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Revista Latitud 21
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X Columnas

Eso de “delitos de lesa humanidad”

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2022
  • Canela fina
  • Rubén Cortés
  • Periodista y escritor
  • Twitter @Ruben_Cortes 

A. López tiene razón. En el Tribunal Internacional de La Haya hay una acusación de delitos de lesa humanidad en México. La hizo su grupo político contra el Ejército, cuando eran oposición. El mismo Ejército que, al llegar al poder, convirtieron en aliado.

Así que el Ejército pasó de ser acusado (por lo que entonces era “el movimiento” y hoy es la “4T”) de “crímenes de lesa humanidad” a tener la posibilidad de poner un presidente de la República, según la profecía del propio secretario de Gobernación.

Sí: hoy, con “el movimiento” convertido  en “Cuarta Transformación” desde Palacio Nacional, el Ejército es la mayor empresa del Estado. Mueve 300 mil millones de pesos y recibe del Presupuesto 10 veces más dinero que en el gobierno anterior.

Pero en la campaña electoral, el padre de uno de los 43 le reclamó al hoy mandatario su apoyo para que José Luis Abarca fuera alcalde de Iguala. Y la respuesta fue: “El reclamo debe ser a las Fuerzas Armadas, a quienes intervinieron en ese crimen”.

Cuando el entonces candidato le respondió así al señor Antonio Tizapa, a su lado estaba el abogado a quien La Haya aceptó una denuncia contra el Ejército por “desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones extrajudiciales, amputaciones y decapitaciones”.

El abogado, Netzaí Sandoval, es hermano de Irma Eréndira Sandoval y cuñado de John Ackerman. En 2018 dijo tener “expedientes que acreditan 470 casos de torturas, ejecuciones extrajudiciales y secuestros por parte de los cuerpos de seguridad del gobierno”.

El entonces fiscal general de la CPI, Luis Moreno Ocampo, admitió el recurso al afirmar que “debo abrir investigaciones no solamente en casos de crímenes bajo mi jurisdicción, sino cuando los Estados nacionales no hacen las investigaciones”.

Como fiscal de La Haya, Moreno Ocampo aceptó también una acusación presentada desde Venezuela contra el Ejército de Hugo Chávez, por homicidios, desplazamientos forzados y eliminación de la propiedad privada. Hoy, la ONU procesa a Venezuela por crímenes de lesa humanidad.

Hace unos días, el titular de Segob dijo que el expresidente Felipe Calderón “está relacionado con delitos de lesa humanidad”. Quizá lo dijo porque Calderón era presidente cuando el Ejército salió a las calles. Pero con la 4T el Ejército sigue en las calles.

Pero fue uno de los acostumbrados dichos del secretario de Gobernación, que él mismo tiene que desmentir después. Porque el abogado Netzaí Sandoval, su hermana de Irma Eréndira Sandoval y el cuñado Ackerman, ya no pintan en ese grupo político.

Y los militares y la “Cuarta Transformación” son una mancuerna que acaparó, en cuatro años, la planta productiva del Estado: desde la construcción hasta la gestión de aeropuertos, pasando por la distribución de vacunas y recogida de sargazo.

Todo cambió, pues.   

Un Quintana Roo disruptivo

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2022
  • Entre empresarios
  • Sergio León
  • CEO de Impoexporta
  • Twitter: @oigres14

Como aquellos colonos que llegaron a nuestro continente, desde España, Inglaterra, Francia e Italia, así es nuestro estado; con más de 50 mil kilómetros cuadrados llenos de oportunidades para converger; con personas de orígenes tan diferentes, no sólo de nuestro país, me atrevo a decir que de todas las latitudes. Esa es nuestra fortaleza, esa identidad que pareciera no existir precisamente es nuestra identidad, lo que nos caracteriza y nos da vida. Vemos, desarrollamos y creamos oportunidades que en un lugar tradicional no se lograrían encontrar; un paraíso donde creamos infraestructura, gastronomía, servicio y experiencias de vida.

Somos generadores de negocios que son exportados a otros destinos turísticos, tanto en el país, como en el extranjero; no sólo en el área hotelera, también en la comercialización de productos y servicios. Esto habla de esa disrupción que generamos como quintanarroenses, al ver en Puerto Vallarta, Los Cabos, República Dominicana y Jamaica, entre otros, ideas innovadoras y que marcan tendencia en los diferentes mercados.

Esto conlleva a que debemos seguir aperturando a más países y a más sectores; por ejemplo, derivado del embargo comercial que existe de Estados Unidos hacia Cuba, en nuestro estado somos exportadores natos de diferentes productos para ese país Durante décadas, independientemente de que hemos incursionado en servicios hoteleros y en la línea aérea mexicana Magnicharters, la proveeduría que hacemos es relevante. En el caso de República Dominicana, también hemos incursionado en diferentes ramos, no sólo en Punta Cana, también en Sámano, Puerto Plata, Las Terrenas y el mismo Santo Domingo, en el aspecto hotelero, touroperadores, transporte, proveeduría y servicios hospitalarios. La comunidad mexicana en ese país, y en específico Quintana Roo, es muy interesante. Un área de oportunidad muy importante para seguir estrechando nuestras relaciones comerciales en diferentes sectores es en Argentina; además del turismo que recibimos de dicho país y que es significativo, ellos están interesados en muchos productos mexicanos de diferentes sectores, como la construcción, alimentos, bebidas y decoración. Además, es muy importante el número de restaurantes argentinos que tenemos en nuestro estado y país; sin embargo, hoy en día, por procesos que ellos no cumplen, no importamos la carne argentina. A partir de logros recientes entre México y Belice, podríamos lograr acuerdos que nos permitieran que los argentinos cumplan las regulaciones que se necesitan en México y con ello tener una nueva oferta de producto cárnico, textiles y de piel, entre otros.

Es una lista de oportunidades sin fin, que, trabajando de manera conjunta, participando, como ciudadanos, empresarios y gobierno, con esa actitud disruptiva que nos distingue, puede generar más oportunidades de negocio, mejorar calidad de vida, seguir innovando y exportando ideas materializadas como empresas.

¡Eso es Quintana Roo y eso es nuestra gente!  

En Solidaridad, gobernar con conocimiento de causa

por NellyG 1 noviembre, 2022

“Ningún conflicto que enfrenta una población puede ser pequeño, y esto debe ser la premisa con la que se llega a gobernar…”

Por Juan Sosa

Periodista titular de Lo Tenemos Claro

Twitter: @LOTECL777

En el Quintana Roo de hoy, se vive en un contexto social donde los electores cada vez son más exigentes y las campañas políticas muchas veces no logran conectar con la voluntad popular y traducir en propuestas reales lo que la población requiere. Esto se traduce en descontento ciudadano hacia la política y los políticos: apatía, incertidumbre y desconfianza de que las cosas vayan a cambiar.

En Solidaridad, Lili Campos, presidenta municipal, le apuesta a la COMUNICACIÓN POLÍTICA que se desarrolla en sus acciones del trabajo público y que tiene una amplia difusión diaria; el resultado es un posicionamiento notable en la preferencia de la ciudadanía. Ha logrado capitalizar la necesidad de la población en torno a humanizar y ciudadanizar la política, al interior de su equipo de colaboradores. Por consecuencia, se construye un gobierno pedagógico, con las deficiencias humanas de cualquier administración pública.

No me queda la menor duda que al haber autoridades que den soluciones reales, estas serán mejor juzgadas y valoradas que aquellos que quieran sacar réditos personales. Dicho de otra manera, la población quiere gobernantes presentes, cercanos, que escuchen y que entiendan a la gente de forma real, no como proselitismo político.

Por lo cual, quiero recordar que se necesita de ciudadanos activos, que observen, analicen, exijan, cuestionen. Sin este binomio, seguiremos con gobiernos incapaces o inexpertos, superados por la realidad o desinteresados totalmente de ella. En ese marco, no importará por cuántas supuestas soluciones votemos; las cosas simplemente no van a cambiar.

Sin duda alguna, es tiempo de reflexionar sobre cómo elegimos y qué exigimos a nuestros gobernantes. Ya he reiterado en otras ocasiones la importancia de involucrarnos en la política, más allá de criticar todo aquello que no concuerda con nuestra manera de observar el mundo. No podemos seguir yendo a las urnas con la idea de que votamos en un concurso de popularidad o de cofradía: votar por quien ya conocemos o el que forma parte de nuestro partido, es irresponsable.

NOS LEEMOS EN LA PRÓXIMA…

El abrazo presidencial

por NellyG 1 noviembre, 2022

Tenemos un presidente de México que llega a Quintana Roo casi cada semana, y, sobre todo, tenemos el abrazo permanente a nuestra gobernadora que demuestra un gran afecto, un apoyo igual de significativo.  Y no hemos entendido cómo se va a traducir esta realidad en la vida de quienes habitan en el estado, de qué forma esta especial circunstancia, de cercanía, de atención, va a traernos la calidad de vida a la que legítimamente aspiramos.

¿Significa esto que Mara Lezama va a emular la cercanía que el primer mandatario tiene con la gente? O ¿por qué no aspirar a esto?, que la gobernadora va a informar, a permitir que los periodistas la cuestionen cotidianamente, como hace López Obrador.

Mejor todavía, estos abrazos que ella misma se encarga de comunicar a través de sus cuentas en redes sociales, van a ayudar a que haya menos asesinatos, a que la policía cumpla con su trabajo, a que la violencia sea cosa del pasado, a la eficiencia en la Secretaría de Seguridad Pública, en la Fiscalía, en todos los ámbitos de seguridad. ¿Cómo encontrar los caminos presidenciales contra la violencia, contra la impunidad?

Uno se pregunta si es cuestión de falta de presupuesto, porque entonces bastaría con informar de las carencias al presidente, de las imposibilidades reales que existen en el estado para alcanzar seguridad. Haber cambiado de titular de la Secretaría de Seguridad en días de gobernar no ha servido para un cambio; lo que tenemos es un exceso de droga, de cobro de piso, de cadáveres regados por todas las colonias populares.

Y de demagogia, como la de Pepe de la Peña, después del desastre de Majahual, donde ahora buscarán chivos expiatorios entre quienes obedecieron órdenes superiores.

Especial atención, cálida atención diría cualquiera, del primer mandatario a Mara Lezama, que nos lleva a un discurso pleno de lugares comunes de la Cuarta Transformación ahora en voz de entallados vestidos y pestañas inmensas, pero que no dejan de ser discursos de cara a una sociedad muy agraviada por lo que hemos vivido en años recientes.

¿Podrá Mara? ¿Querrá Mara?  Porque lo más difícil, lo imposible para la mayoría de los gobernadores de México ya lo tiene: Presencia y atención cotidianas.

Desperdiciar este regalo de la vida sería un pecado grande de omisión, pero sobre todo sería un precio muy alto para todos los quintanarroenses que votaron por Mara Lezama, precisamente, por el apoyo presidencial que tiene.

¿Qué necesita Quintana Roo en Seguridad que no pueda llegar a través de las órdenes presidenciales?  Porque López Obrador ha demostrado el conocimiento y la decisión a favor del estado, de una entidad federativa que recibe, él mismo lo dijo hace días, 27 millones de turistas al año, que contribuye con casi la mitad de los ingresos que recibe el país por este concepto.

¿Nos quedaremos con la fotografía, con el recuerdo del abrazo que no cambia nada?

BITÁCORA DE VIAJE XXVIII

por NellyG 1 noviembre, 2022

                                                   

   NO TODO ASUME UN NOMBRE. ALGUNAS COSAS VAN MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS.

                  – Alekandr Solzhenitsyn

   Mi nombre es Juan Ignacio Manero Monte; hijo de Josefina Monte Aja, del mero Tlalnepantla, Estado de México, y de Enrique Manero Berasategui, digno representante del Bocho, Bilbao, España. Esos son nombres oficiales; los que aparecen en los papeles, en las identificaciones, en los certificados y te acompañan en esta idea de controlarlo todo, desde la cuna, hasta el sepulcro. Pero no necesariamente es el nombre con el que quieres que la gente te recuerde y te haga parte de su vida. Por ejemplo, Bob Dylan fue registrado como Robert Zimmerman; el Dylan es por su afinidad al poeta galés Dylan Thomas. Si escribo Félix Fernández, probablemente muchos lo identifiquen con ese gran portero del Atlante y de la Selección Mexicana de futbol y nada más. Pero si les digo que, en su forma corta, así se llamaba en realidad el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, más de uno que se haya dormido en esa clase de historia de nuestro país, levantará la ceja. Desde Voltaire hasta Elton John, el cómo quieres ser recordado, es en la mayoría de los casos, un asunto personal.

En mi caso, nací en la muy conservadora sociedad mexicana de los sesenta, así que de nada valieron las peticiones de mi padre tanto a la Iglesia como al Registro Civil, para ser bautizado como Iñaki. No, no. Si no está en el Santoral Católico, ni en fe de bautismo ni en acta de nacimiento. Mi tía madrina Carmela zanjó el asunto de manera práctica: Entonces que se llame con el equivalente “en cristiano”: Ignacio. Y ya de pilón, con el Juan por delante pa’ que amarre. Sin embargo, en lo sucesivo, la única persona que me llamaba así y cuando llegaba a casa a las 5 de la mañana, era mi desvelada madre. Escuchar este nombre compuesto, para mí, siempre fue motivo de inquietud que antecede a la tormenta de regaños y castigos ejemplares. No se desgasten llamándome Juan, Juanito, Ignacio, Nacho o cualquier combinación de los anteriores si me quieren saludar por la calle. Simplemente mi mente no decodifica lo escuchado como personal. No volteo. Cada quien lleva el nombre que elige para la batalla diaria. Como dijera Cyrano antes de morir, sería el sello de mi grandeza. 

Por lo mismo, empeñar el nombre, con el que te identificas, en prenda de cualquier promesa o condicionar su permanencia al cumplimiento de la misma, es algo grave; Clío, la musa de la historia, en ese momento se alista para registrarlo todo grabado en piedra, en la gloria o la vergüenza.

Dinamarca, desde luego, no es México. Ni en historia, ni en cultura, ni en situación geográfica, ni en meteorología, población, política, economía, ni en…

El sistema de salud de Dinamarca es uno de los mejores del mundo. El país destina un 11 por ciento de su PIB al presupuesto de salud y con cobertura universal. No nada más en el papel, sino en los hechos, ya que no solamente es el aspecto médico, sino también complementado por calidad de vida y empleo. Coincide también con el puesto número 11 en la lista de PIB per cápita comparado con 196 países. En el 99 por ciento de la población, el paciente tiene a un médico especialista asignado en atención primaria. El sistema es gratuito (desde luego, se mantiene con los impuestos de los contribuyentes, pero la calidad y celeridad en el servicio, es un punto extra para afirmar que ese dinero está bien invertido) y los centros de salud pública no están centralizados; los médicos y directores de los centros son autónomos; ellos se encargan y se hacen responsables de la administración de los hospitales y consultorios; no solamente en consulta, cirugía, farmacias, tratamientos, sino también en contratos y salarios.  Esto reduce la hiperburocratización (¿me inventé la palabra?) del sistema y cada paciente cuenta con una tarjeta sanitaria que puede presentar no únicamente en la clínica, sino en la farmacia de su elección para recoger el medicamento. La receta, electrónica, se encuentra en sus dispositivos móviles y en una base de datos general. Todas las historias clínicas de pacientes son fácilmente verificables en una red universal hospitalaria y con un sistema llamado WebReq de análisis clínicos. Consultas que se realizan para recetas, entrega de resultados o seguimiento de tratamientos, son vía telefónica; esto evita las aglomeraciones. Si el paciente por razón de discapacidad o estar en fase terminal no puede acudir a consulta, existe desde luego, la telemedicina, muy útil en estos años pandémicos o la atención domiciliaria. (¿Alguien recuerda el “Médico en tu Casa” en el sexenio chilango de Miguel Mancera?). Los municipios proveen de todo lo necesario para que el paciente se encuentre lo más cómodo y lo más cercano a una atención hospitalaria de primer nivel. Muy importante: más del 90 por ciento del abasto de medicamentos y tratamientos está garantizado, y el aeropuerto de Copenhague no ha sido bloqueado por desesperados padres de familia exigiendo las quimios de sus hijos que por derecho les corresponden.  

Enero de 2020: el presidente de la República aseguró que el primero de diciembre de ese mismo año el sistema de salud pública funcionaría con normalidad. Medicamentos gratuitos y servicios de calidad como en… Correcto, Dinamarca; aunque también mencionó Canadá y Reino Unido. En poco más de un mes se cumplirán dos años de esa fecha fatal. Juzgue usted.

Noviembre, 2021, el mismo jefe del Ejecutivo, afirmó: “Me dejo de llamar Andrés Manuel si no se distribuyen medicamentos en México”. 

Hace unos días, octubre, 2022, misma persona: “Aceptamos el desafío y el reto y cuando terminemos, vamos a tener sistema de salud de primera; como en Dinamarca”.

Esto me lleva a una reflexión y a una duda.

Tal vez el presidente tenga razón; la culpa es nuestra al no haberle preguntado si tendremos en 2024 el sistema de salud de Dinamarca… del siglo XV.

¿Podemos ir convenciendo al INE para que organice una consulta popular y buscarle nuevo nombre a quien ya lo empeñó y lo perdió en algún rincón de su morning show?

Mientras escucho algo de Reggae (sin ganja), no puedo evitar acudir al enorme gran profeta de Jah:

Bob Marley no es mi nombre. Ni siquiera sé mi nombre aún.

                                 Iñaki Manero.

Dilemas globales

por NellyG 1 noviembre, 2022

Todo indica que vivimos en un momento de confusión generalizada, de temor sobre el verdadero estado de la economía y la política global. Sucesos como la invasión de Rusia a Ucrania, los altibajos de los precios de las gasolinas, el aumento vertiginoso de las tasas de interés, los costos de la pandemia y la perspectiva inminente de una recesión en Estados Unidos, son factores que parecen estar creando un verdadero caos. Este miedo es real, pero transitorio, ya que está impulsado por el tumulto que acompaña a cualquier transición de un viejo orden económico a uno nuevo. Cada economía pasa por ciclos de expansión y contracción, pero el indicador más importante tiene menos que ver con los precios del mercado o las tasas de desempleo y más que ver con la filosofía política.

Durante aproximadamente medio siglo, la economía política de Occidente se ha basado en el concepto rector del “neoliberalismo” -ese que detesta el actual régimen en México-, la idea de que el capital, los bienes y las personas deberían poder cruzar las fronteras en busca de los rendimientos más productivos y rentables. Muchas personas lo asocian con la economía fomentada por políticos como Ronald Reagan o Margaret Thatcher o incluso las ideas económicas modernas de Bill Clinton y Barack Obama. Pero sus raíces se remontan a 1938, cuando economistas, sociólogos, periodistas y empresarios estaban alarmados por lo que consideraban el excesivo control estatal de los mercados después de la Gran Depresión. A raíz de ello surgen instituciones globales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y la Organización Mundial del Comercio, que esencialmente trataban de conectar las finanzas, el comercio y los negocios globales a través de las fronteras.

Mas tarde se concretaría el famoso “Consenso de Washington”, una serie de principios económicos derivados de los polos de la liberalización del mercado y la globalización sin restricciones. Estas recetas generaron más crecimiento que nunca. Pero también crearon cantidades sustanciales de desigualdad dentro de las naciones. En parte porque el dinero se mueve a través de las fronteras mucho más rápido que los bienes o las personas. La revolución generada por Reagan y Thatcher desató el capital global al desregular la industria financiera, y el comercio global se desató completamente durante la era Clinton, con acuerdos como el TLCAN (ahora TMEC) y la eventual adhesión de China a la OMC, que inclinó la balanza de intereses políticos entre la creación de empleo interno y la integración del mercado global hacia esta última. La idea era que los precios al consumidor más baratos de los bienes importados compensarían los salarios más planos o incluso la caída.

Pero no lo hicieron, incluso antes de la pandemia y la guerra en Ucrania, los precios de las cosas que nos hacen clase media, desde la vivienda hasta la educación y la atención médica, aumentaban mucho más rápido que los salarios. Ese sigue siendo el caso, incluso con la reciente inflación salarial. La sensación de que la economía global se ha desvinculado demasiado de los intereses nacionales ha ayudado a alimentar el populismo político, el nacionalismo e incluso el fascismo; ahí están los casos de México, Brasil, Colombia en América Latina, Italia y Estados Unidos con Trump, por citar un par. Es una ironía que las mismas filosofías que estaban destinadas a aplacar el extremismo político hicieran exactamente lo contrario cuando se llevaban demasiado lejos.

¿Y ahora qué? ¿Cómo podemos asegurarnos de que la globalización económica no vuelva a ir demasiado por delante de la política nacional? Creo que todavía no hay una nueva teoría de campo unificado para el mundo posneoliberal. Pero eso no significa que no debamos seguir cuestionando la vieja filosofía. Uno de los mitos neoliberales más persistentes era que el mundo era plano y que los intereses nacionales jugarían un papel secundario en los mercados globales. Los últimos años han destruido esa idea. Depende de aquellos que se preocupan por la democracia liberal crear un nuevo sistema que equilibre mejor los intereses locales y globales. Veremos.

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