Tengo la oportunidad de conocer a muchas personas, ya sea por mi trabajo, por mi entorno social o porque así se ha dado, y entre las personas que conozco, está una mujer muy apreciada por mí, que me contó todo lo que cambió su vida cuando se fue de luna de miel con ella misma… ¡Imagínate!
¡Wow! ¿Cómo es eso? Le pregunté. Su respuesta fue inmediata: -Simplemente un día dije ¿y por qué no casarme conmigo? Y decidí darme la oportunidad de enamorarme de mí, y para ello era necesario estar sola -me comentó-; decidí viajar una semana conmigo, únicamente conmigo y quiero decirte incluso que no fue fácil, el primer día en la noche en un país extraño, indiscutiblemente aparecieron ciertos miedos y reconozco que lloré, lloré como nunca y pude descubrir que me hacía falta llorar, ¿Desde cuándo quería hacerlo? Pero observando descubrí que muchas personas se limitan o detienen a llorar por cubrir una apariencia para consigo mismos, lo cual ahora pienso que es innecesario. ¿Quieres llorar? ¡Hazlo! Eso fue el inicio; posterior a esa especie de catarsis, vino la parte increíble de conocer mi propia persona, de perdonarme por el tiempo que no me había dado, por permitir que otros tuvieran control sobre muchos de mis actos y sobre todo de mis emociones. ¡Wow! (Sorpresa) Cuántas cosas estaba observando y descubriendo…
Lo primero fue regalarme un buen cambio de imagen, fui a una estética y me corté el cabello con rebeldía, quizás porque me atreví y lo dejé muy corto como muchas veces quise hacerlo y no me atrevía, pues ahora era el momento, me hice un tatuaje de dos corazones con mis iniciales, ¡Que atrevida!, me decía, pero al mismo tiempo me reía y disfrutaba de ese atrevimiento que tanto bien me estaba haciendo.
Me sentía libre, contenta, tranquila y sobre todo muy feliz; me quité varios años de encima, y entonces me regalé una comida, de esas que muchas veces soñé, con velas y platillos exóticos; y sentí gran placer con cada sabor que fui experimentando.
Aprendí a conocerme, a platicar conmigo, descubrí que puedo incluso atreverme a hacer cosas que pensé no podría. Te vas a reír de mí, si te cuento que en algún momento se me ponchó una llanta y pude cambiarla, jajajajajaja, eso fue increíble y era parte del paquete de aprendizaje.
A mi regreso de esa luna de miel, todo fue diferente, veía las cosas de otra manera, hice una limpieza no sólo al armario, lo hice con mi entorno y dejé de frecuentar personas que no me aportaban y no estaban en la misma sintonía; entré a la escuela de nuevo, conocí nuevas personas, me atreví e inicié un negocio propio y hoy estoy más que estupenda, conociendo a un ser humano único, y todo fue porque descubrí que ahora mi mejor 14 de febrero será conmigo misma. Eso me comentó…
Bueno, pues les dejo, estoy haciendo las maletas para irme de viaje conmigo… Ahí les cuento la próxima. ¡Feliz 14 de febrero!