Cuántas veces no hemos escuchado que todo extremo es vicio y que las virtudes se encuentran en el justo medio de dichos extremos. Y parece, sin embargo, que es la naturaleza del ser humanos buscar y vivir en los extremos, a pesar de la experiencia de las consecuencia de vivir en un extremo.
Considero que es mucho lo que hemos avanzado en defensa de los derechos de las minoría y comparado con otras épocas y lugares, basados en el principio de tolerancia donde tendremos que aceptar que las diferencias nos enriquecen, y aprender a convivir con ellas en lugar de querer convencer a quienes piensan diferente para que sean como nosotros.
Pero todo extremo es malo, y ahora veo con alarma y preocupación que en ocasiones estamos moviéndonos al extremo opuesto, que era la intolerancia y discriminación de las mayorías, por la intolerancia y discriminación de las minorías. Un ejemplo de esto es, en mi muy personal opinión, la posición que quiso tomar recientemente la FIFA con respecto de una porra de la afición mexicana en los estadios de futbol, en momentos en que el portero contrario despeja el balón.
La FIFA consideró en restringir dicha expresión de la afición por el calificativo peyorativo que representaba y del que cierta minoría se sentía aludida. Finalmente la FIFA reculó, considero que a tiempo, antes de meterse en algo que le hubiera sido muy difícil o complicado dar marcha atrás y de lo que luego no iba a encontrar salida.
Mi punto aquí es que la convivencia se tiene que basar en la tolerancia. Tenemos que aceptar a la gente, aun con sus diferencias y sin discriminación por el simple hecho que sean distintas a nosotros. Pero, ¿qué esperamos nosotros a cambio? Que también seamos aceptados como somos y no seamos juzgados por nuestras diferencias ni por nuestras expresiones. Simple. Y es que sería igual de malo o peor aún, que ahora el rechazo y la discriminación se dé por las minorías que pretenden obligar a que las mayorías piensen, y quieran y acepten como ellos piensan, lo que ellos quieren y lo que ellos aceptan. La tolerancia tiene que venir en todos los sentidos, y en el caso de las religiones, por ejemplo, es precisamente lo que más guerras y crímenes ha causado, el tratar de imponer una preferencia religiosa a una persona o grupo, con el consecuente rechazo y en ocasiones castigo de quienes no cambien su manera de ser y de pensar.
Hace algunas semanas, Donald Sterling, el propietario del equipo de basquetbol de la NBA, LA Clippers, fue crucificado por un comentario que le hiciera en privado a una persona emocionalmente muy cercana a él (léase su novia), donde le decía que no le gustaba que se tomara fotos con gente de color negro. En este caso su novia se había tomado una foto con Michael Jordan y la subió a sus redes sociales, y el señor Sterling le dijo que no le parecía, supongo influenciado más por los celos que por discriminación, ya que en su equipo de basquetbol todos son gente de color negro. Por supuesto que su comentario es de muy mal gusto y totalmente inapropiado, pero finalmente lo hizo en privado, no dañaba a nadie en particular y, finalmente, supongo que el señor Sterling tiene el derecho de decirle lo que quiera a su novia y solo ella puede reclamarle si eso la incomoda. Creo yo. Las consecuencias fueron del extremo de imponerle una multa de 2.5 millones de dólares por su comentario y prohibirle siquiera asistir a algún partido de basquetbol de su propio equipo, por lo que el señor Sterling está ahora demandando a la NBA, y considero que tiene todas las de ganar pues la NBA no puede actuar tan arbitrariamente sin razón o sustento legal.
La tolerancia es una virtud que se encuentra en medio de los vicios de la dictadura y de la anarquía, donde tanto daño hace el que una persona (dictador) te imponga lo que tienes que pensar y decir, como que ahora diversos grupos (anarquía) sean los que te quieran imponer lo que te tiene que gustar, lo que tienes que pensar y lo que tienes que decir. Tenemos que defender nuestro derecho a expresar nuestras ideas y creencias, aun y cuando no sean las del grupo o las masas, pues, como diría Voltaire, en una frase apócrifa atribuida a su persona, “… Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho de expresarlo…”
Viva México, vivan sus porras y su derecho a expresarse. Y que siga la fiesta…
[editor]eduardo-albor[/editor]