Mario Bros, como juego de video, se estrenó por ahí de mediados de los ’80; fui asidua jugadora. Todos los buenos juegos de video tienen una trama; y en este caso, era el típico cliché de rescatar a la damisela en problemas.
Bowser, rey en el reino de los Koopas, secuestra a la princesa Peach, ya que está enamorado de ella y quiere forzarla a casarse con él; sin embargo, ella no le corresponde. Mario, un plomero ingenioso, que con ayuda de su hermano Luigi sortean una serie de pruebas (básicamente saltar encima de cosas) intentan salvar a la princesa.
La película estrenada este año cambia bastante la trama, para generar una historia en donde se empodere a las mujeres; ahora es Luigi el secuestrado y el equipo de rescate son Peach y Mario. Me gusta la parte feminista de tener una heroína femenina (muy femenina, vestida de rosa y toda la cosa), pero debo confesar que en mi fuero interno me gustaba más la historia original, ¿Por qué dejamos de lado el componente romántico? O en esta generación, a lo mejor ¿Bowser está enamorado de Luigi? Vete tú a saber.
La película ha sido un éxito a nivel mundial. ¿Por qué ha tenido este éxito? Creo que como humanidad no nos hemos cansado de esa lucha perenne entre el bien y el mal; nos gustan los héroes, son esa gran esperanza que nos vendemos a nosotros mismos. El pobre plomero que conquista el corazón de la princesa, salvándola del gran rey malo. El héroe o heroína que luchando con valentía, verdad y compañerismo, logran erradicar el mal.
Los padres SÍ llevaron a sus hijos pequeños a ver la película, porque no abordó temas de género, sexualidad, política o religión; es una simple historia de acción sana y con buenos mensajes.
La verdad es que sí necesitamos esas figuras; si no fuera por eso, caeríamos en la desesperación. En un país como México, en donde las princesas son secuestradas, no precisamente por amor, los plomeros aunque sorteen miles de problemas seguirán sin tener un lugar digno que ofrecer a sus princesas; los reyes, que aunque malos, siguen queriendo ganar y ganar más moneditas. Nuestra realidad es la trama de videojuego por demás violento, pero lamentablemente no tenemos un gran héroe que venga a rescatarnos, ya no tenemos un Pancho Villa, un Emiliano Zapata o hasta un López, porque los héroes y las historias se crean con el tiempo y la magnificación de situaciones reales o irreales.
Sólo nos queda seguir imaginando y no perder la esperanza, de que de pronto aparezca un gran héroe que erradique a los narcos y a la corrupción, permitiéndonos vivir en una utopía de amor a la mexicana. Las campañas políticas usan esos sentimientos, pero no hay que dejarnos engañar, porque ¿cómo creer que Mario va a brincar 4 metros, si sólo mide 160 centímetros?
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