México entre treguas y decisiones clave

por ahernandez@latitud21.com.mx
  • Nelly García
  • ngarcia@latitud21.com.mx

 

En días recientes, México logró una prórroga de 90 días en la aplicación de nuevos aranceles comerciales por parte de Estados Unidos, gracias a las negociaciones encabezadas por la presidenta Claudia Sheinbaum. Aunque a primera vista la noticia pueda sonar positiva, lo cierto es que no se trata de una solución definitiva, sino de una tregua que mantiene en vilo a los mercados y a los inversionistas. La incertidumbre pesa, y en economía, la incertidumbre cuesta.

Las tensiones arancelarias son una advertencia clara: la estabilidad económica de México está estrechamente ligada a la relación con nuestro principal socio comercial. Cada decisión de Washington se refleja casi de inmediato en los flujos de inversión, en la confianza de los empresarios y, por supuesto, en el bolsillo de la gente.

Mientras tanto, el Banco de México continúa con su política de recorte en las tasas de interés. La intención es incentivar el consumo y la inversión, pero el escenario global, marcado por riesgos comerciales y por la volatilidad de los mercados financieros, limita el margen de maniobra. La reducción de tasas alivia a las empresas que buscan financiamiento, pero también presiona al peso y eleva la cautela de quienes deciden dónde colocar su capital.

En el caso de Quintana Roo, el impacto es tangible. Nuestro motor económico es el turismo, una actividad profundamente sensible a la percepción de estabilidad y a la capacidad de gasto de los visitantes. Si la economía mexicana se resiente por tensiones externas o por dudas internas, los efectos se sienten directamente en hoteles, restaurantes, tours y comercios locales. Menor poder adquisitivo de los turistas significa menos consumo y, por ende, menores ingresos para toda la cadena de valor del sector.

Además, los inversionistas que evalúan proyectos en Cancún o la Riviera Maya observan con lupa estos movimientos. La pregunta que se hacen es sencilla: ¿conviene arriesgar capital en un entorno donde el crecimiento se ve condicionado por decisiones externas y la recuperación se enfrenta a obstáculos recurrentes?

No se trata de ver el panorama en tonos oscuros, sino de asumir que los próximos meses serán decisivos. La prórroga de los aranceles da oxígeno, pero no resuelve el problema de fondo: la necesidad de México de diversificar mercados, fortalecer su competitividad interna y ofrecer certezas jurídicas y financieras a quienes mueven la economía.

En lo local, urge que el sector turístico redoble esfuerzos para mantener su atractivo, apostando por innovación, calidad y diversificación de la oferta. Porque aunque el escenario macroeconómico no dependa de nosotros, la capacidad de adaptarnos y seguir siendo un destino de clase mundial sí está en nuestras manos.

La economía, al final, se vive en la cotidianidad: en la tarifa del hotel, en el precio del menú, en el costo de los traslados y en la posibilidad de que un visitante regrese y recomiende el destino. Por eso, aunque los titulares hablen de aranceles, tasas y negociaciones, lo que está en juego en Cancún y en Quintana Roo es el bienestar de miles de familias que dependen de que el turismo no pierda fuerza.   

Nelly García
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