La vida fuera de las redes

por ahernandez@latitud21.com.mx
  • Mirada empresarial 
  • Inna German Gómez
  • Empresaria
  • @Innagg

Escribir y plasmar una idea entendible es difícil; los grandes escritores son capaces no sólo de plasmar ideas, sino de crear personajes y vidas ficticias que al lector le parecen reales. ¿Cuántas novelas no hemos leído, en las que nos hemos enamorado, odiado y llorado, o hasta imitado personajes ficticios?. Ahora, la lectura y la imaginación en las generaciones más jóvenes se alimenta de las vidas que publican personas reales en las redes sociales. ¿Pero son en realidad sus vidas?

Me encanta ver las fotos del Instagram; todas son hermosas, momentos felices, paisajes increíbles, poses y belleza fisica. Lo que se comparte a nuestros amigos virtuales son viajes, fiestas o en el caso de la pandemia empezaron a proliferar videos creativos de manualidades, chistes, música, pero siempre momentos donde damos lo mejor de nosotros mismos.  Los héroes de hoy son aquellos que tienen más “seguidores”, más “likes”. Cuando sus posts, videos o fotos se vuelven virales. 

Bueno, eso no difiere mucho de los personajes de ficción de las novelas; en las redes creamos un mundo alternativo, una personalidad nueva y hasta un look físico que no tenemos.  (¿A qué no?, el photoshop). 

El único problema que le veo a esto, es el siguiente: en un libro el escritor es capaz de, al terminar el libro, dejar de lado su personaje, aunque lo haya creado a imagen y semejanza, nunca salió de esas páginas; todos estamos conscientes de que NO existe. 

Pero el personaje que creas en redes se vuelve cada vez más público, al tener mayor número de seguidores el compromiso de SER esa persona empieza a hacerle creer al creador que debe comportarse como su personaje; empieza a perderse en esa ficción, creando una personalidad basada en el número de “likes” que reciben sus comportamientos. Así que, al revés del escritor, el usuario de redes se muere para darle vida a su personaje de ficción. 

Una de nuestras características como animales comunales es moldear nuestros comportamientos para pertenecer a los grupos sociales en los que nos desarrollamos; pero una cosa es moldear comportamientos y otra muy distinta en convertirnos en otra persona. Debe ser agotador vivir así. 

La gran pregunta sería entonces: ¿Seremos capaces dentro de nuestros personajes de ficción crear relaciones duraderas y honestas? Ahí se los dejo como reflexión.