Tuve el privilegio de conocer a Don José Sulaimán en persona hace algunos años por conducto de mi amigo Pepe Gómez, aun cuando hacía muchos años yo sabía quién era Don José Sulaimán. El presidente de la Comisión Mundial de Boxeo (CMB), a quien desde mi niñez veía junto a campeones de mi tierra como Miguel Canto, Guty Espadas y, otros no de mi tierra, como Joe Frazier o Muhamed Ali, ese era Don José Sulaimán.
Desde chico me enorgullecía saber que un mexicano era el presidente de un organismo deportivo a nivel mundial. Cuando Pepe me lo presentó, lo primero que hice, después de saludarlo, fue preguntarle si me podía tomar una foto con él. Era un honor estar con tal personalidad. Posteriormente, tuve muchas oportunidades de convivir con Don José en los eventos, en las conferencias de prensa y en los espectáculos de boxeo organizados por Pepe y con el apoyo del presidente de la CMB.
Cada vez que lo trataba, cada vez que me lo encontraba, cada vez que lo saludaba, me cautivaba su mirada de hombre bueno que está en paz con la humanidad. Pudiera uno decir que era una ironía que, el organismo más importante de box en el mundo estuviera presidido por un hombre de paz. Y, a pesar de todas las tribulaciones de salud que enfrentó en los últimos años de su vida, no había manera de quitarle la sonrisa de los labios. Ese fue Don José Sulaimán.
Hace unos días, cuando fui al Panteón Francés a despedirme de Don José y rendirle mi homenaje, sólo pude decirle a su hijo Mauricio que teníamos mucho que celebrar por todo el tiempo que nos acompañó y todas las enseñanzas que nos compartió. Con el mismo cariño con el que trataba a hombres del perfil de Carlos Slim, con ese mismo cariño trataba al más humilde boxeador que lo saludaba. A través del box, Don José ayudó a mucha gente e hizo de este un mundo mejor. Ese fue Don José Sulaimán.
Por eso y por mucho más, Don José fue recibido en el paraíso con los honores que se merece un campeón de clase mundial. Gracias por su cariño y su amistad Don José, algún día estaremos juntos en las funciones de box que organice en donde se encuentre y, aunque espero verlo de nuevo, espero que no sea muy pronto. Con el respeto eterno de su amigo.
Eduardo Albor.