Una vez más tenemos que hacer referencia a todas esas barreras que nos impiden despegar como quisiéramos como gran potencia turística. Nuevamente quisiéramos encontrar eco en el gobierno federal, que no ha acabado de entender que en el turismo tiene una gran alternativa de desarrollo económico.
Ante las presiones y amenazas del gobierno de Estados Unidos en el asunto de los aranceles, entre otras cosas que ponen en riesgo a la economía mexicana, está siempre el turismo que puede y debe ser un enorme aliado en generación de empleos, derrama económica, captación de divisas, fomento a la inversión extranjera entre otras bondades.
Pero el asunto es que el turismo no acaba de entenderse en este gobierno de la cuarta transformación y por ende no se dan las condiciones para que se facilite y agilice la llegada de mayores y mejores flujos de turismo.
El Instituto Nacional de Migración sigue siendo un enorme reto y una asignatura sin resolver. Largas filas de turistas por falta de personal, o porque fallaron los e-Gates (quioscos electrónicos), inadmitidos a diestra y siniestra muchas veces sin justificación, y por si fuera poco al momento de escribir esto, se cayó el sistema y el caos generado en todas las terminales del aeropuerto de Cancún es de proporciones mayores; desesperación y frustración entre turistas, es lo menos que se puede decir.
En Aduana, mientras nuestra misión como turisteros es ofrecer nuestra mejor cara y trabajar para que los turistas se vayan deleitados, regresen y nos recomienden, la de ellos, la de la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), es recaudar, y ante ello la instrucción a los oficiales es precisa desde lo más alto. El impuesto por traer más de 10 cajetillas de cigarrillos es de 670% sobre el valor del paquete, lo que lógicamente ha derivado en enormes molestias, aunque para ellos, para ANAM, ha significado cumplir su misión de recaudar. Si se entendiera el turismo, se sabría que varios miles de turistas que dejen de venir a México por los altos impuestos en aduana, será mucho más costoso que lo que dejen de recaudar si los exentan de ellos. Los turistas que vienen a vacacionar no deberían pagar impuestos, ni derechos extras por nada de lo que traigan en su maleta, y que entiendan mis ocho lectores que me refiero a artículos lícitos.
El estado en el que están las carreteras federales en todo el país es lamentable y riesgoso. La 307 por ejemplo, que une a los destinos más importantes y visitados de todo México y Latinoamérica desde Cancún hasta Tulum, es ya intransitable, peligrosa, invadida de letreros espectaculares, señalización en mal estado, etc. etc. y ahora finalmente han decidido poner manos a la obra por tramos, pero como el turismo no se entiende o no se quiere entender, las obras se llevan a cabo en pleno día, en las horas pico, generando filas kilométricas, angustia para turistas y por supuesto vuelos perdidos con el consecuente costo que ello implica; la SICT, la dependencia a cargo, simplemente se niega a trabajar de noche, ¡vaya cosa!
En el nuevo aeropuerto de Tulum las tarifas de acceso para las unidades de transporte turístico son el doble o el triple de cualquier aeropuerto europeo y son doce veces más caras que en el aeropuerto de Cancún; esto desalentará la llegada de grupos especiales a ese aeropuerto y eventualmente dejará de ser competitivo. Si el turismo se entendiera, otra cosa sería.
En Los Cabos, BCS., las filas de autos para llegar al aeropuerto son interminables y también angustiantes para los turistas que temen perder su vuelo, ya que las casetas de cobro del peaje federal son pocas, a veces sólo funcionan algunas, como cuando usted va al súper, y además sólo aceptan pagos en efectivo, cuando podrían activar sistemas inteligentes con tecnología, pero como el turismo no se entiende…
Ante la necesidad urgente de una ley de autotransporte turístico exclusiva para el turismo, nos han dicho que eso no tiene justificación y que sería excesiva, pues ya existe una. En efecto, existe una ley que tiene más de tres décadas, plagada de lagunas e imprecisiones que derivan en interpretaciones caprichosas de la autoridad. En este punto estamos esperando reunión con la nueva secretaria Federal de Turismo, confiando en que con su visión y compromiso podamos lograr este proyecto legislativo en un futuro muy próximo.
Ya no le cuento a mis ocho lectores, aunque ya se los he compartido antes, que no existe incentivo alguno en México para la industria turística, ni para quien construye un hotel, ni para quien remodela el suyo, y mucho menos para los micro, pequeños y medianos empresarios de cualquier ámbito del turismo, no existe una sola ley de fomento.
Como no se entiende el turismo, se desconoce, se ignora o por misteriosas razones se quiere ignorar, resulta entonces imposible derribar las barreras y obstáculos que inhiben a la competitividad.
Y, sin embargo, se mueve…
Al Buen Entendedor…