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Iñaki Manero

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BITÁCORA DE VIAJE XVII

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2021
  • Bitácora de viaje
  • Por Iñaki Manero
  • Comunicador
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Instrucciones a la población civil en caso de alarma nuclear: 

a) Aléjense de cualquier ventana.

b) Mantengan sus manos libres. No tomen vasos, botellas, ni cigarrillos.

c) Apártense de muebles y objetos pesados.

d) Despójense de corbatas; desabrochen cuellos de camisas, abrigos y cualquier otro tipo de ropa que resulte restrictiva.

e) Saquen de sus bolsillos gafas, lápices, bolígrafos y cualquier otro tipo de objetos afilados.

f) Inmediatamente después de percibir el brillante flash de la explosión nuclear, siéntense en el suelo y traten de poner la cabeza entre las rodillas.

g) Entonces, dense un beso en el trasero, y díganse adiós. 

– Miguel Ríos. La Huerta Atómica. 

1962. La tensión se acumulaba y había nerviosismo. De la chimenea de la embajada soviética en Washington, salía un denso humo; improbable tanta combustión para un mes de octubre, cuando los fríos provenientes del Delaware no parecían cuchillas, como ocurre ya más cerca de invierno. Pero en ese momento, el clima hubiera sido la menor de las preocupaciones. Un impasse político tenía agarrada por la garganta la sobrevivencia de millones de seres humanos.  Del otro lado del planeta, en Moscú, un furibundo Nikita Jrushchov, aquel que se había quitado el zapato para pedir orden en una asamblea de Naciones Unidas y había vomitado la declaración de “los vamos a enterrar”, refiriéndose al némesis capitalista, dudaba si la decisión de armar al joven abogado convertido en mandamás insular Fidel Castro con misiles nucleares había sido correcta. Castro sería muy astuto, pero estaba rodeado de fanáticos y adoctrinados como el médico argentino Guevara, a quien ya se le había detenido varias veces el brazo por su costumbre mercurial de fusilar a la primera provocación contraria al pensamiento revolucionario; amigo de las “soluciones finales” con tufo a holocausto, en algún momento habría declarado su intención de erizar Cuba con misiles y lanzarlos sin dudar contra el corazón del “imperio capitalista”, Nueva York.  El líder del partido comunista soviético, Jrushchov, sabía, al igual que Kennedy, el papel estratégico que tenía el equilibrio del terror sin la necesidad de apretar un solo botón. Eso quedó más que demostrado años después durante la era Reagan. También sabía el premier soviético que, de desatarse la Tercera Guerra Mundial, Cuba sería la primera zona del mapa en ser borrada de la existencia. Fueron 13 días de tensión que conmocionaron al mundo y sin embargo, el nerviosismo se habría convertido en pánico de haber conocido detalles finos antes de que la diplomacia surgiera como un Deus ex–machina en el último momento; se hicieran promesa y pactos y los barcos soviéticos con sus piezas de la muerte, se regresaran por donde venían. 

Justamente, uno de estos detalles finos tuvo que ver con la decisión de cierto oficial de la marina rusa. Lo importante de convertirse en el fiel de la balanza. Hoy sabemos que cuando el sentido común prevalece sobre la subscripción sumisa e irreflexiva, es posible alcanzar la paz más allá de la manipulación ideológica. Se llama pensamiento crítico y eso, por lo general, aparece en ecosistemas en donde se privilegia la libertad de pensamiento, culto, lectura, orientación sexual.  Vasili Arkhipov es de esos raros casos en donde la excepción tira la regla. Militar de carrera y claro hijo de la revolución bolchevique, al igual que Gagarin, se conducía en un sendero muy alejado de belicismos y rencores gratuitos alimentados por el sistema. En uno de los momentos decisivos de la Crisis de los Misiles, el submarino en donde prestaba servicio como oficial, había sido rodeado por barcos norteamericanos que realizaban bloqueo (ahí sí valía el término) a Cuba para evitar la llegada de más naves rusas que transportaran tecnología balística. Para hacer emerger a los soviéticos, los marinos norteamericanos comenzaron a lanzar cargas de profundidad. Desde el submarino ruso, para el capitán fue una clara e indiscutible muestra de que la guerra había comenzado; la decisión sería lanzar un torpedo con carga nuclear hacia la flota enemiga. Para iniciar el ataque, se necesitaba el acuerdo de los tres oficiales a bordo.  Uno de ellos era Arkhipov. Como sacado de una película tipo thriller bélico (de hecho, los filmes Widowmaker y La Caza del Octubre Rojo están basados en éste y en otro conflicto en los que el marino ruso se había visto involucrado), Vasili se negó al lanzamiento del misil. Lo que siguió fue una dura prueba de esgrima verbal que tal vez nadie conozca a la perfección y el riesgo de corte marcial y tal vez, paredón de fusilamiento o campo de concentración en algún duro y gélido Gulag (cosa que no sucedió; Arhipov murió de cáncer en 1998 posiblemente provocado por exposición a radiación). Arkhipov intentando convencer a los otros dos oficiales que se trataba de una confrontación local y que no valía la pena desatar un holocausto. Finalmente, el calor dentro del submarino y la acumulación de CO2 provocada por las cargas de los destructores norteamericanos, hicieron subir a la nave soviética para después poner proa de regreso a su base y enfrentar la ira de sus superiores. 

Finalmente, la crisis de los misiles terminó con, decíamos, promesas de ambos bandos, pero el equilibrio del terror ha seguido hasta nuestros días; funcionó  durante un tiempo. Las superpotencias bien estructuradas con arsenal nuclear saben que nadie gana una guerra a misilazos. Todos perdemos (recomiendo ver la ochenterísima película “Juegos de Guerra”). Pero un acuerdo no escrito, vela, allende ideologías sociales y económicas, para que naciones políticamente inestables y en la inmadurez adolescente, cometan una estupidez respondiendo de manera reptiliana como responderían dos borrachos por un quítame esas pajas. Hablando de borrachos, Richard Nixon, en estado de ebriedad, quería ordenar un ataque nuclear contra Corea del Norte. Agreguemos a la lista de salvadores del mundo a Henry Kissinger, que le dio suficiente café negro y alejó los teléfonos de su gastada geografía.  El diablo está en los detalles, dicen. Y sí; para salvar al mundo, basta vaciar el ático de basura mental.  Tan solo una vez en la vida existirán Arkhipov y Kissinger, pero sí una nueva generación de ciudadanos que den la cara en nombre del ser humano común.  Ese que nada más quiere que le dejen en paz. Ese que quiere llevar a casa, luego de un desquiciado día a través de las noticias plagadas de torpezas, caprichos y absurdos por parte de sus dirigentes, un poco de cordura. Amén.  

Bitácora de viaje XVI

por NellyG 1 noviembre, 2021

                                                     

Más vale permanecer callado y que sospechen tu necedad, que hablar y quitarles toda duda de ello.

        Abraham Lincoln

Ya picados en el detalle, dentro de la historia de la diplomacia mexicana, en la Bitácora pasada reseñamos la delicada relación entre nuestro país y los Estados Unidos; el coqueteo entre el káiser Guillermo y funcionarios de la administración carrancista que terminó con la intercepción del famoso telegrama Zimmerman por parte de la inteligencia británica en donde Alemania tentaba con recuperar para nuestro país los territorios perdidos durante el expansionismo del siglo XIX si permitía el uso del territorio nacional como punta de lanza para invadir el norte del continente. Sabemos en qué terminó la aventura en una guerra que tan sólo con la entrada del poderío industrial norteamericano fue definida en un solo año de intervención, terminando para siempre con el formato de guerra de trincheras. Ya todos conocemos la triste historia de una paz que nunca fue con Versalles, como sentenció el mariscal francés Foch, dirigente de las fuerzas armadas aliadas. Tan sólo una tregua que duraría casi 20 años.  Sin la intervención del telegrama y la decisión de Venustiano Carranza de no acceder a una locura, probablemente nuestra suerte como endeble República en pleno caos revolucionario habría sido distinta en la relación con el vecino más poderoso y organizado del continente. 

Caso similar con la Segunda Guerra Mundial, los coqueteos de la Matahari alemana convertida en estrella de cine, Hilda Krüger, con altos funcionarios mexicanos y otra serpiente ofreciendo manzanas imposibles por el rumbo que ya llevaba el conflicto. Parece que dos millones de kilómetros cuadrados perdidos en el conflicto de 1847 eran apetitoso gusano colgado de un anzuelo. Nuevamente, el sentido común que por esos juegos de la Providencia colocan a la persona adecuada en el momento oportuno no nos metió en un desastre militar, a pesar de tener en contra la presión de intereses petroleros norteamericanos que exigían indemnización por la expropiación petrolera del general Cárdenas en el 38. La guerra, qué caray, une a vecinos aparentemente distantes e irreconciliables.   

Tan sólo dos ejemplos, de muchos, en donde la historia es nuestra gran maestra. Si el alumno es indolente –flojo el perro y le ponen tapete, dirían en mi pueblo– o mucho peor, lo suficientemente soberbio como para no querer sopesar las consecuencias que una decisión pudiera tener sobre todo si en tus manos llevas el volante de un vehículo que en tu mente confundida tomas por carruaje del siglo XIX.  O, tercera opción, tú solo te has contado la película con el final que más te place y de un plumazo, pretendes que así sea para todos. Independientemente de las evidencias.  A veces, la distorsión de los hechos se convierte en salida de emergencia y salvavidas político. Nada más recordemos la gran impostura de los Niños Héroes que genialmente provocó una carambola de tres bandas. Durante la visita de Harry Truman a México en 1947, conmemorando el centenario de la guerra entre su país y el nuestro, el presidente norteamericano quiso honrar la memoria de los muertos durante el conflicto depositando una ofrenda floral que molestó el orgullo nacional; entre los ofendidos, varios cadetes del Heroico Colegio Militar. En ingeniosa salida, digna del mejor argumentista de folletín, alguien en el gobierno de Miguel Alemán “se encontró” por ensalmo, milagro, hecho asombroso, conjunción planetaria, intervención del patrono de los desesperados, en la falda del cerro que corona el Castillo de Chapultepec, las osamentas –irrefutables, sin necesidad de análisis– de los seis valientes adalides de la libertad.  Desde luego que el sistema bien aceitado del PRI jamás aportó ninguna de estas pruebas y ni falta que hizo. Nuestra necesidad por tener mártires y ese rancio gusto por el melodrama lacrimógeno obligó la adopción del infundio sin mayor averiguación y tachar inmediatamente a cualquier molesto investigadorcillo que pretendiera insinuar lo contrario, de amargado, conservador, enemigo de la Revolución… ¿Ya levantaron la ceja? Sí, qué bonito es el deja vu.  Por supuesto que hubo héroes en la toma del Castillo; por supuesto que algunos nombres coinciden; en efecto, varios murieron  en algo que no queda claro si fue una orden ignorada de replegarse para defender su escuela y también consta en bibliografía polvosa, que fueron más de seis; había 600 soldados y 50 cadetes ese día y que los nombres de otros valientes que resistieron hasta quedarse sin parque fueron “cepillados” de la literatura educativa oficial por no convenir a la ideología, como Miguel Miramón, cadete capturado por los norteamericanos y luego el presidente más joven en la historia del país.  Finalmente, pasado al bando conservador y fusilado en el cerro de las Campanas flanqueado por Tomás Mejía y Maximiliano de Habsburgo. Todo gobierno crea y destruye caudillos a su propio gusto y conveniencia; no debería asombrarnos.  Lo que sí impone encender el proverbial foco rojo es que esas mentiras e inexactitudes en lugar de pecadillos que se solucionan con una sana y plural oferta editorial, amén de preservar la autonomía de cátedra, escale a nivel sectario y doctrinario, fanático intransigente. Cuando crees que el mundo ya superó hitlers, maos, stalins, pinochets… hermano, te sorprenderías. La ignorancia, combinada con la voracidad, es cíclica y estacional, y cada seis años puede mutar a variantes más peligrosas.  Sí o sí, se imponen las inmunizaciones de refuerzo contra la peste de la intransigencia.

Un país que niega su historia, ignora el tiempo presente y jamás podrá considerar planear un futuro desde bases firmes.  Los incapaces de transformar su realidad, buscan excusas en la manipulación de hechos remotos que convengan para tapar la inoperancia llegando a ridículos como el de exigir disculpas a los muertos cuando los vivos que te rodean siguen clamando una justicia que tu ceguera selectiva no percibe. Por eso seguimos apostando a formatos sociales y económicos en donde se ha comprobado una y mil veces, no importa en dónde se encuentre el péndulo ideológico, que el calamitoso círculo indefectiblemente conduce al desastre. Nuevamente. La serpiente que se muerde la cola y se devora hasta ahogarse.

             Iñaki Manero.

Bitácora de viaje XV

por NellyG 1 octubre, 2021

          “No es el momento para hacer nuevos enemigos”.

                                                                      – Voltaire.

   Regresaron en 1945 terminando la guerra; la mayoría de las bajas ocurrieron durante los meses de entrenamiento en la Unión Americana. Su último destino: Filipinas, haciendo labor de acompañamiento a bombarderos ligeros y misiones de ametrallamiento en tierra a convoyes militares piloteando los formidables P-47 Thunderbolt y presumiendo la caricatura del gallito empistolado en la fantasía musical de Disney Los Tres Caballeros. En ambos costados y alas, el triángulo a tres colores que los identificaba como miembros de la FAM, Fuerza Aérea Mexicana. El mítico escuadrón 201 que pudo volar gracias al préstamo de los vecinos. Fue la última vez en que México entró a una guerra extranjera y de eso ya tiene 76 años; la migración no sólo era legal; era el reconocimiento de los yanquis al incansable trabajador y a la excelente mano de obra mexicana supliendo la falta de locales que estaban peleando en Europa, Asia y Oceanía. El tiempo de paz nos vino bien, requetebien, parafraseando al clásico, por esa inercia de reconstrucción mundial orquestada por Estados Unidos. Si ese país aprovechaba los suculentos contratos internacionales para inyectar verde y fresco dinero a las economías mundiales, México, pegadito y de ahí no te muevas. Fue el premio que nuestro país obtuvo por no caer en tentación a pesar de los continuos coqueteos que tuvo por parte del führer de pasarse al lado obscuro. Ya años antes, el káiser Guillermo iniciaría con el cortejo. Ayúdanos a poner de rodillas a los americanos y al ganar la guerra, te regresamos el territorio que traicioneramente te quitaron.  Venustiano Carranza no estaba para fantasías ni tampoco Lázaro Cárdenas o Ávila Camacho. A pesar de la corrupción que logró que altos mandos del ejército y la política se llenaran los bolsillos al permitir que de nuestras costas salieran embarques con minerales hacia los puertos germanos y darle un respiro a la producción de armamento para la causa del Eje, el sentido común persistió en considerar demencial apostar por Alemania, ya para entonces cercada y flaca en suministros. El empujón final (quien quiera que lo haya dado) sucedió cuando un presunto submarino de la kriegsmarine torpedeó y hundió los barcos petroleros Potrero del Llano y Faja de Oro en el Golfo de México, apurando la declaración de guerra que rompía con una muy forzada política de neutralidad y no intervención.  Esta decisión le garantizó a nuestro país un desarrollo atemperado, sí, por la voracidad de los clubes de amigos priístas.

   Los coletazos y bandazos ideológicos de un partido dictatorial en el poder eran simplemente refuerzos de que la Revolución seguía en pie y el pueblo de México debía estar orgulloso de la justicia social alcanzada por la transformación de bla, bla, bla. Y sin embargo, por muy zurdo que fuera el discurso (recordemos que el PRI, desde los años cincuenta aparece como miembro de la Internacional Socialista), siempre hemos seguido el juego Pato Donald/Pancho Pistolas/José Carioca del panamericanismo. Le conviene a Estados Unidos, nos ha convenido a nosotros en el fondo, aunque tal vez no en la forma. La Unión Americana tiene en la figura de Juárez al hombre que paró las ambiciones europeas al fusilar, como ejemplo mundial, a Maximiliano. No por nada, en la distorsionada versión histórica de nuestra Historia, para ellos, los vecinos, el Cinco de Mayo es una fiesta mayor que la inexistente arenga de Hidalgo, el sacrificio inútil de Morelos o la intrascendente consumación de Iturbide. Para ellos, lo que vale, fue que los reafirmamos en su Doctrina Monroe al escogerlos a ellos sobre Napoleón III. Y por bien portados, recibimos los recién inventados rifles de repetición y mucho dinero para rearmar la República. Al Tío Sam no le importa el flirteo con los vientos rojos, siempre y cuando sigamos las reglas del juego y eso ha sido parte del éxito admirable e impecable de la política exterior mexicana desde hace décadas, salvo cerriles excepciones como la de aquel “comes y te vas” del ex presichente Fox. Y ha sido justo esa ductilidad del servicio exterior mexicano lo que nos ha hecho amigos de tirios y troyanos; amén de la manera tan elegante en que el Estado nacional gira el timón hacia donde soplen los vientos políticos y económicos del mundo sin comprometerse con ideologías. Por supuesto, otra historia es cómo no se han aprovechado tantas alianzas firmadas con un tutti frutti geográfico para crecer más allá de la mediocridad. Sin embargo, otra vez, el tufo a impunidad y corrupción, tiene formas, nombres, apellidos y fortunas inexplicables.

   Esa elasticidad diplomática, más allá de la anécdota, parece que ha llegado a su fin, por lo menos temporalmente. Aunque tenemos a un canciller multiusos que lo mismo asiste a conferencias internacionales, es enviado a comprar pipas de combustible o recibe embarques con vacunas, demostrando, se le reconoce,  su colmillo político en cada una de estas encomiendas, surgen por parte del jefe (pasa en muchas empresas y también en países), caprichos y berrinches que se tienen que cumplir a regañadientes para mantenerlo contento en su mundo ideal. Si quieren saber a qué me refiero y si es que no lo han adivinado todavía, hasta la próxima, como dicen en mi pueblo, “con más tiempito”.  Estamos jugando un juego muy peligroso para satisfacer un ego desmedido y aquí sí, le soltaríamos la correa al proverbial tigre. 

   Mientras tanto, en algún muy cálido lugar, Francois-Marie Arouet se felicitó al no renunciar al diablo, en su lecho de muerte, para salvar su alma como se lo pedía el confesor.  Efectivamente, no era el momento de hacer nuevos enemigos. Voltaire siendo Voltaire hasta la eternidad.

                                                               Iñaki Manero.                                   

BITÁCORA DE VIAJE XIV

por NellyG 31 agosto, 2021

                                                     

   La necesidad es ciega hasta que se vuelve consciente. La libertad es la conciencia de la necesidad.

                                                  -Marx (el filósofo, no el humorista).

– Amigo mío, ha sido una canción muy, muy larga y difícil de escribir; pero cuando la terminemos, la vamos a cantar en casa todos juntos. – Me decía aquella agradable y aireada tarde en Miami Gloria María Milagrosa Fajardo García. Nacida en La Habana el primero de septiembre de 1957 y emigrada a los Estados Unidos. Su padre había sido parte del equipo de seguridad de Fulgencio Batista, el dictador (algunos le llamarían títere) de la isla. Gloria hizo toda su vida en el país vecino. Primero en Texas y después en Miami. Técnicamente “casa” sería el pay de manzana o la cheeseburger antes que la vaca frita o los moros con cristianos. Salió de la tierra de sus mayores a los dieciséis meses. Mucho menos, la de sus abuelos asturianos. Ella, su esposo desde 1978 y sus dos hijos, tienen más raigambre norteamericana y por supuesto, a pesar del casi impecable español con el que se expresa (con acento caribeño y todo),  no puede evitar comprensiblemente, decir “succseso” en lugar de “éxito”.  Pochismos totalmente veniales.  Lo juro, yo iba a entrevistarla por otra cosa; por el extraordinario trabajo en el que ha destacado desde principios de los años 80. También confieso que no pude evitar el prurito por preguntarle sobre su militancia anticastrista; finalmente, cuando haces periodismo de espectáculos huyendo del chisme barato, conocer al ser humano te lleva por caminos mágicos y misteriosos.  Creo que lo más valioso de la charla, cumplida mi misión, fue una plática con mojito (con azúcar) a grabadora apagada de unos 20 minutos más.

   Gloria es una de tantos disidentes cubanos con los que me he encontrado en la brecha. Algunos tuvieron la oportunidad de representar al país natal en naciones  del llamado “mundo libre” y decidieron pedir asilo. Como ha sucedido con las delegaciones del finado bloque soviético cada vez que tenían la oportunidad cada cuatro años en juegos olímpicos o en la gira de aquel afortunado balet nacional. Tras el fracaso comunista y la emergencia de la Perestroika y el Glasnost, la isla caribeña comenzó a sentirse más sola y menos apoyada por un hermano mayor que respaldaba las decisiones del líder perpetuo aún con gérmenes latinoamericanos en formación desde los años 50 y que hoy van armando un bloque populista de izquierda; como si siguieran un manual. ¿Lo habrá tal vez? Foro – ¡cof, cof! de Sao Paulo – ¡cof!  que por cierto sigue teniendo muy entretenidos a los analistas de centro hacia la derecha y también a algunos ubicados en izquierda moderada sobre las verdaderas intenciones de este club de países latinoamericanos iniciado a iniciativa de Castro & Co. siendo México, por cierto, con la nueva administración federal, miembro con partido en el poder y otro, el PT, en coalición.

¿Se busca una cubanización del hemisferio? Es evidente la simpatía que el gobierno de López Obrador mantiene hacia la isla, a Venezuela, Argentina y Bolivia. La deferencia es incuestionable.  ¿Se hará realidad la ilusión de Ernesto Guevara de llevar el pensamiento revolucionario al continente? Difícilmente. Son otras realidades a pesar de que algunos países insisten en copiar o tropicalizar un sistema anquilosado que ha mostrado su fracaso una y otra vez en los últimos 40 o 50 años. ¿Sigue siendo Cuba exportador del viejo modelo marxista con las vetustas consignas y también los mismos resultados? La respuesta a esta pregunta podría ser un sí, pero de dientes para afuera si intentamos comprenderlo como un genuino interés por el bienestar del pueblo, sobre todo cuando conocemos la vida poco revolucionaria y austera que realmente llevan familiares y allegados de la claque en el poder comparado con el racionado día a día de esa otra Cuba, la que vive detrás de la escenografía; en esas bambalinas vedadas al turista. Cualquier intento por defender el abandono y aislamiento, desde la comodidad de un iphone XII en redes sociales es incluso hasta obsceno. Y desde luego, aferrarse al aburrido mantra “es el miserable bloqueo” para explicar por qué ya no funciona tan bien la mentira engendrada desde el primero de enero de 1959, es osado por su ignorancia.  ¿Esto que lees es un feroz ataque al socialismo? Lo sería si el popurrí intelectualoide de teorías políticas y económicas pudiera recibir en algún momento el calificativo de socialismo. Aquí es cuando una dictadura se da la mano con la otra, independientemente de la ocurrencia con que quieran disfrazar el movimiento. Todo se resume a dos palabras: Poder y control.  Sólo en una dictadura que ofrece lo que aquí jocosamente llamamos atole con el dedo,  sucede que los ciudadanos sean convocados a elecciones de candidatos designados por el Estado de partido único en la ilusión de que en Cuba, cualquier guajiro puede postularse a la Asamblea Nacional.

   Reflexionaba en que la antigua isla Fernandina, gobernada durante siglos por un imperio y luego, a la debacle de este, por el siguiente y luego por quimeras  movidas por hilos o por negocios familiares, no ha tenido la posibilidad de ver nacer la conciencia de la necesidad que, irónicamente, invocaba Marx. Cuántos disparates cometemos al interpretar a nuestro arbitrio a quien ya no está físicamente para contradecirnos.  Me levanté de la mesa, tomé mi grabadora, desde hacía tiempo silente, honré por última vez esa mirada llena de fuego y reivindicación, estreché una mano firme y orgullosa, sonreímos honesta y familiarmente. No hubo preguntas ni necesidad de explicaciones; ambos sabíamos que el otro también tenía una deuda histórica, paterna, íntima con Cuba. 

   Gloria Estefan, cubana, norteamericana, del mundo, se perdió en el laberinto de salones llevada casi a la fuerza por su asistente. “Tight schedule, Gloria!”, le decía. Último trago al mojito preparado magistralmente por Ulises, el cantinero del hotel y con ese sabor a menta y a fin de tarde magnífica, me fui por la otra dirección del pasillo. En mi mente… ¿cómo iba?…   Ah, sí…   De mi tierra bella, de mi tierra santa, oigo ese grito de los tambores y los timbales al cumbanchear.    Y ese pregón que canta un hermano que de su tierra vive lejano…    Ojalá algún día la cantes ahí, con fuerza, en casa.

              Iñaki Manero.

BITÁCORA DE VIAJE XIII

por NellyG 1 agosto, 2021

                                       

“Aquel que podría haber sido una antorcha y se inclina a ser solamente una cadena, es un desertor.”      

                      – José Martí.

   – ¿Por qué nunca regresaste? – Le pregunté aquella tarde de varias en que le acompañaba a tomarse su coñac y fumar el puro de la jubilación.

   – Por… tristeza. – Me miró con esos ojos verdes que contaban historias; que narraban Guernica, el Athletic de Bilbao, la Trasatlántica Española, Veracruz, Nueva York… La Habana. Siempre La Habana. – Quería llevar a tu madre y por una cosa u otra no se podía. Luego, cuando sí se pudo, llegó el 59 y…

   – Ya. Los Barbones.

   – Eso. Al principio pensábamos “Bah, cambia el poder de manos y el mes que entra, hala, que siga la fiesta”, pero no.  No sé si Batista era un dictador; probablemente sí. Y los casinos, con la mafia metida de cuerpo entero en el juego y la prostitución. Pero, ¿te digo qué podía hacer el cubano entonces? Elegir. Hoy me dicen que no votan; que las cartas las revisan; que no pueden salir; que todo pa’l Estado. Que la gallina no es tuya, que te la prestan, pero tú la trabajas hasta que se muera; tres huevos pa’Fidel y uno pa’ti. Ese ha sido el gran problema del hombre. Le molesta la libertad del otro. – La nube de humo que sale de su Partagás, lo pierde por un instante en la aromática neblina de otro universo paralelo.

   La conversación con mi padre me viene a la mente, como muchos recuerdos más cuando pasas del quinto piso, y se decantan como si esos días y esas noches, hubieran sido míos. El olor a sal y algas podridas del malecón con el viento del norte; la orquesta que se escucha a lo lejos; lo mismo un swing que un chachachá. Descender del Covadonga atracado en el muelle y esperar los abrazos y los brindis de los amigos extrañados.  Pero la efeméride pertenece a otro mundo, a otro análisis personal y afectivo que, por muy aparentemente idealizado, existió y es que luego del primero de enero de 1959, el planeta asistió a otro fenómeno de catalepsia histórica y acercó el geopleito de vecindario más próximo de lo que uno de los bandos en pendencia hubiera querido y de paso, creando ciertos contenidos mitológicos contemporáneos interesantes para el microscopio de las ciencias políticas. ¿Alguien dijo bloqueo?

Una de las palabras más reiteradas durante la interminable ristra de discusiones, peleas, insultos y descalificaciones que hicieron arder apasionados debates luego del histórico (en realidad todo es histórico, pero se hace énfasis en la palabra cuando de verdad el tema es de trascendencia cósmica) despliegue social en varias de las ciudades más importantes de Cuba, fue “bloqueo”.  Y aquí radica parte de esas fábulas de la guerra fría con las que muchos baby boomers/Gen X crecimos. La contracultura Hippie, la foto de Korda en carteles y camisetas, el santificado mundo libre defendido por Bond, James Bond o el siniestro e inhumano bloqueo con el que la perversión del imperialismo yanqui ha matado de hambre al pueblo de Cuba y la heroica resistencia de la Revolución. Patria o muerte, ¡venceremos! Así crecimos y así, muchos, gracias al escrutinio de la lectura generosa en bibliografías, las conversaciones, las entrevistas y los viajes fuera del itinerario del turista domesticado, hemos ido rompiendo y deconstruyendo como si creáramos una nueva especie de bestia organizada pacientemente hueso a hueso, músculo a músculo, neurona a neurona. La Historia (con mayúscula), como una ciencia pendiente de su reivindicación. Tal vez el resultado nos guste, tal vez nos choque, sin embargo, es un ejercicio de justicia. Pero el espacio se reduce con cada idea y tan solo como proverbial mosca en la oreja…  “Que no.” – discutía mi padre-. “Eso de bloqueo son chorradas”.  Ciertamente, la palabra bloqueo es sumamente agresiva; me recuerda a un partido de futbol americano y probablemente, hablando de la isla caribeña, fuera de la imaginación de quienes lo siguen creyendo, lo hubo durante la crisis de los misiles en el 62 para evitar la llegada de más barcos soviéticos cargados con apocalípticos fuegos artificiales. El resto forma parte de una narrativa en el rejuego ideológico en donde cada participante tiene su muy merecida culpabilidad y protagonismo.  Castro, como amo y señor de la Revolución, decidió al confiscar empresas norteamericanas, que serían expropiadas para el bien del pueblo y nunca pagó indemnización. El castigo fue, palabra distinta, connotación distinta, un embargo económico que se suaviza durante las administraciones “demócratas” en Estados Unidos, como sucedió durante la era de mayor acercamiento en años con Obama. ¿Con esto estoy intentando exculpar a la Unión Americana? Muy lejos de eso. El embargo ha generado daños por cerca de 125 mil millones de dólares a la economía insular. Pero no nos equivoquemos: Estados Unidos es el quinto socio comercial de la isla. Cada año envía miles de toneladas de alimentos, además de las remesas que mandan los exiliados; unos mil millones de dólares al año. ¿Cuál bloqueo?

   Siento que en cualquier momento mi editor hará efectivo un bloqueo a mi persona, así que les dejo con estos datos, una pausa y la promesa de continuar. Cuba es tan nuestra, que apasiona; tan necesaria, como un órgano insustituible a nuestra fisiología histórica y cultural. Dejamos la pausa fijada en Benny Moré, mientras mi padre sigue disfrutando su tabaco de Vuelta Abajo; más allá del humo, el capitán anuncia el contorno. “Hemos llegao”.

   Iñaki Manero.

BITÁCORA DE VIAJE XII

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 julio, 2021
  • Por Iñaki Manero
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   “Uno no puede borrar el pasado solamente porque no le queda el presente”                                                     

-Golda Meir.

Luego de proclamarse, en 1945 el fin de la Segunda Guerra Mundial; luego de las fiestas y borracheras, luego de la luna de miel comunitaria entre los países vencedores, luego del aliviado respiro de una humanidad confundida, asustada, que veía cada vez más cerca el fin de la civilización como era conocida hasta ese momento, hablando, desde luego, del lado ganador; de quienes se alineaban a un sistema de cosas que prometía oportunidades parejas a la cultura del esfuerzo; luego de que los canallas habían sido castigados y los entuertos deshechos, hubo menester de seguir adelante con la vida y descubrir nuevos monstruos y nuevos canallas. Vuelta a la hoja. Churchill había mencionado una amenaza peor a la de Hitler en la figura del paranoico líder soviético, Stalin.  Estados Unidos, de la mano de su pitcher relevista Truman, veía la forma de cobrar el servicio que por segunda ocasión había prestado su industrialización a la causa del mundo de libre mercado. Aparece el Plan Marshall en el horizonte. Ideado por una iniciativa del entonces secretario de Estado y exgeneral triunfante George Marshall luego de un discurso en la Universidad de Harvard. Había que reactivar la economía europea, desde luego, introduciendo a toda costa el establishment yanqui como muro económico/ideológico que hiciera dique ante la presión y el creciente interés en el Viejo Continente por parte del marxismo. Sí, la Cocacola tuvo mucho que ver, pero esa es otra historia, dijera la nana Goya.  

Más de 12 mil millones de dólares después, la geopolítica tuvo su momento de balance en una nerviosa pero estable Guerra Fría.  Israel regresó convirtiéndose en Estado moderno a instancias de las establecidas superpotencias occidentales y de los capitales judíos de Wall Street tornando el desierto en un edén, pero avivando la llama del conflicto vecinal comenzado milenios atrás. La guerra, ese manicomio universal que costó la vida a más de 50 millones de personas rediseñó nuestro futuro un ladrillo a la vez y abriría las puertas a nuevas formas de control mundial, que por crípticas, podrían parecer más siniestras.  2020/2021, tres cuartos de siglo después,  podrían ser años clave para ver otra transformación o como dijera Julio, la vida sigue igual.  Hemos dejado la pregunta en este espacio para la charla de café, ¿con qué actitud regresaremos a un mundo post Covid?  

Un artículo de la prestigiada revista médica The Lancet ofrece la alternativa ominosa.  La iniciativa lanzada por la OMS para que los países más favorecidos ayuden con vacunas y suministros médicos a los menos privilegiados, COVAX, ha sido un rotundo fracaso y vaya que los lápices de los economistas han trabajado  desde el primer momento arrastrando cifras. La conclusión de muchos fue la advertencia sobre un empobrecimiento a nivel mundial no visto desde mediados de los años cuarenta sobre todo para naciones emergentes o con situaciones precarias, léase, América Latina.  La amenaza se cierne en el atraso de una generación o más en el aspecto educativo por el desesperado plan para la educación a distancia que hizo y sigue haciendo  sufrir incluso, a países más privilegiados tecnológicamente. Huelga mencionar el terrible daño para nuestra zona del planeta, en donde miles de niños no tienen ni siquiera una conexión eléctrica para conectar dispositivos que de todas formas, no poseen.  La clave para iniciar la reconstrucción tras esta guerra contra el enemigo insidioso, invisible, casi omnisciente, es la vacunación rápida, efectiva, masiva. Una ofensiva tipo blitzkrieg con el tiempo encima para inmunizar al 70 de la población más vulnerable a enfermar gravemente o morir. Sólo así. Pero no.  No hay arcángel Miguel que se aparezca para matar al dragón; se trata de un asunto de dólares, libras, euros, yuenes y rublos. Quien inmunice primero, tendrá el bastón de mando para el nuevo orden mundial. 

Hoy escuchamos sobre las variantes. Formas en las que este monstruo sin cerebro, sin patas, sin estrategias ni planes y de acuerdo con científicos que lo siguen discutiendo, sin vida como la conceptualizamos, nos sigue ganando la partida. Su única actividad es insertar sus llaves en las cerraduras celulares adecuadas y repetirse. Es una máquina fotocopiadora de la naturaleza y de cuando en cuando, responde al lavado de manos, distanciamiento social o cubrebocas, desarrollando nuevas llaves para abrir más eficientemente los cerrojos que se le negaron. Por eso la necesidad de ir más aprisa en la inoculación. Hoy mata a nuestros viejos y enfermos; mañana, tal vez a nuestros jóvenes y niños. Y mientras perdemos el tiempo en mostrar quién tiene la cartera más grande, el desastre humano alarga su huesudo brazo. Insistiendo: la celeridad en la vacunación y nada más eso, le ganará a la velocidad con que se transforma el virus. 

Cada vez más lejos vemos cumplirse la meta de buena voluntad de COVAX: Dos mil millones de vacunas a países pobres para finales de 2021. Hay naciones africanas que apenas conocen (históricamente antes, durante y después de Covid, el significado de una vacuna).  Diez países han adquirido para sí, el 75% por ciento de los biológicos. Algunos rebasaron en dosis al total de su población. Del otro lado del espejo, COVAX apenas ha entregado 72 millones de dosis a 125 países. La meta para esta mitad del año era de 172 millones. Hemos fallado estrepitosamente en nuestros deseos de buena voluntad. Recientemente, Estados Unidos por su parte, anunció la disponibilidad de cien millones de vacunas; hace unos días, la reunión del G7 subió la vara a mil millones. No nos engañemos. Ni Biden, Merkel o el resto del superexclusivo club fueron iluminados de último momento por intervención divina; muy probablemente en este momento se están conformando los nuevos bloques de la geopolítica y una revitalizada versión del plan Marshall está en camino. ¿Qué precio tenemos que pagar por este pretendido altruismo? Probablemente algo más sutil que la Cocacola en los cuarenta. ¿Todo es malo? Depende cómo lo veas. México tuvo el mejor impulso económico en su historia luego de declararle la guerra al Eje y estar del lado ganador. ¿Cómo administraremos esa posible ventaja? Hay un bicho más difícil de erradicar que el SarsCov-2 y cualquiera de sus variantes; se llama corrupción y la única vacuna es una profunda transformación social y educativa. ¿La hemos visto? Yo no. ¿Tú? Lo platicamos.    

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