebre familia, ocupa lugar especial el VIH, causante, si no se controla, de la destrucción del sistema inmunológico del ser humano y provocando un síndrome; conjunto de enfermedades que van, desde una neumonía difícil de quitar, pasando por tipos de cáncer de piel normalmente presentes en personas de la tercera edad, hasta diarreas por infecciones intestinales que un adulto de treinta años no debería tener. Finalmente, la conclusión de tanto espantajo, es, insisto, si no se reduce a tiempo la carga viral, el debilitamiento y la muerte. Sí, los virus y sus primos lejanos y cercanos son todo un show y un quebradero de cabeza. Imagina que hoy por hoy, los científicos todavía no se ponen de acuerdo si estas máquinas de fotocopiado de la naturaleza (porque técnicamente lo único que hacen al invadir una célula sana es hacer copias de sí mismos, variar y mutar y seguirse copiando) están o no vivas. Convivimos con millones de virus, adenovirus, retrovirus, coronavirus, todos los días. Nos los llevamos a la boca, a los ojos, a la nariz. Los respiramos cuando nos sentamos muy cerca del ventilador en el restaurante un tórrido día de verano y vienen de quien tosió en la mesa de junto y no tuvo o el tiempo o la educación para restringirlo a la parte interna de su codo o a providencial servilleta; los compartimos y se van navegando por esos fluidos que acostumbran compartir quienes se gustan; otros fueron el arma secreta que los conquistadores europeos nunca descubrieron hasta siglos después… En fin. Son conocedores de toda nuestra intimidad, pasiones y revoluciones. Algunos ni los sentimos, otros son pretexto para quedarse uno o dos días en cama viendo series; otros, diabólicamente adivinarán nuestro punto flaco y serán juez, jurado y verdugo.

   Tan solo una breve recapitulación de hechos. No sería mi intención aburrirte con retrospectivas, cifras, datos, prospectivas. Pero siempre será sano refrescar la memoria para evitar pretextos aplicando el “no me enteré”, “nadie me dijo”, “toda la culpa es del gobierno”. De este último, no toda; es responsabilidad compartida. La voracidad política en busca de eternización ideológica encuentra en coyunturas como la actual un suculento manjar; un “anillo al dedo” para justificar lo mal hecho (o no hecho). Minimizar, esconder cifras, administrar vacunas y medicamentos para exhibirlos en el momento electoral justo. Querer invisibilizar las mentiras oficiales es como esconder gallinas en un maizal. Se podrán ocultar un momento, pero no tardan ellas mismas en delatarse. La mezcla entre errores y horrores oficiales y sociedad malacostumbrada a seguir las reglas, nos tiene en esta espiral descendente.

   Las pandemias viven merced a la movilidad social. El clan, la horda, la manada, el rebaño, llevan consigo como hospederos, al minúsculo agente que en un principio retozará como tragón en un bufet. Hacia donde tire el grupo, ahí irá y seguro encontrará más y más hasta agotar posibilidades para, de repente, tarde o temprano, agotarlas y siguiendo fielmente su historia natural, se autodestruye o termina adaptándose a las circunstancias. Por eso, muchas veces, los auténticos especialistas sin sesgo advirtieron que esta pesadilla durará lo que la humanidad quiera que dure. El problema surge cuando el virus decide ser patógeno para seres que se rigen más por pasiones que por instintos de conservación. Y esas pasiones comandadas por una voluntad, polarizan, separan, segregan a pesar de ir en contra del bien común que podría conseguirse al final del día; lo único que traen es dolor y pérdidas irremplazables. Como el Príncipe Próspero del relato de Poe. Tarde o temprano, las leyes de la naturaleza abrirán esa puerta que la soberbia creyó infranqueable.

   “Y la vida del reloj de ébano se fue con el último de los juerguistas. Y las llamas de los trípodes expiraron. Y Obscuridad y Podredumbre y la Muerte Roja, dominaron sobre todas las cosas.”

        Esta historia, continuará.

                                      Iñaki Manero.

BITÁCORA DE VIAJE XVIII

por ahernandez@latitud21.com.mx 31 diciembre, 2021
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              Cuando las arañas se unen, pueden atar a un león.

Proverbio etiope

“NI UN PESO AL TELETÓN”, decía el hashtag (¿octotropo?). En fin, como se llame ese símbolo que antes lo usábamos para señalar una cosa y hoy, otra relacionada con las tendencias de la gente en redes sociales. Lo que se dice, de lo que se habla, lo que a cierto sector de la población cableteada le interesa, le importa, le mueve, le conmueve, le enfurece. Y a veces, como un diálogo de sordos, llenamos el equivalente de páginas y páginas volcando nuestro hígado en ocasiones con textos de 280 caracteres o menos en el caso de Twitter o más en el caso de Facebook, similares y conexos, con poco o nulo argumento para sustentar. Hay quienes, como kamikazes de la letra, aparecen estrellándose en toda su estulticia para nunca más volver; otros, auténticos terroristas con distintos niveles de ortografía, léxico o sintaxis (la mayoría lamentable, tal vez de guardería trunca) que surgen, insultan, llenan el espacio de JAJAJÁS, vuelven a insultar, vomitan la frase muy hecha que aprendieron como loros en su adoctrinamiento y, como profesionales que son, no responden a señalamientos, respuestas o réplicas. Huyen de la confrontación; no tiene caso; es lo único que saben hacer. Otros, desde luego, de eso viven; trabajan por turnos con una misma cuenta. Inventan personajes atractivos, con nombres curiosos y cada quincena reciben una paga por apoyar o despotricar. Finalmente, las granjas de bots. Cuentas creadas de un día para otro cuyo tiempo de vida es como el de esos insectos que tienen 24 horas para hacer lo esencial y morir, correctamente llamados efímeras. 

En aquellos años previos a las elecciones fundamentales e históricas de 2018, esa campaña surgida de las entrañas de un complot malicioso y electorero, estuvo cerca de terminar con uno de los movimientos más nobles que hayan aparecido en nuestro mundo insolidario. El perfil de quienes orgánicamente cayeron en la trampa ideológica llena de mentiras, inexactitudes y mala leche, fue el perfil que votó de manera genuina e inocente por un cambio durante esa jornada inédita por el caudillo que los iba a sacar del México corrupto, desequilibrado, sinvergüenza, falaz y saqueador, haciendo frente al masiosare en turno, extraño enemigo que tanto daño le ha hecho al país y que mal rayo le parta según la mitología sexenal. En esa ocasión, el arma ideológica se dirigió y empezó a entrenar para el futuro, contra Fundación Teletón. La conozco de cerca; llevo 25 años participando con lo poco que pueda aportar profesionalmente en esa gala anual para llegar a una meta establecida y calculada y, en años pasados, construir más centros de rehabilitación infantil además de mantener los ya existentes, un hospital oncológico que hace palidecer a los mejores en su tipo en el mundo y un centro de atención para niños con autismo. Creo que muchos que como yo, han estado en las entrañas del proyecto, sintieron su defensa como un asunto personal y de familia ante el grosero, vulgar y sevicioso movimiento para desprestigiarlo con argumentos tan baratos, que se caían solos. Miserables los Goebbels que lo idearon, pero venturosa la resistencia de quienes lo defendieron.  

Sin intención de llenar de datos que seguramente muchos lectores ya conocen y si no, siempre están a generosa disposición en www.teleton.org, lo que sucedió fue una advertencia, una llamada de atención al daño que nos podemos hacer a nosotros mismos cuando no desarrollamos la capacidad crítica y de análisis. Todos esos centros de rehabilitación (CRITS), ese hospital de oncología en Querétaro (HOSPITAL ITO) o el centro de rehabilitación para autismo de Ecatepec (CAT), fueron construidos con fondos surgidos en su mayoría de familias que nada más podían aportar tal vez un peso y que a lo mejor ese peso, podría ser la diferencia entre juntar lo suficiente para el pasaje del transporte público.  Sí, muy importantes las contribuciones de las grandes empresas que por supuesto, como extra, lograban deducir su aportación en la declaración de impuestos, pero y este dato sí está lleno de esperanza, el ochenta por ciento de lo recaudado tiene su origen en las zonas más populares del país. ¿De qué manera han reaccionado los anteriores gobiernos al Teletón? Una de las críticas salida de Naciones Unidas, fustiga (siempre diplomáticamente), el cinismo con el que los políticos mexicanos han celebrado la iniciativa; algunos apareciendo y saliendo en la foto, durante la gala del Teletón, por lo general a inicios de diciembre para “caerse” con su aportación personal. Y sí, la Fundación ha venido cubriendo un hueco y realizando labores de salud pública que deberían ser competencia del gobierno mediante una eficiente distribución de los presupuestos. Con justicia, los ciudadanos deberíamos preguntar en dónde están nuestros impuestos. La respuesta nunca llegará probablemente y mucho menos en un país en donde la tasa de informalidad se ubica, de acuerdo con el siempre confiable INEGI, en el 60%. O sea, dos terceras partes de la población de este país, no cumplen con sus obligaciones fiscales, pero sí aportan cantidades importantes que hacen llegar cada año a la meta. Por cierto, el pasado cuatro de diciembre no hubo, en atención a la pandemia, suma establecida, pero se superó el récord anterior. 

    Los llamados a la solidaridad con historias bien contadas sobre sufrimiento y éxito, además del apoyo en producción de un monstruo internacional como Televisa, con todo y lo criticable que puedan ser sus contenidos y políticas, pueden hacer milagros. Lo más importante, y con eso personalmente me quedo, es mirar en retrospectiva la vida de un pequeño al que de niño, por su discapacidad, la condición económica de la familia y la falta de apoyo gubernamental, estaba condenado a vivir relegado a cuatro paredes si es que sobrevivía. Veinte años después de asistir al CRIT de su localidad, es profesionista, atleta paralímpico y prácticamente independiente en un mundo, lenta, dolorosamente, pero orientado al cambio de paradigmas en inclusión y respeto por los Derechos Humanos. Con esas cuentas, y disculpándome de antemano con quienes encuentren fuera de lugar el comentario, me importa un rábano cómo se consiguió el dinero; ahí está y está funcionando. No está en la mansión de alguien, en la campaña política de alguien o en dádivas electoreras tomando en cuenta el país en el que vivimos y sus antecedentes.  

   A la actual administración federal no le gustan las asociaciones civiles, patronatos, fundaciones, organismos autónomos y más. Nada que no pueda controlar y verificar directamente. En su paranoia, dicho por el presidente, todos tienen tufo a corrupción que hay que eliminar inmediatamente. De manera sorpresiva y excepcional, Teletón es el único proyecto de este tipo surgido de la iniciativa privada con el que el gobierno está trabajando. De entrada, es para celebrar; sin embargo, han sido tantos y tan seguidos los bandazos en tan solo tres años, que invitan a estar vigilantes al humor con el que nos podamos despertar mañana en Palacio Nacional. Las ilusiones, proyectos, horizontes de miles de niñas y niños que se han visto cristalizados gracias genuinamente al donativo, cariño y credibilidad de millones de mexicanos, la mayoría de condición humilde, desde hace un cuarto de siglo, son, esos sí, materia de seguridad nacional. No hay peor mezquindad que meterse con los sueños de un futuro que ya es presente. Somos más, y tenemos la telaraña de la democracia para amarrarle las patas al león por si se le ocurre pretender quedarse con la tajada más grande. Así sea.  

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