El querido y reconocido Francisco Chávez Hernández, «El Cejas», falleció ayer en Cancún, víctima de un ataque con arma de fuego, dentro de un restaurante en la avenida Bonampak.
Era propietario de uno de los icónicos gastronómicos de Cancún, destacado por su cocina de mar, con el sello de su natal Alvarado, Veracruz, que durante más de tres décadas ha estado en el gusto de locales y visitantes.
En Latitud 21 lo recordamos con cariño y enviamos condolencias a sus hijos, Abraham y Amairani, con quienes posó para nuestra portada el año pasado, en el marco de su 35 aniversario. En esa ocasión, constatamos que, tal como en sus inicios, Francisco conservaba su pasión por el trabajo y cada día supervisaba el esfuerzo de todo el equipo, guiando a sus hijos y a todos los colaboradores.
A sus familiares y su plantilla de trabajadores, le enviamos las más sinceras condolencias y nos unimos a las exigencias de justicia para esclarecer el crimen.
Sus inicios
Corría el año 1985 cuando Francisco Chávez Hernández llegó al pujante Cancún, que despuntaba ya como polo turístico; procedente de su natal Alvarado, Veracruz, a sus 25 años aquel muchacho de tez morena y cejas tupidas se dedicó a trabajar con ahínco, “más por necesidad que por la idea de hacer negocio”. Sin embargo, su esfuerzo, tenacidad y compromiso con la filosofía de hacer las cosas bien, embarcaron a este antiguo pescador en una aventura que lo llevaría poco a poco a cimentar lo que se convirtió en uno de los negocios referentes en el centro de Cancún.
Su sello en la cocina, con la sazón heredada de su familia, de su tierra, lo colocó de inmediato en el gusto de locales y visitantes. El nombre del entonces pequeño negocio, hoy un restaurante que abarca la sección completa del Mercado 28 (ocho locales), no podía ser otro que el sobrenombre que acompaña a Francisco desde niño en la costa veracruzana y por el que hoy todo mundo pregunta cuando quiere comer delicioso con un verdadero sabor a mar: “El Cejas”.
A la par del crecimiento empresarial, también echó raíces; se casó y formó una familia; hoy, su hijo Abraham -de 33 años-, respaldado cada día por su padre, poco a poco toma las riendas del restaurante, encargado principalmente de lo administrativo y, cuando es necesario, operativamente. Su hermana, Amairani -de 28-, aunque reside en la Ciudad de México, viaja a Cancún continuamente para apoyarlos.
En los últimos meses les ha tocado sacar la casta y hacerse fuertes para afrontar el impacto de la pandemia; el camino no ha sido fácil, pero ha valido la pena porque “El Cejas”, a pesar de las adversidades, sigue más sólido que nunca, como referente gastronómico tradicional y como fuente de empleo en la joya del Caribe Mexicano. Incluso, no descartan que, si la prosperidad continúa, abran una sucursal en otro sector de la ciudad.