- Mirada empresarial
- Inna German Gómez
- Empresaria
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Tuve la gran suerte de criarme muy cerca de mis abuelas, así que muchas veces mi lenguaje incluye frases o costumbrismos de épocas pasadas. Los refranes, por ejemplo, eran y aún son una forma práctica y realista de expresar situaciones. Algunos de ellos han caído en desuso y se han sustituido por frases más cercanas a lo que hoy se publica colectivamente en redes sociales.
El lenguaje también evoluciona y se adapta a las generaciones; cada generación se expresa de forma diferente, las palabras o frases se crean o se dejan de usar en función a lo que está socialmente permitido expresar. Un buen ejemplo, podría ser el uso de groserías, ya que no me imagino a mi abuela mexicana adolescente, en 1925, expresándose como una adolescente de hoy, “¡verdad wey!”. Me muero de risa imaginar a mi abuela española en la cena, de largo y con guantes, en 1945, diciéndole a su compañera de silla “Qué onda con tu &%$ selfie, ¡saliste buenísima!”.
Otras épocas, otras expresiones; de ahí sale la famosa frase: ‘Una señorita de moral distraída’. De niña escuchaba esa frase, y como nadie se tomaba el tiempo de explicarme claramente su significado, aunque claro siempre estaban mis preguntas imprudentes e incómodas, ¿Por qué la Tía Chata es de moral distraída? (sí, efectivamente, yo también tuve una Tía Chata). Pensaba: ¿es distraída porque se pierde mucho?, ¿porque deja sus cosas y no las encuentra?, ¿porque se le olvidan sus citas? Hasta que en un momento, con el paso del tiempo, algo hacía click en mi cerebro y ‘me caía el veinte’ completito. También con ello entendía que muchos de esos juicios no eran del todo realistas, sólo porque había mujeres más aguerridas. no tanto distraídas.
Pero hoy sí puedo aplicar la frase de personas de ‘moral distraída’ a muchos de nuestros representantes en la clase política. Puestos de elección popular, puestos administrativos, representantes de partido… en fin, todos aquellos que tienen que ver con el cobro, mantenimiento y administración de los recursos públicos del Estado. Los valores de una persona están o no están. Es decir, o eres una persona honesta o no lo eres; pero de pronto pareces distraerte de esa honestidad y como que la pierdes en algún cajón, pero sigues siendo una persona honesta, sólo te distrajiste tantito.
La moral es el conjunto de valores que establecimos como sociedad desde tiempos inmemoriales para regular de forma tácita nuestra convivencia, pero últimamente aquellos que deberían cuidar esas reglas más que nadie, para garantizar una sociedad más justa, andan bien distraídos.
Hoy veo, leo y escucho puras distracciones. Pero por supuesto, yo nunca digo mentiras; bueno, sólo cuando me distraigo.
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