Difícil, muy difícil, me ha resultado encontrar por una parte el título para esta columna, y más aún la temática ante tantos y tantos acontecimientos de todo tipo que nos han sacudido, uno más que el otro.
No acababa de sorprenderme y preocuparme por los embates meteorológicos, que si bien nos tienen acostumbrados en esta época del año no dejan de ser impresionantes y tristes, sobre todo cuando se suceden tan repetidamente como ha ocurrido con los huracanes por el Caribe en este año, cuando en medio del asombro y la frustración nos golpea de nuevo la tierra y la madre naturaleza con dos indescriptibles sismos, por decir lo menos, uno el 7 de septiembre y uno más de características y consecuencias dramáticas, el inolvidable 19 de septiembre, apenas 12 días después y a 32 años exactos de idéntica y fatal catástrofe en nuestro querido México.
Como en aquel año, el pueblo mexicano se volcó en ayuda interminable, solidaria, valiente y desinteresada para ayudar a los más necesitados, para asombrar al mundo con esa única, insoslayable, ejemplar y valerosa actitud de los mexicanos que ante la catástrofe se hacen grandes, enormes, gigantes.
Pensé durante varios días en dedicar una reflexión sobre lo que acontecía y lo que me maravillaba ver la solidaridad a flor de piel por todas partes, pero sin duda hubo tantos y tantos que se me adelantaron, desde el maestro Juan Villoro, quien nos hiciera vibrar con su retórica, hasta los jóvenes y mexicanos aquí y allende las fronteras, que llenaban las redes sociales y las páginas de muy diversas gacetas con sus elocuentes relatos, sus reflexiones, sus mensajes llenos de fuerza y convicción, todos coincidiendo en que MÉXICO, así con mayúsculas, está hecho de gente grande, y que ante las adversidades nuestro corazón es más grande que cualquier huracán o terremoto. Pensamientos de ingenieros, arquitectos, estudiantes, cónsules y embajadores; amas de casa, amigos de cerca y de lejos, todos se prodigaron tanto en las palabras y parabienes que me fueron dejando mudo el habla y la pluma.
Me parecía que unas líneas escritas eran nada, o casi nada, para reconfortar, para sensibilizar, para animar, y sobre todo me parecían tardías ante tantas y tantas muestras de afecto y solidaridad, así como tantas también las pifias, los errores de la política y la falta de sensibilidad de los insufribles gobernantes, que una vez más van dejando a un pueblo entero a la deriva.
Pensé entonces que el tema para expresarme oportunamente sería sobre el único, auténtico, histórico y generalizado reclamo de la población mexicana hacia el financiamiento injusto, excesivo e inmoral hacia los partidos políticos en un momento en el que el país requiere de incontables recursos para la reconstrucción. Histórico lo hace el que millones de firmas se han recabado para validar esta justa petición, e histórica también la oportunidad que tienen frente a sí gobierno y partidos para demostrar que en verdad están para servir; oportunidad única para el impopular gobierno de mostrarse sensible ante un México más necesitado que nunca.
Así que basta, me dije, basta ya de reclamos y sufrimientos que han sido ya mejor relatados con las más elocuentes plumas de este y vergonzosamente también de otros países, y ponte a pensar, escribidor, en nuevas letanías para tus ocho lectores; y en eso estaba, cuando resulta que infelizmente nos siguen alcanzando los sucesos de este convulsionado mundo que nos hacen vibrar, temer y reflexionar nuevamente…
Las Vegas, sin palabras…
¿Qué se puede decir o pensar frente a la locura?, pero no solo la de un psicópata, sino la de un gobierno y un estilo de gobernar que permite la venta y el manejo impune y sin control de armamento de todo tipo; qué se puede pensar frente a un gobierno, o un loco al fin, que pretende construir un muro para evitar la migración, que evade su responsabilidad frente al calentamiento global y el deterioro del lugar en el que vivimos todos; de un insensible que se permite “alertar” a sus compatriotas de no viajar a “lugares inseguros”, cuando en su propia nación hay tantos y tantos enfermos mentales, víctimas de los horrores de las guerras que ellos mismos fabrican, tantos y tantos consumidores de estupefacientes que fomentan el tráfico y distribución, generadores de violencia sin límites. ¿Qué gobierno es ese que mira con ojo crítico al mundo, sin ver lo que ocurre en su propio territorio?
Las Vegas, sin palabras… mis condolencias
Ante la pléyade de acontecimientos, todos tan penosos, en Quintana Roo por lo menos nos queda la enorme tarea y la gran responsabilidad de hacer una muy eficaz promoción de nuestros atractivos, de nuestras bellezas naturales y de nuestra mexicanidad.
Nos toca ser solidarios con todos y demostrar nuestra calidez y reconocida hospitalidad con propios y extraños.
Somos un destino seguro, cálido y atractivo en todos sentidos, tanto para turistas como para inversionistas, y ese debe ser el mensaje.
Somos México también y estamos de pie.