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Revista Latitud 21
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Sergio González

  • Al buen entendedor
  • Presidente de la AMATUR
  • Presidente del centro de atención de salud mental y prevención de adicciones «Vital»
  •  sgrubiera@acticonsultores.com

Retos para el desarrollo del turismo

por Latitud21 Redacción 1 diciembre, 2015

¿Hasta dónde hay que crecer? Es la pregunta que gobierno y sociedad deberían plantearse de cara al desarrollo del fenómeno turístico. El propósito fundamental de la actividad turística debería ser la mejora sustancial de la calidad de vida de los pobladores de las regiones que en teoría se benefician con la llegada de los turistas. Es decir, que los objetivos finales no deberían ser más turistas o más cuartos llenos, sino mejores niveles de vida y un desarrollo económico sostenible y respetuoso del ambiente y la cultura local.

Quintana Roo y Cancún en particular muestran un crecimiento extraordinario en las cifras de ocupación turística en los últimos años; sin embargo, no necesariamente se refleja en la calidad de vida de la población. En teoría hay cada vez más turistas y mayor derrama, pero la gente más necesitada no obtiene más ingresos, se asume que los beneficios del sector no tienen una distribución equitativa.

Nuestro modelo económico no permite que una camarista, un mesero o un empleado de mantenimiento, por ejemplo, viva en una buena casa, se compre un auto o haga unas buenas vacaciones una vez al año; sin embargo, nos hacen lucir como un paraíso en jauja, aunque tristemente no es así para todos.

La revista Forbes publicó que entre los 100 españoles más ricos figuran en los primeros lugares los siete u ocho propietarios de las cadenas hoteleras cuyos corporativos están en Palma de Mallorca y, casualmente, sus principales hoteles están en Cancún y Riviera Maya, fuente principal de su enorme riqueza. Lamentablemente los recursos humanos de esos complejos hoteleros no gozan ni por asomo de esa bonanza.

Ante esta realidad insoslayable, deberíamos replantearnos el modelo de desarrollo económico del turismo y preguntarnos hasta dónde y cómo queremos crecer…

 

Barreras y sobrerregulación

Para avanzar en competitividad debe crearse un entorno que favorezca, y en este sentido el rubro del turismo enfrenta retos.

Empecemos por los aeropuertos en donde los arribos y las salidas de pasajeros son lamentables.

Hace poco aterricé en Madrid, iba en un vuelo de 500 pasajeros. Sorprendentemente en solo 25 minutos ya estaba en la calle abordando mi taxi al hotel. A mi regreso a Cancún, un par de agentes de Migración se apostaron a la salida del túnel del avión a revisar uno por uno los pasaportes y formas migratorias de los 500 pasajeros. ¡Inaudito! Me pregunto para qué, si más adelante hay un filtro de Migración… Podrán imaginarse el calor en ese túnel y la molestia de los pasajeros que lógicamente no entienden a qué se debe tan tortuosa salida de la aeronave.

Y luego, las maletas. Esperamos más de una hora por el equipaje, seguido del filtro de Aduana. Resultado, turista infeliz desde el primer contacto con México.

Se suman la  Ley Federal de Autotransporte y su interpretación por parte de las autoridades locales, las importaciones temporales para congresos y convenciones, el trámite de patentes para venta de bebidas alcohólicas en establecimientos de ocio y hotelería, y un sinfín de etcéteras dentro de los retos y oportunidades para el turismo. En México el turismo No es una prioridad para el Estado.

 

Infraestructura y desarrollo 

de productos segmentados

La promoción no solventa por sí sola las deficiencias del producto, debe modernizarse y adaptarse a las nuevas tendencias de la demanda.

El anhelo de todos los destinos turísticos es que se incremente la estancia promedio y con ello la derrama económica, pero no se logra con promoción sino con Desarrollo de Productos Turísticos e Inversión en Infraestructura.

El desarrollo de productos desde el punto de vista comercial y privado solo será posible con las inversiones y el capital de grandes empresarios, ya que no hay ningún esquema de fomento ni incentivos fiscales de ningún tipo para que micros, pequeños y medianos empresarios emprendan proyectos con facilidad.

No hay una sola ley de fomento para el turismo; el acceso a créditos es muy limitado y los esquemas de fomento de la Secretaría de Economía son débiles, poco accesibles y mal difundidos.

Es necesario un nuevo ente de promoción, con autonomía técnica y financiera, en el que se incluya la participación activa de los empresarios turísticos; etiquetar el tres por ciento del Impuesto al Hospedaje exclusivamente para la promoción y relaciones públicas y un presupuesto  que incluya todas las nuevas tendencias, que sustituya marketing tradicional por Internet y redes sociales. Se debe reconocer que la actual estrategia de promoción es errática y obsoleta.

El turismo es la gran alternativa de desarrollo económico para México, pero debe fundamentarse en nuevas y mejores metodologías, no basta solo con nuestra riqueza natural, histórica, paisajística y cultural, el nuevo turismo requiere mucho más que eso.

 

El eterno problema de Migración

por Latitud21 Redacción 2 noviembre, 2015

Me refiero a los asuntos que nos atañen como destino turístico, y no a la migración natural de seres humanos que de suyo es compleja y sin duda merecería una entrega dedicada y acuciosa.

Dicho esto quisiera entrar en materia de los constantes reclamos que como promotores de la actividad turística hemos hecho a lo largo de los años a muy diversas autoridades, especialmente federales, acerca de la necesidad de que como destino turístico ofrezcamos el mejor servicio y la mejor cara a todos los que nos visitan, empezando por el aeropuerto, la puerta de entrada a nuestra casa.

Repetidos son los foros, audiencias y escritos de diversa índole y desde múltiples escritorios y despachos para intentar convencer a nuestras distinguidas autoridades de que los departamentos de Migración y Aduana en nuestros aeropuertos, especialmente el de Cancún, requieren de mejoras y  ser modernizados en todos sentidos, a efecto de ofrecer servicios de vanguardia, así como cálida y eficaz bienvenida a los millones de turistas que nos visitan y son fuente de significativas divisas para nuestro país.

Nuestras peticiones, sin embargo, no hacen eco en autoridad o interlocutor alguno, pues el tema de ineficiencia y lentitud, entre otros, continúa intacto, sin solución de fondo.

Lo de Aduana, sus efectivos y procedimientos, es toda una novela a la que prometo dedicarle una entrega especial próximamente.

Me refiero en este espacio al Instituto Nacional de Migración (INM), en el que cabe decir, el problema, a diferencia de Aduana, no es de actitud ni servicio, pues en el caso particular del aeropuerto de Cancún los agentes son amables, eficientes y en su mayoría bien capacitados, incluso bilingües muchos de ellos, es de insuficiencia de personal.

Si el Instituto dotara, como le hemos solicitado a través de diversos interlocutores, entre ellos la secretaria de Turismo y el propio secretario de Gobernación, entre otros, de personal suficiente y bien capacitado para ocupar todas las posiciones disponibles en el aeropuerto, los tiempos de espera, cuando menos en ese primer filtro, serían mucho más aceptables y la imagen de servicio y recepción de los turistas mucho más positiva.

Pero hemos equivocado el camino en nuestro eterno reclamo al solicitar simplemente que asignen más personal a la plaza en cuestión, en este caso Cancún. Actualmente hay 28 oficiales de Migración en cada una de las terminales del aeropuerto, con lo que el tiempo de espera en la fila para los turistas varía de los 40 hasta los 50 minutos en promedio en días y horas pico, y hay un caso documentado de hasta 70 minutos, situación atípica por la caída del sistema de Migración como caso aislado y poco común. Lo ideal sería contar con 40 elementos en cada terminal, pero de manera permanente, con lo cual nuestros turistas podrían pasar el filtro en solo 20 minutos promedio.

¿Por qué le digo a mis ocho lectores que hemos fallado en el reclamo?…

Porque lo que hay que solicitar es descentralización de las decisiones del INM, cuando menos en este asunto.

Si se asignara un presupuesto a cada plaza, acorde y proporcional a la dimensión e importancia del destino turístico, y si el delegado federal pudiera tener libertad y autonomía cuando menos en la contratación de su personal, el tema que no hemos resuelto en más de 20 años se concretaría en una semana.

Tenemos en Quintana Roo a un delegado de Migración dispuesto, eficaz, conocedor de la problemática y sobre todo comprometido, y si tuviera en sus manos la contratación del personal que hace falta lo resolvería de inmediato y el cambio en el aeropuerto sería radical. Sin embargo, la decisión de incrementar la plantilla, increíblemente ni siquiera depende del Instituto en la ciudad de México sino de los más altos mandos en la Secretaría de Gobernación, y por eso no se resuelve el tema ni se resolverá nunca mientras haya semejante centralismo.

Hace más de dos meses que el secretario de Gobernachong prometió resolver el tema y asignar los elementos que tanto demandamos, ofreció hacerlo en unos días, solo que no dijo cuántos…  puro discurso y demagogia.

Esta es una prueba más del poco conocimiento que tienen en el gobierno federal del fenómeno turístico y del nulo interés que tienen en esta importantísima actividad económica, que no se dan cuenta puede salvar a México de su paupérrimo crecimiento económico si le dotaran de los incentivos adecuados.

De paso le cuento que cuando llueve hay goteras en el aeropuerto, y justo debajo de ellas está Migración; caen hasta cucarachas, y eso sí que le corresponde a Asur. No se vale…

Con el tremendo crecimiento de Cancún y la Riviera Maya, y en medio del boom turístico que se vive, ya va siendo hora de que el gobierno federal se fije un poco más  en lo que sucede en el aeropuerto de Cancún en todos sentidos…

Cambio de estafeta en Turismo

por Latitud21 Redacción 1 octubre, 2015

Como era de esperarse, justo a la mitad del sexenio y unos días antes del informe presidencial, y al más puro estilo priista, se dieron los llamados “enroques” y los cambios en el gabinete de alto nivel. Poco a poco hemos experimentado las viejas prácticas del también viejo estilo del partido tricolor. Cambiar a medio gabinete es casi un acontecimiento que se espera y hasta se aplaude en los muy mexicanos estilos de gobernar. No importan la operatividad, la continuidad ni los resultados, lo que importa es la política, los amarres, las conexiones, las lealtades, las facturas y las alianzas, entre otras cosas.

Y en ese orden de ideas me refiero al cambio de estafeta en la ilustrísima Secretaría federal de Turismo, en la que la nunca bien ponderada Claudia Ruiz Massieu deja su lugar al señor licenciado Enrique de la Madrid Cordero, hijo del expresidente Miguel de la Madrid.

Mi opinión y las expectativas que podría tener nuestro querido sector turístico ante el nuevo nombramiento resultan un poco simpáticas. No concluimos lo solicitado con vehemencia a la anterior encargada, cuando ya tenemos que ponernos de acuerdo con un nuevo e intrépido interlocutor.

Una vez más tendremos que empezar de cero, por explicarle al ilustre ministro de qué se trata esto del turismo, fenómeno económico y trascendental que al parecer no acaban de entender bien nuestros distinguidos políticos convertidos en autoridades.

Con el precio del barril de petróleo a alrededor de 35 dólares y el dólar a más de 17 muy devaluados pesos, entre otras calamidades, y en paralelo los destinos turísticos llenos a tope, no hay que ser genios ni economistas para saber que a lo que hay que apostarle es al turismo. El turismo es, como lo hemos apuntado repetidamente, la gran alternativa de desarrollo económico para México, la enorme posibilidad de que la economía crezca a partir de esta noble actividad que genera empleos, divisas, que no contamina y que propaga de manera positiva el nombre e imagen de nuestro país a todo el mundo.

Si en el discurso el presidente Peña Nieto señaló que los nuevos ministros deben trabajar por México y con pasión, el Sr. De la Madrid Cordero, flamante secretario de Turismo, deberá trabajar con denuedo y entusiasmo por derribar todas las barreras que impiden que el turismo se consolide como la actividad económica que puede catapultar a México. Estamos llenos y hartos de cifras y discursos. Nos han dicho que estamos de nuevo en el “top ten, si me perdonan mis ocho lectores el anglicismo, es decir que pasamos increíblemente en solo un par de años, del lugar 15 a estar entre los diez primeros del mundo en recepción de turistas, dato que me tiene sorprendido, por decir lo menos.

Nuestros destinos de playa muestran números de ocupación muy halagadores desde 2014, con cifras envidiables, aunque estoy convencido de que no se debe a la promoción oficial e institucional. La ocupación turística crece exponencialmente en todo el mundo producto de las economías de los países, lo mismo crece en España que en Turquía o China, México no es la excepción.

Lo importante es reconocer que en México, a pesar de tener una economía inestable, que no crece y de los lamentables episodios de todo tipo que vivimos en nuestro querido país, los destinos turísticos marchan de manera muy exitosa, lo que me lleva a afirmar de nuevo que el turismo es la alternativa, crece a pesar de las adversidades y de las barreras que el mismo sistema político impone.

En tales circunstancias, si el nuevo secretario de Turismo en verdad tiene la encomienda de “Mover a México” y de hacer del turismo una prioridad, podría empezar por convertirse en el auténtico y único interlocutor de primer nivel que requerimos para que haya por primera vez esquemas de fomento e incentivo para la actividad turística.

No solo no hay leyes de fomento para el turismo, situación que no comprendió ningún ministro anterior, sino que la actividad enfrenta innumerables barreras y obstáculos que inhiben su desarrollo y dificultan la competitividad.

Nada se avanzó en la primera mitad del sexenio, seguimos igual, todo va con el piloto automático dependiendo solamente de las inversiones y el capital privado, y de nuestra maravillosa riqueza natural, paisajística, histórica y cultural; seguimos esperando que el turismo sea una auténtica prioridad, que pase del discurso a los hechos. ¿Será que alguno de mis ocho lectores le pueda pasar mi columna al nuevo ministro?

Tránsito Municipal, un viacrucis

por Latitud21 Redacción 31 agosto, 2015

Me aventuré intrépidamente a renovar mi licencia de conducir. ¡Vaya proeza!

Con tantas noticias que escucho acerca de la modernización de nuestras instituciones municipales, de las hazañas de los ediles y las venturosas andanzas del buen presidente municipal en turno, ahora suspirante a más altos honores, simplemente pensaba que la tramitología en la Dirección de Tránsito municipal de esta querida ciudad de Cancún sería mejor, más simple, y que la experiencia no sería tan tortuosa; pero qué terrible decepción, es como para escribir una novela: Los intrínsecos laberintos de los trámites municipales.

Inicio por contarle a mis ochos lectores, a quienes he tenido abandonados  por causas imputables a una apretada agenda y a un estrujamiento intensivo del seso, no solo para poder entender lo que está sucediendo en mi entorno sino para poderlo transmitir como es menester. Me apersoné en la Dirección de Tránsito municipal a las 09:45 a.m. y finalmente pude salir bien librado a las 12:15, es decir que le dediqué dos horas y media al trámite de renovación de mi documento para conducir. No sé cómo sea en otras ciudades del mundo, pero sin duda a mí me parece inadmisible con la tecnología que ya existe.

Siendo Tránsito la segunda fuente de ingresos del H. Ayuntamiento, después del predial, debería estar dotada no solo de tecnología para la recaudación, sino de cómodas y modernas instalaciones al servicio de los miles de feligreses que allí acudimos a dejar nuestro dinero (no se incomode nadie que feligrés no solo es el que acude a la parroquia).

El inmueble no es digno de Cancún, el supuestamente mejor destino turístico de América Latina, es un tugurio, es decir, un establecimiento pequeño y mezquino, sin aire acondicionado, sin cómodos asientos y sin servicios básicos, en el que tienen que apretujarse con estos calores cientos de personas a diario para realizar sus trámites. Sin tecnología, con poco personal, mal capacitado y con procedimientos lentos y absurdos que contribuyen a la tremenda pérdida de horas-hombre que allí se da todos los días.

Comparto un ejemplo que raya en lo novelesco. Se aproximó un ciudadano a la ventanilla tres en la que los uniformados te dan el visto bueno de no tener infracciones previas antes de proceder al siguiente paso de pagar en caja; al llegar ahí luego de la larga fila y en medio de los sudores colectivos, le informan que tiene infracciones previas, dos a saber que datan de hace más de diez años y en consecuencia no puede obtener el visto bueno para continuar el trámite de renovación de su licencia, a lo cual se dice sorprendido pues afirma no haber recibido jamás en esta ciudad una infracción de Tránsito, además de tener todos sus documentos consigo, es decir no tienen ninguno retenido en custodia en esa institución.

Le dicen que debe tratarse de un homónimo, pero que no se preocupe, que solicite la prescripción del acto por escrito con tres copias, que pase a pagar a la caja 130 pesos por cada una de las prescripciones que solicita, para lo cual había que hacer una nueva y larga fila, luego regresar a la ventanilla tres por un sello y que en 15 días podría regresar a tramitar su licencia de nueva cuenta. De novela… Me despedí del pobre hombre deseándole éxito.

Me pregunto si con la tecnología no podrían tener una base de datos en la que apareciera la ficha de cada conductor con su fotografía y entonces poder determinar si se trata de un homónimo o no, pero parece que eso es mucho pedir para una ciudad tan pobre y emproblemada como Cancún.

Laberinto intrincado también, entre otros, el de aquellos que por pasarse de copas fueron remitidos al “torito” al pasar por el alcoholímetro y que en consecuencia les fue detenido y encerrado su automóvil. Recuperar el auto es más difícil que casarse, sin mencionar la serie de pagos que ello implica, incluyendo el excesivo y abusivo pago de mil 800 pesos por el arrastre en grúa.

No estoy defendiendo ni justificando a aquellos que conducen bajo los efectos del alcohol, pero una vez cumplida su pena deberían poder obtener su automóvil de inmediato y sin pago alguno, pero no es así.

En Tránsito todo cuesta, las copias, los bolígrafos por si usted olvidó el suyo, y hay quienes por una módica cantidad le tramitan su licencia más rápido.

La Dirección de Tránsito municipal es una vergüenza para Cancún y no hay razón alguna para que no se modernice, no solo en sus instalaciones sino en sus procedimientos, que son obsoletos por decir lo menos, acudir ahí es como hacer un viaje al pasado, es una regresión, es una novela de miedo.

Hoy obtuve mi licencia finalmente por dos años, porque no quisieron hacérmela por cinco, y estoy feliz y tranquilo; sin embargo, triste de atestiguar lo lejos que estamos.

Sr. presidente municipal, ahí tiene usted un buen reto.

 

 

La sociedad, cómplice del mal gobierno

por Latitud21 Redacción 31 julio, 2015

Culminó un proceso electoral más en el país y una vez más se demostró el poco interés de la sociedad por cambiar las cosas, una vez más la sociedad demuestra ser cómplice mudo del mal gobierno y de las malas prácticas del sistema que prevalece y nos gobierna.

Es verdad que hay molestia, enfado, desencanto y apatía generalizada en consecuencia, pero la abstención no es la manera más apropiada de cambiar las cosas para mejorar. Solo el 47% del padrón electoral de la nación se presentó a las urnas el 7 de junio, es decir que más de 44 millones de mexicanos se quedaron en su casa observando pasivamente. Esa pasividad en el proceso electoral es una clara muestra de cómo se comportan los mexicanos ante el escenario de corrupción, opacidad, y en algunos casos hasta desgobierno que nos aqueja cotidiana y sistemáticamente.

La gente se queja por sistema, llora y se lamenta y ahora gracias a las redes sociales vierte sus penurias, sus reclamos, sus inconformidades y hasta denuncia y calumnia vehementemente, pero poco o nada participa como sociedad organizada en esfuerzos reales y consistentes para generar cambios que nos permitan una mejor calidad de vida, un escenario más justo, un mejor país.

Critico al mal gobierno y las malas prácticas, denuncio la corrupción y señalo a los abusivos y represores en este y otros espacios, me expreso con vehemencia en contra del sistema y manifiesto mi hartazgo. Sin embargo, desde ahora, criticaré en su lugar a la sociedad, el eterno cómplice mudo del mal gobierno.

No penséis mis ocho lectores que seré complaciente con las malas prácticas del mal gobierno, simplemente me parece justo decir que poco o nada hacemos como sociedad, que poco o nada ejercemos como ciudadanos y que la participación es paupérrima cuantitativa y cualitativamente.

Ciudadanos por la Transparencia, por ejemplo, una de las iniciativas en las que participo jubilosamente desde hace poco, se trazó entre sus metas el crear espacios para la participación ciudadana, ya que está claro que se requiere de ella para impulsar,  fomentar y demandar la transparencia en el aparato gubernamental y es, ante tan loable y trascendente objetivo, que me pregunto y le pregunto a mis colegas, ¿cómo lo haremos ?… ¿Cómo lograr que la ciudadanía participe activamente?, ¿Cómo conseguir la cultura de la denuncia, del cuestionamiento responsable, de la observación comprometida?… ¿Cómo erradicar la apatía?…

Los mexicanos se quejan airadamente, opinan, critican y hasta se atreven a formular creativas e ingeniosas iniciativas, pero no son capaces en su enorme mayoría de participar activamente en las organizaciones de la sociedad civil creadas justamente para promover un cambio en el statu quo.

La sociedad se queja de sus gobernantes, pero pocas veces se reflexiona por ejemplo en que las ciudades son una muestra tangible de cómo son y cómo se comportan sus habitantes. Si hay basura en las calles, son los ciudadanos los que la generan; si hay tránsito y caos vehicular, más allá de la pésima planeación, los ciudadanos, automovilistas, desarrollos, inversionistas y transeúntes lo generan de alguna manera; si hay deterioro en la imagen urbana, son los mismos habitantes de un pueblo quienes lo propician. No obstante, todos esperan que el gobierno lo resuelva, sin estar dispuestos a contribuir y sin detenerse a reflexionar en la participación protagonista que tenemos en la construcción del entorno en el que vivimos.

La ciudad que tenemos la construimos o la destruimos todos juntos, día con día. Para cambiar a México no basta con criticar a los políticos y al mal gobierno, hay que participar, desde la casa, el trabajo, la escuela, desde la enseñanza a hijos y nietos, construyendo con el ejemplo, la palabra, los hábitos. Hay además grandes espacios de participación ciudadana desaprovechados y también responsabilidades y compromisos que tomar.

Si bien gobierno y partidos políticos han demostrado su ineficacia, su nulo compromiso con el pueblo, y su arrogancia llega a niveles insospechados; no podemos decir que no haya democracia, ésta quedó demostrada en las pasadas elecciones. Hubo de todo, alternancia, un candidato independiente ganador, elecciones cerradísimas en un par de estados y un congreso multicolor, entre otras cosas; sin embargo, no estamos contentos, y en gran parte porque no  participamos suficientemente.

La sociedad debe dejar de ser cómplice mudo si queremos cambiar a México.

Nunca mejor el nombre de esta columna… Al Buen Entendedor…

 

 

 

 

 

 

 

Cuba, oportunidad o amenaza…

por Latitud21 Redacción 1 julio, 2015

 

Mucho me preguntan mi opinión acerca de nuestra futura relación turística con la más grande de las Antillas, y si se considera una amenaza, por decirlo de alguna manera, como competidor turístico para nuestros destinos.

Antes que nada quiero expresar que me produce una enorme satisfacción el hecho de que el casi inminente restablecimiento de relaciones diplomáticas, y en consecuencia también comerciales, entre Estados Unidos y Cuba pueda significar en el mediano plazo una mejor calidad de vida para los habitantes de esa querida isla del Caribe.

Un país del que existen enormes testimonios documentales de su liderazgo y protagonismo en las artes, la cultura, investigación, literatura, entre otras muchas asignaturas, que se truncaron desde hace más de medio siglo por razones mundialmente conocidas. Un país que siendo solo una isla en medio del Caribe, fue el iniciador y líder de una inimaginable lista de iniciativas y disciplinas en los inicios de la América Latina del siglo XX.

El reciente anuncio sobre la apertura de Cuba en diversos sentidos, y sobre todo el hecho de que los norteamericanos puedan viajar libremente y sin restricciones a la isla, genera curiosidad y morbo, especialmente de los medios, en relación con el planteamiento de que si ello constituiría una eventual amenaza por competencia para Cancún y la Riviera Maya, en el caso mexicano.

Para entrar de lleno y de frente al tema, no me parece en absoluto, al menos por el momento, que Cuba represente competencia ni amenaza alguna para nuestros destinos turísticos, y no lo será al menos por cinco años.

Nuestro principal mercado sigue siendo el de Estados Unidos, aunque cada día crece más y de manera acelerada el mercado nacional y de América Latina, además de nuestros clientes de Europa. Sin embargo, el viajero de Estados Unidos es el cliente número uno de nuestros destinos de playa. En ese sentido se antoja difícil que Cuba pueda competir, al menos por el momento, por un mercado para el que ciertamente no están preparados.

Un sitio en el que se corta repentinamente la energía eléctrica, como decimos en México “se va la luz”, hasta por seis horas, con todo lo que esto trae como consecuencia, no puede considerarse competitivo ante un mercado tan exigente y demandante.

Aire acondicionado súper frío, cervecitas frías, muchos hielos, camarones y ceviches fresquitos a toda hora, sistemas de televisión por cable, Internet inalámbrico a todas horas, entre otros muchos, son servicios y demanda de algunos mercados turísticos, que significan condiciones para prevalecer en el ámbito de las preferencias.

Mientras que los viajeros europeos pueden disfrutar del Caribe sin aire acondicionado, para los norteamericanos es inconcebible; para los primeros un insecto puede ser parte de la fauna exótica local, y para los segundos una tremenda falta de higiene.

No dudo que Cuba será un competidor digno, de cuidado y sumamente atractivo para muy diversos mercados, por lo que habrá que estar atentos a lo que hacen, sobre todo en materia de desarrollo de producto e inventario de actividades más que en hotelería.

Por hoy es difícil que su oferta hotelera, aun con la anunciada apertura, pueda superar a las fantásticas y vanguardistas ofertas con que contamos en Cancún y Riviera Maya, y aún, por qué no decirlo, en la República Dominicana; imposible por el momento que puedan superar la oferta gastronómica y culinaria de México, y muy lejos de llegar a la calidad y calidez de nuestros servicios. Cuba es hoy sin duda una enorme oportunidad, más que una amenaza. Una oportunidad de sinergias, una oportunidad de consolidar los tan ansiados circuitos caribeños que permitan a nuestros visitantes conocer más de una isla.

No me ufano ni les desprecio, no presumo ni les descalifico, de ninguna manera, simplemente me queda claro que hoy la querida isla, dueña de la rumba, el son y el mejor tabaco del mundo, no representa una competencia turística para los destinos del Caribe mexicano. Para otros quizá, pero para nosotros no.

El escenario cambiará sin embargo en el mediano plazo, que desde mi opinión será de cinco a siete años, cuando las inversiones de todo tipo lleguen a Cuba y se convierta entonces en una potencia turística de mucho cuidado y respeto. Será entonces…

El pensamiento caribeño, del cual me considero parte orgullosamente, puede ser una hermosa realidad con el resurgimiento de Cuba.

 

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