Elitania Leyva Directora académica del Departamento de Economía UDLAP
Las decisiones de consumo que las personas tomamos todos los días están en función de diversos factores sociales, culturales y psicológicos, pero principalmente en función del ingreso disponible, específicamente del ingreso después del pago de impuestos. De modo que cuando el ingreso disponible aumenta también aumenta el consumo, pero en una proporción menor que el ingreso.
Sin duda, este es un tema de gran importancia y que vale la pena detenerse a analizar porque esas decisiones están directamente relacionadas con el cuidado de nuestros recursos y con la planeación financiera que nos permitirá realizar tales o cuales proyectos.
Es posible pensar que al incrementar nuestro ingreso disponible también aumenta la libertad que tenemos para gastar e incluso hay quienes hacen uso de esa supuesta libertad inmediatamente, pero no olvidemos que las condiciones del entorno en el que nos desarrollamos pueden cambiar de un momento a otro por razones diversas y eso afectaría directamente nuestros planes y en particular la estabilidad de nuestras finanzas personales.
Recordemos que el consumo se divide en consumo autónomo y propensión marginal a consumir (PMgC). El primero se refiere al consumo de los individuos cuando su ingreso es igual a cero, ya que con o sin ingreso las personas tienen que comer, por lo que aun sin ingreso el consumo es positivo.
El segundo indica cómo el incremento de un peso más en el ingreso disponible afecta al consumo; por ejemplo, si la PMgC de un consumidor es de 0.6, significa que por cada peso que se incremente su sueldo el consumidor gastará 60 centavos y ahorrará 40 centavos.
Si queremos tener más dinero y que este nos alcance necesitamos conocimientos y nuevos hábitos respecto a nuestro dinero
Existen consumidores con una elevada PMgC y, por tanto, una baja tasa de ahorro, los cuales tienden a poner poca atención en gastos asociados a decisiones cotidianas porque los consideran gastos menores, y no se percatan de que la sumatoria de esos gastos menores repercute negativamente en su nivel de ahorro.
Los gastos excesivos que a diario hacemos en cafés, cigarros, peluquería, en botellas de agua, en cosméticos, salidas al cine, a bares, etc., aparentemente son gastos ‘pequeños’ que vistos de manera individual pasan por intrascendentes debido a la felicidad (utilidad) que nos brindan en el momento de realizarlos. No obstante, si queremos tener más dinero y que este nos alcance necesitamos conocimientos y nuevos hábitos respecto a nuestro dinero. La importancia de las finanzas personales radica en ello.
La mayoría de estos gastos, reitero, dañan el nivel de ahorro en relación a cualquier nivel de ingreso. Por supuesto no se trata en modo alguno de vivir precariamente ni de limitarse en gustos, y mucho menos de provocarse infelicidad en el corto plazo; simplemente se trata de reducir los gastos en este tipo de bienes con el objetivo de incrementar su tasa de ahorro a un nivel deseable por si llegaran a ocurrir eventualidades inesperadas, como pudieran ser, por ejemplo, el quedarse sin empleo, sufrir alguna enfermedad, un robo, etc.
Si nos detenemos a analizar la totalidad de gastos relacionados con banalidades, compras de impulso o no planeadas, y gastos pequeños pero cotidianos, podremos hacer claramente una comparación con nuestro ingreso disponible, simplemente para darnos cuenta de que en muchos casos las decisiones de consumo que realizamos no están contribuyendo realmente al fortalecimiento de nuestras finanzas personales.