Todo indica que el mundo es cada día más urbano. Pareciera que sus habitantes se inclinan crecientemente por dejar el campo y vivir en ciudades. En lo particular, a mí, después de haber vivido tan intensamente a la CDMX encabezando su gobierno, me fascina la idea de un conglomerado humano en donde tantas personas pueden satisfacer tantas necesidades, a pesar de los inconvenientes con los que conviven diariamente. Me maravilla un hecho tan aparentemente simple como abrir la llave y obtener agua. Comprendo perfectamente a las familias que dejan todo en el ámbito rural para volverse ciudadanos de una ciudad como la capital de nuestro país. Pero siempre cabe preguntarse ¿qué tan “habitables” son las ciudades como la nuestra?
The Economist publicó la semana pasada el Liveability Ranking 2016 para medir cuáles ciudades son más habitables en el mundo. El índice mide la calidad de vida en cinco categorías: estabilidad, servicios de salud, cultura y medio ambiente, educación e infraestructura. Cada factor es calificado como aceptable, tolerable, incómodo, no deseable o intolerable en una escala del uno al cien. El año 2016 representa una caída global en los índices de calidad de vida en las ciudades. El valor general del índice cayó .9% en los pasados cinco años, situándose en 74.8%, principalmente debido a la estabilidad de las ciudades. Este componente de estabilidad cayó 2.4% en los últimos cinco años: con un valor de 71.3% en 2016.
El concepto de habitabilidad fue creado por Naciones Unidas en el programa Hábitat. Este concepto plantea que las ciudades posean servicios, bienes públicos y vivienda accesible y sostenible. Las ciudades que promueven inversiones en este sentido no solo resultan más confortables y equitativas para sus habitantes, sino que se vuelven más competitivas para atraer negocios.
Melbourne, Australia, es la ciudad más habitable de 140 ciudades de la muestra. En segundo lugar se encuentra Viena, seguida por las canadienses Vancouver, Toronto y Calgary.
Por otra parte, los conflictos de 2015 en Libia, Siria, Irak y Ucrania siguen presentes y deterioran la posición de estos países en el ranking. Damasco y Kiev han caído más de 25% en la calidad de vida en cinco años, ocupando los últimos lugares.
Otra caída importante en habitabilidad se encuentra en las ciudades cuya calidad de vida se redujo en más de cinco por ciento, por ejemplo Detroit, Moscú, París y Caracas. La pérdida de empleos y actividad económica combinado al deterioro de los servicios públicos es la causa de la caída de Detroit, ahora se encuentra en el lugar 57. Esta dinámica es similar a la de Moscú, donde bajó la calidad de los servicios públicos. París, en cambio, se encuentra afectada por el terrorismo, lo que la sitúa en el lugar 32. Caracas sufre un deterioro generalizado de servicios, seguridad y actividad económica, lo que la coloca en el lugar 123 de las 140 ciudades.
El componente de estabilidad no solo mide el potencial del conflicto armado, sino los delitos violentos y la amenaza de disturbios sociales. Las ciudades de Estados Unidos enfrentan un deterioro en calidad de vida por conflictos civiles como los originados en Chicago con relación al racismo y la violencia en campañas electorales. Estos conflictos originaron respuestas sociales como el movimiento Black Lives Matter, pero también una polarización electoral entre los dos partidos políticos.
A nivel global el terrorismo continúa como la principal amenaza a la calidad de vida, esto redujo en 2016 la calidad de vida de varias ciudades de Turquía, Australia, Bangladesh, Pakistán, Francia y Estados Unidos. Por otra parte, la crisis continuada en Europa sigue deteriorando el empleo y las finanzas públicas, por lo que estas ciudades pierden competitividad. En cambio, las ciudades africanas que tradicionalmente han ocupado una posición baja en el ranking mejoraron su desempeño, particularmente Harare en Zimbabwe y Abidjan en Costa de Marfil, las cuales mejoraron más de 40%.
La Ciudad de México se ha situado en el lugar 106, principalmente por el bajo desempeño en servicios de salud, educación y la calidad del medio ambiente. Estas variables han hecho que permanezca estable entre el lugar 105 y 106 de ciudades. En cambio, la Ciudad de México es una metrópoli competitiva por su infraestructura y estabilidad.
El componente de cultura y medio ambiente es el que más afecta el desempeño mexicano. Por ejemplo, en este se miden: malestar de viajeros por el clima, grado de corrupción, instalaciones deportivas, vida cultural, y alimentos y bebidas. Los componentes de percepción de corrupción y de medio ambiente hacen menos atractiva para la inversión a la ciudad. Por otra parte, la Ciudad de México ejerce una presión sobre la calidad de los servicios públicos de transporte, agua y electricidad que deterioran el componente de infraestructura del ranking.
En última instancia, The Economist plantea este ranking como la capacidad de las ciudades para atraer inversión. Los investigadores de The Economist se dieron cuenta que la densidad y el ingreso no son factores tan importantes para la calidad de vida. En cambio, la seguridad y los servicios son las variables que hacen que las ciudades mejoren o caigan en competitividad en el corto plazo. Mientras, la infraestructura tiene efectos en el largo plazo.
Por otra parte, las grandes ciudades se vuelven víctimas de su propio éxito empeorando en los componentes ambientales y en infraestructura.
Ahí están estos resultados y ahí están los cambios que hoy influyen en este concepto de habitabilidad. ¿Quién hubiera dicho hace unos cuantos años que París vería amenazada su habitabilidad por el terrorismo, mientras las ciudades africanas se revaloran? La verdad es que, al igual que muchos de mis lectores, amo a la CDMX, y por ello me preocupa que tomemos nota de estas situaciones y calificaciones, como una referencia para no bajar la guardia y para retomar soluciones que por años se abandonaron.