Me aventuré intrépidamente a renovar mi licencia de conducir. ¡Vaya proeza!
Con tantas noticias que escucho acerca de la modernización de nuestras instituciones municipales, de las hazañas de los ediles y las venturosas andanzas del buen presidente municipal en turno, ahora suspirante a más altos honores, simplemente pensaba que la tramitología en la Dirección de Tránsito municipal de esta querida ciudad de Cancún sería mejor, más simple, y que la experiencia no sería tan tortuosa; pero qué terrible decepción, es como para escribir una novela: Los intrínsecos laberintos de los trámites municipales.
Inicio por contarle a mis ochos lectores, a quienes he tenido abandonados por causas imputables a una apretada agenda y a un estrujamiento intensivo del seso, no solo para poder entender lo que está sucediendo en mi entorno sino para poderlo transmitir como es menester. Me apersoné en la Dirección de Tránsito municipal a las 09:45 a.m. y finalmente pude salir bien librado a las 12:15, es decir que le dediqué dos horas y media al trámite de renovación de mi documento para conducir. No sé cómo sea en otras ciudades del mundo, pero sin duda a mí me parece inadmisible con la tecnología que ya existe.
Siendo Tránsito la segunda fuente de ingresos del H. Ayuntamiento, después del predial, debería estar dotada no solo de tecnología para la recaudación, sino de cómodas y modernas instalaciones al servicio de los miles de feligreses que allí acudimos a dejar nuestro dinero (no se incomode nadie que feligrés no solo es el que acude a la parroquia).
El inmueble no es digno de Cancún, el supuestamente mejor destino turístico de América Latina, es un tugurio, es decir, un establecimiento pequeño y mezquino, sin aire acondicionado, sin cómodos asientos y sin servicios básicos, en el que tienen que apretujarse con estos calores cientos de personas a diario para realizar sus trámites. Sin tecnología, con poco personal, mal capacitado y con procedimientos lentos y absurdos que contribuyen a la tremenda pérdida de horas-hombre que allí se da todos los días.
Comparto un ejemplo que raya en lo novelesco. Se aproximó un ciudadano a la ventanilla tres en la que los uniformados te dan el visto bueno de no tener infracciones previas antes de proceder al siguiente paso de pagar en caja; al llegar ahí luego de la larga fila y en medio de los sudores colectivos, le informan que tiene infracciones previas, dos a saber que datan de hace más de diez años y en consecuencia no puede obtener el visto bueno para continuar el trámite de renovación de su licencia, a lo cual se dice sorprendido pues afirma no haber recibido jamás en esta ciudad una infracción de Tránsito, además de tener todos sus documentos consigo, es decir no tienen ninguno retenido en custodia en esa institución.
Le dicen que debe tratarse de un homónimo, pero que no se preocupe, que solicite la prescripción del acto por escrito con tres copias, que pase a pagar a la caja 130 pesos por cada una de las prescripciones que solicita, para lo cual había que hacer una nueva y larga fila, luego regresar a la ventanilla tres por un sello y que en 15 días podría regresar a tramitar su licencia de nueva cuenta. De novela… Me despedí del pobre hombre deseándole éxito.
Me pregunto si con la tecnología no podrían tener una base de datos en la que apareciera la ficha de cada conductor con su fotografía y entonces poder determinar si se trata de un homónimo o no, pero parece que eso es mucho pedir para una ciudad tan pobre y emproblemada como Cancún.
Laberinto intrincado también, entre otros, el de aquellos que por pasarse de copas fueron remitidos al “torito” al pasar por el alcoholímetro y que en consecuencia les fue detenido y encerrado su automóvil. Recuperar el auto es más difícil que casarse, sin mencionar la serie de pagos que ello implica, incluyendo el excesivo y abusivo pago de mil 800 pesos por el arrastre en grúa.
No estoy defendiendo ni justificando a aquellos que conducen bajo los efectos del alcohol, pero una vez cumplida su pena deberían poder obtener su automóvil de inmediato y sin pago alguno, pero no es así.
En Tránsito todo cuesta, las copias, los bolígrafos por si usted olvidó el suyo, y hay quienes por una módica cantidad le tramitan su licencia más rápido.
La Dirección de Tránsito municipal es una vergüenza para Cancún y no hay razón alguna para que no se modernice, no solo en sus instalaciones sino en sus procedimientos, que son obsoletos por decir lo menos, acudir ahí es como hacer un viaje al pasado, es una regresión, es una novela de miedo.
Hoy obtuve mi licencia finalmente por dos años, porque no quisieron hacérmela por cinco, y estoy feliz y tranquilo; sin embargo, triste de atestiguar lo lejos que estamos.
Sr. presidente municipal, ahí tiene usted un buen reto.