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Revista Latitud 21
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Inna German Gómez

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Inteligencia artificial, ¿El futuro?

por NellyG 1 diciembre, 2023

 

 

¿Qué tal la novela de la salida de OpenIA de Sam Altman?.  Especulaciones, el mercado accionario como montaña rusa, conspiraciones al estilo Hollywood y luego pues que siempre no, que sí regrese.  A lo mejor la misma inteligencia artificial se negó a trabajar con alguien más.  ¡Quiero a mi papá!, gritó furiosa por los parlantes de los pasillos.

No podemos afirmar o negar ninguna información porque no sabemos ni la milésima parte de lo que acontece en los pasillos de creación de estos mecanismos, o redes neuronales como le llaman algunos. Lo que sí sabemos, es que todo cambiará en un futuro muy muy cercano.

Recuerdan nuestras tareas de niños con la Enciclopedia Británica, buscando información.  Ahora las nuevas generaciones sólo preguntan al chat ¡y listo!, tarea en tu pantalla. Lograr el análisis y toma de decisiones en función a la información obtenida se está quedando obsoleto. Hasta el tema creativo está siendo abordado, buena o mala; la verdad que yo no encontré diferencia entre las canciones creadas por IA y las normales.

Como empresarios nos depara un futuro incierto, por lo pronto debemos ya tener un departamento o una persona que esté trabajando con esta herramienta, desde mi punto de vista el área de sistemas de las empresas no son lo más indicado, ellos están acostumbrados al software y hardware tradicional, vamos a necesitar un ‘preguntador’ experto, alguien que tenga la capacidad o sensibilidad para saber cómo y qué preguntar para obtener información, cotizaciones, presentaciones, contratos, planos y una larga lista de cosas que aún no sabemos ni qué podemos obtener.  Los tiempos de muchas tareas administrativas se reducirán y debemos estar listos para hacer ajustes lo más rápido posible.  Recuerden que la competencia ya lo está haciendo. Vamos tarde señores… como diría Elon Musk.

Lo que sí estoy segura, es que todas las empresas deben empezar a usar las herramientas de la IA. Para reflexionar, sabemos que la IA nos puede dar el manual, instrucciones y procesos de cómo arreglar una bomba descompuesta, pero aún necesitamos las manos para hacerlo físicamente. Entonces se abre un abismo lleno de posibilidades para cambiar el sistema educativo mundial, si ya podemos tener las soluciones en papel, lo que necesitaremos es el entrenamiento físico. Un cirujano tendrá acceso a un diagnóstico preciso en función a las imágenes, estudios y las bases de datos a las que tiene acceso la IA, pero la habilidad para realizar la operación sigue siendo una tarea humana.  Estoy segura de que van a desaparecer profesiones y otras deberán evolucionar; lo que sí podemos estar ciertos es de que nos espera una gran revolución. De verdad que es una esperanza para ahora sí lograr una educación más asertiva y que explote las capacidades reales de cada individuo.

Y por último, me quedo con este pensamiento: yo espero que la IA finalmente nos confirme la existencia de los vampiros,  con tanta información que existe sobre ellos, pues ni modo que los hayamos creado los humanos; sólo que nos platique con calmita lo que vaya encontrando; a lo mejor hasta sorpresitas nos llevamos.

 

 

Y se armó la guerra…

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2023
  • Mirada empresarial
  • Inna German Gómez
  • Empresaria
  • @Innagg

 

Aún no superamos la invasión de Rusia a Ucrania, cuando ya estamos todos preocupados por el ataque a Israel y los movimientos de las grandes potencias involucradas.

A mí me gustaría preguntar ¿por qué los humanos seguimos tomando bandos? Para hacer una guerra siempre se toma una posición que justifique la actuación, no ante los demás, sino ante nosotros mismos. En nuestro fuero interno sabemos perfectamente que esas justificaciones son pretextos económicos, sociales o religiosos que imponen unos cuantos y la idea va permeando hasta convertirse en una excelente razón para atacar y matar.  

Esto es parte de nuestra naturaleza, desde el día uno en la tierra nos la pasamos peleando. Pregúntenle a Caín su justificación para deshacerse de Abel. Podemos discutir al infinito sobre qué bando lleva la razón; sin embargo, me parece hasta un poco estúpido perder el tiempo en eso, no hay forma que justifiquemos destruir una cultura para sustituirla por otra, justificar una religión sobre otra, un color de piel, un idioma….  ¿Cómo validar una acción donde se quiere imponer una voluntad o ideología, destruyendo lo que ya existe y con (la palabra que más odio) genocidio? Discúlpenme, pero mi mente y mi alma, no encuentran una justificación válida para matar a mis congéneres.  

Las guerras son un negocio para ciertos individuos, eso lo sabemos todos, pero me sigo sorprendiendo de lo fácil que es influenciar a grupos de personas que pasaban por la vida tranquila y pacíficamente, para que de pronto empiecen a odiar por la razón que sea y entonces justifiquen acciones como secuestros, violaciones y muertes. Acciones que nunca habían pasado por su mente hasta que alguien las siembra ahí, sólo se necesitó encontrar el enemigo perfecto y prender la mecha de la sinrazón. 

Como humanidad no creo que cambiemos, ya que nuestras reacciones ante las acciones, son indicativos de que las guerras no van a terminar. El gran problema es que la tecnología nos ha hecho más eficientes en este menester de librar batallas, más mortíferos y muy asertivos. Así que lo único que creo que lograremos será destruirnos a nosotros mismos, en esta escalada de violencia y con el poder en manos de hombres con justificaciones muy pero muy vendibles, no auguro un desenlace feliz para nuestra historia humana.   

Espero que lo que sobreviva logre evolucionar y su comportamiento sea como el de una jirafa, o un león, o un oso polar, un delfín ¿quizá?, en fin, una especie que no quiera matarse entre sí, que no quiera convencer a las cebras que ser jirafa es mejor y que respete que los cocodrilos están un poco feítos.   

Seguridad y cifras negras

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 octubre, 2023
  • Mirada empresarial
    Inna German Gómez
    Empresaria
    @Innagg

Algunos de ustedes no lo saben, pero en nuestro país existe un dato al que se le llama ‘CIFRA NEGRA’. Según Wikipedia, se le conoce como ‘Cifra negra, en criminología, al número de delitos y delincuentes que no han llegado a ser descubiertos o condenados’, pero en México son los delitos prácticamente NO denunciados. Hay análisis estadísticos para intentar calcularlos, pero no son una ciencia exacta.
Quería exponer este tema porque a veces a nivel nacional se publican cifras en los medios sobre los avances en materia de seguridad que ha tenido el país; y muchas veces, la ciudadanía (o sea nosotros) evaluamos el desempeño de los cuerpos policiales en función a la percepción que estas cifras generan. Sin embargo, los datos (no pueden ser otros) existen. ¿Pero esos datos nos demuestran el panorama real?
Existe un documento que se llama: Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), este documento lo pueden consultar en línea en la página del INEGI (https://www.inegi.org.mx/programas/envipe/2023/). Es un documento público y tiene cifras sumamente interesantes; aquí les dejo algunas:
Durante 2022 únicamente se iniciaron el 7.6% de carpetas de investigación; es decir, 92.4% de los delitos no fueron denunciados o atendidos. De ese total de carpetas iniciadas 46.1% no obtuvieron resultados o no se continuó con la investigación… Es decir, que del total de delitos que hay en nuestro país sólo se les da seguimiento al 3.5%. Y bueno, no existe una cifra que diga de esos pocos en cuántos sí se lograron detenciones.
Sigamos con las cifras: esa encuesta dice que el 31.5% de las personas no denuncian porque lo consideran una pérdida de tiempo. Lamentablemente debo darles la razón: si mi tasa de eficacia es de únicamente el 3.5%, mi probabilidad de obtener un resultado (el que sea) es sumamente bajo.
Así que como dirían por ahí, mis queridos lectores, tenemos un problema grave en nuestros equipos de prevención del delito y de procuración de justicia. Si el gobierno se manejara como si fuera una empresa, imaginen la escena donde el director de la empresa está ante la junta de accionistas, explicando que sólo logró el 3.5% del total del objetivo establecido. Nosotros, los ciudadanos, somos en realidad esa junta de accionistas, es de nuestro interés que tengamos un país seguro. ¿No les parece que deberíamos ser más participativos en el tema?

Hace mucho dejé de juzgar…

por NellyG 1 septiembre, 2023

¿Se han fijado cómo de pronto surgen individuos en nuestra sociedad que se suben a pedestales? Yo les llamo pedestales de moralidad, y desde ahí con un dedo acusador empiezan a dictar sentencias. Las redes sociales han ayudado a ampliar sus alcances y validar su actuación.  Pero ¿qué valor puede tener esa persona para juzgar? ¿Quién lo nombró juez?, ¿Quién lo eligió verdugo?

Ahora resulta que si tus videos o textos se vuelven un ‘trend topic’ o eres un ‘influencer’, tus ideas y comentarios tendrán la validez parecida a las leyes.  Leyes que tanto tiempo nos han costado tener, reformar, escribir y aplicar.  Las leyes (no todas) se han ido modificando en función de los avances que como sociedad hemos experimentado; por ejemplo, en los años 50 no estaban permitidos los matrimonios interraciales, atentando contra las libertades básicas que debemos tener como humanos.

Como humanidad en colectivo hemos sido capaces de mejorar las garantías individuales, pero seguimos teniendo grandes incongruencias y ahora con este fenómeno de juzgadores profesionales, volvemos a dejar nuestras sociedades tambaleantes y con rumbos inciertos.

Las consecuencias de las sentencias de estas figuras de pedestal pueden llegar a ser tan graves como dividir un país completo en dos bandos, provocar suicidios adolescentes o crear grupos de choque. Entiendo que como sociedad debamos tener límites y acotarnos dentro de comportamientos éticos, pero jamás debemos otorgar poder a alguien que se base en sus propias ideologías para juzgar y castigar.

Dejar que ‘líderes’ de opinión lleven el rumbo de una sociedad, me recuerda un poco al libro de “La letra escarlata”, escrito en 1850 por Nathaniel Hawthorne, donde el tema principal es el juzgador, es perpetrador, la vergüenza propia, la humillación pública y por supuesto, el estigma social. Ahora las redes ayudan a multiplicar esos factores tan negativos, millones los leen o los ven y los comentarios negativos a través de un mensaje (no doy la cara) son aún más agrestes. Sobrevivir un embate de estos se vuelve tan difícil, se destruyen vidas, carreras, empresas y hasta la economía de todo un lugar.

Por favor no nos sumemos a asumir como verdaderos ciertos comentarios, no seamos parte de la división social creada por algunos, siempre existe un ‘ellos’… ¿Qué pasó con el ‘nosotros’?

Dejarles el poder a juzgadores no profesionales, nos está llevando a tomar decisiones colectivas que ahora empiezan a afectar nuestro juicio hacia cualquier sector social; ahora resulta que hay que establecer posturas:  gordos vs flacos, fifís vs chairos, gays vs heteros, veganos vs vegetarianos.  Recuerden que ya tenemos muchas en el cajón que hemos ido solventando, como: hombres vs mujeres, negros vs blancos, católicos vs judíos, etcétera, etcétera.  De verdad que nos encanta hacernos la vida difícil; no permitamos que ahora tik tok nos la regule.

La moral distraída

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 agosto, 2023
  • Mirada empresarial
  • Inna German Gómez
  • Empresaria
  • @Innagg

 

Tuve la gran suerte de criarme muy cerca de mis abuelas, así que muchas veces mi lenguaje incluye frases o costumbrismos de épocas pasadas. Los refranes, por ejemplo, eran y aún son una forma práctica y realista de expresar situaciones. Algunos de ellos han caído en desuso y se han sustituido por frases más cercanas a lo que hoy se publica colectivamente en redes sociales.  

El lenguaje también evoluciona y se adapta a las generaciones; cada generación se expresa de forma diferente, las palabras o frases se crean o se dejan de usar en función a lo que está socialmente permitido expresar.  Un buen ejemplo, podría ser el uso de groserías, ya que no me imagino a mi abuela mexicana adolescente, en 1925, expresándose como una adolescente de hoy, “¡verdad wey!”. Me muero de risa imaginar a mi abuela española en la cena, de largo y con guantes, en 1945, diciéndole a su compañera de silla “Qué onda con tu &%$ selfie, ¡saliste buenísima!”. 

Otras épocas, otras expresiones; de ahí sale la famosa frase: ‘Una señorita de moral distraída’. De niña escuchaba esa frase, y como nadie se tomaba el tiempo de explicarme claramente su significado, aunque claro siempre estaban mis preguntas imprudentes e incómodas, ¿Por qué la Tía Chata es de moral distraída? (sí, efectivamente, yo también tuve una Tía Chata). Pensaba: ¿es distraída porque se pierde mucho?, ¿porque deja sus cosas y no las encuentra?, ¿porque se le olvidan sus citas?  Hasta que en un momento, con el paso del tiempo, algo hacía click en mi cerebro y ‘me caía el veinte’ completito.  También con ello entendía que muchos de esos juicios no eran del todo realistas, sólo porque había mujeres más aguerridas. no tanto distraídas.

Pero hoy sí puedo aplicar la frase de personas de ‘moral distraída’ a muchos de nuestros representantes en la clase política. Puestos de elección popular, puestos administrativos, representantes de partido… en fin, todos aquellos que tienen que ver con el cobro, mantenimiento y administración de los recursos públicos del Estado.  Los valores de una persona están o no están.  Es decir, o eres una persona honesta o no lo eres; pero de pronto pareces distraerte de esa honestidad y como que la pierdes en algún cajón, pero sigues siendo una persona honesta, sólo te distrajiste tantito. 

La moral es el conjunto de valores que establecimos como sociedad desde tiempos inmemoriales para regular de forma tácita nuestra convivencia, pero últimamente aquellos que deberían cuidar esas reglas más que nadie, para garantizar una sociedad más justa, andan bien distraídos.

Hoy veo, leo y escucho puras distracciones. Pero por supuesto, yo nunca digo mentiras; bueno, sólo cuando me distraigo.  

Selección natural vs compras selectivas

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 julio, 2023
  • Mirada empresarial
  • Inna German Gómez
  • Empresaria
  • @Innagg

A lo largo de la historia de la humanidad, libros y películas han puesto sobre la mesa la idea de ‘mejorar’ la raza humana, basada en la capacidad monetaria de los individuos. ‘Un mundo feliz’, del autor Aldous Huxley,  plantea que en un futuro los humanos no tendremos hijos de manera natural, sino que todos serán creados en un laboratorio en función a las necesidades específicas de la comunidad. Estas ideologías están basadas en sistemas que ya existen hoy; por ejemplo, en la India los sistemas de castas limitan a los individuos a realizar cierta actividad únicamente porque nacieron en esa casta. A pesar de que hemos trabajado mucho para lograr la igualdad seguimos teniendo en nuestro vocabulario la frase: ‘Ustedes, no son nosotros’.
Al mejorar el desempeño de la medicina se ha ampliado la expectativa de vida, y además aquellos que tienen recursos económicos, pueden proveerse una mejor atención médica, lo que lleva a la gente con mayor capacidad monetaria a alargar su vida y procurarán que sus descendientes sobrevivan, aún a pesar de problemas de salud, que en otra situación económica no les hubieran permitido sobrevivir. ¿Qué implicaciones biológicas tiene esto? Depende de a quién le preguntemos, pero por lo pronto todos coinciden que hacer trampa a la selección natural nos va llevando a ser una especie más débil.
Si queremos, como se plantea en la película ‘Gattaca’, hacer una nueva raza de seres humanos mejorados genéticamente en función a eliminar genes problemáticos, suena muy bien: menos enfermedades genéticas, menor gasto en los sistemas de salud, pero a veces eso de andar haciendo experimentos en mejoramiento de razas no nos sale del todo bien. Un buen ejemplo de esto es la raza de perros pugs (jajaja). ¿Pero cómo operaremos para seleccionar los genes mejores a los genes no tan buenos? ¿Quién hará ahora la selección de esos nuevos integrantes humanos? ¿Quién podrá pagar esos procedimientos? Seguiremos haciendo más grandes las diferencias entre clases. ¿Ahora los ricos también serán superiores genéticamente? Estamos obviando una situación que se ha planteado siempre, ¿Y el contenido de esos cuerpos mejores?, ¿Serán mejores éticamente hablando?, ¿Tendrán una mejor capacidad intelectual para acabar con los problemas que hoy aquejan? Todas estas preguntas son realmente importantes.
Nuestra especie siempre está luchando por cambiar las reglas que existen, ya afectamos nuestro planeta y lo estamos matando porque no somos capaces de cambiar estilos de vida; ahora queremos cambiar lo que ha funcionado en la naturaleza por billones de años. Estoy de acuerdo en querer procurar un sistema de salud mejor, en cuidar mejor de nuestros congéneres, pero ahora ponernos a seleccionar nosotros…. Mmhhh me quedan varias dudas al respecto de nuestra capacidad. Lástima que no estaré para ver el resultado, pero ¿quién sabe? a lo mejor me seleccionan para clonarme.

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