Definiciones

por ahernandez@latitud21.com.mx
  • Carta de la Editora
  • Nelly García
  • ngarcia@latitud21.com.mx

 

Este año empezó muy movido en todos los sectores y en todos los temas; no es para menos, es un año en el que habrá elecciones en nuestro país, como en seis naciones más de América Latina, Estados Unidos y Rusia, sólo por mencionar las más importantes. De hecho, casi la mitad de la población mundial está convocada a votar por distintas autoridades este 2024.

Así que no es de extrañar que muchos personajes, corrientes políticas y agrupaciones estén agitándose para tratar de llevar agua a su molino y ver favorecidos sus intereses en las urnas.

Uno de los temas que considero hallarán muchas simpatías de opiniones en México, es sin duda el de la reforma a las pensiones de las personas trabajadoras al concluir su ciclo. Un tema que, muy oportunamente, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, decidió retomar. Y digo muy oportunamente, porque es evidente que su intención es acaparar la aprobación de millones de personas trabajadoras que se verían beneficiadas con una reforma que se reflejaría en sus bolsillos y que, por supuesto, serían “palomitas de aprobación” para los candidatos de Morena.

Lo cierto es que, con raja política o no, se trata de una reforma que, si se concreta (sin letras pequeñitas que puedan esconder algo “turbio”, como algunos dejan entrever (porque el gobierno federal podría meter mano en el manejo de esos recursos), marcaría un parteaguas para el sector laboral.

Si bien es cierto que ningún país en el mundo otorga a sus extrabajadores el total de su último salario, esta podría ser la oportunidad para que México dé algo bueno de qué hablar al resto del mundo.

Además, México se posiciona como la 14ª potencia económica mundial, teniendo en sus bolsillos, el dinero suficiente para, por fin, retribuir algo al motor de su economía: Los millones de empleados que trabajan por encima del promedio mundial del número de horas laboradas.

La reforma propone, a grandes rasgos, otorgar al exempleado, el cien por ciento de lo que recibía en el último empleo antes de jubilarse. Algo que parece más justo que el 50% o menos que se recibe actualmente con el régimen impuesto en el periodo de Ernesto Zedillo, y controlado por las Afores.

El sector patronal ya alzó la voz y dijo que no es necesario una nueva ley de pensiones, que como está planteada está bien, sólo con algunos ajustes; pero todos los actores políticos ya están opinando y sólo bastarán que el Ejecutivo la envíe al Legislativo, para que los jaloneos empiecen de verdad.

Ya veremos qué tintes toma el asunto. Esperemos, por el bien de millones de mexicanos, que sea favorecedora y marque un hito en justicia social. 

Nelly García
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