Terminaba la preparatoria en verano de 1984 y, habiendo decidido entrar a la carrera de Derecho, me enfrentaba a la disyuntiva de ir a la ya muy reconocida y prestigiada Facultad de Derecho de la Universidad de Yucatán o, a la Escuela de Derecho de una nueva universidad que apenas ese año iniciaría con cuatro licenciaturas, entre ellas la de Derecho. Habiendo estudiado en Colegio Marista, me llamó la atención esta nueva universidad que abría ese verano y que llegaba como una oferta educativa de una organización católica que yo no conocía, la de los Legionarios de Cristo. Finalmente, me decidí por esta opción, atraído principalmente por su mensaje educativo de valores católicos con los que había sido educado en casa y por una corta pero profunda frase que marcaría mi vida: VINCI IN BONO MALUM.
En ese verano de 1984, tuve la oportunidad de conocer por primera vez a un joven y entusiasta sacerdote, al Padre Jesús Quirce, quien llegara junto con otro grupo de Legionarios a iniciar esta aventura educativa llamada UNIVERSIDAD DEL MAYAB y de la que sería parte de la primera generación de egresados en 1989. Este fue el inicio de mi relación y mi conexión con los Legionarios de Cristo, de la congregación del Regnum Christi y que precisamente cumplió 80 años de su fundación el pasado 3 de enero.
Desde entonces, mi relación con el modelo educativo de los Legionarios ha sido continua y constante. No sólo terminé ahí la licenciatura, sino que posteriormente hice una maestría en la Universidad Anáhuac de Cancún, mis tres hijas estudiaron siempre en el Colegio Cumbres (también de los Legionarios) y parte de sus estudios en el extranjero fueron en colegios de Legionarios en Irlanda y en Suiza.
Considero que no hay en México una mejor oferta educativa que la de las universidades Anáhuac, pues no solamente es muy completa desde el punto de vista académico, sino que lo es aún más en la formación de líderes y emprendedores con valores cristianos. Tuve la oportunidad de ser parte de los empresarios que apoyamos la creación de la Universidad Anáhuac de Cancún, hace ya 20 años, en la que estudiarían mis sobrinos y actualmente una de mis hijas también.
Puedo dar testimonio que, haber estudiado en la Universidad Anáhuac fue una de mis mejores decisiones y marcaría un rumbo determinante en mi vida, a la que sin duda debo muchos de mis éxitos personales y profesionales. Son también muchas las virtudes del modelo educativo de los Legionarios de Cristo, pero la más importante para mí, y por la cual inclusive la confié la educación de mis tesoros, es precisamente esa vocación que tienen en la formación integral de jóvenes con valores católicos.
Quiero aprovechar este espacio para hacer expreso mi reconocimiento al Dr. Jesús Quirce, a quien la vida nos vuelve a poner en el mismo sitio cuando llega a Cancún a tomar la Rectoría de la Universidad, por hacer de esta una de las mejores universidades de México. Su visión de hacer de la Universidad Anáhuac de Cancún una universidad con enfoque global, más que local o regional, ofrece una oportunidad de convertir a este destino en el centro educativo más importante de Latinoamérica y con la más completa oferta educativa para las nuevas generaciones.
Muchas felicidades al Regnum Christi por sus 80 años de fundación y muchas felicidades a la Universidad Anáhuac de Cancún por sus 20 años. Gracias por formar miles de mexicanos y enseñarnos que, la luz de la enseñanza nos sacará de la oscuridad de la ignorancia. Hoy lo necesita México, más que nunca. Vinci in Bono Malum.
Eduardo Albor