Si me pidieran, como algún día lo hicieron con nuestro hoy presidente, que mencionara algún libro que haya influido en mi vida, mencionaría sin lugar a dudas esa maravillosa recopilación de cuentos árabes conocida como Las mil y una noches. Entraba a la adolescencia cuando lo tuve en mis manos, posiblemente tendría unos 12 años cuando compré este libro de más de mil páginas que aún conservo.
Las mil y una noches me transportaron a lugares tan exóticos como Arabia, Persia, India y Egipto con sus maravillosos cuentos, como Aladino y la lámpara maravillosa y, por supuesto, Alí Babá y los 40 ladrones.
El personaje principal de esta obra es una mujer llamada Scherezada, quien cada noche contaba una historia al Sultán sin terminarla, lo que le permitía un día más de vida pues el Sultán, quien había sido engañado por su esposa, decapitaba al día siguiente a la mujer que conocía cada noche, en señal de venganza por la afrenta sufrida. Es así como después de muchas historias contadas en mil y una noches, el Sultán se enamora de Scherezada y le perdona la vida, haciéndola su esposa para siempre.
Este libro influyó en al menos tres aspectos de mi personalidad. En mi afición por la lectura, en mi amor por los viajes y en mi fe en las personas. Para mí, una de las más hermosas enseñanzas de esta historia es que, por muy desafortunado que seas, siempre habrá la esperanza de un nuevo día, de un nuevo amanecer. Por muy defraudado o decepcionado que te sientas de alguien, siempre habrá una persona honesta que te devuelva la fe y la confianza.
Y así es lo que yo pensaba el pasado domingo 25 de septiembre, cuando asistí a la toma de protesta de nuestro nuevo gobernador, Carlos Joaquín González.
A diferencia de los tres gobernadores anteriores, a quienes conocí ya en el poder, a Carlos he tenido la oportunidad de conocerlo desde la adolescencia, cuando coincidimos en la preparatoria del Centro Universitario Montejo en Mérida, reencontrándonos posteriormente en Quintana Roo.
Su mensaje al pueblo de Quintana Roo en su toma de protesta fue claro y contundente, perfilando un plan de trabajo que busca crear oportunidades desde un gobierno transparente y honesto. Un mensaje que nos devuelve la fe en las personas y la confianza en las instituciones. Por supuesto que le creo, pues lo conozco, Carlos es un hombre tenaz, honesto y de palabra, como lo fue su padre don Nassim, y seguramente que trabajará en ese sentido.
Sin embargo, la única forma de realmente conseguir esa transformación que todos deseamos es con la participación de todos nosotros. Esta no es labor de una persona sino de todos los quintanarroenses. Esto no es responsabilidad de un grupo sino de todos los ciudadanos. Lo que todos queremos no son cuentos sino hechos. Lo que todos necesitamos son acciones que hablen más fuerte que las palabras y que nos demuestren que Quintana Roo sí tiene el gobierno que se merece, un gobierno justo, honesto y transparente, porque Quintana Roo es un pueblo justo, honesto y transparente también. Y lo conseguiremos, como diría nuestro gobernador, contra viento y marea. Enhorabuena Carlos. Tu éxito es nuestro éxito.