La banca mexicana está “verde” en el tema ambiental. Esto sale a la luz desde la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático efectuada en 2010 y donde hay una franca declaración de la Asociación de Bancos de México (ABM) al respecto. Que la banca ha realizado algunas actividades por el medio ambiente, sí, pero “modestas”. En aquella época el monto de inversión rondaba los 301 millones de pesos en el desarrollo de algunos productos financieros, como fondos con criterios verdes o préstamos delineados específicamente para negocios ambientales.
De ahí que la inclusión de la banca en el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI) sea estratégica. El sector privado, y particularmente el financiero, tienen un papel protagónico en la adaptación, mitigación y generación de proyectos innovadores para crear alternativas que reduzcan el impacto negativo al medio ambiente, a través del financiamiento y de los análisis de riesgo de todo proyecto.
Sin embargo, la banca poco a poco ha tomado conciencia y comienza a abonarle a la preservación del medio ambiente, y pagar su deuda al creciente deterioro ambiental y las consecuencias cada vez más severas del cambio climático global que tanto le ha costado al mundo.
En el caso particular de México, el Banco Interamericano de Desarrollo estima impactará en 2015 hasta un cinco por ciento del PIB… Sabedor de su vulnerabilidad, desde 2008 financió a nuestro país con el primer estudio nacional de impactos económicos del cambio climático, el desarrollo de medidas de mitigación de éstos y la adopción de Planes de Acción Climática en más de 10 estados mexicanos. Dicha vulnerabilidad proviene principalmente de los diferentes tipos de desastres naturales, que han traído altos costes a la economía de México. En carne propia, Quintana Roo ha tenido que pagar facturas muy caras ante estos efectos, y recordémoslo con Wilma.
La iniciativa privada mexicana está tomando conciencia, y está ganando puntos en la geografía mundial. Por ejemplo, la firma de tecnología verde Inventive Power de México fue reconocida por el Banco Interamericano de Desarrollo con el Premio Interamericano a la Innovación Financiera y Empresarial por su inversión de alto impacto en Latinoamérica y el Caribe en el desarrollo de tecnología innovadora en generación de energía solar que puede ser utilizada en aplicaciones industriales y comerciales de pequeña escala para las Pymes.
Y en lo que respecta a la banca, CI Banco, tema de portada, se ha constituido como la primera institución verde en el país; como bien lo define su mandamás, Mario Maciel, “la sustentabilidad es una filosofía de negocio, no una estrategia y no está peleada con la rentabilidad”.
Esta institución ha creado dentro de su portafolio financiero créditos para proyectos verdes, y paradójicamente topándose en el camino con algunos obstáculos, “tenemos que empezar a vender, pero antes tenemos que educar al consumidor y no es fácil…”.
Ante esta perspectiva, debiera desplegarse dentro de la economía verde una agenda de cooperación entre entidades del sector financiero y el gobierno orientada al desarrollo sostenible, y no sólo en la identificación de aspectos ambientales y sociales en los proyectos financiados. Cabrían incentivos fiscales por parte del gobierno para las instituciones con portafolio de productos verdes, y por parte de la banca mejores tasas de interés, plazos y asistencia técnica gratuita para las empresas en desarrollo de tecnología o productos sustentables. Y por parte de ambos, divulgación y vinculación entre grupos de interés.
La economía verde no tendrá una transición abrupta, será paulatina, pero la tendencia será a la alza, y México como potencia turística tendrá que ejercer un liderazgo para resguardar sus tesoros naturales, ya que de éstos pende un importante grueso de su economía.