Al hablar de cuestiones impositivas resulta difícil eventualmente ser objetivos. Los impuestos de suyo no son agradables desde mucho antes de los romanos.
Las tribus de la gran Mesoamérica que tributaban a los poderosos aztecas simplemente se sentían agraviadas y avasalladas por el pago de impuestos al grupo dominante; los impuestos son eso, una imposición; sin embargo, necesaria y fundamental aunque no nos gusten, para poder permitirle al Estado su función y emprender en consecuencia las obras y acciones en beneficio directo de los gobernados, y es ahí en donde radica gran parte de nuestra molestia, cuando menos en México y el resto de Latinoamérica, toda vez que los ciudadanos no vemos una respuesta en calidad de vida digna a cambio de nuestras onerosas tributaciones.
Hay impuestos que a más de ser necesarios para la buena marcha del Estado, eventualmente es incluso menester incrementarlos cuando su aplicación se justifica plenamente. En Quintana Roo por ejemplo, hace tiempo que me he manifestado en el sentido de que el Impuesto al Hospedaje que se utiliza para la promoción de nuestros destinos turísticos debería tener una base recaudatoria más amplia y que aportaran a la promoción con su tributación todos los sectores de la gran cadena de valor del turismo, léase restaurantes, arrendadoras de autos, centros comerciales, etc. como sucede en Florida, con lo cual en ese estado de la Unión Americana obtienen una bolsa millonaria en dólares enorme, que se usa exclusivamente para la promoción turística.
En Quintana Roo Félix González nos ensartó con un 50% de incremento en el Impuesto al Hospedaje, para pasar del dos al tres por ciento, lo cual podría ser bien visto; sin embargo, hasta hoy no vemos el retorno de dicho impuesto en acciones directas de promoción turística a través de los canales adecuados y existentes para ello.
Es decir, que las reformas hacendarias y los ajustes a las tasas impositivas son eventualmente necesarios cuando están plenamente justificados, pero lo más importante cuando su aplicación repercute en una mayor eficacia para el Estado y en una estrategia que fomente y mejore la productividad y la competitividad, que tristemente no es el caso de la reforma de Peña Nieto.
Muchos son los analistas que se debaten y comentan sesudamente por todas partes acerca de la nueva e impopular reforma, al parecer fraguada por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, cuya gestión está resultando un fracaso, como lo evidencian los números de crecimiento económico, además de que su pretendida reforma significa un golpe tremendo a la economía de la clase media, como ya se ha comentado con amplitud por todo el país.
Me parece que en el afán de recaudar se ha pensado que la solución está en el impuesto general al consumo, que es el que la mayoría pagamos sin chistar y con casi nulas posibilidades de evasión, pero han prevalecido tremendos paradigmas que han nublado la óptica y al final terminaron en un remedo de reforma, profunda sí pero que lesiona, que agrede y que sin duda no promoverá el crecimiento económico.
Sin embargo, esta propuesta hacendaria se contrapone al desarrollo y competitividad turística, no obstante sus grandes aportaciones económicas a las arcas de la federación.
La propuesta de homologación del IVA al 16%, implica en Quintana Roo, el principal destino turístico de México y el principal generador de divisas turísticas de todo el país, pasar de tasa Cero en la transportación terrestre hasta el 16%, un incremento que a todas luces nos pondrá fuera de mercado y en seria desventaja frente a otras islas del Caribe y otros destinos turísticos del mundo.
La transportación turística terrestre que hoy no causa impuesto es uno de los principales y más importantes ingredientes de la cadena de valor del negocio turístico de México y es de suma importancia crear todas las condiciones necesarias para hacerla cada vez más competitiva frente al resto de los destinos turísticos del mundo.
Por cierto, los propietarios de taxis no pagan impuestos, no les dan prestaciones a sus trabajadores que están detrás del volante y no contribuyen en nada a la promoción de los destinos turísticos.
Otro factor importante a considerar en el marco de esta pretendida reforma es el hecho de que luego de muchos años de buscarlo habíamos logrado para este sector turístico la tasa Cero para grupos, convenciones y congresos del extranjero, un enorme aliciente e incentivo para que las grandes corporaciones prefirieran México antes que otras ofertas para llevar a cabo sus eventos, teniendo en cuenta además que el segmento de Convenciones y Congresos es de alto poder adquisitivo y en consecuencia alto nivel de gasto, con el enorme beneficio que ello significa para nuestros destinos turísticos. Los viajes de negocios de este tipo han sido una excelente alternativa para los meses de temporada baja, lo que permite mantener las fuentes de empleo en prácticamente todo el sector.
La nueva reforma pone en tremendo riesgo esta ventaja competitiva. Despedirnos gradualmente de convenciones y congresos es despedirnos también de los tan anhelados y anunciados incrementos en los flujos de turismo internacional que pudieran regresarnos al selecto grupo de los primeros Diez Grandes receptores de turismo en el mundo.
Así también la iniciativa para gravar las importaciones temporales, una práctica común en el negocio de las grandes exposiciones y exhibiciones que pudieran realizarse en diversas ciudades de México, significando turismo, derrama y ocupaciones hoteleras tan necesarias para nuestro crecimiento, simplemente nos aleja de estas expectativas.
Parece que en suma, la iniciativa de reforma hacendaria no sólo lesiona y agrede, no fomenta la competitividad y además no incluyó en sus análisis a muy diversos sectores. Los autores intelectuales se han quedado muy cortos, evidenciando no sólo un enorme desconocimiento sino una tremenda insensibilidad.
Yo por lo pronto me opongo.
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- Al buen entendedor
- Presidente de la AMATUR
- Presidente del centro de atención de salud mental y prevención de adicciones "Vital"
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1 comentario
El problema no es el pago de impuestos, que como comentas en cualquier sociedad es necesario para funcionar.. el problema es que la base contributoria no es pareja (muchos evasores y privilegiados) y el robo descarado de los recursos por parte de funcionarios de gobierno. Como también comentas, nos quieren cobrar impuestos de primer mundo pero recibimos servicios de tercer mundo. he allí el detalle…
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