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Revista Latitud 21
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Vicente Ferreyra Acosta

La COP 13 de Diversidad Biológica

por Latitud21 Redacción 22 agosto, 2016

En diciembre de 2016, más de ocho mil especialistas en temas relacionados con la biodiversidad se reunirán en nuestro Quintana Roo para discutir temas relevantes en materia de conservación. ¿Por qué debe importarnos?

Porque la 13va Conferencia de las Partes del Convenio de la Diversidad Biológica (mejor conocida como COP 13), es nada más y nada menos que uno de los eventos más importantes del año a nivel mundial en esta materia.

Demos un paso atrás. A partir de la Cumbre de Río de 1992, en uno de los eventos más importantes de sustentabilidad a nivel global, se evidenció que uno de los factores que más amenazaban nuestra economía en el largo plazo era la pérdida de la biodiversidad, por ello un grupo de países decidió establecer acciones para su conservación a través de la publicación y la firma del Convenio de la Diversidad Biológica (CDB), que al día de hoy ha sido signado por 168 países, incluido México.

Además, nuestro país es considerado uno de los 12 países megadiversos, que concentran más del 70% de las especies en el planeta; por ello, y por ser parte del CDB, México tiene la enorme responsabilidad de dar cumplimiento a una serie de metas que permitan avanzar en el desarrollo económico, pero considerando la diversidad biológica como un importante activo al que hay que mantener. Cada dos años los países firmantes del Convenio (las Partes) se reúnen para tomar decisiones importantes que permitan lograr estos objetivos, y hoy somos la sede.

El compromiso de México ante sus similares es, entre otros, trabajar para que la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad se integren a los planes sectoriales e intersectoriales. Vaya tema, considerando que nuestro país ha perdido más del 50% de sus ecosistemas originarios, principalmente por el cambio de uso de suelo que generan las actividades agrícolas, ganaderas, industriales y urbanas, entre otras.

La COP 13 en Cancún tiene cuatro temas prioritarios: agricultura, desarrollo forestal, pesquerías y turismo, y es este último en el que todos los que trabajamos en o para esta noble actividad debemos estar pendientes.

¿Por qué? No solo porque los ojos del mundo de la conservación se posarán del 1 al 17 de diciembre en los destinos de Quintana Roo, y habrá  miles de reflexiones (esperemos que no todas de fuera) de lo que hemos hecho o dejado de hacer en temas de biodiversidad, sino que también el mundo  espera que el principal destino de turismo de Latinoamérica, su gobierno, sus empresas, sus organizaciones y su sociedad civil hagan un planteamiento inteligente acerca del rumbo que quieren darle a esta actividad en el futuro.

La gran pregunta es: ¿Estamos preparados para generar una posición conjunta a favor de un desarrollo sustentable del turismo? ¿O seguiremos con posiciones encontradas sobre la eterna lucha entre el crecimiento y la conservación?

Solo el tiempo, más de ocho mil especialistas en el sitio y cientos de miles más en otras partes del mundo nos lo dirán… Hay mucho que hacer, así que a trabajar.

¿Comunicamos adecuadamente nuestras acciones de sustentabilidad?

por Latitud21 Redacción 1 julio, 2016

La respuesta es contundente: No.

Una de las constantes que hemos identificado en muchos de nuestros clientes del sector turismo que implementan acciones ambientales, que se certifican, que trabajan para mejorar la calidad de vida en la empresa, que desarrollan soluciones innovadoras y que realmente tienen un compromiso por hacer las cosas mejor, es que no desarrollan acciones de comunicación efectivas.

Las razones son diversas, pero en este artículo nos vamos a enfocar en cuatro de ellas que son recurrentes y que pueden ayudar un poco a comprender la timidez con que a veces actuamos en estos temas.

Primero, en muchas ocasiones no se tienen claras todas las acciones que realizamos como empresa, pero en especial el impacto positivo que generan. No es lo mismo hablar de tener una máquina de composta, a identificar la cantidad de residuos contaminantes que se dejan de enviar al relleno sanitario por este proceso; no es lo mismo decir que en la empresa damos becas, a identificar el verdadero impacto que eso tiene en la preparación de los colaboradores y sus familiares, y en la mejora en su calidad de vida. Es necesario medir y enfocarse mucho en el resultado final de nuestras acciones.

Segundo, no hay una estrategia de comunicación clara. Porque no se trata de lanzar una campaña como nosotros pensemos, hay que hacer un análisis de nuestros grupos de interés, saber qué vamos a comunicar a cada uno (no es lo mismo comunicar a un turista dentro del hotel que a estudiantes universitarios, o a prensa), lograr una integración efectiva entre las áreas de sustentabilidad o responsabilidad social y las de marketing y comunicación, y ser estratégicos para saber en qué momento, foro, situación o contexto vamos a comunicar.

Tercero, no se conocen a detalle las herramientas que hoy tenemos para hacer comunicación, desde instrumentos técnicos como los Reportes de Sustentabilidad hasta la creación de páginas web y redes sociales especializadas, infografías, videos con formato storytelling, acciones de relaciones públicas, ruedas de prensa, entre otras. Probablemente muchas de ellas se utilicen para hacer promoción y ventas, pero el enfoque para comunicar sustentabilidad debe ser muy diferente.

Cuarto y último, la sustentabilidad es un tema que tiende a polarizarse; con tanto movimiento social en temas complejos como los sucedidos últimamente, las empresas pueden creer que lanzar un comunicado sobre lo que hacen no será bien visto por la sociedad; pero ojo, si ya estamos haciendo acciones importantes, el no decirlas también suma a esta idea colectiva de que no avanzamos en la protección del medio ambiente y del beneficio social. Hay que decirlo, hay que tomar el liderazgo para crear una mayor conciencia a través del ejemplo, y hay que demostrar que sí es posible hacer las cosas de forma diferente e innovadora.

De esta forma las empresas y destinos podrán no solo posicionarse mejor, sino abonar hacia una cultura de la sustentabilidad como eje principal del sector turístico.

Economía Azul, ¿el futuro de Quintana Roo?

por Latitud21 Redacción 1 junio, 2016

Llevo casi 12 años viviendo en Quintana Roo y siempre lo he visto como una tierra de oportunidades y de líderes visionarios; así fue en sus inicios cuando nuestros pioneros apostaron al turismo como una “nueva” economía en el país y en la región, y estoy seguro que hoy hay instituciones y personas que están tomando la batuta en la creación de nuevos esquemas de desarrollo.

No hay duda de que en esta región, y en especial en la zona norte del estado, vivimos de los recursos y la diversidad de los ecosistemas marino-costeros, los que han permitido que el estado sea visto como un imán de inversiones. Sin embargo, no hemos logrado integrar del todo este componente tan importante que es la biodiversidad en la ecuación económica del turismo.

Con recursos como el Sistema Arrecifal Mesoamericano, los sistemas de ríos subterráneos, los ecosistemas de manglar y de dunas costeras, la gran selva maya y las 30 áreas protegidas estatales tenemos importantes activos ambientales que no se aprovechan en forma sustentable. Hoy, estos recursos son clave en el desarrollo económico de varios países y regiones que aprendieron a valorizarlos, a conservarlos y, sobre todo, a convertirlos en su principal motor económico.

Las regulaciones ambientales, las propuestas de creación de nuevas áreas protegidas, los esfuerzos por mejorar las artes de pesca, las estrategias para conservar la selva de la mano de las comunidades y un incipiente pero interesante manejo sustentable de ecosistemas como manglares, nos da una clara señal de que aunque el turismo seguirá siendo un motor importante para el desarrollo económico del estado, hay muchos otros recursos marino costeros que, bien gestionados, también pueden generar beneficios económicos a empresarios, población local, gobiernos municipales, estatales e incluso al mismo país.

Recordemos que el turismo contribuye a nivel nacional con el 8.7% del PIB, pero también tengamos en consideración que la degradación de los recursos naturales de México le cuesta al país el 5.3% del PIB. ¿Podemos entonces aprovechar de forma diferente los ecosistemas marino-costeros y generar economía a partir de ellos?

Precisamente de eso trata el nuevo concepto que va ganando adeptos en estados dependientes de los recursos naturales y que tienen la necesidad de conservarlos: la economía azul. Esta nueva visión consiste en no considerar a los ecosistemas y a su protección como obstáculos para el desarrollo, sino aprovecharlos de forma sustentable para generar una economía basada en su valor y en las acciones que se generan para su conservación.

¿Será este el futuro de Quintana Roo? Mientras tanto, organizaciones como el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN), a través de su convocatoria 2016 para participar en el Programa de Liderazgo SAM, ya busca jóvenes líderes que puedan co-crear en conjunto una nueva economía, no solo en Quintana Roo sino en los demás países que comparten el Arrecife Mesoamericano.

Estaremos pendientes.

 

El pensamiento y acciones a largo plazo

por Latitud21 Redacción 9 mayo, 2016

¿Alguna vez han hecho un ejercicio de Gran Visión para sus empresas, sus organizaciones, o incluso para su persona? ¿Tienen claridad sobre cómo quieren verse hacia el año 2030? ¿Dónde van a estar? ¿Cómo será su vida? ¿Qué factores determinarán su futuro?

Si nunca lo han hecho, vale la pena intentarlo; lo primero en lo que nos daremos cuenta es que, a pesar de que nuestros objetivos, las tendencias y las estimaciones futuras pueden guiarnos, hay que aprender a planear la incertidumbre.

Lo mismo pasa con nuestros destinos turísticos de Quintana Roo. En este “nuevo” proceso de administraciones estatales y municipales, seguramente tendremos instrumentos de planeación (Plan Estatal y Municipal de Desarrollo, Programas de Turismo) que nos deben guiar hacia una visión común; aunque en general, estos procesos no van más allá del periodo de las administraciones.

Pero, ¿por qué no pensar en grande? ¿Por qué no construir una visión conjunta a más largo plazo que nos lleve a tener metas más ambiciosas y nos permita ir más allá de las administraciones locales? Sin duda, nos encontraremos que las predicciones en materia de estadísticas turísticas, los nuevos mercados, la tecnología, el cambio climático y otros factores nos darán un rumbo, nos dirán que debemos diversificar, desarrollar productos para mercados cada vez más exigentes, incluir la sustentabilidad en nuestras operaciones, desarrollar más hacia el interior del estado que hacia la costa, entre otras estrategias.

Y sin embargo, aun así debemos estar preparados para gestionar el turismo en Quintana Roo con la incertidumbre de lo que los fenómenos meteorológicos, la seguridad internacional, local y otros aspectos nos puedan generar. Entonces, ¿cómo planear a futuro y lograr, a pesar de esto, cumplir nuestras metas?

Primero, como ya lo comenté, generando una visión común, incluyente, desde el norte hasta el sur, con la opinión no solo de un funcionario en un escritorio sino de los actores del sector: empresarios, académicos, investigadores, sociedad civil y comunidades rurales e indígenas.

Segundo, plantearnos metas alineadas a la agenda internacional dada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero con un enfoque local: reducción de la pobreza, mejora en las condiciones de empleo, protección de recursos marino-costeros, producción y consumo sustentables, entre otros.

Y tercero, y muy importante, construyendo una estrategia clara de seguimiento a las metas y de adaptación a los cambios. Los instrumentos los tenemos, pero desgraciadamente los usamos muy poco. El Consejo Consultivo de Turismo Estatal debe ser un ente más dinámico de medición de avances y rendición de cuentas; debe realizar monitoreos de logros y recomendar cambios a la política pública y a las acciones de gobierno.

Y no hay de otra, si queremos obtener resultados diferentes, necesitamos actuar diferente: con visión a largo plazo y con bases de sustentabilidad. Si no lo hacemos, no esperemos resultados distintos.

Tres lecciones que debemos aprender de Tajamar

por Latitud21 Redacción 7 marzo, 2016

Sin duda alguna hay un antes y un después de Tajamar. El movimiento que en la sociedad cancunense ha generado este suceso es digno de analizarse desde todas las perspectivas posibles y de documentarse como un interesante caso de estudio.

Más allá de las implicaciones legales del asunto, las cuales dejaré a los expertos en la materia, haré anotaciones específicamente en tres aspectos que me parecen relevantes en el contexto de lo sucedido en Malecón, y que nos obligan a reflexionar sobre diversos temas.

El primero, la necesidad de hacer un profundo análisis del modelo de desarrollo urbano que seguimos en nuestras ciudades. Si observamos la tendencia global, las ciudades modernas se encuentran en un proceso de reconversión para privilegiar los espacios públicos, las áreas verdes, crear comunidad y “construir” ciudadanía; en nuestro Cancún estamos sedientos de estos espacios de convivencia para ciudadanizar el desarrollo, y no me refiero al espacio de Malecón solamente, que es bien sabido que desde sus inicios fue concebido con un criterio comercial, aunque se lo apropió la ciudadanía a falta de espacios públicos. El crecimiento debe darse equilibrando lo comercial con espacios para los habitantes.

El segundo, el involucramiento de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones; esto no quiere decir que había que preguntarle a la población si quería o no que se desarrollara la zona, pero sí hay que involucrar a organizaciones y expertos en el desarrollo urbano; cuando las tendencias apuntan a la sustentabilidad, y existiendo tanta tecnología, procesos constructivos innovadores, formas diferentes de actuar, es necesario considerarlas. ¿Hubiera sido más costoso? Considerando lo que vemos hoy, el costo de innovar hubiera sido mucho menor que el impacto en lo económico, social, ambiental y político que hoy tenemos.

El tercero, la necesidad de generar estrategias de comunicación efectivas en procesos complejos. Un buen análisis de stakeholders o grupos de interés hubiera permitido evaluar la mejor forma de comunicar el destino final de los predios y generar estrategias para reducir el impacto, ambiental y mediático; la comunicación tardía (o casi nula) del proceso ha generado un rechazo colectivo que sea cual sea el desenlace no será el esperado por ninguno de los actores.

Hay que reconocer que hoy la sociedad está más al pendiente de la forma como suceden las cosas, está a la expectativa de que se le informe de los procesos que tienen un interés colectivo, y que existe una demanda ciudadana por tener una mejor ciudad para vivir.

Un buen reto espera a gobiernos, empresarios, organizaciones y ciudadanía de aquí en adelante en el desarrollo de una ciudad pujante, dinámica y que requiere, más que nunca, un cambio de visión y de acciones hacia el futuro.

Reporte de Sustentabilidad: importante herramienta de comunicación

por Latitud21 Redacción 2 febrero, 2016

Nos encontramos aún en un proceso importante de análisis de lo que hicimos y dejamos de hacer durante el año pasado en diversos temas; a nivel empresarial seguramente los equipos de trabajo se reúnen para analizar los logros obtenidos en el año que terminó, además de los retos y perspectivas para el 2016.

Así como se genera información de número de clientes, llegada de visitantes, ingresos por ventas o derrama, es probable que también las empresas generen información acerca de los ahorros que tuvieron en materia de agua o consumo de energía, de sus acciones sociales o de la inversión en proyectos con las comunidades. Entonces, ¿por qué no se comunica?

La estrategia de reportar las acciones de sustentabilidad o RSE no es nueva; de hecho, uno de los pilares de cualquier sistema de gestión ambiental y/o social es la transparencia, para la cual la empresa debe comprometerse a dar a conocer sus avances en la materia.

Para poder hacer un buen reporte de sustentabilidad podemos seguir los lineamientos de una iniciativa internacional que trabaja desde hace algunos años en el tema, y que se conoce como Global Reporting Initiative (GRI), pero lo más importante es seguir estos tres consejos básicos:

1. Identificar los logros ambientales y sociales más representativos de la empresa, aquellos de los que nos sintamos más orgullosos o que generaron mayor impacto. Y documentarlos adecuadamente.

2. Generar un documento sencillo, de fácil lectura, por medio del cual el lector tenga un panorama concreto de resultados y logros. Aportar tanto datos duros como historias, conjuntando así resultados concretos con una parte más humana. Si el reporte va a alinearse a GRI u otra metodología, es importante integrarlo en el documento y alinear los capítulos del informe con dicha metodología.

3. Innovar. He encontrado reportes de sustentabilidad que no son escritos, o que combinan el reporte escrito con otras iniciativas más visuales, desde plataformas web interactivas para dar a conocer las acciones, videos de presentación de logros, animaciones, publirreportajes con medios especializados o líderes del sector, entre otros. Recordemos que la comunicación debe ser adecuada a cada uno de los públicos objetivo a los que queremos llegar.

¿Ustedes ya se decidieron a hacer de la transparencia y rendición de cuentas uno de sus propósitos 2016? Si es así, ¿por qué no empezar haciendo su reporte de sustentabilidad para mostrar los logros de la empresa u organización en estos importantes temas?

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