En la excelente serie televisiva Drunk History, en el capítulo del Eclipse de Colón, que es comentado por la divertidísima Mariana H, hay un momento en donde Colón amenaza a los indígenas de la isla diciendo que si no le comparten comida van a saltar los delfines, se va a caer el mundo y hasta no va a existir el reggae; en lo personal, siempre que me encuentro en una situación de duda o de escenarios inciertos le incluyo que además de lo que Mariana H dice que dijo Colón, seguro bajan los marcianos y nos comen, o se aparecen los zombis y atacan a todos, más todo lo que cualquiera de nosotros le quiera inventar.
Así me imagino que estamos todos en México, más nuestros connacionales, día con día, con las noticias de lo que va a hacer o no nuestro, buen y ya principal, enemigo Trump cuando tome posesión este 20 de enero como presidente de los EU. Nos trae como pericos a toallazos, si no es el muro es el TLCAN, si no ahora cambió por dinamitar el TPP, y mañana quién sabe qué más invente. Que nos van a colonizar, fumigar o en el peor de los casos se va a pelear con todo el mundo y seguro se agarran todos a botonazos nucleares y ya nos llevó el pintor a todos en el planeta Tierra y ya ni de qué preocuparnos pa´l futuro.
Ante este escenario, lo único que nos queda es tener un poco de esperanza en que la mitad de lo que dice no lo va a poder concretar. No es tan fácil. En Estados Unidos hay una serie de grandes contrapesos que, esperemos, no le permitan moverse tan rápido, además hay intereses económicos enormes que pueden crear una serie de barreras para lograr sus dichos, aunado a que los problemas internos y los internacionales pueden hacer que sus prioridades cambien. A menos que de plano nos agarre de pretexto y busque realmente dinamitar la relación para abrir un frente de guerra comercial y de inmigrantes, lo que le daría la razón a George Friedman en su libro Los próximos cien años, de tener una guerra entre los EU y México, pero se estaría adelantando. Bajo esa óptica, la rebelión de los alcaldes de las ciudades santuario sería el antecedente histórico.
En los últimos días he estado escuchando la radio de los Estados Unidos, los pleitos internos están muy complejos, hay un verdadero enfrentamiento verbal e ideológico, connatos de broncas en cada esquina, manifestaciones y quejas juveniles, es de magnitudes que no se están dimensionando y Trump, al parecer, sigue sin entender que la campaña ya terminó y que este problema interno le puede generar crisis mayores que se le pueden salir de las manos. Si esto llega a suceder, obvio que los enemigos externos (no nosotros) van a aprovechar esa inestabilidad para golpearlo tanto externamente como hasta de manera interna, y no la va a tener fácil. Esto por supuesto además de que no olvidemos que adentro de los Estados Unidos también hay fuerzas extremadamente poderosas, que en los primeros meses lo van a querer medir de una manera muy firme para poder definir sus límites de poder, incluyendo a los mismos republicanos que él se cansó de golpear en la campaña.
Además, en la radio entrevistaron a la directora del Presupuesto Federal de los EU y decía que todo lo que mencionaba Trump se podría hacer, siempre y cuando hubiera dinero; hoy no lo tienen, por los problemas del déficit y la deuda, que por cierto es la más grande de todo el mundo.
Esto no implica que ya con esto debamos de dejar de preocuparnos, no, al contrario, debemos de ocuparnos y tratar de estar unidos todos para que cuando vengan los embates reaccionemos con congruencia y confianza, no como acostumbramos, nos pegan y me subo a ese golpe para ver qué saco. Lo malo es que cuando todo esto empiece a pasar el próximo año, en México vamos a estar en pleno proceso electoral de la elección del 2017, que es el laboratorio de las elecciones del 2018, lo que significa que vamos a estar en campaña presidencial de dos años dándonos hasta con la cubeta, a lo que habría que sumarle los madrazos que se puedan generar de la inestabilidad del primer año de Trump.
Bajo esa lógica se nos va a desatar un infiernito, pero no por Trump y sus locuras sino por las propias locuras inventadas por los necios enemigos de México, además de que siempre seguimos los malos ejemplos y no va a faltar aquel candidato que, ya encarrerado el camión, quiera copiar la estrategia de odio y confrontación de la campaña de Trump, lo que sí se convertiría en un problema para generar unión y confianza ante un panorama geopolítico muy complejo.
Considero que deberíamos de definir una estrategia de relación, tanto diplomática cómo comercial, bien clara y definida. Ya estamos en posición de poder hacerlo, México tiene mejor posición geográfica y geopolítica que Estados Unidos, ya somos una potencia que valemos por nosotros mismos, es hora de tomar el liderazgo que corresponde a nuestra grandeza.