Por Antonio Callejo, periodista
Twitter: @TvCallejo
Es altamente probable que Mara Lezama, quien será abanderada de Morena, gane la elección en junio, cuando se renueve la gubernatura. Es una cuestión matemática.
Es cierto que es una presencia relativamente nueva en el escenario político, pero en el tiempo que lleva como responsable del gobierno del principal destino turístico de México, uno de los más importantes de Latinoamérica, ha demostrado una enorme capacidad para aprender.
Enfrentó las complicaciones propias de un municipio complejo socialmente, en el que además confluyen intrincados y no pocos intereses de toda clase.
Gobernó y gobierna aún -en los primeros días de marzo se va a separar para irse a la campaña-, desde un despacho “maldito”, consideran algunos, pues varios de sus ocupantes salieron directo a la prisión, o terminaron allí su carrera política.
Están los casos de Rafael Lara, Juan Ignacio García y Gregorio Sánchez.
Otros la libraron, y allí mejor no mencionamos nombres, pero sabemos quiénes son.
El caso de Mara es atípico, pues rompe de tajo con esa inercia. No sólo consiguió la reelección, sino que además pudo convertirse en un nuevo referente de liderazgo, con el armado de un grupo político que incluye una senadora y diputado federales; alianzas estratégicas con otros presidentes municipales, y también influye en el próximo Congreso local, donde su visto bueno será importante a la hora de asignar candidaturas.
Y con esa inercia, la de un liderazgo fuerte, es entendible que se hayan acercado ya y que se sigan acercando, todo tipo de actores de los ámbitos políticos, sociales y económicas.
Algunos valiosos, otros no tanto, pero también otros de plano siniestros.
Es el caso de Mario Villanueva Madrid, el exgobernador que purga prisión domiciliaria, pero que aún trata con las fuerzas que le quedan, de influir de la forma que sea en la toma de decisiones del quehacer público. Es un ejemplo de oportunismo rampante. Con un cinismo puro, despotricó en su momento contra Mara Lezama, y sin ningún recato, varias veces mandó el mensaje de que combatiría su postulación y su camino rumbo a la gubernatura.
Sostuvo reuniones, las cuales hizo públicas, con adversarios del proyecto de la actual precandidata de Morena.
Y sin más, una vez que sopesó la rotunda probabilidad de que sea precisamente ella quien gane las votaciones venideras, se subió a ese tren.
Envió a su esposa -quien ninguna culpa tiene de la veleidosa actitud del exgobernador-, para hacer presencia en el registro de Mara Lezama como postulante morenista.
Como Villanueva hay numerosos personajes siniestros que buscan un lugar en la amplia sombra que dará Mara.
Villanueva Madrid saqueó las arcas públicas, se enriqueció a costa del poder, y es un criminal confeso. Su sentencia en Estados Unidos se dictó precisamente por el reconocimiento de su participación en conspiraciones criminales.
No es el tipo de personas que convienen cerca de una gobernadora como Mara Lezama.
Sería esperable que la actual alcaldesa, con su sentido común y gran capacidad de resiliencia, cribe las relaciones que sí le convienen. Y las que no.
Porque los grupos de interés y sujetos de tan mala calidad como el de marras, harán todo su esfuerzo por atenazar a un gobierno del que se espera lo mejor.
Mara Lezama está demostrando una gran capacidad de reconciliación, de tolerancia.
Ha enviado señales de que en su proyecto caben incluso quienes fueron sus adversarios, como los casos claros de la senadora Marybel Villegas o el exregidor Issac Janix, quienes incluso llegaron a insultarla en su momento.
Pero como el caso de Villanueva, que seguro hay muchos más, no deben ni siquiera presumirse como si se tratara de personas decentes o valiosas para un proyecto de gobierno.
A esos hay que mantenerlos a raya.
Seguro así será.