El Caribe Mexicano ha sido ejemplo de recuperación económica, por la actividad turística y desde luego por la implementación de protocolos de sanidad, sobre todo en la hotelería.
Cuando menos, esa ha sido la percepción en los mercados y es lo que han recogido diversos medios y boletines electrónicos que han puesto a los destinos del Caribe Mexicano como líderes frente a otros competidores, tanto por el número de vuelos que va en aumento como por los porcentajes de ocupación hotelera, entre otros indicadores.
Los hoteleros, en su mayoría, han sido ejemplo de buenas prácticas, especialmente en Cancún y Riviera Maya, lo cual he podido atestiguar personalmente.
Si bien hay excepciones, la mayoría ha adoptado todos los protocolos necesarios para evidenciar a los turistas que estamos preocupados por su salud y por su percepción.
Sin embargo, deben reforzarse las medidas de prevención del contagio ante la pandemia, que para nada puede decirse que ha concluido y los mensajes de alerta a toda la población.
Si bien el Gobierno del Estado ha sido insistente en el asunto, existen prestadores de servicios y recintos turísticos que no han adoptado todas las medidas necesarias o que no han logrado persuadir de manera eficiente a los usuarios.
El aeropuerto es un ejemplo de ello, sin que las autoridades parezcan ejercer presión alguna. Lo mismo ocurre con las terminales marítimas, de lo cual he podido percatarme en persona.
Y por otra parte, muchos son los testimonios de viajeros acerca de la falta de cuidado de las líneas aéreas y de que la “sana distancia” no existe en absoluto.
De no poner atención a este asunto de manera prioritaria, se corren varios riesgos: uno, que se tomen fotografías, que estas evidencien el nivel de descuido y que la mala publicidad nos lesione; y otro fundamental es el tremendo riesgo de un rebrote por nuevos contagios, lo que puede conllevar por una parte a un retroceso en el Semáforo Epidemiológico, que sería lamentable. Y por otra, sin duda, al triste escenario de decesos y poner en jaque nuevamente al sector salud.
Más que pregonar cuántas empresas se han certificado y cacarearlo, se debe poner atención en aquellas que aún no cumplen; en practicar auditorías sanitarias y en reforzar las medidas, tanto desde el sector público, como del privado. No podemos y no debemos bajo ninguna circunstancia “bajar la guardia” frente al COVID.
Ahí están en Europa y Asia, sufriendo de nuevo por los rebrotes. La gente se confió y salieron alegremente a restaurantes y bares. Las consecuencias pueden ser muy tristes.
Tomemos nota…