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Revista Latitud 21
Categoría:

Marcos Constandse Madrazo

Ingeniero de profesión, Marcos Constandse Madrazo, además de ser uno de los pioneros en el Caribe Mexicano e impulsor de conceptos únicos para la atracción del turismo, es un escritor que comparte su filosofía de vida, fragmentos de la historia y crecimiento de este destino. Una de sus obras es “Ecología y Espiritualidad”, en la que aporta su interesante visión y propuestas para avanzar en el desarrollo económico de la región, privilegiando acciones que moderen y regulen el consumo, para reducir la huella ecológica, a fin de preservar lo más valioso de la humanidad y que está bajo profunda amenaza: el medio ambiente.
Hoy más que nunca este tema cobra relevancia, por lo que en cada edición de Latitud 21 incluiremos fragmentos de esta publicación. Búscalo completo en nuestra web: www.l21.mx.

Capitulo XIX • Cultura

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2022

 

El tiempo moderno es de una enorme complejidad, el concepto de aldea global se vuelve realidad día a día, la cultura tiende a generalizarse. Cuando 1 000 millones de personas o más pueden estar viendo al mismo tiempo, por ejemplo, las olimpiadas de Sídney, podemos empezar ya a predecir comportamientos masivos de carácter universal, en donde sectores de miles de millones de personas piensan lo mismo o tienen una visión unificada de algún concepto.

Todavía a principios del siglo pasado, los grupos étnicos tenían rasgos profundamente distintivos. Lengua, ropa, tradiciones, folclore, religión; establecían una visión del mundo diferenciada de un grupo a otro, inclusive en una misma nación. Por ejemplo: en España, las diferencias regionales eran enormes y, a pesar de una religión unificadora, las visiones del mundo eran distintas. Hoy subsisten algunos países con visiones diferenciadas pro fundas, como pueden ser los balcánicos, la India, o países en donde conviven sectores mestizos con marcada influencia norteamericana y europea y grupos indígenas con visiones sincréticas de la realidad. Pero la tendencia única y fortísima, a universalizar las reglas, es debida la influencia de la televisión, la radio, internet y los medios de transporte, que transculturizan al mundo en de reacciones imprevistas, con visiones que hoy parecen se materialistas y escépticas. Sin embargo, hay influencia profundamente religiosas que trascienden fronteras, culturas y abren nuevos frentes, como las que ejercen los inmigrantes islámicos, los misioneros cristianos y las sectas.

Todas las visiones del mundo se están mezclando. Las culturas arraigadas en tradiciones y que no se consideran modernas tienden a desaparecer. Eso significa un avance civilizador, sin embargo, en algunos casos se pierden valores que le daban sentido comunitario y arraigo a la vida cotidiana.

Dar el paso de dejar de ser parte de una comunidad, estado o país específicos para convertirse en un ciudadano del mundo, es duro, doloroso y puede que hasta enormemente peligroso, pero esa es la tendencia mundial. Ahí está la comunidad Europea con su libre tránsito, su moneda general, su apertura al comercio, etc., o el tratado de libre comercio entre México y Estados Unidos que estrecha los vínculos entre estos países mucho más allá de lo que es una relación comercial, pues los compromete en la economía de mercado, la libre competencia, la democracia, etcétera.

Personalmente creo en el ciudadano del mundo. Creo que no debe haber distinción de raza, ni de derechos y obligaciones entre los seres humanos. Sin embargo, se percibe una enorme confusión y un materialismo generalizado que es alarmante, pues lo que nos hace ciudadanos hermanados no es lo material, sino lo espiritual, expresado en los derechos humanos de la carta de las naciones, y en organizaciones como las Naciones Unidas, la OIT, la UNESCO, la OEA, el Mercosur, etc. El impulso evolutivo de la unidad en el espíritu se expresa en organizaciones y principios que giran alrededor del imperativo ético.

Siempre ha habido actos deleznables, y la evolución humana está lejos de haberse terminado. Las cosas en el mundo van mal en diferentes áreas. Cuando los noticieros nos presentan una escena de, por ejemplo, una masacre en Ruanda, todos sabemos que eso está mal, aunque su difusión inmediata en todo el planeta no impide que suceda Pero no sólo su universalizan los conceptos de la verdad, belleza, justicia,, sino también el repudio a la mentita y la injusticia.

De esa forma somos observadores y seres actuantes en un mundo en permanente evolución, en permanente cambio, que se influye e interrelaciona cada vez con mayor intensidad, que genera visiones unificadas del mundo. De nosotros dependerá que estas visiones tengan la dirección correcta, que hoy por hoy están asentadas en la carta de los derechos humanos.

El factor que aglutina muchísimos aspectos es la conciencia ecológica, puesto que, día a día, cada uno de nosotros percibe en mayor o menor grado la realidad de la contaminación y la degradación del medio ambiente. Claro que ese fenómeno es inmensamente más notorio en los países pobres que en los ricos, porque estos últimos ya pasaron por esas etapas y ahora, con capacidad económica y tecnológica, están revirtiendo esos daños. Pero por otro lado, todos sabemos que son esos países los causantes de las mayores contaminaciones a la atmósfera y a todo el planeta en general (por ejemplo, la lluvia ácida). A veces, con visión equivocada o absoluta, tratan de imponer a los países más desprovistos normas que se pagan con dolor y pobreza.

Sin embargo, lo que importa ahora no es señalar culpables sino la concientización colectiva. El desarrollo de la conciencia, el darnos cuenta de la realidad de la de- gradación del ambiente, debe ser un acto generalizado, debe arraigarse en nuestra cultura y en nuestra visión del mundo, pues de otra forma, el riesgo es inminente. Estoy seguro de que el temor de nuestra propia vida, de la de nuestros hijos y de los demás seres humanos será tan fuerte que esta conciencia se generalizará, pero no lo hará de golpe, sino progresivamente. Tengo fe en que las tecnologías del momento y la cultura universalizada por los medios de comunicación nos permitirán actuar, pero es hoy el momento de comenzar, por lo menos en promover la cultura del desarrollo sustentable.

Notas al margen

Cultura. Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinar por medio del ejercicio las facultades intelectuales del ser humano.

Conjunto de valores y formas de vida materiales y espirituales de un grupo.

Capitulo XVIII • Historia

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 octubre, 2022

 

Para tener una visión global, es fundamental conocer y comprender un poco de la historia del ser humano. Durante milenios, el ser humano evolucionó como un primate y como tal sobrevivía o se alimentaba de los frutos de la naturaleza que encontraba en su camino nómada, pues, como cualquier animal, se movía por sus instintos y emigraba conforme sus necesidades alimentarias y su reacción ante los depredadores de su especie. Su relación con la naturaleza era inmediata, automática e instintiva y, como cualquier clan de primates, tenía sus reglas de sobrevivencia establecidas.

En su evolución, el Homo sapiens sapiens, o sea el hombre ya estructurado como el actual, hace dos grandes descubrimientos, en fechas no precisadas totalmente (quizá entre 500 mil y 50 000 años a. C): el fuego y las herramientas para auxiliarse en su lucha de sobrevivencia.

Posteriormente descubre la agricultura, hecho de enorme trascendencia, pues le permite ya no tener que estar emigrando constantemente, ya que puede producir y almacenar, y, gracias a ello, fundar asentamientos permanentes.

Luego, debido a esa forma de vida, empieza a escribir y a contar, a medir la tierra y a distribuir el agua. Por eso mismo es a las orillas de los ríos Tigris, Éufrates, Nilo, Indo, etc., donde se empiezan a formar las primeras ciudades.

Las ciudades han sido el gran paso para la humanización de la especie. Mientras fuera un trashumante que competía con otros animales para sobrevivir, no podría evolucionar. La agricultura le permitió asentarse y progresar; posteriormente, por medio de la escritura pudo narrar y comunicar sus relaciones interpersonales. Es el nacimiento de la historia. El ser humano y el lenguaje escrito establecen la conciencia del pasado en la humanidad. Se considera que hace 15 000 años se inició este proceso de lo humano.

Por siglos y milenios, la humanidad se fue desarrollando y los países se basaban en su capacidad productiva de la tierra, su riqueza, su bienestar, sus ejércitos, sus gobiernos. Todo estaba basado en la capacidad del pueblo para hacer producir la tierra, lo cual se lograba por medios naturales, pues en esas épocas no había ni semillas especializadas, ni fertilizantes. Es claro que ya practicaban la selección para mejorar las especies. También fueron descubriendo diversos procesos de cultivo y sobre todo de riego. Ya fertilizaban la tierra con sustancias naturales, como el estiércol de los animales, a los cuales también empezaron a domesticar masivamente. Se formaban imperios que se expandían en mayor o menor grado, dependiendo de su capacidad de producir alimentos, de hacer producir a sus conquistados y de la fuerza y organización de sus ejércitos.

Esas sociedades patriarcales y agrícolas, aunque con una actividad artesanal y tecnológica creciente, perduraron prácticamente hasta el siglo XV d. C., en que se inició el Renacimiento. Ya en el año 500 a. C. había surgido ese pueblo fantástico que fueron los griegos, con toda su carga de filosofía e inteligencia, y después también floreció ese otro imperio impresionante de los romanos, con su dominio de la racionalidad, el derecho y la fuerza organizada. La invasión de los bárbaros a Europa en el 500 d. C. sumió a Occidente en el Medioevo, época oscura y dividida, y aunque la cultura siguió floreciendo en el Islam, en China y en la India, no fue sino con el Renacimiento que Occidente se reincorporó a su proceso civilizatorio y de desarrollo.

Pero el cambio más dramático en lo que concierne a ecología y espiritualidad se da con tres revoluciones: la industrial, la tecnológica y la cibernética, hace respectivamente 200, 100 y 50 años. La revolución tecnológica y el desarrollo de la medicina provocan lo que llamamos explosión demográfica y en 100 años pasamos de 1 000 millones a 6000 millones de habitantes. Con estas revoluciones, desde el Renacimiento a la fecha, se transforma totalmente la sociedad patriarcal y agrícola, para convertirse en una sociedad tecnócrata y materialista.

Es una inmensa explosión, maravillosa y peligrosa, a la vez, un big bang de la inteligencia humana que se lanza en 500 años al descubrimiento de un universo infinito y de posibilidades indescriptibles.

Pero ¿en dónde quedó esa relación entre el hombre y la naturaleza? En Estados Unidos, por ejemplo, 70% de la población en 1900 era rural y productora del campo.

Cambió la situación a tal grado que hoy sólo el 2% trabaja la tierra, produce alimentos para 260 millones de habitantes y tiene además una enorme capacidad de exportar. El cambio se dio en forma dramática; en tres generaciones todo se volvió diferente.

El medio ambiente ha quedado relegado, dividido, como un campo para los especialistas. Nadie prácticamente trabaja el campo, nadie se familiariza con la naturaleza, los ciclos productivos nos son desconocidos, hacemos lo mismo las cuatro estaciones del año, actuamos como si nuestra sobrevivencia no dependiera de un mundo natural sino artificial, no sabemos cómo se produce lo que consumimos, pero seguimos siendo consumidores de los productos de la tierra. Esa sigue siendo la base de nuestra sobrevivencia. Si lo perdemos de vista, si rompemos sus ciclos productivos, seremos culpables de los desastres que nos acarree nuestra ignorancia.

Notas al margen 

Historia. Hechos o manifestaciones de la actividad humana de cualquier clase. La antropología, la arqueología y la historia narran los hechos de la evolución del hombre desde que es hombre.

Instinto. Estímulo interior que determina a los animales a una acción dirigida a su conservación o reproducción.

Impulso o movimiento del espíritu santo, hablando de inspiraciones sobrenaturales.

Capitulo XVII • Evolución

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 octubre, 2022

 

En general consideramos la evolución como un proceso lineal, como algo natural en el universo, algo que sucede de manera constante, una corriente que arrancó del Big Bang y ha creado el universo hasta su manifestación actual, tal y como lo conocemos hoy.

Las personas que creemos en un creador de este universo vemos la evolución como un gran proyecto, como un plan programado por el creador para reproducirse en nosotros, para recrearse en la creación. Teilhard de Chardin decía que la evolución es la espiritualización de la materia.

Ya en el año 540 a. C. Heráclito dijo: «Lo verdadero es el devenir y no el ser». En lenguaje sencillo y actual, podríamos decir que la verdad más honda, más real, es un proceso de cambio y no la presencia de objetos estáticos.

En su teoría de la evolución de las especies, Charles Darwin esclareció científicamente el proceso por el cual el hombre y todas las especies evolucionan; Mendel definió las bases de la herencia genética; Haldane y Maller, entre otros, explicaron cómo se inició la vida en este planeta; y Watson y Crick descubrieron el secreto genético del ADN. La vida nace por una conjunción de energías y materias y evoluciona a través de millones de años, no como un proceso individual y de un entorno estable, sino como uno de interacciones, de beneficios y competencias, de selección natural, de adaptaciones a los cambios. Actúa en la biosfera terrestre y mezcla todos los elementos existentes, poco a poco, sin tiempo definido, aparentemente al de haber azar. Fue así como la energía del universo, del Sol, la Luna y la Tierra combinadas crearon la vida, y como a través de siglos y milenios la biosfera evolucionó y se capacitó para engendrar al Homo sapiens sapiens (ser humano), un ser dominante, que como individuo y colectividad es fin y ya no medio, que se encuentra integrado con el universo, y que es donde el espíritu reencarna en sí mismo.

Así pues, el individuo y todo lo que le rodea tiene el mismo origen e igual destino, y su razón existencial y las bases que le dan dirección y sentido a su vida se encuentran expresadas en el proyecto, en el fondo, en la información que provoca la evolución. Es fundamental comprender que en el inicio de este proceso existe un impulso evolutivo y que éste es una realidad expresada consistentemente como un plan, un proyecto o un pensamiento que así lo determina y crea todo este mecanismo maravilloso y milagroso. El ser humano, al evolucionar internamente, repite en sí mismo la creación completa, ya que se recrea y pone de manifiesto su esencia divina al pensar, al autodeterminarse, al ser creador. El pensamiento es el origen creador del universo y esto expresa el concepto universal de unidad.

También la conciencia de todo este proceso le permite al individuo darse cuenta de que él mismo surge con su entorno y en relación con él, y que si lo sigue degradando se estará degradando a sí mismo, puesto que requiere, para seguir siendo la especie que es, la expresión evolutiva de las fuerzas universales, que se manifiestan en él mismo. Para eso debe respetar esa forma conjunta e interdependiente en que ha sido creado junto con los demás animales, vegetales y minerales. De otra forma, se extinguirá irremisiblemente.

Esta es una manera de comprender que el Tao, lo Innombrable, Brahma, el Principio Creador, Krishna, Jehová o Dios, es nuestro origen, nuestra razón y nuestro fin. Las partes no se pueden sustraer al Todo. Esta es una ley universal que no podemos evitar, y el cobrar o no conciencia de ello puede significar la diferencia entre simplemente existir (todos existimos al ser creados) y ser.

No debe entenderse esta conciencia como un acto intelectual, sino como un hecho de vida, pues no es una acción puramente racional. No podemos salirnos de donde estamos, pero sí cobrar conciencia y actuar en correspondencia. Los seres humanos no somos otra cosa que una idea, somos «la experiencia consciente de nuestra esencia», experiencia que adquirimos día con día de nuestra vida y que se expande si logramos comprender su sentido.

Hace 15 000 000 000 de años hubo una gran explosión, el Big Bang.

Hace 5 000 000 000 de años la tierra se formó en nuestra galaxia.

Hace 500 000 000 de años aparecen los peces.

Hace 50 000 000 de años surgen los primates.

Hace 5 000 000 de años aparecen los homínidos.

Hace 500 000 de años surgen los neandertales.

Hace 50 000 de años aparecen los cromañones.

Hace 5 000 de años se inicia la historia moderna del hombre.

Hace 50 años aparece la conciencia del equilibrio ecológico en la tierra.

El ser humano, ya con dominio de la agricultura, del bronce, de las herramientas y del lenguaje, tiene apenas una millonésima del tiempo de formación del universo.

Debemos hacer notar, conforme a las leyes de la termodinámica, que la materia y energía resultante de la primera millonésima de segundo del Big Bang es la misma que el universo posee actualmente. Quince mil millones de años han tenido que transcurrir para que en el universo conocido apareciera el primer ser que logró cobrar conciencia de sí mismo y que identificó su origen en el del Todo. Sólo en la parte final de esta existencia, se está dando cuenta de que de él depende la protección de ese nicho sagrado que la evolución le ha generado. A esta convicción le llamamos ahora conciencia ecológica.

Notas al margen

Evolución. Desarrollo de las cosas o de los organismos, por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro.

Ser. En el sentido de haber o existir.

Capítulo XVI • El big bang

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 septiembre, 2022

 

Hasta hoy, la visión científica más aceptada del origen del universo es la teoría del big bang, según la cual hace unos 14 000 millones de años se produjo una gigantesca explosión de origen inexplicable. Al principio se hablaba de una concentración infinita de materia; hoy no se sabe bien si realmente fue así.

Einstein dedujo que la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, es decir, E = mc², con lo cual terminó con la era aristotélica de separación de masa y energía, para revelarnos que ambas son una misma cosa manifestada de forma diferente.

El hecho de que masa y energía sean la manifestación concreta de algo que puede ser lo mismo (energía original) tiene enormes implicaciones para toda la concepción de nuestra biosfera y para lo que se ha dado en llamar visión holística del universo (visión de la totalidad).

La ciencia ha comprobado a través de la física cuántica que cuando dos frentes de energía chocan o se entrelazan, generan rizos energéticos que, al aglomerarse, se convierten en materia, específicamente en partículas infinitesimales, las cuales son el origen de protones, neutrones, electrones, neutrinos, etc. Estas partículas integran el átomo, que es la base de lo que nosotros hemos determinado como materia.

Se han buscado toda clase de definiciones para los conceptos de materia y de energía, pero, como la luz, no sabemos definirla científica ni empíricamente, Sin embrago, sí podemos definirla filosóficamente, porque  “materia o energía es aquello que no es como yo» dado que yo no soy ni piedra, ni agua, ni masa, ni electricidad, etc. Entonces, definimos el universo en dos grandes campos perfectamente reconocibles e identificables:

Lo material: que no es como yo

Lo espiritual: que es como yo

Ya en ocasiones anteriores he marcado la diferencia entre manifestación y presencia del espíritu. El espíritu se manifiesta en lo material, pero hace presencia sólo en el ser humano, es decir que el mundo material es una evidencia de que existe el espíritu, mientras que el ser humano lo lleva dentro, en su capacidad de autodeterminación, de creación, de pensamiento, etcétera.

En el humano se conjugan los aspectos material, energético y espiritual (cuerpo, mente y espíritu) en su parte física, motora y natural, su parte psíquica e intelectual y sus capacidades espirituales. Son sus partes física y psíquica las que están inmersas en la biosfera terrestre, es ahí donde se interrelaciona con todo su medio mineral, vegetal y animal.

En nuestro aspecto material, los seres humanos somos polvo de estrellas, condensado y evolucionado como todos los objetos que nos rodean. Y estamos sujetos a las mismas reglas de supervivencia que los demás seres vivos de nuestro planeta.

En la biosfera se dan los ciclos del agua y del nitrógeno, la fotosíntesis, las cadenas alimentarias y todos los procesos de los cuales depende nuestra existencia. Con esta visión holística, los humanos tendremos que enfrentar nuestra problemática ecológica y aprender a legislar en favor del medio ambiente.

La visión antropocéntrica es válida siempre y cuando sea totalmente filtrada por un alto grado de conciencia de que siempre deberemos estar relacionados con nuestra biosfera.

Los más altos grados de tecnología moderna y futura no nos distraerán de esa obligación. La energía atómica nos independizará y nos dará energía sin límite, pero si no cobramos suficiente conciencia ecológica también puede destruirnos.

De esta forma, nos damos cuenta de que desde el big bang hasta la fecha, hemos venido interactuando con nuestro medio ambiente, y en ese proceso nos hemos vuelto la especie dominante, aunque dependientes de esa interrelación que tenemos con el medio ambiente.

Si nosotros no desarrollamos una conciencia colectiva de esta interdependencia, basándonos en los derechos humanos y logrando nuevas correlaciones de países y personas ricas y pobres, cada día nos haremos más daño y pondremos en riesgo la supervivencia de nuestra especie.

Nota al calce 

Psicología: Parte de la filosofía que trata del alma y sus operaciones.

Todo lo que atañe al espíritu.

Manera de sentir de una persona o un pueblo.

Capítulo XV • Economía

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 agosto, 2022

 

Estamos entrando en un terreno de muy grande complejidad, pues es la economía uno de los puntos fundamentales por analizar cuando hablamos de ecología y espiritualidad.

La definición de economía incluye conceptos como bienes, intereses económicos, ahorro, dinero, etc. Creo que el factor común que subyace a todos ellos es la energía. Pudiera esto parecer un poco abstracto, pero veremos que no lo es.

Todo lo que hacemos los seres humanos en nuestra vida es consumir y aplicar energía. Lo hacemos al comer, al dormir, al trabajar, al movernos, al viajar, al producir arte o al pensar. En toda actividad humana se aplica energía con un fin específico, y esta energía la adquirimos de los productos de la tierra y de nuestra biosfera en general.

La energía que consumimos proviene en su inmensa mayoría del sol. Aun los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas, etc.) tienen su origen en bosques o bloques de materia orgánica generados por los procesos de fotosíntesis que aprovecharon en su momento energía solar.

En un futuro no muy lejano habrá tres grandes fuentes de energía en el mundo: la solar, la atómica y el nitrógeno.

La energía solar es la causa de la fotosíntesis, energía química que se almacena en las plantas; de las diferencias de temperaturas, que provocan vientos y corrientes máximas (energía eólica); de la evaporación, que genera nubes y, por lo tanto, lluvia que alimenta ríos (energía hidráulica). Y la energía química almacenada en los combustibles fósiles también proviene de la energía solar, ya que estos combustibles se formaron por descomposición de materia orgánica cuyo origen fue la fotosíntesis. Por su parte, la energía atómica está en sus inicios, con un potencial inagotable, pero con sus peligros reales y sus desechos contaminantes, a los cuales a la fecha no les hemos hallado soluciones reales permanentes. Lo mismo ocurre con la generada por nitrógeno.

Así, por ejemplo, podemos definir el dinero como una forma acordada entre los humanos (economía política) de concentrar energía, pues con él pagamos energía humana (trabajo), energía eléctrica, energía mecánica (combustibles), etc., y podemos concluir que la riqueza económica de los países está estrechamente ligada a la energía que producen, distribuyen y consumen. Mientras más rico es un país, más energía por persona produce y consume, y viceversa.

De esta forma, un habitante promedio de Estados Unidos, que gana 100 dólares diarios, consume en comida, habitación, transporte, luz, etc., 100 veces más energía que su contraparte de Haití, que gana un dólar diario, o sea que un país es 100 veces más rico que el otro.

Esto nos permite relacionar la economía con la ecología y la espiritualidad, pues si toda la energía se produce en nuestra biosfera, y es la energía el motor de nuestra vida, su consumo y aplicación están implicados en toda actividad humana. Es absolutamente claro que debemos protegerla, usarla racionalmente, ser eficientes en su producción y consumo. Para lograr esto, tenemos que asignar valores a todos los procesos humano que intervienen en su producción, consumo y protección. De esta forma nos damos cuenta de que proteger los ecosistemas naturales es proteger las fuentes de energía de las cuales depende la vida.

Los ciclos de la vida, de la lluvia, de la fotosíntesis, del agua, etc., son los mecanismos que la naturaleza ha creado para la producción, distribución, consumo y mantenimiento de la energía solar. Proteger y conservar esos ciclos es preservar la naturaleza para que las generaciones futuras puedan, como nosotros, disponer de la energía suficiente para realizar sus vidas. Es ahí en donde encontramos la esencia de lo que resumidamente llamamos ecología. Los valores espirituales de lo verdadero, lo bueno, lo justo y lo bello guían nuestra conducta ante ese futuro que depende de nosotros hoy, pero que no nos pertenece, que es nuestra responsabilidad con las futuras generaciones.

Si reaccionamos ante esas generaciones futuras con escepticismo, con pesimismo, con los valores materialistas actuales y nos desligamos de ese futuro por nuestra comodidad presente, asumiremos una tremenda responsabilidad histórica y las generaciones futuras nos lo reprocharán con justa razón.

El futuro no existe más que en nuestra imaginación; el pasado sólo en nuestra memoria. Pero en el presente resumimos la historia, y cada uno vive y se desarrolla de acuerdo con un pasado, en parte heredado y en parte provocado por él mismo, de tal modo que nuestra propia vida es una forma de experiencia de la vida de los que nos seguirán. Es ahora cuando nosotros podremos facilitarles lo que se refiere a ecología: estamos tomando decisiones que afectarán el futuro y en ese sentido el futuro de la humanidad está en nuestras manos. Es nuestra responsabilidad presente y si respondemos egoístamente a esa demanda, frustraremos la posibilidad de las futuras generaciones. Es por eso imposible, desde el punto de vista económico, seguir postergando las decisiones ecológicas para detener las fuentes de contaminación que están depredando irreversiblemente nuestra biosfera.

Energía y alimentación

Todo el universo completo es producto de una evolución energética que, partiendo del big bang hasta nuestras fechas, se nos manifiesta como es actualmente.

Los animales herbívoros, que se alimentan de pastos, granos, etc., son a su vez alimento de animales carnívoros y, entre éstos, ya sabemos que el más grande se come al más chico, en una sucesión que se conoce como cadena alimentaria, cuyo último eslabón es el ser humano. La alimentación humana dispone así de una enorme diversidad de alimentos que le suministran la energía necesaria para vivir, trabajar y reproducirse.

La biosfera es un enorme transformador de energía cuya finalidad es el ser humano como último recipiente; y el único que se da cuenta de que ese enorme transformador tiene un sentido, una razón que es él mismo.

Un universo completo «no pensante» carece de sentido, pues sólo el pensamiento le da sentido a las cosas, cuando se conjuga con la experiencia, la vida misma vivida e interpretada. De esta forma es razonable pensar que todo ese proceso de transformación que ocurre en la naturaleza tiene una razón en sí misma y que nosotros podemos deducir, analizar y, lo que ahora es más importante que nunca, programar y organizar.

Hasta antes de la revolución industrial, el ser humano se desenvolvía en algo parecido a lo que hemos dado en llamar un proceso más natural, menos artificial, cabe decir, menos dependiente de lo humano, más dependiente de los productos de la tierra. La economía de personas, familias, tribus, principados y naciones dependía básicamente de la posesión de la tierra y su productividad.

Hoy, a pesar de la gran industrialización y tecnología, el ser humano continúa dependiendo de los alimentos «naturales» para vivir, pero sucede que su productividad, transporte, industrialización y comercialización se han insertado en mecanismos enormes y transnacionales, cada vez más complejos y sofisticados, pero por otro lado inevitables. El proceso humanístico y la inmensa investigación médica en otros factores han incrementado la población de millones a miles de millones (6 000 millones hoy y 10 000 millones calculados para el año 2050), lo que ha complicado mucho la distribución y el consumo, y acarreado desigualdades entre los individuos y entre las naciones. Existen hoy mil millones de habitantes sobrealimentados y otro tanto de subalimentados y con hambre; hay países que consumen 100 veces más energía por persona que otros (Estados Unidos frente a Haití). Estas enormes diferencias generan hoy por hoy grandes debates y en el actual mundo escéptico y pragmático se logran pocos avances en términos de justicia, tanto interna en los países pobres, como internacional. Día con día la conciencia de los otros, el imperativo ético y la eficaz difusión de los problemas a cargo de los medios de comunicación, exigen pronta solución a problemas que antes parecían distantes, pero que hoy tocan a la puerta de nuestros hogares.

Existe una industria particularmente devastadora: la pesca, que tanto en su modalidad de pesca de altura, como en la de pesca ribereña, arrasa y acaba con cardúmenes inmensos y con sistemas ecológicos ribereños, a tal grado de que quizá no exista devastación y agotamiento equiparable en el mundo en materia de alimentos naturales. Al ritmo actual y sin los estudios correspondientes, es posible que los intereses de esta industria y sus comunidades asociadas agoten para siempre las grandes pesquerías que aún subsisten. Si a eso le agregamos todos los productos contaminantes que los ríos arrojan al mar, las lluvias ácidas, los contaminantes de pozos petroleros marinos, los desechos de transportes y la destrucción de hábitats costeros, podremos concluir que la fuente de alimentos más noble que el mundo nos otorga -los océanos- está verdaderamente en peligro, por los intereses de unos cuantos países, industrias y comunidades. El desarrollo de la acuacultura, tanto marítima como lagunar o de estanque, es todavía mínimo para contrarrestar el agotamiento de los océanos.

En agricultura, el gran problema se centra en los fertilizantes contaminantes, en los insecticidas de efecto perdurable y en la tala y quema de bosques que se realiza en favor de siembras temporales de baja producción.

También se centra en un factor que casi nunca se toma en cuenta: la logística y los costos de transporte y distribución. Los centros de producción de carne (ganado, aves, etc.) generalmente se encuentran cerca de los de granos o en zonas de pastos naturales. Cuando no es así, su producción suele ser incosteable.

De tal manera que las soluciones requeridas debemos buscarlas en la biotecnología, la genética, la tecnología de alimentos, las plantaciones de invernadero de alta densidad, etc., y, a través de la nueva informática, en los procesos de logística de distribución y comercialización.

Hay que evitar intermediarios innecesarios y costosos con financiamientos baratos y producciones equilibradas que, aunados a un control natal racional y equilibrado, le permitan a la humanidad producir comida suficiente sin devastar los recursos naturales, sin contaminar las aguas subterráneas, los lagos, ríos y mares con fertilizantes artificiales y químicos, que aumentan sólo parcialmente la producción pero a precios ecológicos enormes.

El ser humano, impulsado por el imperativo ético y con una conciencia ecológica, deberá usar toda la moderna tecnología para satisfacer las demandas de producción, comercialización, transporte y distribución de los alimentos para 10 000 millones de habitantes. Si consideramos que para los problemas del futuro contaremos con las soluciones tecnológicas del futuro, no tenemos por qué ser pesimistas y tirarnos a la desesperación. En todo caso, dependerá de que los valores de justicia, belleza, bondad, se impongan sobre los impulsos egoístas que el pragmatismo moderno produce en nosotros. Por primera vez en la historia de la humanidad, el futuro depende plenamente de nosotros en el presente; es, pues, un problema de darnos cuenta o del desarrollo de la conciencia de que el otro es como yo.

Energía y combustibles

Al liberar la energía acumulada en combustibles fósiles se producen invariablemente contaminantes diversos que se diseminan en el aire, la tierra y el agua. La producción, la distribución y el consumo de dichos combustibles también contaminan en forma directa, como ocurre con derrames petroleros, gases de explotación, productos asociados con la explotación, accidentes y deficiencias de transporte y hasta gases como los que emanan al despachar la gasolina en las estaciones.

Estos combustibles fósiles y sustancias químicas como los fertilizantes y los insecticidas son algunos de los productos que más contaminan el ambiente, que plantean problemas tan serios como la lluvia ácida, que ha acabado con los ciclos productivos de los bosques europeos y afectan a mares, lagunas y ríos de un modo silencioso que poco a poco mata ecosistemas completos. En Estados Unidos, muchos lagos están tan contaminados que en ellos ya no hay peces, y cuya descontaminación sería enormemente costosa.

Especial atención merece la contaminación por consumo de petróleo y su derivado, la gasolina. El mundo se aproxima a tener mil millones de vehículos y máquinas contaminantes del medio ambiente, y la respuesta de gobiernos, industria y consumidores está siendo lenta; la producción de bióxido de carbono y la desaparición de bosques y quemas masivas se combinan para ir lentamente deteriorando el aire de nuestro mundo. ¿Cuánto podrá soportar la biosfera este contaminante artificial? Tal parece que nadie quisiera contestar esta pregunta a profundidad. Llegaremos a ser 10 000 millones de habitantes, tendremos más de mil millones de vehículos, nos trasladaremos más de 2 000 millones de viajeros por el mundo y nos agotaremos todas las reservas de combustibles fósiles, antes de que cobremos conciencia del grado de contaminación que podemos producir.

Al agotar las reservas de combustibles fósiles, no quedarán más que las energías alternativas; en primer lugar, la energía nuclear y la de nitrógeno, después la solar, la electricidad de ríos y mares, etc. Es fundamental que en esta etapa se desarrollen las tecnologías alternativas, para hacerlas económicamente costeables, para aprender a manejar los residuos radioactivos, para aprovechar al máximo ríos, mareas, vientos. Es muy difícil calcular cuánta energía requerirá un mundo desarrollado en el año 2050 o en el 2100, que es el tiempo calculado para agotar los combustibles fósiles que se consumen por decenas de millones de barriles, decenas de millones de toneladas métricas y decenas de millones de pies cúbicos por día.

El progreso de la humanidad se mide en función directa del consumo energético por habitante. Para crear una sociedad equilibrada en bienestar, como Francia por ejemplo, el mundo tendría que aumentar unas 10 veces su consumo de energía; y si esta cifra la proyectamos para 10 000 millones de habitantes, estaríamos hablando de casi el doble, es decir que requeriríamos cerca de 20 veces la energía que ahora consumimos.

La escala de este problema sobrepasa la imaginación más prolífica. El esfuerzo que tendrán que hacer las generaciones futuras para resolver el problema es titánico. Sólo con una enorme conciencia ética, las actuales generaciones pueden actuar responsablemente; de otra manera, el futuro corre el riesgo de ser siniestro, con gravísimas hambrunas, genocidios más aterradores que los del siglo XX y calamidades de todo tipo provocadas por la carencia de energía.

Todos, desde los niveles más altos de gobierno hasta los ciudadanos más humildes, debemos asumir nuestra responsabilidad para con los otros, Sólo así podremos generar la fuerza, la dinámica y las medidas necesarias con respecto a la energía y a todas sus derivaciones, para prevenir un futuro incierto.

Urge crear una conciencia ecológica universal en relación con los combustibles, para evitar su consumo suntuoso y empezar a perfeccionar las tecnologías del futuro, que permitan una transición lo menos dolorosa posible entre el consumo de los combustibles fósiles, que se agotarán, y las energías alternativas. Además, tendremos que hacerlo dejando de contaminar nuestra biosfera de la manera que lo venimos haciendo, pues corremos el riesgo de agotar a la tierra en el esfuerzo natural que hace para depurarse a sí misma, y de esa manera interrumpir todos los ciclos de la vida que nuestro planeta ha desarrollado a través de millones de años.

Siempre ha sido complicado el disponer de información exacta en lo que se refiere al petróleo, por razones técnicas, políticas y económicas que dificultan su acceso, sin embargo es interesante revisar algunos datos:

Las cifras que se manejan indican que hay reservas probadas entre dos y tres mil billones de barriles y que se están consumiendo 81 millones de barriles diarios. Los cálculos más conservadores indican que para el año 2010 se estarán consumiendo cien millones de barriles diarios.

Los descubrimientos de nuevos yacimientos cada vez son menores: por cada dos barriles que se consumen, se descubre solo uno.

De seguir este ritmo de consumo, podemos considerar que los combustibles fósiles habrán de agotarse en los próximos cien años, o sea en tres generaciones productivas.

El impacto negativo que las expectativas de descubrimientos, reservas y consumo de hidrocarburos tendrán en el futuro se empezará a marcar mayormente a partir del año 2010.

Desde el inicio de este siglo la geopolítica del mundo está siendo seriamente afectada por estos factores, como lo demuestra la guerra de Irak.

Pero démosle a estos números bases reales:

Un norteamericano promedio (como ejemplo de sociedad desarrollada) consume 0.25 hp = 185 watts = 637 btu/hora. Esto quiere decir que un ciudadano de un país desarrollado consume el equivalente a la energía desplegada por 58 energías durante 24 horas al día.

Si le ponemos un valor de $5.00 a la hora de trabajo y lo comparamos con la energía de un barril de petróleo, éste costaría 45 mil dólares, en relación con los $25.00 que hoy cuesta. Debemos de tomar en cuenta que EU consume el 25% de la energía que se gasta a nivel mundial.

Este es el panorama al inicio del siglo xix: tenemos 520 millones de automóviles, dos millones de camiones, 200 mil autobuses, 20 mil locomotoras, 11 mil aviones comerciales, 28 mil barcos y 28 mil barcos pesqueros; todos consumiendo petróleo.

Ahora bien, siempre he sostenido que los problemas del futuro no se resolverán con la tecnología del presente sino con la del futuro.

Mientras hoy, más del 85 % de la energía se extrae de combustibles fósiles, (40% del petróleo, 22% de carbón, 23 % del gas natural), 7% de la energía eléctrica y nuclear y tan solo el 1% de energías geotérmicas, solar, viento, madera, etc.; todo parece indicar que la energía producida por el hidrógeno será el combustible del futuro. Esta energía es mucho más limpia en su producción, con lo cual también se evitará la contaminación ambiental, el sobrecalentamiento de la tierra, etc. Ejemplo de esto es el caso de Islandia, que ha tomado la decisión de sustituir durante los próximos 20 años su consumo de energía por el hidrógeno.

La generación doméstica (familiar) de la energía requerida para el consumo no sólo tendría repercusiones favorables en el medio ambiente, sino que además contribuiría a llevar a cabo muy profundas reformas en el ámbito político, económico y social.

Hasta ahora la humanidad ha sabido responder a los retos que la sobrevivencia le ha planteado, prosperando como especie dominante en la tierra; en esta nueva sociedad globalizada donde se requieren acciones justas y concertadas, el reto es global y la respuesta también tendrá que serlo; existen las herramientas, sólo falta esa voluntad global.

Comunicación y cibernética

Se dice que estamos viviendo la era de las comunicaciones, entendido esto no sólo como el desplazamiento físico de las personas, sino también de las ideas.

La humanidad ha pasado por diferentes estadios en su constante desarrollo, desde aquellas pequeñas manadas o clanes, que recorrían el hábitat buscando sus medios de subsistencia, hasta las complejísimas sociedades actuales, con sus inmensas redes de producción, distribución y consumo, en las que un mensaje llega instantáneamente a mil millones de personas en todo el planeta.

Ondas electromagnéticas, mensajes codificados, cruzan por millones toda la biosfera terrestre. La comunicación se ha vuelto masiva, audiovisual, y la computación le ha venido a agregar velocidad; una forma individual de conectarse con el mundo vivo y dinámico es a través de internet, que va a la cabeza como proceso de interrelación humana. Individuo y humanidad se vuelven uno en el conocimiento de la realidad circundante.

Pero todos estos procesos son también contaminantes. Por ejemplo, la contaminación visual de grandes ciudades, calles, carreteras, etc., impide al ser humano el contacto con su entorno y lo satura de mensajes que pueden no tener para él ningún significado.

La tan famosa sociedad de consumo penetra en nuestras casas a través de los medios de comunicación, creando necesidades imaginarias que nos esforzamos por satisfacer, orillándonos muchas veces a desechar productos cuya vida útil no ha concluido. Tiramos todo lo que nos sobra, y todo se nos vuelve viejo muy rápidamente.

La cantidad de desechos orgánicos e inorgánicos que generamos puede ser de millones de toneladas diarias.

Comunicación es conocimiento, pero también penetración ideológica y de costumbres, de cosmovisiones. La comunicación es una forma de inducción de la conducta, está empujando poderosamente al mundo a consumir y desechar productos y sus derivados. Hoy por hoy, no se han encontrado maneras adecuadas de manejar y procesar esos millones de toneladas de desperdicios que acumulamos día con día. No se tienen estudios reales difundidos de los efectos de todos esos desechos sobre la biosfera.

La red de redes, como se le llama a internet, le permite al individuo acceder a la enciclopedia más grande y jamás imaginada del mundo, pero también lo induce a adquirir hábitos de consumo, con su inevitable secuela de desechos.

Es indudable que los medios de comunicación y la cibernética son herramientas poderosísimas de espiritualización del individuo. A través de ellas, el universo humano se unifica y se identifica, pero independientemente de sus enormes consecuencias espirituales, que analizaremos en capítulos posteriores, nos damos cuenta de que también inciden, y de manera muy determinante, en nuestros hábitos y costumbres, y de que consolidan la conducta de «úsese y tírese», sin parar mientes en lo mucho que con ello incrementamos nuestros desechos contaminantes sobre el planeta.

Sólo todos juntos, con plena conciencia y responsabilidad, podremos canalizar estos procesos de comunicación y manejos de información de una manera provechosa para el futuro, desarrollando tecnologías de reciclaje y reutilización de desechos. No debemos permitir que estos avances o revoluciones actúen en nuestra contra o de las generaciones futuras engendrando vicios o costumbres negativas ligadas al consumo y al desecho generador de contaminantes que agravan y acortan el futuro de la humanidad.

Notas al margen.

Economía. Administración recta y prudente de los bienes

Riqueza pública

Conjunto de ejercicios y de intereses económicos.

Ahorro de trabajo, tiempo, dinero, esfuerzo.

Economía política. Ciencia que trata de la producción y distribución de la riqueza.

Energía. Toda fuerza capaz de desarrollar un trabajo.

Fotosíntesis. Combinación química producida en los vegetales por la acción de la luz y especialmente la formación de hidratos de carbono.

Escepticismo. Doctrina de ciertos filósofos antiguos y modernos que consiste en afirmar que la verdad no existe o que el hombre es incapaz de conocerla, en caso de que exista.

Big bang. Gran explosión energética ocurrida hace aproximadamente 14000 millones de años, de la cual surge el universo.

Razón. Facultad de discurrir. Argumento o demostración que se dice en apoyo de una cosa, motivo o causa.

Organizar. Establecer o reformar una cosa, sujetando a reglas el número, el orden, armonía y dependencia de las partes que la componen o han de componerla.

Informática. Conjunto de conocimientos científicos y técnicas que hacen posible el tratamiento automático de la información por medio de los sistemas de cómputo.

Combustibles fósiles. Derivados de la descomposición natural de materia orgánica, que  conserva la energía que procesó del sol y de los componentes de su medio ambiente. Ejemplo: el petróleo.

Capítulo XIV • Democracia

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 julio, 2022

 

El anhelo humano de autorrealizarse en libertad, que se rige por el imperativo ético, se ha tratado cristalizar a lo largo del proceso de evolución que transforma la bestia en ser humano. El proceso ha sido de enorme complejidad y siempre por las mismas causas egoístas que enfrentan al ser humano contra los espíritus justos y libertarios.

El ser humano ha buscado formas de organización social, interrelación y gobierno, que evolucionan de los más primitivos agrupamientos de sobrevivencia, de machos hembras y crías, pasando por tribus, colectividades con funciones más definidas por la aparición de la agricultura, agrupaciones místicas o religiosas, dirigidas en general por el más fuerte, hasta  formas más evolucionadas de organización social, que se inician en general con el culto a reyes-dioses, que suman el poder divino al terrenal, ya fuera emperadores, reyes, rajás o sultanes, con un poder absoluto.

Fue ese pueblo maravilloso de los griegos el que, junto con toda la discusión filosófica de lo que es el ser humano, engendró el concepto de república y comenzó a especular con la idea de la separación de los poderes, y de la libertad del espíritu humano.

Las diferentes visiones de democracia o derechos de los más débiles van lentamente surgiendo, en distintas partes del mundo, en forma de mitos, como el de Arturo y su mesa redonda, o de realidades, como la de Cromwell y su parlamento en Inglaterra o Venecia y su república, etc.

Y no es sino hasta la gloriosa revolución francesa cuando la república conjuga también en forma estructurada y sólida sus bases en los derechos humanos.

En términos generales, la democracia se define como el derecho de los individuos a elegir a sus gobernantes. Sin embargo, los conceptos república democrática y democracia parlamentaria, que son hoy por hoy las formas más claras de democracia vigentes en los 20 países más desarrollados del mundo, no se limitan al simple derecho de votar en elecciones, sino que incluyen toda una gama de derechos fundamentales en los cuales se sustenta ese voto, como son:

  • seguridad social
  • educación básica
  • libertad de creencias
  • tránsito irrestricto dentro del país
  • libertad de formar grupos, partidos y sociedades minoritarias
  • libertad de expresión
  • libertad de prensa
  • amparo ante la ley
  • división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial
  • defensa de oficio
  • libertad religiosa
  • igualdad de sexos
  • disensión
  • posesión de bienes
  • comercio libre, etc.

Esos 20 países también tienen hoy por hoy una economía de libre mercado.

Estas democracias avanzan en dirección a romper barreras como las fronteras arancelarias (Unión Europea, tratados de libre comercio) y comerciales (Organización Mundial de Comercio) y a la unidad de visión que persigue la ONU, órgano internacional por excelencia.

No tenemos más que echar una ojeada alrededor del mundo para darnos cuenta de que esas características no las tiene más del 10% de todos los países; en todos los demás se viven sistemas neolíticos (en tribus aisladas de África o de la selva amazónica), medievales (en países con zonas marginadas) o de tiranías planteadas como recaudos, dictaduras, regímenes militares, formas de gobierno extremistas y, algo muy común en los tiempos modernos, pseudodemocracias.

Las pseudodemocracias merecen una atención especial, pues son formas de gobierno que aunque tengan un sistema republicano o parlamentario donde hay votaciones, éstas son amañadas, controladas, desvirtuadas, falseadas, preparadas, adulteradas, violadas, etc. Acaban siendo estructuras aparentemente democráticas al servicio de autocracias y élites que desvirtúan todos los derechos reales en los cuales se sustentan las verdaderas democracias.

En lo que a nosotros concierne, la relación ecología-espíritu-democracia, la experiencia nos está demostrando que no es en las democracias más consolidadas ni aun en los países más desarrollados del mundo donde se está manejando adecuadamente el valor económico de la degradación ambiental, pues los intereses políticos y económicos se enfrentan a las todavía pocas (aunque cada vez más numerosas) personas que ya han desarrollado una clara conciencia ecológica.

Ahora bien, es patente que existe una relación directa entre democracia y conciencia ecológica, pues en los países en donde rige la tortura, el despojo, el silencio obligado, etc., no hay manera de desarrollar una conciencia colectiva de bien común, ni para el presente ni muchísimo menos para el futuro. En el presente se está descubriendo la terrible realidad de que el precio ecológico del desarrollo en esos países fue catastrófico hasta el extremo de Chernobyl.

La experiencia está demostrando que en la dictadura no hay conciencia ecológica que se pueda generalizar, y que en la democracia existen grandes fallas en la divulgación y aplicación de una normatividad ambiental que garantice el desarrollo sustentable. Sin embargo, es en las democracias basadas en los derechos humanos y en los sistemas de libre mercado en donde más se ha avanzado en este sentido. Esto es algo que simple y sencillamente demuestra la experiencia.

En la democracia, los grupos ecologistas y sus partidos políticos o partidarios tienen derecho de expresión, de divulgación y de exigir el cumplimiento de las normas existentes, de tal forma que es en ellas donde la libertad del espíritu general permite mayor movilidad de conciencias y, por lo tanto, en donde la ecología tiene más porvenir, como actualmente ocurre en los países más poderosos del mundo (excepción hecha de China). Existe la esperanza de que, en el corto plazo, se incluyan los costos ecológicos del desarrollo en las discusiones económicas de estos países.

Así pues, en la medida en que la democracia implante sus valores humanos en toda su capacidad, podremos hablar de la relación ecología-espiritualidad-democracia como la base del desarrollo sustentable.

Notas al margen 

Democracia. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.

Predominio político del pueblo en el gobierno.

Estado basado en este predominio.

Parlamento. Cámara de los Lores y los Comunes en Inglaterra.

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