Hemos tenido múltiples discusiones entre los amigos, grupos sociales y redes, sobre el actuar de las mujeres en las marchas del 8M.
Agresivas, vandálicas e irreverentes. He oído de innumerables bocas: “La pintura de un monumento se lava, pero las muertas no regresan”. Como argumento es aparentemente irrefutable, pero tiene un fallo enorme, y es ahí donde tenemos que trabajar todos, todas y todes.
Si los valores -y se llaman así, porque agregan algo positivo al comportamiento regular de los seres humanos- fueran apreciados y aplicados en todos los sentidos, nuestras comunidades funcionarían mucho mejor. Respeto: “Juan, respeta los juguetes de tu hermana, no los rayes, no los rompas”; “Luis, respeta a tu novia, cuando dice no, es NO”. Entonces, si pretendemos que el RESPETO sea un valor primordial, tenemos que dar el ejemplo, no podemos rayar, mutilar o romper obras de arte, no existe ninguna justificación válida para dejar de lado ese valor. Si lo aplicáramos sin excepciones, promoviéramos y educáramos en ese sentido, muchas mujeres estarían hoy con nosotras.
Dejando claro el punto, sugiero abordar la situación de manera diferente, qué tal si entre varias compramos mamparas y creamos muros de esperanza y recuerdos. El mensaje que estaríamos dando sería mucho más fuerte e impactante.
Hacer muros virtuales, como lo han hecho algunos colectivos feministas, me parece acertado y contundente.
México está viviendo un periodo de violencia extrema y las mujeres se llevan la peor parte. Sin embargo, también ahora estamos demostrando gran fuerza al salir a la calle a manifestar inconformidad sobre el desempeño de nuestras autoridades; debemos recordar siempre que el Estado es responsable de garantizar la seguridad de todos sus ciudadanos. Expresar con respeto y fuerza para lograr cambios en los procesos judiciales, ministeriales, policiacos y demás involucrados, será nuestra tarea continua.
Las mujeres hemos logrado un crecimiento increíble en nuestros derechos, nosotras hemos avanzado en estos últimos 70 años, lo que la humanidad en global se tardó siglos en conseguir, hablando claro de derechos humanos en general. Así que realmente sí somos una fuerza imparable, pero hagámoslo como mujeres, no perdamos nuestra esencia y dejemos de imitar conductas. Si nos señalan como brujas, que sea porque aprendimos a curar; si nos señalan de marimachas, que sea porque aprendimos a ganar en los deportes; si nos señalan de activistas, que sea porque aprendimos a poner los valores como nuestra prioridad.
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